Saturday, December 25, 2021

El ESTADO en una visión crítica.

 

EL SENTIDO CRÍTICO en torno al Estado.

Sandra Cantoral.

Corresponde a ABRIL 2022.

Desde la teoría crítica es importante destacar que la apreciación del ESTADO sea un ente internacional, nacional o las instituciones de orden local, podemos considerar que en el proceso de transformación histórica, lo vital, es el grado de conciencia social e individual alcanzado lo que cambia los hilos culturales del ser humando, en este sentido ¿qué es lo que propicia que el ser humano cambie?, la visión crítica contemporánea, recuperando la historicidad recorrida es: poder valorar el conocimiento, la experiencia y la intuición del SER, puestos en el terreno de las organizaciones de clase.  


En este sentido un destacado teórico de la visión crítica humanitaria desde los Estados Unidos, Henry Giroux, plantea, de lo que se trata en las relaciones de poder político es  saber que: 1) no es suficiente tener la razón,  2) no tenemos que estar en desventaja, y 3) es necesario tener una estrategia o método de lucha que nos permitan llegar  todos juntos y a tiempo, a través de actos concretos, estéticos, éticos y lógicos a partir de una racionalidad sensible, en donde exista una verdadera significación filosófica; para poder comprender por ejemplo, que 40 millones de habitantes viven en extrema pobreza en México[1] de manera que necesitamos poner en juego la utopía “como un todo finito e infinito, es decir, como praxis (un poco de teoría y mucha acción decía el Che Guevara) desplegada en el proceso de historicidad”[2] para exigir e imponer el respeto al  trabajo creativo y autogestivo, lo cual es coincidente con el discurso crítico del simbolismo de Ernest Cassirer, quien es un especialista acerca del ESTADO.

 

En este sentido Cassirer,  deja la tarea de reflexionar sobre el  trabajo que integra el lenguaje para cuestionar el Poder Estatal y sus estructuras de legitimación-validación en los procesos educativos, porque ahí se anuncia la crítica de la ciencia que legitima tanto al poder estatal como un ente en sí, como a la práctica de legitimación educativa, pensando en el para sí -según la concepción aquí expuesta por Hegel-; es decir,  que  sirva para entrar  en procesos de libre y voluntaria realización del ser humano como sujeto concreto, pero sólo a condición de que este sujeto cobre conciencia de ello.

 

En el contexto de la identidad antropológica, como parte de un método de análisis crítico, pensamos que un proceso histórico universal o particular, sólo podrá conocerse en el despliegue y desarrollo de sus múltiples contradicciones, relaciones, figuras de pensamiento o representaciones de la realidad; por el fundamento teórico de sus conceptos,  por el conocimiento diferenciado de sus partes más simples y complejas, por sus formaciones orgánica, mecánica, social o cultural, en tiempos y espacios concretamente determinados en una lógica de totalidad; en donde no se excluyan los actos éticos y estéticos; los cuales son expresión creativa y cualidad exclusiva del sujeto histórico que indica y propone el momento justo de unión y síntesis para la construcción social y cultural de la realidad, haciéndose  responsable de ella en la abolición de la racionalidad ilustrada, con base en el arte y la creatividad, como apuesta del futuro, y que había sido derrotada por el terror que ha provocado  la violación a la norma de los derechos humanos más elementales del sujeto histórico.

 

Porque el sujeto  consciente de su historia de vida, desde una dimensión general y específica, puede nombrar a través de  las formas del conocimiento humano que se ubican desde el mito y la psicología de las emociones, como son la empíria, la religión, el arte o la teoría,  el esplendor de la realidad que es capaz de captar en las relaciones económicas, sociales y políticas, como un ente cultural productor de esta cultura y a la vez producto de ella. El sujeto, sujetado a los procesos de liberación o de opresión, se identifica culturalmente de manera profunda y superflua, en una búsqueda infinita por el reconocimiento  de sí mismo, por ser una síntesis particular del todo, que en la dimensión del trabajo individualcolectivo, se refiere necesariamente al agradecimiento y convivencia dialógica con la otredad, es decir entre, un ‘yo’ y un ‘tú’, que abre el panorama de la existencia humana entre el sujeto de conocimiento y el objeto a conocer, que termina siendo un ente transformado en expresión humana en el proceso de apropiación o enamoramiento, es decir, en el amor al conocimiento, porque se conoce a quién sirve, cuándo, cómo y para qué hacerlo en la transformación histórica, que obvio tampoco se mueve el mundo por voluntarismo, sino por las condiciones objetivas y subjetivas generadas por los pueblos en cada época -mentalidad social, colectiva e individual-


En este sentido todo conocimiento sobre el mito del Estado, parte del supuesto de que la vida en sí y para sí incluye necesariamente al que investiga, en una identidad dialéctica entre el sujeto y el objeto, porque “el mito es el elemento épico de la primitiva vida religiosa; el rito es su elemento dramático” [3] -plantea Cassirer-, que exige abrir el debate sobre el pensamiento del ser existenciario de la cultura en su propia naturaleza humanizada.

 

EL CONOCIMIENTO DE LA IDEA FINITA EN EL PENSAMIENTO DEL SER

Se valora cómo el  desarrollo del sentido por el conocimiento  se hace idea finita sólo en el pensamiento del ser, porque en la realización del  acto concreto resulta  ser infinitamente dialéctico, puesto en el despliegue de la propia historicidad u horizonte de valores ético-morales, de acuerdo a su trascendencia que es en el para sí, praxis. Por ello desde la concepción hegeliana, el ser humano tiene dos nacimientos, expresó Hegel: uno natural u orgánico y otro espiritual o cultural, en donde el sujeto cultural determina su forma natural de ser humano de forma crítica y creativa, para tener conciencia de las ideas e intereses más sublimes de su espíritu objetivado, es decir,  realizado en el reconocimiento del valor de su trabajo como un ejercicio del dominio de su propio ser individualcolectivo, que es en sí y para sí el valor de su época de la cual se tiene que  hacer responsable.

 

No es difícil advertir que los planteamientos hechos en el trabajo de Cassirer acerca del mito del Estado, apelan a conocidos postulados marxistas y a la noción de praxis; la cual es desarrollada en el transcurso de él, al hacer el autor una denuncia de las estructuras de poder estatal, en cuanto a los mecanismos de validación que tienen un espíritu de ritual y mito, porque: 

“el alma del individuo está sujeta a la naturaleza social; no se puede separar a la una de la otra. La vida pública y la privada son interdependientes. Si la primera es mala y corrupta, la segunda no puede desenvolverse ni alcanzar sus fines. Platón insertó en su República una descripción impresionante de todos los peligros a los cuales se expone un individuo dentro de un estado injusto y corrompido”[4]; realizando para ello una crítica profunda a partir, de conceptuar al Estado en diferentes momentos históricos, para abordar las relaciones que históricamente ha tenido el poder político estatal, en relación con la educación.


Lo planteamos, porque la intención del autor a lo largo del desarrollo de su tesis es expresar de manera  precisa, qué sucede  en los procesos de apropiación y análisis del objeto de investigación en su realidad concreta; el cual es  presentado aquí para ser observado, reflexionado, experimentado, conceptuado y transformado en la construcción social  de la realidad del Estado en este pleno siglo XXI, como propuestas reflexivas sobre el orden de las cosas existente en los procesos de explotación y de expropiación que hoy día nos exigen planear no sólo en América Latina, sino en el mundo entero, ante la debacle de posible exterminio de la humanidad en este momento de límite y acción.


Veamos, cómo  frente a la debacle de la privatización y la pérdida de la gratuidad en la educación superior hoy día, por ejemplo en Chile y, no sólo en América Latina, sino en el mundo entero; queda un escenario presentado como si esto fuera algo natural e inevitable y no un proceso histórico social, del cual se tiene que hacer responsable la Sociedad Civil, como pueblo organizado políticamente desde la lógica capitalista de acumulación de MERCANCÍAS y de las ganancias respectivas por parte de los magnates capitalistas, porque como planteaba Aristóteles la educación, sólo puede ser comprendida y resignificada permanentemente como auto actividad, no mencionaba REVOLUCIONARIA, es decir humanitaria, pero ya lo comprendemos muy bien.

 

Así el hecho de que el poder político  se acuña desde los inicios de la infancia de acuerdo al grado de consciencia social e individual asumido en el sujeto histórico (un individuo, una persona con un proyecto de vida, un grupo social, un pueblo, un Estado nación, una clase social o el planeta entero, como lo refiere la concepción gramsciana, y que en este ensayo se intenta sólo mencionar para su problematización histórica), es decir, para hacer valer sus derechos humanos como sujeto comunitario[5]; lo que teóricamente se concibe, con base desde los primeros maestros de la Política, como son los llamados sofistas griegos, Protágoras y Gorgias, que encontraban en la defensa de los derechos una especie de arte para la vida del individuo, aunque aún no captaran la dimensión que tendría la lucha de clases en el despliegue de la explotación y de la resistencia ofensiva para salvar la dignidad de los pueblos y de sus culturas civilizatorias, conociendo que el Estado capitalista neoliberal lato, no se preocupa de ello, por ello es interesante ver cómo la política socialdemócrata tiene que tener un pie en la política neoliberal privatizadora y, el otro pie en la defensa de la justicia social, por tanto es un periodo histórico el presente de grandes enseñanzas, más cuando se intenta hacer este tránsito humanitario cuidando la paz, despreciando la violencia o las formas de intervencionismo a la soberanía de los Estados nacionales.

 

Con base en esta reflexión, recordamos que, cuando Hegel pone en el terreno de la discusión la existencia de la transformación del Estado, que es justo para él,  el lugar en donde el espíritu objetivo, vence la oposición entre la familia y la Sociedad Civil, en el tránsito del  ser en sí al ser para sí en un Estado, que él consideró en su época, como un ente ético, en el contexto del idealismo ilustrado; y que Marx y Lenin, advierten, que más bien significa la medida propuesta para entender las responsabilidades que implican las relaciones políticas, religiosas, educativas y  morales del sujeto individualcolectivo en sí, hasta que se logre COMPRENDER que en el despliegue de la historicidad, el Estado imperialista en la lógica financiera actual, que significa la mera adecuación del individuo a los deberes de las relaciones a las cuales pertenece por obligación oligárquica, pero no por eticidad[6].

 

En este sentido, Cassirer nos deja ver a través del análisis del mito, como teoría antropológica de la identidad,   que el Estado y la sociedad política no son entes iguales, porque lo que los dignifica a cada cual es el esfuerzo realizado como máxima expresión del desarrollo de la calidad humana que entraña la justicia como ideal de vida en equidad, para dar a cada cual lo que en derecho le pertenece; sin embargo Platón y Aristóteles hacían la crítica de que la situación no era así, porque el Estado se regía solamente por la ley del más fuerte en las relaciones de poder para el sometimiento, más no para la expresión libre y voluntariamente comprometida con la vida del bien en comunalidad, dicho así por los grupos indígenas en Oaxaca, México.

 

Es necesario precisar la constitución del Estado, en donde “la descripción y explicación de esta organización de poder en sus conexiones causales con las condiciones geográfico-climáticas, raciales y otras de carácter natural y con las peculiaridades económicas, militares, morales, religiosas, nacionales, etc. de la población y, también en primer lugar su conexión con la constitución jurídica del Estado. 


Así, se comprendería la crítica de esta constitución del Estado y la formación del ser, significa la total política. Porque incluirá asimismo, la  descripción de las más importantes formas de autoridad política, de la organización y acción de los grandes grupos dentro del Estado (teoría de los partidos); la exposición del papel que desempeñan las ideas políticas en la formación y desarrollo de los cuerpos políticos; las relaciones de los poderes políticos organizados con los grandes poderes sociales, especialmente, en nuestros tiempos, las clases sociales y, también, con la Iglesia, la opinión pública, la prensa, así como, y de modo destacado, con las potencias económicas, enormemente influyentes (capital financiero, industrial y agrario, sindicatos); y finalmente, habría de referirse también al Estado en sus relaciones con los poderes internacionales y los otros Estados, ya se trate de relaciones federativas, confederativas o cualesquiera otras exteriores y de Derecho Internacional”[7],  incluyendo   por supuesto   a  la  cultura, como formación humana encausada a un fin[8] en tres dimensiones: 1) conocer las formas de producción o de trabajo humano; 2) replantear los valores ético-morales y 3) recrear las tradiciones y las costumbres, ahí  desarrolladas. Puede ser propuesto como un método en el diseño del Sistema Parlamentario desde el PODER ESTATAL PROFUNDO, es decir internacional para el siglo XXI que iniciamos, por supuesto tiene que ser debatido y perfilado en la participación ciudadana y su poder popular, antes de que la degradación cancerígena nos degrade a todos en un hoy obscuro a donde nos atrapa la lógica de explotación capitalista mundial, nacional y local.

 

Por ejemplo  el Estado Mexicano, tiene su historia, ha pasado y vivido la  desconfiguración y el achicamiento del intervencionismo hasta ser sólo el patio trasero de los Estados Unidos, sin embargo hoy día las cosas han cambiado desde el Estado Nacional, encabezado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), configurándose hoy desde el poder popular, aún electoral nada más,  como ente de poder político, dándose la sustitución de la figura anterior del Estado Benefactor burgués que se degrado y desgastó debido a la corrupción y el abuso de poder internacional, nacional y local.


El Estado Benefactor en México, se caracterizó por su administración corrupta y burocrática,  siendo  éste  representante  del  dominio  de la  clase hegemónica desde los años 40’s a 1960 -periodo de la industrialización mexicana-  bajo el poder encubierto de  una máscara del equilibrio y de  justicia social, ahora es abiertamente sustituido por los grandes consorcios financieros del Estado Neoliberal imperialista, que hoy día aún dirigen la vida política de los 32 Estados.


Dicha situación se contextúa con base en la privatización de las economías a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI); bajo estas relaciones y contradicciones del poder político mexicano y su contexto histórico dominante, se desarrollan los gobiernos estatales como administradores de la lógica de acumulación de capital, la cual consiste en: producir mercancías que entren en la circulación y en la competencia desigual y desgarradora de los monopolios en la globalización del mercado y de la pobreza material y espiritual; en donde el sentido de la formación humanitaria y  los procesos político-pedagógicos no tienen ninguna importancia, sin embargo con AMLO junto con otros países latinoamericanos se perfila una posible transformación desde la teoría crítica humanista, que impulsa nuevos valores como son la solidaridad, la equidad, el debate dialógico, el combate a la cultura hegemónica mediática como el cuarto poder para disfrazar y engañar sobre los golpes blandos tan frecuentes hoy en día por el imperio capitalista del grupo de los 20 países más ricos del mundo para continuar explotando el trabajo de los países más pobres en el mundo entero, lo cual igual está llegando a su límite, pues no sólo ya no tienen argumentos para imponer estas formas de vida, sino que sólo pueden lograrlo con la manipulación mediática, la violencia, el mercado de drogas y el armamentismo, como bien conocemos.

 

En este sentido comprendemos porque Cassirer plantea que “la educación no es puramente un nexo externo que mantiene la trabazón de la obra humanitaria; que constituye su verdadera unidad interna. A este respecto, Rousseau tuvo una concepción más certera de la República de Platón, aclarando que el positivismo del siglo XIX,  no es un sistema político, como pudiera colegirse de su título sino el primer tratado de educación que se haya escrito nunca (…en donde…) fue la dialéctica misma la que lo llevó nuevamente a la política (…de manera que en la vida política…) Platón nunca creyó que la política fuera una provincia suelta, una parte aislada del Ser; en ella descubre el mismo principio fundamental que rige el Todo... 


Ya que el cosmos político es solamente un símbolo, el más característico, del cosmos universal”[9], por ser la capacidad del sujeto desde su infancia de defender los derechos más elementales y humanos, con base en principios y razones, creados como producción cultural de su época o historicidad, ahí condensada en él de manera colectiva, lo que consiste en tener consciencia crítica de ello, para transformar el orden de lo injusto en relación con la satisfacción de las necesidades comunes de las mayorías, que es lo que justo se está viviendo hoy en día en varios países latinoamericanos como son México, Chile, Venezuela, Nicaragua, Brasil con Lula, Ecuador, Perú o Argentina entre otros más que están incidiendo en la construcción humanitaria desde el trabajo de base y la revolución cultural que está por venir en un orden de solidario pospandemia, proponiendo un BIENESTAR UNIVERSAL, desde las naciones.

 

Con base en esta identidad universal, hoy día se sabe que la  generación actual representa  la máxima contradicción irresoluble de la historia porque entraña en sí, al propio proceso de explotación del trabajador por la acumulación financiera del capitalismo internacional, nacional y local; es decir, entraña a la fase imperialista en la esencia de su propio cuerpo-tiempo; a saber es la relación entre el trabajo social y la apropiación individual  por la clase ociosa; la cual vive del trabajo ajeno, ya cosificado éste en las relaciones mercantiles de propiedad y del trabajo deshumanizado o enajenado.


Por eso sabemos de los aportes de cómo se fue constituyendo una teoría antropológica de la identidad con un sentido crítico, vemos cómo ésta está referida en la validación y legitimación de la educación, es decir del poder político; que si bien  no toda objetivación o producción es enajenación -como plantea Marx-, se tendrá que cuestionar el modo de reproducción ideológica de la lógica acumuladora del capital en cualquier esfera productiva, como es la educación con una visión privatizadora, que encubre ideológicamente el individualismo, la competencia desleal y desigual y la concentración de riqueza en unas cuantas manos, a través de otro tipo de relaciones de Estado, un Estado de la necesidad y del entendimiento, como lo pensó Hegel, y que puede despojarse ya de su idealismo de acuerdo a la capacidad de conocimiento y producción acuñada a lo largo de la historia de la educación, de la ciencia, del arte, de la tecnología y del ser humanitario ante todo y, que puede servir a la humanidad hoy día para vivir con dignidad.

 

“Todo esto es perfectamente congruente con la crítica que el joven Marx ha hecho a la Economía política burguesa por haber dejado al hombre fuera de la producción. Pero la crítica alcanza asimismo a toda psicología o antropología filosófica que sólo ve la esencia humana o la realidad de las fuerzas esenciales del hombre, al margen de la industria y la producción, y sólo la concibe en forma abstracta, general como política, arte, literatura, etc. Moviéndose en la esfera de la enajenación, sólo ve la industria por su utilidad exterior y de ahí la búsqueda de la esencia humana fuera de ella, en la esfera de las actividades espirituales. ‘En la industria usual material… tenemos ante nosotros, bajo la forma de objetos útiles sensibles y ajenos, bajo la forma de la enajenación, las fuerzas esenciales objetivadas del hombre’”[10].

 

Con base en lo aquí observado en relación a la simbología de las relaciones de poder del Estado, se refiere la situación de la educación pública en México, que es el problema que nos va ocupando en este ensayo, por lo que se concluye que es urgente hoy día, hacer propuestas al interior de las instituciones educativas en todos sus niveles (educación básica y media, licenciatura, actualización, especialización, maestrías, doctorados y posdoctorados), que dirijan desde otra racionalidad sensible de equidad los mecanismos de acreditación y de formación de sujetos en la educación básica, media y superior, tanto como parte del Estado Nacional Mexicano, como ante la propia Sociedad Civil organizada en proyectos educativos autónomos y ante las otras naciones.


Ya que  el  modelo a seguir ahora hegemónicamente es el norteamericano, presentado  como única posibilidad de Educación, es decir de vida,  de Estado-nación y de Educación Superior, en una lógica de sistemas superespecializada exclusiva para las élites culturales; lo que implica revalorar la Ley General de Educación y las Leyes de Educación de los Estados, para observar críticamente lo amplio de la norma en este campo específico a la Educación Privada y a los mecanismos del Estado sobre la validación y reconocimiento oficial de estudios, que se otorgan a los particulares para que ejerzan educación, en cuanto a la tesis  de que la realidad política, sólo puede comprenderse, interpretarse y justificarse como actividad humana[11]. Ello es necesario, dado el hecho de que en menos de 50 años, México pasó de ser un país eminentemente rural a uno cuya población es mayoritariamente urbana hoy día, por lo cual se requiere de una educación superior humanitaria, social y pública como lo está impulsando la Cuarta Transformación con AMLO, aún estamos en el diseño de esa REVOLUCIÓN CULTURAL en educación humanitaria.

 

Tenemos que ser conscientes por tanto de que, lo que se ha generado a través de esta identidad antropomórfica del poder, como mentalidad burguesa, es sólo el  desarrollo de una   instrucción educativa sumamente formalizada y acartonada; dejando de lado la formación de cuadros que incidan en la reflexión crítica, creativa y humana, como clase trabajadora emergente; la que tiene que ser capaz de diferenciar la industria y las fuerzas esenciales de hombres y mujeres para enfrentar el despojo de la educación padecida hoy día, así como desde el siglo pasado se ha vivido también el despojo de la tierra, la cual tradicionalmente era comunal como fuente de vida.

 

Enseñar y aprehender, entonces, debe entenderse como el propiciar las condiciones, para que surja la necesidad del conocimiento y la capacidad de pensarse a sí mismo en permanente transformación social y material desde la teoría crítica; que es la idea original que propone Carlos Marx, cuando habla de crear las posibilidades para la liberación del sujeto histórico, a través de la lucha social, porque el ‘yo soy’ (estudiante, licenciado, indígena, maestro, empresario, sacerdote, proletario, etc.), el yo soy  que se libera es el que tiene conciencia de ello, pero además asume en la praxis  servir a tal fin, con un sentido de vida y no de muerte humillada y despreciada; en donde el que se responsabiliza ahora de lo que suceda, es el sujeto como primera persona, el que más sabe, el más comprometido,  ese yo que discute, se asombra, padece y resuelve con pasión la lucha histórica, que negocia, que construye y ansia la realidad social en todo un proceso de reconocerse como iguales en su otredad.


Esta propuesta de Otredad, podrá construirse socialmente, justo a través de mediaciones para tender puentes que posibiliten con entereza y de forma sostenida, atravesar por dolorosos y arduos reconocimientos y necesariamente, se concretará sólo en  su propio autorreconocimiento del trabajo social e individual realizado; en la búsqueda del ser capaz de equilibrar la razón y la sensibilidad racional, ahí contenida en su pasión y emoción con un lenguaje significativamente humanizado para este siglo XXI con la generación denominada milenia.

 

Dado que el proceso de enseñanza-aprehendizaje abarca un todo enriquecido e inescindible en el propio cuerpo, que corresponde con la época misma,  cultivada con base en virtudes, porque aquí lo que importa -insiste Cassirer- “lo que verdaderamente importa no es tanto lo que se afirma, cuanto el acto mismo de la afirmación y la fuerza de este acto (…en ese…) perpetuo conflicto entre las fuerzas del mal y las del bien (…porque…) el poder es el derecho”[12].

 

Por lo que asumiendo que una visión articulada de lo real el derecho al trabajo y a la vida comunal, descansa en la praxis del sujeto, lo que tiene que ver con las relaciones de género, en este texto y contexto sobre la conformación de una teoría antropológica de la identidad; ello   nos invita a preguntarnos sobre la política del posmodernismo hoy día, en donde “el posmodernismo es una era marcada por la inexistencia de un proyecto de vida social y el deterioro del poder del Estado. 


En este contexto se sitúa la presente discusión. Se necesita recordar a la sociedad su pasado. Para confirmarle que ella no nació ayer y que no vivía como hoy lo hace. Cuando se reúnen voluntad y recursos, se puede construir un proyecto de futuro. Las sociedades de hoy tienen los recursos, pero han atrofiado su voluntad. Por ello, se tiene que revisar el pasado para evidenciar cómo, en cada etapa de la historia, la sociedad se perfecciona y se transforma bajo una lógica no siempre asequible a la razón”[13].

 

En cualquier caso la propuesta aquí desarrollada está preocupada por ejercer  una visión político-pedagógica crítica desde el reconocimiento de los mitos del Estado como esfera de poder político históricamente desarrollada, para dar pie a plantear la identidad de la existencia del Ser de su propia lógica de interpretación simbólica y de su trauma de inferioridad ante el menosprecio e incomprensión cultural, que se reproduce y representa simbólica y concretamente en la actitud y posición de clase ejercida en el trabajo de sobrevivencia, burocratizado o mediatizado por el individualismo y la competencia interiorizada en el sujeto apolítico y desorganizado en su situación histórico-cultural, desarrollado este sentimiento en el mito de los siglos XX y XXI, que es la política neoliberal para la globalización del libre mercado del mundo capitalista en condiciones desiguales entre las culturas, tanto materiales como espirituales. 


Dando este sentido de ubicación de la identidad antropológica en el contexto del mundo del capital, nos interesa exponer ahora las principales tesis de otros antropólogos, que han hecho una resignificación de la cultura y del comportamiento humano, ubicándolo en la formación del ser en torno a la problematización urgente acerca del Estado nacional, local matizado e internacional en los proceso diversos de formación de valores humanos, por lo que queda el debate abierto para la siguiente entrega.

 



[1] Cfr. Banco Interamericano de Desarrollo. México, mayo 2000.

[2] Vid. Cantoral, Sandra. La identidad cultural en la educación básica. Un estudio de la constitución de la conciencia. Ed. Universidad Pedagógica Nacional, Colección Textos No. 15. México 2000. P. 137. En relación con la categoría de praxis espontánea, que se manifiesta al margen de su ser proletario, por lo que primero se tiene que reflexionar sobre la conciencia de clase. Cfr. Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía de la praxisob. cit. P. 237.

[3] Vid. Cassirer. El mito del Estadoop. cit. P. 37.

[4] Ibid.  P. 75.

[5] Vid. Zemelman, Hugo. Problemas antropológicos y utópicos del conocimiento. Ed. El Colegio de México. México 1996. P. 78.

[6] Vid. Yurén, Ma. Teresa. Eticidad, Valores Sociales y Educaciónop. cit. P. 48. Apud. op. cit. Filosofía del Derecho de Hegel. Ed. UNAM, México 1971.  P. 150.

[7] Vid.  Heller, Hermann. Teoría del Estado. Ed. F.C.E., México 1974. Pp. 38-39.

[8] Cfr. Yurén, Ma. Teresa Eticidad, valores sociales y educaciónop. cit. P. 224.

 [9] Vid. Cassirer, El mito del Estadoop. cit. Pp. 75 y 79.

[10] Cfr. Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía y Economía en el Joven Marx. Los manuscritos de 1844. Ed. Grijalbo, México 1982. P. 143.

[11] Treviño V., Alejandro J. El Estado y la Educación Superior Privada. Una investigación sobre el reconocimiento oficial de estudios en N:L: Ed. Centro de Información de Historia Regional. Serie: Ancla del tiempo... No. 1., UA de NL, Monterrey, México 2001.

[12] Vid. Cassirer, El mito del Estado…, op. cit. Pp. 258 y 264.

[13] Cfr. Ramírez Carbajal, Juan. Los alcances de la función educativa del Estado Mexicano. Ed. Universidad Pedagógica Nacional, Colección Educación No. 14. México 2000. P. 13.

[14] Consúltese el texto de McLaren, Peter. La Pedagogía del Che Guevara. La pedagogía crítica y la globalización treinta años después. Ed. La Vasija/UPN, S.L.P.,  México 2001. 118 Pp.

[15] Vid. Periódico La Jornada, México, Marzo 2000.

[16] Vid. Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía y economía en el joven Marx. Los manuscritos de 1844). Ed. Grijalbo, México 1978. P. 17.


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