Thursday, February 4, 2016

UNA REFLEXIÓN DIALÉCTICA SOBRE NUESTROS SENTIMIENTOS.

 ¿CÓMO EDUCAR NUESTROS SENTIMIENTOS?

“Una mañana te vi salir con los
libros bajo el brazo.
Una razón no tuve para seguir
tus pasos”.
Canción para una niña ausente:
Alma Rosa Tapia.

En un comportamiento de explotación, sometimiento, desigualdad, prepotencia, incomunicación e ignorancia como es el fundamentalismo religioso, el racismo o la depredación de la naturaleza, las secuelas del ser humano insensible, aparecen en el hambre, la pobreza, la corrupción y la impunidad, en una actitud ofuscada y grave por su destrucción. Hoy es vital reflexionar sobre este panorama de crisis planetaria y poner un alto en Otra educación posible entre las pequeñas comunidades, al sentir el sufrimiento y las fantasías de Otro ser humano en esta era de la nanotecnología y la posibilidad de empoderar las voces más sabias, desde nuestro origen indígena y mestizo, que van intentando proyectos de vida y no de muerte e intolerancia, para ser merecedores de la historia de la dignidad humana, posible de unidad.

En la explotación capitalista jerárquica, bien sabemos sus recetas: competitividad, exclusión, producción enloquecida por la mercadotecnia del envase y la envoltura, en donde lo íntimo se hace malamente público, y lo que debería ser público y de consulta abierta entre las comunidades, se trata como algo íntimo, que casi nadie sabe qué es lo que pasó y cómo sucedió así; existe un control de calidad a costa del envejecimiento forzado de los cuerpos humanos, sin importar la cualidad de los procesos de vida-muerte, sino la cantidad de productos vendibles para una ganancia privada mezquina, violenta y egoísta, cual si fuera un campo de concentración militarizado que cubre el techo del cielo de la humanidad en este planeta tierra, en tal escenario prostituido los magnates del capital se enfrentan con la calidez, la humildad, la lucha diaria por la sobrevivencia, con una palabra de ternura y esperanza entre las pequeñas comunidades, porque la voz del canto, la palabra verdadera, las flores y la poesía van creciendo, pero aún de forma acallada por el terror de Estado de clase oligarca, pero igual en pequeñas comunidades coherentes entre lo que éstas dicen y hacen en pro de una vida comunicativa nosótrica, aprendiendo una voz de consulta, consenso y asamblea comunitaria pequeña y enorme, en lo local, nacional e internacional, como lo propone Lenkerdorf, en su filosofía tojolabal.

En este momento nos preguntamos ¿Cómo educar nuestros sentimientos? frente a esta borrachera neoliberal, pues ésta se ha impuesto, justo en la omisión de sentirnos, pues se trata de no sentir la calidez humana, de ese pecho materno de la madre tierra que nos ha obsequiado lo más divino y sagrado, la naturaleza; ahí es donde el depredador capitalista, destructor de la vida, intenta seguir aplastando la rosa verde de nuestra esperanza para expresarnos con libertad y alegría solidaria.

Continúa la pregunta de ¿sentir-nos qué, cuándo, cómo, en dónde, con quiénes y para qué?; existen múltiples respuestas de ese poder humano que se levanta todos los días en un mosaico multicultural; una respuesta podría ser, sentirnos carne campesina, obrera y maquiladora, carne esclava, de estudiante, de afanadora, ama de casa, carne prostituida y militarizada en la sobrevivencia, carne migrante, carne sabia o embrutecida, carne enamorada de la vida, carne enferma en el abandono de la calle, carne amiga, carne en resistencia de digna rabia, carne comunitaria, carne rebelde revolucionaria, carne madre tierra en medio del universo dentro de otro universo que nos ilumina un porvenir de bondad, belleza y verdad, seguiremos luchando por ser hombre y mujeres con integridad humana, con base en conocimientos que demuestren que el tiempo educativo consiste en lograr que el Otro sepa y descubra por sí mismo las posibles respuestas, estamos necesitados de toda una escuela política y cultural para  los jóvenes, niñas y niños, que por sus lares transitan en esta lucha social cotidiana, en donde la democracia, la igualdad, la fraternidad, la justicia y la libertad del tiempo de la emblemática Revolución Francesa -primera lucha de clases- aún están pendientes, como símbolos supremos en construcción para  ser UN SER HUMANO.

Cuando se siente la nostalgia sobre la pregunta que interroga por el ser, reflexionamos la complejidad de las lunas madres que nos iluminan reflejadas por el sol que las alumbra, bueno, dentro de este universo inhóspito e infinito, sentimos, pero sin pensarnos en integridad dialéctica, en donde todo tiene un vínculo importante si lo podemos nombrar y poner en nuestros actos cotidianos, en nuestras actitudes más simples y sencillas, en nuestro comportamiento comunitario; ahí soñamos y creamos poesías, cantos, música, flores y maravillas, que van quedando al paso del camino, que fueron rescatadas para sentirse desde el alma, desde lo sagrado, desde Dios o desde nuestro corazón humano sacrificado en múltiples procesos, al aprender a defender nuestros deseos más álgidos con esa hebra que tiende flores para colocarlas en la noche en el jarrón, y superar los malos entendidos, los malestares y las huellas mortales que siembra el capitalismo salvaje en lo turbio y sucio de sus montañas de basura y de desechos humanos. Sabiendo que la esperanza es desear que algo suceda, la fe es creer que va a suceder y la valentía es hacer que suceda, porque efectivamente desde la voz de la existencia humana, está presente:

“No cedas; no bajes el tono, no trates de hacerlo lógico,
no edites tu alma de acuerdo a la moda.
Mejor, sigue sin piedad tus obsesiones más intensas”
Franz Kafka.

Porque,

“Si no esperas lo inesperado, no lo reconocerás cuando llegue”
Eráclito.

Una posibilidad para enfrentar entre las pequeñas comunidades, cimentadas éstas en la ternura de nombrarnos con amor, cariño y cuidado, así se detectará fácilmente a lo largo de un proceso educativo a través del ejemplo, que  la discapacidad engendrada por el sistema capitalista de explotación, consiste en educar la indiferencia hacia la injusticia, educación impartida hegemónicamente por los medios de comunicación, en la familia, la iglesia y en la calle incluso, es decir, en todo espacio y tiempo empobrecido, reducido a su mínima expresión y militarizado entre guerras de exterminio, venta de órganos humanos y drogadicción, en donde esta formación enajenada y su poder absoluto  dominante, a la voz de o aceptas o te mueres. Sin embargo desde la ternura de historia, raíz y unidad multicultural, ética y de género,  PUEDE empoderarse, para  combatir de forma sutil y cautelosa, desarrollando humanamente cualquier espacio vital, con más y más sensibilidad emotiva para cuidarnos y amarnos de manera colectiva, entre esas pequeñas comunidades en donde la identidad nos permita sentirnos contentos, satisfechos por nuestras acciones,  nostálgicos ante el fragor de la lucha social, y sentimentales entre los seres humanos con integridad ética-moral autónoma, para hacer un frente común de poco a poco contra la lógica perversa de la  propiedad  privada  de   todo   lo producido y creado  en la sociedad de explotación que acumula ganancia para unos cuantos acumuladores del trabajo humano -Estado esclavista, feudal y capitalista-.

Apostamos en una educación cimentada en la ternura,  construir Otras actitudes cotidianas; pues la mayor contradicción del capitalismo, es este mal y absurdo comportamiento:  “que la propiedad siga siendo privada, sin darnos cuenta que el trabajo es social”. Reflexionemos, como la distribución de lo producido tendría que ser un principio social humanizado, pensar la distribución y la producción, también social, justo para el bienestar humano en equidad de las grandes mayorías, decidiendo por consenso en asamblea comunitaria humanizada y juiciosa con agudeza en el corazón y en el pensamiento. ¿Cómo educar este proceso para un cambio de actitud diferenciado en los múltiples y diversos escenarios comunitarios?, ¿cómo hacerlo sentir desde la infancia en cualquier latitud espacial del cuerpo humanizado desde la infancia o en su madurez, ubicando el contexto socio-cultural que es diferente y distante en la geografía internacional y local? ¿Cómo construir una Constitución Normativa de Límites Humanitarios, que ponga freno al exterminio de la naturaleza?

La apuesta está echada, todos y todas tenemos algo que dar y hacer, existe una emblemática consigna humanista: “De cada quien según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”. Sigamos reflexionando.