Fernando Cajas
El despertar de los 48 Cantones ha sido nuestro despertar. En un país que por siglos ha sido racista, por fin hemos tenido un gesto de comprensión y hasta de integración con el rompimiento de estas viejas y duras cadenas que por siglos nos han desunido. A diferencia de otros países, México, por ejemplo, nuestra identidad nacional es débil. En Quetzaltenango no nos sentimos chapines. Siempre estamos añorando el Estado de los Altos. El oriente tampoco es tan unitario con sus movimientos separatistas, no digamos el norte con el Petén milenario cuya historia está conectada a Yucatán más que a Guatemala. Pero octubre del 2023 quedará marcado como un movimiento social cuyo origen fue en las montañas del occidente de Guatemala liderado por grupos indígenas y aceptado, seguido por otros grupos en todo el territorio nacional.
¿Qué pasó? Recuerdo hace veinte años a mi regreso de un largo viaje a los Estados Unidos en que asistí a la inauguración de un programa de salud reproductiva, èsto es, apoyo a comadronas de Totonicapán de parte de salubristas y médicos occidentales. Como siempre, en la Universidad de San Carlos el protocolo es largo e incluye al cantar varios himnos. Me impresionó que quienes acompañaban a las comadronas de Totonicapán que tomarían el curso lo hacían con tun y chirimía. En el momento de cantar el himno nacional todos cantamos menos los y las de Totonicapán quienes acompañaron el himno con un toque respetuoso y rítmico, un eco profundo penetró en nuestros oídos y se quedó en mi memoria de largo plazo.
Esta relación de grupos indígenas con el himno nacional no la había visto antes, pero reflejaba la presencia de una separación, que, aunque respetuosa ya decía que no habíamos construido identidad nacional. Uno podrá decir que el fiambre del 1 de noviembre es parte de la identidad nacional y en efecto, menos en Chiquimula, porque por muchos años a los chiquimultecos no les gustaba el fiambre, comían tamal ese día. En efecto, no hemos fortalecido movimientos de identidad nacional a no ser cuando a veces juega la selección de futbol o cuando cantamos la Luna de Xelajú, pero no alrededor de lo realmente básico del Estado Nación, o sea no tenemos Estado y hemos impuesto una sola Nación en una realidad multicultural, diversa, multilingüe y plurinacional.
Ahora que hemos vivido varias semanas de un Paro Nacional que al principio fue visto como la forma en que podríamos sacar a los golpistas nos encontramos con que no se logró el objetivo. Sin embargo, se logró algo mucho más importante, una muestra más palpable de integración nacional, leve quizá, pero integración al fin. Por eso seria prudente tener una explicación, o el menos una descripción sociológica de estos fenómenos llamados Paro Nacional o Movimiento Social de octubre del 2023.
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