Fernando Cajas
El Pacto de Corruptos perdió las elecciones presidenciales, perdió. Justo la noche cuando dieron los resultados de la elección del 20 de agosto sabían que se estaba escribiendo la crónica de su muerte anunciada. Era su acabose. De forma brusca Miguelito arremetió contra todo y contra todos y apresuradamente generaron un plan burdo de emergencia, sólo les quedaba inventar una narrativa, falsa por supuesto, sobre los resultados electorales. El primer invento de esta falsa narrativa es hacernos creer que el Ministerio Público, MP; es el garante de la democracia, falso. El MP no tiene funciones electorales, esa es función exclusiva del Tribunal Supremo Electoral, TSE, único tribunal en materia electoral en Guatemala.
La respuesta del Pueblo de Guatemala al intento de Golpe de Estado fue una protesta sin precedentes en nuestra historia. La fortaleza del movimiento es que es genuino. Es de verdad. El liderazgo inicial lo tuvieron los 48 Cantones, un pueblo que ha logrado articular diferencias que por cientos de años nos han separado. Esto es, el movimiento no solamente es rural, también es urbano, lo que rompe la vieja separación urbano-rural. El movimiento es indígena pero también es ladino, lo que rompe con aquella dicotomía indio-ladino. El movimiento no es de izquierda ni de derecha, es de todos, lo que rompe con aquella trágica separación pseudo ideológica derecha-izquierda. La debilidad del movimiento son los efectos adversos del Paro Nacional.
En todo diseño social, en general en toda intervención humana, sea política, económica, cultural, tecnológica, toda, tiene efectos secundarios no intencionales. Si el propósito del Paro es lograr la renuncia de la fiscal general Porras, el jefe de la FECI Curruchiche y el juez Orellana, este propósito puede o no lograrse con esta estrategia, pero en su desarrollo se presentan efectos secundarios. Algunos efectos secundarios son beneficiosos mientras que otros pudieran ser no deseados. Así, aunque no se plantea en la solicitud inicial de los 48 Cantones la renuncia del presidente Giammatei, su renuncia sería un efecto secundario no intencional pero deseado. Otros efectos de las intervenciones humanas no son realmente predecibles y pueden ser negativos, como la trágica muerte de uno de los manifestantes en Malacatán.
Solamente el Pacto de Corruptos cree en sus mentiras. En la manifestación de la Plaza quedó plenamente demostrado que un grupito de infiltrados fue introducido por el mismos MP. Las grabaciones televisivas muestran vándalos destruyendo negocios del Pasaje Central mientras la Policía Nacional observaba con pasividad cómplice. Esta perversa estrategia ha seguido, cada vez con más intensidad.
Asumen que siempre tendrán poder y de que podrán seguir manipulando a empleados públicos para que les apoyen en sus manifestaciones fingidas. A dos semanas del inicio del Paro Nacional debemos plantear y replantear la estrategia para convertir este país en un país más justo y terminar de escribir la crónica de la anunciada muerte del Pacto de Corruptos.
Eso requiere entender que estamos construyendo un Movimiento Social. Una de las estrategias es el Paro Nacional amparado en el Artículo 35 de nuestra Constitución: «Es legítima la resistencia del pueblo para la protección y defensa de los derechos y garantías consignados en la Constitución». Pero la construcción de un verdadero Movimiento Social requerirá de tener otras estrategias, no solamente el Paro.
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