Chile, el poder constituyente rumbo a la transformación.
Carlos Figueroa Ibarra.
El pasado fin de semana (15 y 16 de mayo) se realizaron en Chile elecciones municipales y para constituyentes de la Convención Constitucional, la que habrá de redactar una nueva Constitución para el país. La derecha chilena ha sufrido una severa derrota que tiene que vincularse al estallido social observado en Chile a partir del 6 de octubre de 2019 y que habría de culminar con el plebiscito del 25 de octubre de 2020 que determinó la procedencia de un proceso constituyente. Cabe recordar que en ese plebiscito el 79% de los votantes aprobó la convocatoria a elecciones de una asamblea constituyente. La derrota neoliberal del pasado fin de semana, es la continuación de la crisis hegemónica observada en 2019 y la derrota de octubre del 2020.
Como han consignado los medios de comunicación a nivel mundial los comicios recién observados presentan novedades impresionantes. La primera de ellas es que los candidatos independientes obtuvieron 48 escaños y serán la primera mayoría. La segunda novedad es la estrepitosa derrota de la derecha oficialista de Chile Vamos la que al obtener 37 escaños no pudo lograr la tercera parte de los mismos que necesitaba para vetar cambios constitucionales. La derrota de Chile Vamos es más notoria pues habiendo concentrado el 63% del financiamiento para las campañas de constituyentes, obtuvo solamente 24% de los referidos escaños. El tercer hecho notorio es la derrota de la Lista del Apruebo integrada por los partidos de la Concertación (DC, PS, PPD, Radical) que durante años gobernaron al Chile neoliberal. Finalmente, la victoria del pacto Apruebo Dignidad integrada por el Partido Comunista y la izquierda unificada en el Frente Amplio, los cuales consiguieron 28 escaños. Dos comunistas, Irací Hassler y Daniel Jadue resultaron electos respectivamente alcaldesa de Santiago y alcalde de la Comuna de la Recoleta. Los independientes unidos a la izquierda organizada en partidos juntarían aproximadamente el 50% de los escaños, a los cuales se unen los 17 escaños obtenidos por los pueblos originarios. En suma 90 escaños del total de 155 (casi 60%).
Estos números indican que ha emergido un poder constituyente nacido de las luchas callejeras observadas entre octubre de 2019 y marzo de 2020. Ese poder constituyente tiene la posibilidad de desmantelar a la constitución pinochetista de 1980, vestigio significativo de la dictadura militar instaurada con el sangriento golpe de 1973. También tiene la posibilidad de desmontar las políticas neoliberales que se instauraron en el país poco tiempo después de que Pinochet asumiera el poder. Sabido es que Chile fue el pionero de la implantación del neoliberalismo, antes que Estados Unidos y Gran Bretaña. Durante muchos años el neoliberalismo proclamó el éxito de las formulas neoliberales hasta que un poderoso movimiento social arrasó esa narrativa. Hoy ese poderoso movimiento social se ha vuelto poder constituyente formalizado y con ello una nueva época comienza en Chile, Esta vez sí, la de las grandes alamedas profetizadas por Salvador Allende en el umbral de su muerte, aquellas por donde pasaría “el hombre libre para construir una sociedad mejor”.
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