Fernando Cajas
El Movimiento Social iniciado por los 48 Cantones sigue su marcha. Los grupos urbanos siguen apoyando, pero se percibe cierto temor a que vuelvan a aparecer los bloqueos. La narrativa del pacto de corruptos ha permeado en la población y de a poco se acepta con naturalidad que Semilla sea suspendido. Los académicos, particularmente los de las ciencias sociales, de las universidades del país, en específico los de la universidad nacional brillan por su ausencia. Han entrado, desde hace décadas, en silencio. No desean mancharse con explicaciones de la vida cotidiana de los bloqueos, los paros, el golpe y esas cosas sucias. Así, aunque existe una gran necesidad de entender la naturaleza sociológica del Movimiento Social de octubre del 2023, prefieren explicaciones sencillas, simplistas, sin esfuerzo teórico, sin evidencia:
- Este es un cambio de era
- Arévalo va a tomar posesión, pero sin su partido
- El movimiento social se va a apagar
- Yo se en que va a parar todo esto, pero no les digo.
Mientras observo la fuerza con que el pueblo panameño lucha en contra de la minería a cielo abierto, recuerdo mis años en Panamá y puedo recordar lo beligerante y luchador de dicho pueblo: Se integran. A pesar de tener una historia reciente como país, 1904, el pueblo panameño viene integrándose con su propia identidad. Basta con recordar la operación Soberanía, la que colocó 75 banderas panameñas en la zona del Canal y donde fueron asesinados estudiantes de la Universidad de Panamá. Esto no sucede en Venezuela, tampoco en Guatemala.
Al principio de este siglo el comandante Hugo Chávez gobernaba con altísimo nivel de popularidad Venezuela, ofreciendo de todo, el cielo y la tierra, la luna y las estrellas, de todo. Yo era critico del presidente Chávez y recuerdo haber asistido a una de sus conferencias y me convenció. Me convenció. Esa misma noche reflexioné en Caracas sobre lo convincente y carismático del discurso de Chávez y decidí ser aún más crítico conmigo mismo.
Con los años me di cuenta que el pueblo venezolano no defendió su imperfecta democracia, pero democracia al fin. Primero cooptaron la Universidad Central de Venezuela, UCV, la que de a poco se fue alejando del estudio y solución de la problemática social. Segundo, un gobierno populista que regalaba de todo permitió crear una relación de codependencia con la población. Tercero, se fueron capturando una a una todas las instituciones del Estado. Los niveles de inflación se acrecentaron tanto que era imposible comprar algo. La muerte de Chávez no significó la liberación del pueblo venezolano. Solo cambiaron de dictador. Se erige entonces un ejecutivo todo poderoso, una enorme polarización entre los «escuálidos» y «golpistas» y un control, manipulación del sistema electoral a través de la captura del legislativo y del judicial. Entró la dictadura.
Yo fui testigo de todo lo que debieron sufrir los venezolanos, injusticias, desigualdades que de a poco se fueron convirtiendo en los indicadores de la cooptación total del Estado, todo alrededor de la figura mediática y carismática de Hugo Chávez y luego de Nicolás Maduro, un fascista, que consolidó el movimiento populista de pseudo izquierda y que basó todo su discurso en echarle la culpa al imperio del norte. Los venezolanos decidieron darse por vencidos a través de la migración. El pueblo venezolano doblado, quebrado y luego vencido y sometido a la dictadura de psicópatas.
Aunque la situación actual del pueblo panameño es muy diferente de la historia venezolana y guatemalteca, lo que hay que resaltar es la enorme integración de las marchas y del paro nacional en Panamá. La conciencia nacional que ha tomado el movimiento social panameño es enorme y aunque los venezolanos intentaron en algún tiempo oponerse, simplemente se diluyeron en diferencias entre ellos mismos. El caso de Guatemala es similar. Hacemos movimientos sociales, podemos decir que la misma revolución de octubre del 44 quedó truncada y que la reacción del pueblo no fue suficiente para sostenerla. Podemos decir que en el 2015 pudimos transformar este país, pero ese movimiento urbano, aunque tenia el slogan adecuado «en estas condiciones, no queremos elecciones» fracasó. Optamos por escoger a un payaso cuya agenda fue expulsar a la Comisión Internacional Contra la Impunidad CICIG ante la mirada pasiva nuestra.
Sin duda que el movimiento social urbano del 2015 podía dar mucho, pero mucho más de lo que dio, pero no. La Plataforma para la Reforma del Estado, dirigida entonces por el rector de la Universidad de San Carlos logró conformar un grupo diverso, de izquierda y de derecha, grupos sociales, empresariales, universidades, de todo, pero logramos nada. Bueno, se logró que el presidente Otto Pérez y la vice presidente Roxana Baldetti renunciaran. Esto es muy significativo. Sin embargo, el coletazo del pacto de corruptos ha sido intenso y borra ese triunfo.
Ahora con la noticia de la suspensión de Semilla, con la inminente pérdida de inmunidad de los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, con el ataque a las Juntas Electorales, con la solicitud de quitarle la inmunidad al diputado Samuel Pérez por haber escrito un twitt donde describe lo que es cierto: «Nos han declarado la guerra», con las resoluciones gallo-gallina de las altas cortes, con el posicionamiento de la Corte de Constitucionalidad de que los manifestantes cometen delitos de lesa humanidad y con el comunicado irrespetuoso, abusivo y tendencioso de la Corte Suprema de Justicia, CSJ, corte que lleva años y años de ser ilegal, acusando al presidente electo (no al señor) Bernardo Arévalo de exigir justicia, con eso uno no puede más que deducir que vivimos en una dictadura. ¿Podremos cambiarla?
¿Tenemos alternativas?
Si, una es seguir el camino del pueblo venezolano y emigrar, darse por vencido otra es seguir el ejemplo del pueblo panameño de luchar por sus derechos. Tenemos alternativas, sí que las tenemos. No dejemos que estos corruptos ejecuten su golpe de estado. O es ahora o no será nunca Guatemala.
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