Friday, December 24, 2021

! VIVA CHILE !

 

UNA NUEVA ÉPOCA PARA AMÉRICA LATINA Y EL MUNDO HUMANITARIO.

Sandra Cantoral.

Corresponde a Marzo 2022.

Recuperamos entonces la resistencia en la lucha histórica por la dignidad en este siglo XXI, que sigue pendiente, cómo en el siglo de las luces se tenía que enfrentar e ‘interpretar socialmente’ un mundo ideal abstracto, en las representaciones del sujeto, que se desplegaba románticamente ante otro que descarna al ser en su sobre vivencia. Por ello Lope de Vega pensó que efectivamente sólo “el amor domestica la felicidad del salvaje… por ello sólo la cultura renacentista establece el orden básico sobre el que se erige la sociedad”[1]. Pues en la sociedad de las multitudes no se ha terminado de entender la complejidad humana de la dignidad, que es centro y fundamento esencial de la identidad del yo, del sujeto histórico social, como una fuerza hegemónica que se le impone, como campo de batalla, en donde debe defender la dignidad humana, porque ahí se sintetiza, de manera más auténtica y expresiva su propia libertad,  igualdad en equidad y la justicia de la ley verdadera, la autoridad y el respeto legítimos, como hechos concretos, reconocidos por la solidaridad intersubjetiva  e intercomunicativa, con base en el respeto a la diferencia y a la igualdad social.

 

Hoy se conoce aunque sea por una minoría con cierto capital cultural que la emancipación social, la equidad, la libertad, la justicia y la integridad humana con PAZ y FELICIDAD, es posible como una construcción de transformación humanitaria para el mundo, porque los logros sociales son conquistas históricas,   no como algo, sin sentimientos en cuanto a la memoria histórica; por ello el interés de cultivar la sensibilidad, racionalmente sensible, en el comportamiento de la representación cultural de grupos humanos precisos, asumidos como actores sociales de una época y generación en permanente transición histórica, como expresión sintética histórico-social, histórico-cultural e histórico-político -como lo plantea Gramsci atravesando y superando la ideología-, lo que exige saber sobre las particularidades del sujeto, de sus matices diferenciados por  la tipología de sus distintas expresiones culturales, que dan cuenta del grado de consciencia sensible que se tiene de sí mismo, a través de su otredad, manera individual, grupal, social, histórica, o comunal como lo deja ver el pueblo Chileno que ya atravesó la POLÍTICA NEOLIBERAL privatizadora del sistema capitalista en plena decadencia -Lenin lo aclaró en el Imperialismo fase superior del capitalismo-; así vemos hoy sobre el bien común de las mayorías en procesos verdaderamente democráticos de trabajo colectivo creativo, superando las relaciones de explotación y de dominación, porque lo ‘ideal’ es que el sujeto tenga el dominio pero de su propio cuerpo, trabajo y calidad moral, para explotar sus capacidades humanas al máximo, como   algo nuevo  que  pone al servicio de los demás, en  la figura de mandar obedeciendo -como dicen hoy día los indígenas en Chiapas- en sus proyectos educativos autónomos, a pesar de sus contradicciones internas y externas, que se van puliendo y superando en la lucha social, en donde su máxima virtud es el entramado del hecho educativo puesto en acto a través de los medios masivos de comunicación y protección pública de masas en el contexto nacional, local e internacional, como un esfuerzo político-pedagógico más en el registro de la historia de la humanidad, como los ha habido en otros contextos de comunidades sensibles de su ser social, para poderse pensar y comprender a sí mismo, en momentos de superación cultural, entre la clase social proletaria y la clase social burguesa, como clases fundamentales en la lógica de acumulación capitalista.

 

Entre estos parámetros de la calidad ético-moral en la sensibilidad del ser social, que tiene una historicidad desde los valores  renacentistas, se desarrolla el sitio en donde “el honor sería la cristalización de la virtud en el hombre noble, mientras que la honra sería el premio a las cualidades virtuosas”[2], porque la nobleza se entrevera con lo salvaje de las civilizaciones que construyeron el mundo moderno, en donde “las bondades del Estado y de la aristocracia son capaces de crecer en el seno mismo de un monstruo…”[3], por lo que el sujeto del mundo moderno ha aprendido a resistir los monstruos de sus entrañas, porque aun no sabe cómo educar sus instintos que encubren el sueño del ideal occidental,  sin reconocer la pérdida de su amor por sí mismo, dentro del contexto real y descarnado del sitio angustiante de la sociedad burguesa, obsesionada por el poder jerárquico y de rapiña, en la deshonestidad, la corrupción, el cinismo y la injusticia social, que se va perfilando en una contrahegemonía de mercados, pero ahora en contra de la barbarie de las culturas más ignorantes y arrogantes del mundo, como es la norteamericana.

 

En esta situación de clase en la identidad antropológica del sujeto se expondrán ahora las formas del despliegue el los distintos tipos de sensibilidad, vivida a través de “la ideología expansionista del capitalismo y la moral conservadora[4] del Siglo XVIII, en este contexto se va acuñando el gran mito del hombre salvaje: prosaico, arrepentido y solitario”[5] en esta confusión entre un mundo real de elección en el movimiento social de ofensiva y de resistencia; y un mundo ideal de ensueño solitario; que encarna culturalmente el pensamiento y la risa, aquella risa del individualismo extravagante, que representa la gran feria de la ironía existencial, el gusto y el disgusto como símbolos emblemáticos[6] entre las jerarquías de poder artificiosamente creadas y cerradas en la incomprensión mercantil y senil del cuerpo; del cuerpo que sufre y se oculta en su egolatría esquizofrénica de la fauna humana, que se reduce a la vez a la astucia de la razón artificial en ese sentido del ideal romántico de los suspiros -acuñado en la historicidad-, y de las búsquedas vengativas por el poder deseado por las élites económicas, políticas, militares y culturales, del cual se trata en la postura filosófico-antropológica en la siguiente parte de este texto sobre la sensibilidad del ser social ante la violencia ejercida a los derechos humanos, incluso en la Comisión de Derechos Humanos Internacionales, como igual en la Organización de las Naciones Unidas, que sirven de comparsa al gran capital imperial, sin embargo tenemos consciencia de la propuesta mundial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para pedir en la ONU, que los magnates del capital abonen anualmente un porcentaje mínimo dadas sus altas ganancias, para combatir la desigualdad humanitaria mundial, gran ejemplo para el mundo y para la esperanza de América Latina, entre otros continentes que navegan por el mundo altamente tecnologizado, sobreviviendo como migrantes o en el mercado de drogas en la barbarie más grande de la historia, como escoria social y, muchos más que no se atreven a ello, sobreviven como en la era de las cavernas, en hoyos negros de las ciudades, pueblos y grandes metrópolis mundiales, la esperanza resurge con la generación milenia como es el presidente de Chile Gabriel Boric.

 

Este ser social, ya  reconoce el poder enfermizo de las mentalidades que conduce a la soledad melancólica y triste del salvaje moderno, que es impotente para enfrentar-se a través de la auto-formación y el trabajo político crítico de la militancia comprometida con su clase proletaria o burguesa -matizadas en sus fracciones y sectores de clases subalternas-, con base en una teoría y estrategia de lucha práctica, al identificar al hombre desplegándose culturalmente como “…una bestia vanidosa que cree, equivocadamente, que es la única criatura racional capaz de hablar y que ocupa la cúspide de la creación… -Suift, pensador inglés lo refiere así:- …usando muchas palabras a las que no asignan una idea. Me supongo que son deidades imaginarias, como justicia, honor, religión, verdad, amistad, lealtad, piedad, caridad, misericordia, bien público, y muchas otras que llenan sus discursos; pero qué significan no lo he podido todavía descubrir, aunque tengo la fuerte sospecha de que no tienen ningún significado”[7].

 

Así las palabras huecas del hombre ilustrado se han mostrado como la herejía más erótica de la antropología cultural, en donde estas culturas mestizas alumbran como posibilidad cultivada a conformar-se en otro contexto, sin dejar de ser lo que han sido; en donde sea reflexionado y destacado lo más sublime de lo inconmensurable simbólico, que necesita trabajar-se en torno al poder humano de un mundo plural y abierto; porque se anuncia la resistencia al dominio y la desconfianza de la vigilancia, para los sospechosos de rebelión; ya que se denuncia cada vez más en el acto contundente, la confianza y seguridad brindados en el seno más afectivo que se cultiva en la influencia familiar y en la resistencia contra las burocracias administrativas tecnócratas, del influjo escolar por ejemplo; en donde las criaturas pueden (poder del trabajo cotidiano) ser formadas en el cultivo del afecto para desarrollar a su salvaje artificial interno, en el mundo cultural de otra racionalidad sensible más humanizada, justa, democrática y en libertad.

 

Razón sensible, que al tener que comprometer-se por su propia elección, identifique de manera significativa lo deseado individual y colectivamente, y se enfrente al sujeto histórico que es él mismo en lo más profundo de su trauma encarnado y aún no superado;  se trata de que padezca las diversidades de su propia cultura en el ámbito de la otredad y la diferencia, con un afán de construcción democrática en equidad, porque “será únicamente mediante un proyecto estratégico de una sociedad sin mercado ni Estado represor que el nuevo milenio abra los caminos del futuro para ese ‘pequeño género humano’[8] que puebla las tierras de Nuestra América.

 

Esta es la tarea del futuro”[9], es decir, la tarea educativa de descentramiento del sujeto histórico, en donde se tenga que superar la primera ilustración burguesa machista y construir una ilustración racional sensible en igualdad de ánimo y entereza, sin mentiras y abusos, con base en una justicia natural entusiasta, autónoma y diferenciada cualitativamente, de la lógica occidental capitalista, y por encima de la letra de su ley, con base en la comunicación abierta  y plural, matizada entre los iguales, aquellos que se reconocen y se agradecen momentos comunes de emancipación social, en donde las condiciones materiales y culturales se llenen de un valor simbólico comunitario, en las figuras de pensamiento o representaciones de las diversas identidades del ser social e individual en la nueva organización política de la cultura con definición de clase, como invención y reflexión posible de la actividad, es decir de sus necesidades de formación sobre un comportamiento individualcolectivo de mutuos reconocimientos en el enfrentamiento ante la violencia, la injusticia y el terror. Por eso hoy en pleno siglo XXI, los chilenos salieron a las calles a votar por construir la democracia de Chile y del mundo, algunos sin sus ojos, que los milicos les valiaron, pero hoy tantos héroes de la historicidad humana, nos dices, salimos porque !YA PERDIMOS EL MIEDO!

 

Por lo que la identidad cultural en los procesos educativos o de humanización de hoy en día, referido en el despliegue de la modernidad neoliberal, tendrá que tener un sentido mítico  de la esperanza del porvenir social, para arribar a su compresión más sensible como el eje articulador de un tono y un ritmo, que den sentido a la simbología mestiza y occidental a la vez, puesto que ambas partes son la constitución sincrética del ethos barroco aquí considerado; pero tendrá que  ser un eje autónomo y plural, no restringido y cerrado en su ensimismamiento eurocentrista y egocentrista, producto de la lógica de exterminio colonial y neocolonial; por lo que en el orden de las ideas  en torno a  la categoría de identidad, se requiere de una nueva re-interpretación más crítica de la autoconciencia humana culturalmente entendida como eticidad, para arriesgarse a tener que elegir cómo morir, es decir cómo vivir entre la muerte de los que ya han caído en la lucha de resistencia social;  como lo que siempre está por llegar, pero que ya hace presencia cultural en los contextos, textos y pretextos más sensibles y particulares de la pregunta que interroga por el ser, en esa búsqueda y encuentro con una identidad de palabras y acciones sensibles y diferentes al modelo occidental impuesto, pero que a la vez se auto contienen, se le vigilan y se controlan militarmente con razones o instintos, matizadas así sus diferencias, de acuerdo a su condición cultural de clase y de consciencia constituida.

 

En este ensayo se recuperan enseguida las diferentes posturas filosófico-políticas de antropólogos sociales contemporáneos para comprender de mejor manera el proceso chileno, que marcan ejemplo para que junto con Cuba, Nicaragua, Brasil con Lula, México con AMLO, Chile con Boric, Ecuador, Perú, Venezuela y los que se siguen perfilando como Argentina y Centroamérica entre otros levantemos la voz que es milenaria de CIVILIZACIONES nobles e íntegras, que aportan elementos acerca de las representaciones en la identidad del sujeto histórico social, destacando el contexto simbólico de las culturas; con base en los distintos planteamientos acerca del simbolismo cultural que trabajan  estos autores, como son  Paul Ricoeur (Francia), Ernst Cassirer Alemania), Cliffort Geertz (Estados Unidos), Michel de Certeau (Francia), Charles Taylor (Canadá) y Jürguen Habermas (Alemania), para saber cómo se crea el sentido cultural desde una hermenéutica simbólica en el contexto de la modernidad neoliberal, a partir de reconocer la imagen o representación de sí mismo.

 

Se hace necesario, estudiarlo  como un proceso fenomenológico en las ciencias sociales y específicamente en un sistema educativo capaz de resignificar hermenéuticamente su realidad política, económica, militar y cultural;  constituyente de la identidad antropológica del ser en sociedad desde la condición esclava hasta las nuevas formas de racismo, discriminación y explotación en el dominio social, en la complejidad de la hegemonía imperialista cotidiana, y en sus representaciones simbólicas, en la hegemonía de la razón instrumental más simples, entre el estado de bienestar y el estado de guerra -que refiere H. Marcuse[10]-, en donde lo que está escrito al reverso es falso, porque lo que está escrito al reverso es verdadero, en su tipología relativa a la  historicidad del movimiento social en la lucha de resistencia; porque como opinan los pedagogos críticos, no es suficiente tener la razón histórica, también es necesario prepararse para la resistencia y la toma del poder, como para conformar una estrategia-táctica de largo alcance en la lucha economíco-política y socio-cultural con un sentido de humanidad ético-moral enaltecido por las civilizaciones y virtudes humanas más nobles.

  

Sensibilidad histórica

La sensibilidad histórica entra en la discusión entre la hermenéutica del sí y la creencia de opinión, en donde el acto es el mal y el cuerpo es virtual, ahí la figura de interpretación histórica, es que el deber ser, aparece en las representaciones del sujeto como  generosidad, tamizando las ideas del ser y el no ser, como preparación moral, reflexionando sobre el ingenuo existencialismo, como ‘amigo de las formas’ y demás significaciones, que hablan sobre el sentido de la formación del ser verdad y el no ser verdad, al someterse a la imputación, como un actuar fundamental, para entender la alteridad y el autoconsciente interno del sujeto, como términos emblemáticos (pasividad-exterioridad), o como símbolo atribuido, el cual toma sentido a través de los mitos griegos para Ricoeur, como podrían ser cualquiera otros mitos culturales de la sensibilidad histórica plasmada en las diversas culturas.

 

REFLEXIONES  DE  RICOEUR SOBRE LA

SENSIBILIDAD HISTÓRICA

 

El pensamiento filosófico de Paul Ricoeur, quien nace en Francia en 1913, se fundamenta en la identidad del ser mismo con base en lo vivido. A través del estudio de los filósofos del Siglo XIV, como Santo Tomás de Aquino (1225), Pascal y Montesquieu, entre otros, abre la polémica en contra de la filosofía metafísica idealista.

Como profesor de filosofía en la Sorbona de Francia (1960-65), abarcó la obra de Freud y el psicoanálisis, desglosando la categoría de fuerza (pulsión, carga, condensación, desplazamiento, represión, sentido de pensamiento, deseo, intencionalidad, absurdo, disfraz, interpretación e interpolación, en donde el mito se convierte en complejo de Edipo. De Freud toma, el problema de la culpa, el sufrimiento inmerecido, el conflicto de las interpretaciones, como un anclaje subjetivo de su verdadera deontología.

A partir de  esta filosofía reflexiva o fenomenología, aparecen Descartes, Hume y Bergson, ello con base en un sentido del realismo naturalista, de ahí nace su resistencia a los argumentos de Aristóteles, Descartes y Kant, de este último descubre el cruce entre imaginación trascendental y receptividad de la sensibilidad, como vínculo de entendimiento, pues el fundamento de su filosofía consistió en afrontar los problemas sin evadirlos.

En el hito de su época, analiza a Montaigne, Pascal, Voltaire, Rousseau, en donde se abarca el mundo de la naturaleza, la psicología y de la cultura, ahí la figura de hombre está precedida por las implicaciones en la palabra de Dios fundamentada en una visión ontológica; lo cual va desarrollando con una función poética en el mensaje que permanece, y que por sí mismo comunica, en su parte dialéctica entre el sentido literal y el sentido oculto.

Su sentido de totalidad, parte de lo sagrado, de la comunicación, del respeto moral, de lo que se concluye como propicio, en donde el símbolo y la metáfora, que para él es como un poema en miniatura, por su contenido mítico y preverbal, aparece como algo sagrado en el propio inconsciente colectivo. Por ello reconoce en los antiguos ese sentido medio retórico y medio demagógico, con variaciones en las significaciones  del tropo, como figura del discurso, es decir, en el sentido literal de las palabras, que puede contener algo de eso sagrado, entre lo que no se dice, porque aún no se puede explicar.

Así apreciamos que la filosofía de Ricoeur es abarcable del todo, atravesando por la lógica, la epistemología, la estética, la ontología y la ética; entendiendo al humanismo, como la negación misma del sujeto, en donde el sí mismo, es el otro, pero el otro igual en una dialéctica que representa el bien de todos, a través del lenguaje como estrategia, instalada como vivencia, con fundamento en el respeto por el otro, como algo semejante. Por ello ve en la ciencia, entendida también como un mito, que puede ser un poder o medio para doblegar o legitimar, de ahí el sentido de la transparencia, en el pensar la referencia identificable, que se entreteje en la posición ética del nivel conceptual en el acto mismo de la vivencia.

Así se abren las dos fuentes de moral y de religión de Bergson (1859-1941), la teología de Karl Barth (1886-1968 en Suiza), como religión sobrenatural revelada. En este sentido en Ricoeur, influyen Bergson, Léon Brunschvieg y Jean Nabert. En la Sorbona, encuentra también a Léon Robin y a Henri Brehier (filósofo-historiador). Otra influencia sobre la filosofía existencial la tiene de Gabriel Marcel, y de Edmund Husserl en su filosofía descriptiva. También frecuentaba a Jeanne Delhomme y Jeanne Parain en tertulias filosóficas de la época, en donde debaten las categorías del a priori, la verdad, lo real y el sentimiento de injusticia entre otros.

A través de Sartre en 1941, Ricoeur entra al existencialismo de las mediaciones metafísicas, como son la encarnación, el compromiso, la invocación, el absurdo y la esperanza. De Jaspers, recupera las categorías de soledad, muerte y fracaso. Y de Husserl abre el tema de la intencionalidad, para tratar la fenomenología descriptiva, que es como dar una vuelta hacia adentro -dice-. De Max Scheler trabaja las categorías de percepción, imaginación, voluntad, afectividad y aprehensión de valores.

El sentido de muerte de Ricoeur lo toma de su concepción protestante y de su propia vida, pues él es huérfano de padres, su padre muere en la guerra de 1915, por lo que es educado por una tía materna soltera. Para 1945 él ya tenía a sus tres hijos, de los 5 que fueron, pero también se tiene que enfrentar con la muerte de uno de ellos que se suicida, en este sentido comprende bien cómo todas las relaciones de la vida son signos. De manera que en el cruce entre la Semántica de la fenomenología del sentido de Husserl, y la Semiótica como oración real, es donde se ve la dialéctica del acontecimiento y el sentido del discurso. En este contexto escribe el Conflicto de las interpretaciones, en donde aparecen los dobles sentidos, la diferencia entre las categorías de explicación (símbolo) y de comprensión (signo).

Plantea que la ejecución de Saco y Vanzetti, que son anarquistas en Estados Unidos durante 1936, fue lo que despertó su conciencia política, empezando a vincular el sentido del pensamiento con la acción misma, a través de André Philip, Karl Barth, con base en una convicción socialista. Su tesis se fundamenta entre lo voluntario y lo no voluntario, como actos representativos del límite. Así expone cómo el mito va comprendiéndose de diferentes maneras, desde una Semántica de superficie, que es ingenua y superficial, y otra Semántica de profundidad, en donde se da el estadio necesario de la crítica con fundamento, que se bifurca en un objeto verdadero de la comprensión, al partir de un enfoque objetivo a otro subjetivo, como algo expuesto frente al sujeto. De ahí va cobrando sentido el lenguaje del discurso, como acontecimiento, como predicación y como dialéctica del discurso y del sentido, en donde se estructura la comunicación, como un intercambio de mensajes; de manera que la función simbólica se encuentra en el ámbito de lo social, y éste es simbólico.

En esa  búsqueda de correlaciones interpretativas ingenuas y profundas, como un compromiso en el uso de sentido en la comunicación cultural, como momentos de superación y autonomía, que son formas colectivas de humanización o de maduración en el proceso de apropiación, ahí se dejan ver las competencias de la modernidad, como la destrucción individualista, el nihilismo descalificador o la falta de reconocimientos, en donde cobra sentido el círculo hermenéutico, pues Ricoeur, utiliza la semántica como lo dicho y el propósito de lo dicho, de ahí aclara que el discurso, como lugar de interacción, distingue tres momentos: la interlocución, la mediación de signos y la referencia del discurso.

Ricoeur plantea, que la fenomenología de la percepción, sólo es la preocupación en el mundo, recuperando a Heidegger, a través de otra historia; y que lo visible y lo in-visible, que plantea Merleau-Ponty a través de la emoción, hábito, en el involuntario absoluto del carácter, lo existente, la vida, el inconsciente,  es precisamente el campo de la filosofía existencial, que conlleva una ética implícita de la época, como dominio y consentimiento, en la dialéctica del actuar, del carácter, el inconsciente y de la vida, en donde el límite es justo el campo de la afectividad, desde la posible posición de ese dualismo y monismo, representado como el actuar o el padecer.

En este sentido existe todo un proyecto de antropología filosófica, como totalidad orgánica, que comprende el tener, el poder y el valer, en un régimen de la voluntad y empirica de las pasiones. En todos estos sentidos menciona a Jaspers en los años 50. De donde se desprende la simbólica del mal en los años 60, como una empíria de esas pasiones. De esta polémica aparece Tiempo y narración, explicando que querer no es crear. En esos años publica Finitud y culpabilidad, en donde el estructuralismo, era el Modelo Universal de explicación, desde ahí Ricoeur habla del Sujeto pensante, actuante y sintiente, y va descubriendo al sujeto actuante como Otro.

Nos remite también a la desgracia del yo, como un yo egoísta, que es la consciencia subjetiva en Hegel, al distinguir el pasaje Etico Justo, para quien no hay negro/blanco, sino un entre gris y gris, ahí se dirime la existencia de lo bueno, lo malo y lo peor, como sobre vivencia. Aquí el sujeto habla, actúa y se narra, refiriendo al cuerpo padecido, en el amarse humildemente a sí mismo en cualquier Otro (Jesucristo).

Es interesante, ver que Ricoeur, no tiene ligazón en Hume, quien opone el juicio de valor al juicio de hecho en lo moderno del positivismo, en donde sólo se da una fenomenología del hombre actuante y sufriente, para identificarse con otros en un relato de vida, y en la convención la ética, simboliza lo bueno y lo malo del mundo, pasando del estilo teleológico al deontológico de la moral, que finalmente se descubre como el digno de estima, porque en la creación se requiere de un imaginario libre, para pasar por el amor, el odio, el goce, el sufrimiento, la inocencia, la culpabilidad, el bien y el mal. Así la justicia se convierte en equidad, o sentido altruista, pero no desde el idealismo occidental,  por lo que, Paul Ricoeur propone, una fenomenología hermenéutica, aplicada a las estructuras en sí, con base en tres elementos de mediación metafísica y moral: la estima que se dirige al hombre capaz; la promesa mantenida y la convicción íntima.

Con el suicidio de su hijo en 1986 y la muerte de Mircea Eliade, esa situación lo hace reflexionar entre la Obra y la No obra, comprendida como El mal, es un desafío a la filosofía y a la teología, en un camino de Consentimiento o de Sabiduría, así reconocemos la riqueza interpretativa de la obra de Paul Ricoeur acerca de la sensibilidad histórica, del sujeto del autorreconocimiento, en su expresión simbólica de la realidad concreta, en la sensibilidad de lucha social, que recuperamos de la antropología filosófica del pensamiento de Ricoeur.

 

REFLEXIONES DE CASSIRER SOBRE LA

SENSIBILIDAD HISTÓRICA

En la postura del antropólogo alemán Ernst Cassirer (1874-1945) sobre la sensibilidad, es importante destacar  que una vez creada una teoría antropológica de la identidad,  el sujeto   aparece en la escena de los hechos históricos como protagonista responsable de la construcción cultural y producto  de ella,  surge la interpretación simbólica de la realidad, la cual comienza a ser reconocida y teorizada en los procesos de conocimiento como expresión sensible en la constitución de la conciencia social e individual.

 

Ernst Cassirer  preocupado por el lenguaje del hombre moderno, elabora una profunda teorización de los mitos y de la filosofía de las formas simbólicas, en donde lo real y lo ideal parecen confundirse en el desarrollo del mundo intelectual, de manera que este autor contemporáneo, que ubicamos desde los años de 1940, después de la Segunda Guerra Mundial, nos plantea que “el hombre moderno parece que tuviera que olvidar todo lo que ha aprendido en el desarrollo de su vida intelectual. Se le induce a que regrese a las primeras fases rudimentarias de la cultura humana. En este punto, el pensamiento racional y el científico confiesan abiertamente su fracaso; se rinden ante su más peligroso enemigo”[11].

 

Lo que nos importa destacar en este subapartado con base en su Mito del Estado, es plantear algunos rasgos de quién pudiera ser este enemigo del hombre moderno desde la concepción de los mitos y el lenguaje simbólico que plantea Cassirer, lo cual también es real y concreto, dando una explicación del origen entre el mundo escindido de la espiritualidad y la materialidad objetiva, y que se torna demasiado confusa en la lógica acumuladora de capital y sus implicaciones, en cuanto a los valores ético-morales universales de responsabilidad, respeto, libertad, derecho, equidad, justicia, igualdad y solidaridad; por ser principios de la vida cultural en comunidad, lo cual implica un proceso de autoconsciencia particular y universal cada vez más abarcativo y permanente que exalta nuestro autor, recuperando  el periodo ilustrado.

 

El periodo de Ilustración, o esplendor de las luces durante el siglo XVIII, se sintetiza en cualquier sujeto contemporáneo, de manera particular -como ya hemos estudiadodo-; es decir,  en una multiplicidad de expresiones de su identidad; este periodo se vivió como una conciencia ingenua,  primero en Alemania, Francia e Inglaterra, ello se define por el reconocimiento al poder de la razón como una fuerza, pero no como un principio de eticidad, pasando un largo proceso de entendimiento por los pensamientos más críticos, de acuerdo a  tiempos y espacios diferenciados que han ido dando el sentido de lucha social en la vida científica, tecnológica, artística y humanitaria, dentro de un mar de contradicciones en el uso de estos avances culturales, que se enfrentan como ganancia privada y como servicio con calidad humana, al reconocerse como producción social.

 

En  donde los saberes que habían estado encarcelados entre el mito y la religión cristiana desde una mentalidad ingenua, como expresiones político-ideológicas de la cultura hegemónica   -conciencia escindida o conciencia desgarrada, dice Hegel-[12], en el conocimiento de la época denominada romántica por su ingenuidad y frescura, llenó un ambiente de dogmas, de temores, de inhibiciones, de represiones, preguntas y respuestas cerradas y absolutas; con un sentido de muerte que ocultaba ideológicamente la vida, pero a la vez sostenido por  un esplendor de belleza, de pasión, de ironía, de compasión, de ternura, de resignación, de ilusiones, de imaginación, remordimientos y fantasías desatadas, a través de la producción del arte, la ciencia y la tecnología, como pura abstracción del ser en sí o de la coseidad existencial.

 

Pero no tuvo la entereza de una conciencia independiente que es para sí en su ubicación de praxis histórico social transformadora, dado el desconocimiento filosófico-cultural y el vencimiento del miedo ante la bondad,  la verdad y  la belleza; por lo que se requiere desde esta época, hasta la síntesis de ella en una multiplicidad de expresiones culturales hoy día, de una formación espiritual profundamente humanizada para lograr una vida material más equitativa, más liberada de injusticias e ignorancias, desde aquellas que son más particulares e individuales hasta las más generales y específicas, que se pueden tipificar por sus evidencias,  memoria y testimonios, en donde los culpables y los no culpables nunca quedan ilesos. Por eso se trata de propiciar una Segunda Ilustración con base en actitudes y comportamientos a partir de una  equidad humanizada, es decir dialógica y de consensos, en expresiones posibles y concretas de mutuo entendimiento, no de falsedades, evasivas y silencios de desconocimiento u olvido para la destrucción de mundos posibles con formas comunales de producción, lo cual es un fenómeno de construcción histórico-social, que avanza la cultura de la dignidad, sin atropellar la  integridad de nadie con hipocresía y mentira en las relaciones de calidad moral dialógica a través de los lenguajes que siempre son simbólicos en las representaciones humanas de las distintas culturas. Vamos por buen camino Chile.

 



[1] Ibid. P. 110.

[2] Ibid. P. 119.

[3] Ibid. P. 124.

[4] Ibid. P. 133.

[5] Ibid. P. 138.

[6] Vid. Beuchot, Mauricio y Samuel Arriarán. Filosofía, neobarroco y multiculturalismoop. cit.  P. 47.

[7] Bartra, Armando. El Salvaje artificial. P. 154. Apud.: Swift, The most wonderful wonder, that ever appeared to the wonder of the British notion,, referencias tomadas de la edición de George A. Aitken, en The Life and Works of John Arbuthnot.

[8]  Vid. Echeverría, Bolívar. La modernidad de lo barroco. Ed. Era, México 2000. 231 pp.

[9] Vid. Dieterich, Heinz. Identidad Nacional y Globalización. La tercera vía. Crisis en las Ciencias Sociales. Ed. Nuestro Tiempo/CLA, México, 2000. 170 pp. P. 6.

[10] Consúltese. Marcuse, Herbert. El hombre unidimensional. Ed. Joaquín Mortíz, México 1992. P. 70.

[11] Vid. Cassirer, Ernst. El mito del Estado. Ed. F.C.E., México 1974. P. 8

[12] Vid. Hegel, Federico. La  fenomenología del espíritu. Ed. F.C.E., México 1993. 483 pp. En la Pág. 128, hace referencia a la conciencia desventurada que es la conciencia de sí como de la esencia duplicada y solamente contradictoria, refiriéndose al momento ideológico como sistema de ideas que no deja ver el objeto natural, social y cultural tal como éste es. 

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