Sunday, May 16, 2021

PERTENENCIA SOCIOCULTURAL EN LA IDENTIDAD DEL SUJETO en el complejo de sentirse colonizado y/o humillado

 

PERTENENCIA SOCIOCULTURAL EN LA IDENTIDAD DEL SUJETO en el complejo de sentirse colonizado y/o humillado.


Mayo 2021. Sandra Cantoral.

 

La identidad del sujeto de acuerdo al territorio de pertenencia a través de la historicidad, se puede distinguir  en cuatro aspectos a tomar en cuenta para su análisis, los cuales tienen una interrelación recíproca civilizatoria multicultural; estos aspectos son: a) La colocación espacial del organismo individua como cuerpo del espacio y tiempo. b) La identidad  de la persona. c) El simbolismo expresivo y evaluativo y d) La solidaridad de la colectividad (territorial).

Estos aspectos se interrelacionan por las relaciones de “afecto”, de representación e institucionalización, como objetos materiales y como simbolizaciones en la identificación, lealtad e inclusión, en la forma en que se va constituyendo en el sujeto en el proceso de interiorización, reconocimiento y obligación en el trabajo realizado en cada cosmogonía, el trabajo entendido como desgaste de trabajo espiritual y físico con satisfacción o no humanitaria.

Existen por supuestos, distintas modalidades y niveles del involucramiento humano, respecto a la pertenencia socio territorial del sujeto, para ello se distinguen los siguientes aspectos: a) La dimensión no simbólica, da cuenta de la localización territorial y de participación en torno al principio de vida, como apego a la comunidad, lo cual implica muchas formas, que son fondo de interpretación al respecto. Y b) la dimensión simbólica de pertenencia social y de conformidad cultural. En este sentido ubicamos la auto-identificación en la hetero-identificación, así como la auto-afirmación de la diferencia en la hetero-afirmación de la diferencia, al sabernos pueblos colonizados y humillada su cultura comunitaria desde el tiempo de la invasión española en la historicidad de México, reconociéndonos como sujetos educativos cada vez más conscientes de nuestros procesos de vida-muerte.

Con base en estas características del proceso humanitario sobre la identidad del sujeto, se  incluyen  ahora, los aspectos a tomar en cuenta acerca de las identidades étnicas, las cuales  responden a las características de varios grupos sociales en general:

Así la identidad étnica tomada como ejemplo, refiere a un sistema de parentesco (biológico y ritual) que se reconoce por sus organizaciones y región lingüística, como fueron nuestros antiguos abuelos. Según sus ancestros, tradición y memoria colectiva. Actualmente, según su complejo religioso-ritual. Según sus partidos políticos. Según su lenguaje e idioma. Y de acuerdo al territorio ancestral y la nación o ciudadanía nacional.

 Por último se consideran algunos elementos teóricos del fenómeno de reconocimiento y autorreconocimiento significstivo, de acuerdo a la reflexión del sujeto barroco, producto del mestizaje sufrido por la colonización y neocolonización en su contexto moderno, veamos cómo sucede esta transformación reconocida o no en el sujeto a tratar:

LA IDENTIDAD DE ACUERDO AL FENÓMENO DEL RECONOCIMIENTO/AUTORRECONOCIMIENTO

 

El reconocimiento/autorreconocimiento social es el momento de la operación fundamental para la constitución de las identidades sociales y/o comunitarias: en gran parte, la identidad está definida por otros. Por ejemplo, en los años treinta lo importante era cómo las instituciones alemanas definían a los judíos, y no cómo éstos se definían a sí mismos como judíos, igual se podría mencionar respecto a las relaciones de poder financiero-especulativo, ideológico, político, económico, militar, comunitario, social, cultural, etc., o de cómo se define el ejército zapatista, como ejército del pueblo, y cómo lo define la oligarquía mexicana.

En este sentido, en su Fenomenología, Hegel introduce la noción de reconocimiento (anerkennung)  y habla de la lucha por el reconocimiento.  Luchamos para que los otros nos reconozcan tal como nosotros queremos definirnos, mientras que los otros tratan de imponernos su propia definición de lo que somos. Lo cual se trata de un proceso dialéctico o contradictorio en su diversidad cultural de posiciones y oposiciones en la lucha por el reconocimiento y el autorreconocimiento; porque si no aprecias tu ubicación histórica integral en los cambios, traumas y diferencias, difícilmente podrás reconocerte a través de los demás, es dialéctico de ida y vuelta, no lineal sino contradictorio y complejo en la formación del sujeto histórico, de que se trate.

En este sentido, las manifestaciones y otras formas de lucha, como las huelgas, son formas privilegiadas de la lucha por el reconocimiento. Por ejemplo en el movimiento obrero inglés y el latinoamericano se distinguen dos formas de huelga: la que se hace para lograr ciertas ventajas y beneficios; y la lucha por el reconocimiento como clase social colonizada, como sucede en México, que se identifica como identidad explotada y manipulada.

Lo que determina la participación en éstas y otras formas de acción colectiva no es la ventaja personal (rational choice), sino la búsqueda del reconocimiento: se participa sobre todo para tener el derecho de existir. El reconocimiento es el factor fundamental para la explicación de la acción colectiva. Esto se aplica tanto al movimiento ‘globalifóbico’, como a los de las minorías étnicas, grupos feministas, grupos ecológicos, magisteriales, de pareja etc.

Vemos, que el problema de la identidad encuentra solución en la constancia o persistencia de los círculos o grupos que nos reconocen. Pues esta permanencia del reconocimiento de los demás se encarna en la comunidad y se inscribe en los símbolos sociales vigentes, y en las actitudes y posturas político-filosóficas del sujeto,  en torno a crear las condiciones vitales para reconocerse en   libertad, necesidad histórica y social, en ese proceso de significaciones y de sentidos a partir del trabajo, de la división del trabajo, de las formas de organización social respecto a las creencias y de las relaciones de explotación del capital sobre el trabajo manual principalmente; como categoría que identifica a la vida humana solidaria o no, modificándose el sujeto particular al tener consciencia de las necesidades del sujeto social, que han sido constituidos en la lógica de la modernidad, lo cual se tiene que reconocer y cuestionar en un trabajo autónomo que potencie las capacidades físicas, psíquicas, creativas y humanas integrales, al ver el sujeto en el otro las posibilidades de su propia realización, premisa para humanizarse unos en otros diferentes.

Las notas anteriores del Dr. Gilberto Giménez, dan elementos teóricos precisos, para distinguir las aportaciones del racionalismo ilustrado de Descartes y de Kant como expresiones representativas del pensamiento  social y particular de sus épocas, de acuerdo a la concepción de mundo, según el grado de consciencia asumida que hoy nos define a cada uno en el proceso educativo o de humanización recorrido en lo particular y social; es decir, conforme al conocimiento adquirido, la experiencia vivida y la intuición desarrollada en los procesos de enseñanza-aprendizaje, como porvenir en la lucha de fuerzas por el ejercicio del poder político y social humanista o no, en el trasfondo de transformación  cultural radical o no, para este siglo XXI, que inicia en tiempos de pandemia.

REFLEXIONES DE DESCARTES SOBRE LA IDENTIDAD

De Descartes (1596-1650), se destaca cómo los tiempos modernos, se van constituyendo en la filosofía del criticismo de este pensador, quien exalta la duda metódica ante el dogma, considerada epistemológicamente esta época de las luces, como su primera etapa, y la expresión teórica de ello se abre con su discurso del método, que no se reduce a una metodología, sino que incluye diversos elementos en el razonamiento humano, es decir el método, la metafísica, una antropología filosófica, el desarrollo científico matemático, así como figuras religiosas y teológicas de la época; con este nuevo sentido de identificación del sujeto, se va rompiendo el cordón umbilical con el dogma religioso y conservando algo a la vez de esa situación contextuada en la historia social y  en las creencias del momento como tránsitos de épocas.

Este es el momento de las tensiones y de la ruptura decisiva con la figura religiosa, que se expresa en las representaciones filosóficas, en donde se  inaugura la razón moderna como ideología dominante o hegemónica en la definición de la identidad del sujeto, es decir, como un camino de la razón teórica y práctica del saber, y de la cultura moderna de occidente, abandonando de alguna forma el lado izquierdo del cerebro, el sensible; pues su filosofía se diferencia del pensamiento del medievo en el análisis de las raíces históricas del pensamiento cartesiano, que provoca otra identidad del hombre, enfrentando el paradigma renacentista, que se caracteriza por expresar varias contradicciones a la vez, entre la tradición y el renacimiento de las ideas; la reforma y la contrarreforma, así como la fe y la razón principalmente, de ese legado que nos llega con la conquista y dominación española, con una única visión del momento, que es la versión de occidente.

Con base en estas contradicciones, va imponiéndose el pensamiento mecanicista de la nueva ciencia en el siglo XVII. Por ello, el texto del  discurso del método, no es un tratado de metodología, a través de la propia biografía intelectual de Descartes, sino que también pone en tela de juicio el problema de la época,  su historia, su lógica, su moral, su metafísica y su exposición científica,  convirtiéndose su obra en una crítica de todo el saber establecido, ante la pasión por el descubrimiento de inventores, geógrafos, viajeros, humanistas, artistas y científicos.

Por tal motivo, vemos enfrentarse así, a la tradición feudal y a las ricas iglesias oficiales, que encarnan en la época  la máxima represión de la inquisición y la tortura, como la que sufrieron Pico de la Mirándola en 1486, Bruno en 1600, o Galileo en 1633 en la búsqueda de poder pensar con independencia y autonomía, y ese es el contexto histórico que abre el proceso de autoconciencia del sujeto, que va cobrando responsabilidad histórico-social, como un particular diferenciado de los demás, en esa complejidad de violencias y dominaciones naturalizadas, lo cual acontece hasta nuestros días a falta de principios educativos humanizados con intencionalidad integral, local, nacional e internacional.

Valoramos cómo Descartes mide siempre lo posible en este contexto, por eso después de escribir varios textos, con el temor de la represión,  en el discurso del método, él piensa que antes que cambiar el Estado y la Religión,  es    necesario     reformar  sus propios pensamientos -siendo un momento clave de autoconsciencia- en un camino que sea enteramente suyo en el terreno de la moral, como una búsqueda primero de sí mismo, con la finalidad de una propuesta de investigación desde un discurso metodológico, para llegar a la esencia del problema, a sus causas y contradicciones más complejas, tomando en cuenta la afirmación de la subjetividad, en su búsqueda por la dignidad del hombre, ante la muerte y el oscurantismo, como las primeras certezas posibles del autorreconocimiento del sujeto, ello nos tiñe hasta hoy en día.

Porque el papel del método en la ciencia moderna, deja huella de lo que es la instancia fundamental de los siglos XVI y XVII, en donde la ciencia antigua parte de los hechos, y la ciencia en el medievo, que se fundamenta en conceptos generales y especulativos; por lo que lo decisivo  en la propuesta metodológica de Descartes, es ahora el modo en que los hechos son comprendidos y los conceptos aplicados, atravesados por la duda y no por la certeza cerrada y absoluta, es decir ensimismada.

De Descartes, iniciamos precisando que lo que pone en claro a la ciencia moderna, es la síntesis de descubrimientos que la cultura antigua no descubrió, para lograr transformar el mundo, ello lo aportaron Descartes y  también Kant, de ahí su gran importancia, respecto a la idea de identidad que se desarrolló en  la filosofía europea; pues fue lo que posibilitó que el sujeto pueda nombrarse o reconocerse a través de los otros, de acuerdo a sus capacidades y de acuerdo a su trabajo, y esa concepción representa el primer tamiz de enculturación de las culturas mesoamericanas, como imposición y pérdida de lo propio, tendiendo a un culturalismo  en su manipulación mestiza desde el momento de la conquista española, con lo que se diluyeron las posibilidades de vida colectiva y de orgullo  indígena en procesos culturales de emancipación social generalizados.

Lo que en esencia Descartes mostró, es que no es totalmente verdad la ciencia moderna, sino que sólo el experimento constituye lo específico de ésta, porque no es difícil probar que la experiencia está presente tanto en la época antigua como en la medieval; de manera que  lo realmente importante en su propuesta metodológica, para ubicar la conformación de la identidad del sujeto en su proceso educativo de conscientización, es  el experimento que  determina conceptualmente los hechos en su modo y sentido de vida; sin denunciar aun explícitamente el uso que se hace de esos conceptos a través de la ciencia moderna; que por supuesto tendría que estar  contextuada en un sentido de clase social, que representa la condición cultural hegemónica de esa lucha entre clases desiguales y diferentes culturalmente.

Este universo anunciado por Galileo en el lenguaje matemático, que dio cuenta de la ciencia de lo real, de la física moderna, evoca lo que se puede aprehender y lo que se puede enseñar, como el concepto del número tres por ejemplo, que puede nombrar cualquier cosa deseada, por eso Descartes decía que la escritura de lo matemático es el presupuesto básico del saber de  todas  las cosas y que incide en las formas de pensamiento, representaciones e identidad del  hombre en su movimiento y contradicción como una totalidad, que expresa el conocimiento alcanzado en el ámbito social.

Ya Kepler trata el problema del movimiento en las órbitas de los planetas y Galileo la ley de la caída de los cuerpos; Descartes formula la ley de la inercia y Newton la de la gravedad, estudiando problemas físicos; con estos conocimientos aprendidos, Einstein se pregunta con base en la experiencia, el conocimiento y la intuición, cómo la matemática, como producto del pensamiento humano independiente de la experiencia inmediata, logra reflexionar y conceptuar los objetos de la realidad empírica.

Así se va haciendo la investigación y la formulación de las leyes, entendiendo a la matemática como disciplina particular y al método como instancia fundamental -dice Descartes-; esta instancia metodológica es la que hizo válido el sistema copernicano, al liberarse de la tradición que configuraba la ciencia moderna, lo cual se debatió en un contexto político ideológico de intereses en el creer,  el saber, el conocer y el demostrar, hasta poder denunciar hoy día la lógica instrumental, que fue entrañando el límite de la matemática como experiencia, que se transforma en experimento en el sentido moderno, a través del método como modo de proceder,  perfilando otros problemas que fundamentan y acuñan el moderno concepto de ciencia, en donde el límite fue el olvido de las representaciones religiosas anteriores.

En tal sentido la ciencia universal se constituye en la investigación general, como nuevo criterio de verdad, en su propia evidencia.  De este modo Descartes sostenía que “<la ciencia no se adquiere de otra manera>, sino a través de  <lo que podamos intuir clara y evidentemente o deducir con certeza>”[1].

De ahí se deriva el sentido del método de la intuición y la deducción, el papel del análisis y la síntesis, así como el significado de la duda en las operaciones mentales o representaciones mentales, por lo que Hegel opinó que René Descartes era un héroe del pensamiento moderno, y con sus aportaciones contribuyó de gran manera a la definición de las diversas identidades del sujeto, para ubicar desde donde se iba éste reconociendo en un sentido universal y particular, como condensación de lo real concreto, en el sentido del colonialismo económico, que representa el contexto de la identidad  moderna del sujeto educativo, ya que los pueblos originarios antes de la llegada española en su coloniaje bárbaro, actuaban las comunidades indígenas con un sentido integral de saberes y sabidurías, no reconocida por los invasores, viéndose como comunidades, más que como personas individuales, pues aquí existía una cosmovisión e identidad cultural profunda de raíz nosótrica.

En cambio, cuando Descartes pone como premisa del saber, el  yo pienso, es un acto fundamental de la razón del sujeto en primera persona, para poderse identificar, como todo saber y como actor  responsable de la determinación de las cosas en general sin sentido de comunidad cultural, históricamente labrado, al menos no en la escoria de gente que llegó de España, como los conquistadores.  Es justo en esa auto certeza del yo, que se identifica como una esencia verdadera, de lo cual se fue constituyendo la revolución cartesiana que plasma la vida del sujeto, y el modo de pensar moderno, en donde ya no es el Dios cristiano, el todo, como ejemplo de las guerras y las cruzadas, sino el hombre el que nombra la respuesta de aquello decidido y conocido a través de un método crítico objetivo, que trasciende la dimensión ontológica, elevando al hombre a subjectum dentro de lo existente, como algo <subjetivo>, es decir como imagen o representación de sí mismo; esto es lo que Descartes descubre en las formas de pensamiento de su época y lo muestra en su  discurso del método, que va dejando huella en la dimensión multicultural que tiñó el individualismo como tendencia depredadora e invasora de los españoles.

Por tanto la búsqueda del sujeto humanizándose unos en otros en su diferencia socio-cultural solidaria y MESTIZA es una construcción posible con todas las herramientas que se han producido, pero las formas de distribución equitativa, en el proceso político-educativo que sigue en construcción, hoy día lo descubrimos con el uso de los medios de comunicación modernos, como una posibilidad abierta de hacer público lo que antes era privado y obscurantista como en la época religiosa de Galileo.



[1] Descartes, René. Discurso del método.  Ed. Tecnos, Barcelona, 1988.  2021. P. XXXIX.

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