Saturday, April 28, 2012
Saturday, April 21, 2012
Asesinan al general Mario Arturo Acosta Chaparro
MÉXICO, D.F. (apro).- El general retirado Mario Arturo Acosta Chaparro murió tras ser acribillado este viernes en la colonia Anáhuac de la Ciudad de México.
Personaje vinculado a la “guerra sucia” de los años 70 y 80 en Guerrero, Acosta Chaparro fue baleado luego de que descendió del vehículo en el que se transportaba, una camioneta Explorer azul marino, placas 275-UBK del Distrito Federal.
La Cruz Roja Mexicana, que brindó los primeros auxilios, refirió en un comunicado que durante el traslado al hospital el general Acosta Chaparro “falleció debido a las heridas que le ocasionaron tres disparos de arma de fuego en la cabeza”.
De acuerdo con testigos, el general acudió a recoger un vehículo Mercedes Benz a un taller mecánico ubicado en el 194 de la calle Lago Trasimeno, casi equina con Lago Como, en la colonia Anáhuac, delegación Miguel Hidalgo.
La zona de los hechos fue acordonada, y hasta después de las 19:00 horas todavía se apreciaba un charco de sangre cercano a la camioneta Explorer.
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal abrió la averiguación previa FMH/MH1/T2/140/12-04 por el delito de homicidio.
En un comunicado la dependencia explicó que el atentado contra el general ocurrió a las 18:15 horas, cuando Acosta Chaparro conversaba con una persona, y de repente se acercó un sujeto que le disparó a la cabeza con un arma calibre nueve milímetros.
De acuerdo con las primeras investigaciones, una vez cometido el atentado, “el probable responsable corrió por la calle Lago Como y abordó una motocicleta en la que lo esperaba un cómplice y huyeron”.
A las 18:21 horas la Central de Operación del Hospital Central de la Cruz Roja recibió la llamada de emergencia para atender al herido, reportó en un comunicado la institución.
Siete minutos después del llamado, agregó, la unidad 31 llegó al lugar de los hechos donde se encontraba una persona herida “tirada en el pavimento”.
“El mencionado sujeto registraba signos de vida al momento de ser atendido por los paramédicos, quienes de inmediato le aplicaron los primeros auxilios y lo trasladaron de emergencia al área de Urgencias el Hospital Central de Cruz Roja Mexicana”, mencionó la dependencia.
El 18 de mayo de 2010, Acosta Chaparro fue víctima de un atentado, en la colonia Roma de la Ciudad de México. En ese momento se presumió que al resistirse a un asalto, el general en retiro fue herido en un costado, y posteriormente fue trasladado al Hospital Militar.
Coincidentemente, el ataque ocurrió en momentos en que el general investigaba el secuestro del panista Diego Fernández de Cevallos.
Apenas el pasado martes 17, el Congreso de Guerrero designó a los integrantes de la “comisión de la verdad”, que se encargará de investigar las desapariciones durante la “guerra sucia” en el estado, de las cuales uno de los principales implicados era el general Arturo Acosta Chaparro, asesinado esta tarde en el Distrito Federal.
La comisión está conformada por tres académicos y la prestigiada defensora de Derechos Humanos, María del Pilar Noriega García, así como el exguerrillero, Nicomedes Fuentes García.
La comisión tendrá una vigencia de dos años para su funcionamiento y tendrá facultades para acceder a los archivos judiciales de la época, con el objetivo de “procesar judicialmente” a los responsables de las violaciones a derechos humanos durante las décadas de los 70 y 80.
“La comisión de la verdad se propone esclarecer los actos de barbarie cometidos por los gobiernos federal, estatal y municipal de aquel entonces, buscando tipificar tales ilícitos conforme al Estatuto de Roma y al artículo 1 Constitucional para llevar ante la justicia a los culpables, y al mismo tiempo buscar la reparación del daño a las víctimas y sus familiares, así como a la sociedad en general”, plantearon los integrantes (Con información de Ezequiel Flores Contreras).
Tomado de ProcesoArturo Acosta Chaparro Asesinado:Vinculado a hechos oscuros, dejó múltiples pendientes con la justicia
LA REDACCIÓN
MÉXICO, D.F. (apro).- El general en retiro Mario Arturo Acosta Chaparro quedó con muchos pendientes con la justicia.
Fue acusado de la desaparición forzada de 143 personas en la guerra sucia en Guerrero durante los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo (Proceso 1282 y 1356).
Además de tortura, se le acusó de haber participado en “los vuelos de la muerte”, que consistían en arrojar al mar desde aeronaves a campesinos acusados de formar parte de la guerrilla.
La Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), disuelta a finales del sexenio de Vicente Fox y encabezada entonces por Ignacio Carrillo Prieto, abrió una averiguación previa contra el militar por su presunta responsabilidad en esas desapariciones, pero declinó a favor del fuero militar. Los tribunales castrenses absolvieron al acusado.
En el informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sobre al menos 482 casos de desaparecidos durante la guerra sucia, la mayoría de Guerrero, aparecían 50 personas que colaboraron con Acosta Chaparro cuando era director de todas las corporaciones policiacas del estado.
El general todavía operó oficialmente en el sexenio de Carlos Salinas, cuando fue integrado a la efímera coordinación de Seguridad Nacional, al mando del ya fallecido Arsenio Farell Cubillas.
En el sexenio de Ernesto Zedillo se le vinculó con la matanza de 17 campesinos, el 28 de junio de 1995, en el vado de Aguas Blancas, Guerrero, donde décadas antes fue jefe policial del gobierno de Rubén Figueroa Figueroa, secuestrado por la guerrilla de Lucio Cabañas en 1974.
El entonces secretario de asuntos jurídicos del PRD y posteriormente procurador de Justicia de la Ciudad de México, Samuel del Villar, exigió la declaración del general brigadier con base en un video con las declaraciones de Virgilia Galeana García, quien señala la presencia de Acosta Chaparro en el lugar de la matanza, y al que señaló de haber estado “camuflado” con un traje de la Policía Judicial del Estado. La denuncia no prosperó.
En 1990, el general brigadier plasmó sus conocimientos sobre la guerrilla en el estudio titulado Movimiento subversivo en México, de más de 300 páginas, con listas, gráficas y análisis sucintos de la guerrilla mexicana, que abarcaba algo más de tres décadas.
Según su escrito, hasta 1981 los cuerpos de seguridad e investigación, encargados de mantener el control sobre los factores subversivos en el país, desempeñaron una labor de neutralización efectiva, ya que prácticamente fueron exterminados los focos de insurrección que representaron una serie de problemas entre 1973 y 1977.
Como general brigadier, en 1995 entregó sus archivos al Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la que luego editó en un tomo de 300 páginas como Manual de ambientación sobre el levantamiento zapatista (Proceso 978).
La parte final, de 30 páginas, a manera de epílogo, la dedicó al EZLN y criticó la incapacidad de los servicios de inteligencia por no haber detectado las maniobras de entrenamiento de los zapatistas.
El escritor Ricardo Garibay, en su libro Fascinante y terrible Acapulco, describió así a Acosta Chaparro:
“El teniente coronel no bebe gota de alcohol; su gente dice que es durísimo pero justiciero; sabe la Biblia sobre los delincuentes, mafias de drogas y activistas de todas denominaciones; le va a sus manos y a nadie más, lo cual significa que confía sólo en su memoria y destreza, y es capaz de sacarle el hilo en unos cuantos minutos a un intríngulis criminal, o de ver conexiones secretas entre 20 sucesos aislados de una maraña guerrillera…”
Desde 1984 su nombre comenzó a ser vinculado al narcotráfico, primero en documentos de la DEA y del FBI (Proceso 483), y después por el Departamento de Justicia estadunidense, cuando se le señaló como protector del presunto tráfico de estupefacientes y lavado de dinero destinado a las cuentas de Mario Ruiz Massieu en el Texas Comerce Bank.
La carrera de Acosta Chaparro como militar experto en antisubversión se interrumpió cuando fue encarcelado en el 2000, acusado de narcotráfico.
El 30 de agosto de ese año fue detenido junto con el general Francisco Quirós Hermosillo y enjuiciado por un Consejo de Guerra, bajo el cargo de tener vínculos con el narcotráfico.
Ambos habían participado en la Brigada Blanca antiguerrillera a principios de la década de los setenta. Antes habían estado en la Escuela de Paracaidistas y posteriormente en la Sección Segunda del Estado Mayor Presidencial.
Tiempo después, fueron comisionados en la Dirección Federal de Seguridad, la policía secreta encargada el espionaje, la represión y la tortura de las personas considerada subversivas.
En 1974, como miembros de un agrupamiento especial creado para resolver el secuestro del entonces senador Rubén Figueroa, fueron enviados al estado de Guerrero.
Para entonces, llevaban ya 10 años de trabajar de manera estrecha en Inteligencia Militar. Posteriormente Acosta Chaparro se quedó como jefe de la policía del gobernador Rubén Figueroa hijo, era, decían “la pistola de Figueroa Figueroa”.
Fue en el crepúsculo del gobierno de Ernesto Zedillo, y cuando el gran amigo de ambos, el general Enrique Cervantes Aguirre, era secretario de la Defensa, fueron acusados de tener vínculos con el cártel de Juárez.
La Procuraduría de Justicia Militar los detuvo resultado de una investigación iniciada en 1988 por la Procuraduría General de la República –averiguación previa PGR/056/96–, cuyo desglose fue turnado a la Procuraduría Militar en julio de 1999.
Tanto Quirós Hermosillo como Acosta Chaparro aparecían en la indagatoria SC/003/99/E de la Procuraduría de Justicia Militar como presuntos responsables de haber brindado protección al cártel de Juárez, entonces encabezado por Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos.
En el desglose turnado a la Procuraduría de Justicia Militar, además de los señalamientos que los involucró con el narcotráfico, se les culpó de ejecuciones extrajudiciales que datan de cuando estuvo al frente de las policías de Guerrero, con Figueroa Figueroa, donde actuó contra lo que quedaba de la guerrilla, y de su paso por la Brigada Blanca.
Testimonios de militares y civiles a la Procuraduría General de Justicia Militar, integrados al expediente SC/034/2000/IV/IE-Bis, confirmaron la forma como en los años setenta los guerrilleros o sus simpatizantes, capturados por militares, eran tiroteados y arrojados al mar desde un avión, algunos de ellos todavía con vida.
Los cadáveres eran depositados en bolsas de lona, rellenas de piedras, y subidos a un avión tipo Arava, matrícula 2005, del entonces escuadrón 301.
El expediente les fue abierto por el delito de homicidio calificado de 143 personas por las campañas armadas en Guerrero, cuando Acosta Chaparro estaba adscrito a la Brigada de Fusileros Paracaidistas y, posteriormente, comisionado en la dirección de la policía estatal.
Era de conocimiento popular que en los pozos de Copacabana o debajo del desarrollo turístico de Punta Diamante, construido sobre lo que fue el fraccionamiento Copacabana, en Acapulco, había cadáveres de personas que nunca fueron identificadas y cuyas muertes fueron atribuidas a los colaboradores de Acosta Chaparro.
“Todo mundo sabía que los que hacían eso eran judiciales, al mando de Mario Arturo Acosta Chaparro, como (Herminio Díaz) Tumalán y otro llamado Mario Hernández, apodado Zorrillo”, recordaba entonces Salvador Zacarías Flores, líder del PRD que en su juventud fue aficionado al surfing y que tuvo la oportunidad de ver restos humanos en esa área.
Para fundamentar las acusaciones contra los militares por hechos sucedidos durante la guerra sucia –concretamente en el periodo en el que Acosta Chaparro fue el encargado de las corporaciones policiacas en Guerrero, cuando era gobernador Rubén Figueroa Figueroa (1975-1981)–, la investigación castrense recurrió al menos a diez militares que declararon haber sido testigos de los asesinatos presuntamente cometidos por ellos.
El testigo protegido, Gustavo Tarín Chávez, exmilitar que colaboró con Acosta en Guerrero, y después en Veracruz, contó: que Quirós y Acosta escogían a los detenidos que eran sentados en una silla, donde se les decía que les iban a sacar la “foto del recuerdo”. Y que se les disparaba en la nuca con una pistola calibre .380, a la que Quirós nombró “la espada justiciera”. Que los cuerpos eran metidos en bolsas de lona y se colocaban en el Arava, a veces 12, 14 o 16 cadáveres, y eran lanzados al mar.
El declarante acusó directamente a Acosta Chaparro: “Habrá ejecutado personalmente a unas 200 personas, por supuesto, con la autorización del general Quirós Hermosillo”.
Para los familiares de desaparecidos el general es el demonio.
La fundadora del Comité Eureka Prodefensa de Presos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, Rosario Ibarra de Piedra, lo señalaba por la saña con que torturaba.
“Ellos saben exactamente dónde están los desaparecidos; ellos tienen que responder a la nación. De nuevo los señalamos con índice acusador y queremos que todo el pueblo lo haga junto con nosotros”, dijo entonces a Proceso.
Informaciones publicadas en el semanario corroboraron no sólo la presunta responsabilidad del militar en desapariciones ocurridas durante el tiempo en que participó en la Brigada Blanca, comisionado por el Ejército Mexicano, sino en las registradas durante el gobierno de Rubén Figueroa Figueroa.
Tras el juicio, ambos oficiales fueron sentenciados a 30 años de prisión y luego de una apelación obtuvieron una reducción de 15 años a su condena. Quirós Hermosillo murió en noviembre de 2006 sin que se terminara el proceso penal, por lo que técnicamente no quedó firme la acusación en su contra.
Acosta Chaparro purgó poco menos de la mitad de la sentencia. Seis años y 10 meses después de su reclusión, el 29 de junio de 2007, abandonó su celda del Campo Militar Número 1 gracias a un amparo definitivo que le concedió la justicia federal.
El Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito determinó que ni la PGR, a cargo entonces del general Rafael Macedo de la Concha, ni la Procuraduría de Justicia Militar le probaron el delito contra la salud “en su modalidad de colaboración de cualquier manera al fomento para posibilitar el tráfico de narcóticos (cocaína y mariguana)”. Tampoco los delitos de cohecho y asociación delictuosa.
Siempre fue vinculado a los hechos más oscuros de México. Por ejemplo, un mes después del asesinato del periodista Manuel Buendía, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) reveló que se investigaba a personal que laboraba bajo las órdenes de Acosta Chaparro.
Posteriormente, entre las líneas de investigación abiertas por la PGJDF en el caso del asesinato de la defensora de derechos humanos Digna Ochoa, una de las líneas de investigación señalaba al general entonces recluido en el Campo Militar Número 1 por su presunta vinculación con el cártel de Juárez.
La PGJDF buscó establecer si desde la prisión militar Acosta Chaparro ordenó el asesinato para “perjudicar la imagen” del procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha.
La cercanía de Acosta Chaparro con el actual secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, de quien fue compañero en el Colegio Militar, implicó su reivindicación pública y la recuperación de su grado.
El 23 de abril de 2008, en el Campo Militar Número 1, donde pasó casi siete años en prisión, la Sedena organizó una ceremonia privada para enaltecer la labor de 23 oficiales y condecorarlos por su condición de retiro. De ellos, 13 fueron generales que sirvieron más de 45 años en el Ejército; en esa lista destacó Acosta Chaparro.
Oficialmente, para la Sedena era un general retirado sin vínculos con inteligencia militar en el sexenio de Felipe Calderón. En la práctica no era así, pues por décadas tuvo acceso a información proveniente de la Sección Segunda del Estado Mayor de la secretaría y nunca dejó de tener contactos con el aparato político, incluidos los que en su momento fueron opositores, como Diego Fernández de Cevallos, quien fue secuestrado el pasado 15 de mayo.
Fue la familia del panista la que lo buscó para que investigara el plagio por su experiencia en contrainsurgencia.
Tres días después de la desaparición del político, Acosta fue atacado con arma de fuego en la Ciudad de México. Su convalecencia duró casi medio año.
El militar no se conformó con la condecoración de general en retiro que recibió en abril de 2008, luego de que fuera exonerado de los graves cargos de narcotráfico y crímenes de lesa humanidad.
Desde marzo de ese año, un mes después de su retiro, emprendió una contraofensiva judicial contra el Ejército y, como en los otros juicios, los tribunales lo favorecieron.
A principios de octubre de 2007, el Juzgado Segundo de Distrito en Materia Administrativa del Distrito Federal le concedió un amparo en contra del procedimiento de su retiro.
Acosta Chaparro le reclamó a la Sedena la restitución de los haberes retenidos durante los casi siete años que estuvo preso, acusado de proteger al cártel de Juárez. Pero al tiempo que litigó contra la Sedena, se convirtió en asesor del general Galván en la Sección Segunda del Ejército, es decir, en el área encargada de la inteligencia militar.
Luego de que fuera exonerado de los cargos de narcotráfico y crímenes de lesa humanidad, reapareció en el gobierno de Calderón con una encomienda: pactar con integrantes del cártel de La Familia michoacana la entrega de los “responsables” del atentado con granadas de Morelia en 2008, así como construir puentes entre el gobierno y varias organizaciones delictivas, “incluidos líderes de Los Zetas y del cártel de Sinaloa”.
Gracias a su amistad con Galván le tocó ser emisario federal –en su condición de asesor del gobierno calderonista en materia de inteligencia– para negociar con los líderes de las mayores organizaciones del narcotráfico en el país, incluido Joaquín El Chapo Guzmán.
Entre 2008 y 2009, el militar experto en operaciones encubiertas se reunió con los jefes de La Familia Michoacana, Los Zetas, la organización de los Beltrán Leyva, el cártel de Juárez y el cártel de Sinaloa.
Esos movimientos fueron detectados por los servicios de inteligencia de Estados Unidos en México. Incluso, las autoridades de ese país tienen un video de la reunión del emisario del gobierno de Calderón en Matamoros, Tamaulipas, con el jefe de Los Zetas, Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca.
Después de su encuentro con La Familia, la segunda encomienda del general en retiro fue poco después, a principios de octubre del mismo 2008. Debía buscar a Los Zetas, cuando el grupo fundado por desertores de elite del Ejército aún era el brazo armado del cártel del Golfo. Antes de hablar con el jefe de Los Zetas, El Lazca, el general Galván le dijo a Acosta Chaparro: “Me ordenaron que no me mueva porque tú ya estás operando”.
“Se reunió en Matamoros no sólo con El Lazca, sino también con Miguel Ángel Treviño Morales, El Z 40. Para el día de la reunión, los jefes de la organización delictiva le pidieron al general una tregua del gobierno federal.
“El siguiente encuentro de Acosta Chaparro fue con Vicente Carrillo, jefe del cártel del Juárez, y líderes de La Línea, el grupo armado de esa organización delictiva, a la que El Chapo Guzmán le disputa el control de Ciudad Juárez.
“La última gestión del general retirado fue con El Chapo Guzmán, el jefe más conocido del cártel de Sinaloa”, como fue reseñado por la periodista Anabel Hernández en su libro Los señores del narco (Proceso 1778)”.
A raíz de que en 2010 sufrió un atentado cuando comenzaba a investigar el secuestro del panista Diego Fernández de Cevallos, desapareció de la escena pública
Otros antecedentes
Acosta Chaparro Escapite, quien nació el 19 de enero de 1942 en el Distrito Federal, decidió ingresar en 1959 al Colegio Militar. Había egresado del colegio Francés Hidalgo, donde estudió la secundaria. En 1962 egresó como subteniente y quedó comisionado, entre el 1 de enero y el 28 de febrero, en el cuartel general del Cuerpo de Guardias Presidenciales. El 16 de agosto de ese año pasó al 35 Batallón de Infantería, donde recibió su grado de teniente el 20 de noviembre de 1965.
A principios de 1967, entre el 9 de enero y el 4 de febrero, Acosta Chaparro efectuó el curso de policía militar de adiestramiento y táctica.
Y de febrero de 1967 al 15 de marzo de 1969 estuvo en el Batallón de Policía Militar.
El 20 de noviembre de 1968 fue ascendido a capitán segundo.
De marzo de 1969 al 15 de julio de 1970 estuvo adscrito al Segundo Batallón de Policía Militar dependiente del Estado Mayor de la Defensa.
Fue en esa adscripción donde realizó los cursos de paracaidista y de fuerzas especiales, entre el 28 de febrero y el 26 de junio de 1970, en Fort Bragg, Carolina del Norte, para realizar su curso de fuerzas especiales y graduarse como boina verde.
Al dejar el Batallón de Policía Militar, pasó a la ayudantía del secretario de la Defensa, general Marcelino García Barragán, hasta el 30 de noviembre de 1970. De ahí fue enviado al Primer Batallón de la Brigada de Fusileros Paracaidistas, donde estuvo hasta el 15 de julio de 1971. El 20 de noviembre de ese año, ascendió a capitán primero por “selección”.
El 16 de julio de 1971, pasó al cuartel general de la Brigada de Fusileros Paracaidistas, en la que estuvo hasta el 15 de diciembre de 1977. En este lapso, su hoja de servicios registra una anotación en el apartado de “Campañas y Acciones de Guerra”.
De orden verbal del secretario de la Defensa Nacional, fue destacado a la 27 zona militar, donde en coordinación con autoridades de la PGR, cooperó en la destrucción del grupo del guerrillero de Lucio Cabañas.
Esta acción le valió su ascenso. El 20 de noviembre de 1974, por acuerdo del presidente de la República Luis Echeverría, fue ascendido a mayor de Infantería y condecorado. Quedó al frente de la campaña antiguerrilla durante la gubernatura de Figueroa Figueroa.
El 17 de marzo de 1981 tomó posesión de la Dirección General de Seguridad Pública del Estado de Veracruz; posteriormente, sin dejar de estar comisionado pasó a la planta del cuartel general de la brigada de Fusileros Paracaidistas y por último a la planta del Estado Mayor de la Defensa Nacional, del 16 de diciembre de 1977 al 15 de junio de 1983.
El 1 de noviembre de 1977, por acuerdo del presidente José López Portillo, había sido ascendido a teniente coronel.
El 20 de noviembre de 1983, López Portillo lo ascendió a coronel. El 16 de junio de ese año se había reincorporado como jefe de la Policía Judicial Militar, cargo que ocupó hasta enero de 1984, cuando fue nombrado comandante del 68 Batallón de Infantería; en agosto pasó con el mismo cargo al 65 Batallón.
A finales de los años ochenta alcanzó el grado de general brigadier. Estaba por retirarse, en octubre de 2000, cuando fue detenido acusado de recibir dinero del narcotráfico.
Tomado de ProcesoFriday, April 20, 2012
Cumbre de las Américas
En Colombia, Cartagena de Indias, quedó demostrado que hay un abismo creciente entre “Nuestra América” martiana y “el Norte revuelto y brutal que nos desprecia”. Allí se produjo una rebelión de la América Latina y el Caribe contra la imposición de “un gobierno y medio“, que ejercía un veto imperial a los párrafos del proyecto de Declaración Final de la llamada Cumbre de las Américas que reclamaban el cese del bloqueo y la exclusión de Cuba de los eventos hemisféricos.
Desde la anterior Cumbre del 2009 se disiparon las ilusiones sobre la política del presidente Obama, se abrió una brecha entre sus discursos y sus actos, no hubo mayor cambio en la política hacia América Latina y el Caribe, el bloqueo a Cuba continuó e, incluso, se endureció en el sector financiero, pese a la condena internacional y el voto abrumador de la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el objetivo de “provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno” lo que ahora se conoce como “cambio de régimen”.
El ALBA se reunió el 4 de febrero pasado, en Caracas, en ocasión de conmemorar la heroica Rebelión Cívico-Militar de 1992, adoptó una Declaración sobre la Soberanía Argentina de las Malvinas, otra sobre el bloqueo y consideró injusta e inaceptable la imposición de la exclusión de Cuba de estos eventos. El presidente Correa afirmó resueltamente que de no resolverse esta cuestión, Ecuador no asistiría a la Cumbre de Cartagena, lo que sacudió a la región. Esa valiente posición fue el preludio de lo ocurrido.
El presidente Raúl Castro Ruz dijo allí: “Yo quiero agradecer a Ustedes, presidente Correa, a Evo y a todos Ustedes estos planteamientos… Es un tema de vital importancia, tienen toda la razón. Nosotros jamás hemos reclamado que se tome una medida como esa, pero no por eso vamos a dejar de apoyar esta que consideramos muy justa”.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien nos visitó, de manera respetuosa, y recibió como respuesta del presidente Raúl Castro Ruz que Cuba, en caso de ser invitada a la Cumbre, asistiría, como siempre, con todo respeto, apego a los principios y a la verdad, tuvo el mérito de introducir directamente el tema del bloqueo y la exclusión de Cuba.
El presidente Evo Morales, que había sido el primero en cuestionar dicha Cumbre en la reunión de febrero del ALBA en Caracas, dio la batalla en Cartagena y afirmó “estamos en una etapa de desintegración. No es posible que un país pueda vetar la presencia de Cuba, por tanto, no hay integración y con la ausencia de Ecuador, como una ausencia justa en protesta al veto de Estados Unidos hacia Cuba, ¿de qué integración podemos hablar?”.
El presidente Chávez, el 13 de abril pasado, exclamó “ahora, en verdad, si estos dos gobiernos, Estados Unidos y Canadá, se niegan a discutir temas tan profundamente consustanciados con el ser de la América Latina y el Caribe, como el tema de Cuba, de la hermana Cuba, de la solidaria Cuba, o el tema de las Islas Malvinas, ¿para qué más Cumbres de las Américas entonces?; habría que acabar con esas Cumbres. Antes, había escrito: “Clamamos, igualmente, por el fin del vergonzoso y criminal bloqueo a la hermana República de Cuba: bloqueo que, desde hace más de 50 años, ejerce el imperio, con crueldad y sevicia, contra el heroico pueblo de José Martí”.
Daniel Ortega, en masivo y juvenil acto de solidaridad con Cuba, el 14 de abril, en Managua planteó: “yo creo que es el momento del gobierno de los Estados Unidos para escuchar a todas las naciones latinoamericanas de las más diversas ideologías, de los más diversos pensamientos políticos; desde los pensamientos más conservadores hasta los pensamientos más revolucionarios, pero ahí están todos coincidiendo en que Cuba tiene que estar presente en estas reuniones o no habrá próximas Cumbres llamadas o mal llamadas de las Américas”.
Resultó impresionante la sólida postura unitaria de Nuestra América en torno al bloqueo, la exclusión de Cuba y a las Malvinas. Fue esencial la firmeza y la dignidad de la Presidenta de Argentina en la defensa enérgica de esas causas.
Nos sentimos orgullosos cuando la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff defendió con serena dignidad ante Obama, que la Patria Grande solo puede ser tratada como igual y confirmó la postura común en apoyo a Argentina y a Cuba.
Los líderes de los países del Caribe mostraron la solidez de la Comunidad del Caribe (CARICOM) y que esta y la América Latina son igualmente indivisibles. Su defensa de la soberanía argentina de las Malvinas y su tradicional y categórico respaldo a Cuba fue trascendental.
Las fuerzas de izquierda, los movimientos populares, las organizaciones sindicales, juveniles y estudiantiles, las organizaciones no gubernamentales reunidas todas en el Congreso de los Pueblos, en Cartagena, expresaron emotiva solidaridad con Cuba. La Reunión Interparlamentaria de las Américas adoptó una condena a la exclusión y el bloqueo a nuestro país.
Estados Unidos subestimó que el 2 de diciembre del 2011, en Caracas, en el Bicentenario de la Independencia, bajo el liderazgo de Chávez, en el 55 aniversario del Desembarco del Granma, había nacido la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), lo que el líder de la Revolución Fidel Castro Ruz anticipó enfebrero del 2010, al escribir que “ningún otro hecho institucional de nuestro hemisferio, durante el último siglo, refleja similar trascendencia”.
Cuando se eligió en esa primera Cumbre a Cuba, como Presidente de la CELAC en el 2013, el General de Ejército Raúl Castro Ruz declaró: “con las decisiones que aquí adoptamos y con el trabajo conjunto de los últimos tres años, reivindicamos más de dos siglos de luchas y esperanzas. Llegar tan lejos nos ha costado esfuerzo, pero también sangre y sacrificio. Las metrópolis coloniales de antaño y las potencias imperiales de hoy han sido enemigas de este empeño”.
Obama tampoco parece entender el significado de la victoria bolivariana del 13 de abril del 2002 ni de que, precisamente ahora, se cumplen diez años del golpe de estado organizado por su predecesor, con el apoyo de la OEA y del gobierno español de Aznar, contra el presidente Hugo Chávez, con el que se pretendió aniquilar a la Revolución Bolivariana y asesinar a su líder. Como le recordó el canciller venezolano Nicolás Maduro, mirándole a los ojos, en memorable discurso en la Cumbre de Cartagena, el gobierno norteamericano persiste en la conducta de intervenir en los asuntos internos de Venezuela y de apoyar a los golpistas convertidos ahora en candidatos electorales.
El presidente Obama debería percatarse de que la Cumbre de Cartagena no fue propicia para aconsejar democracia a Cuba. Menos si quien pretendió hacerlo estuvo allí totalmente aislado, obligado a ejercer un veto imperial por falta de ideas y de autoridad política y moral; se dedica a la demagogia, en camino a unas elecciones escabrosas. Mejor, debiera ocuparse de sus guerras, crisis y politiquería, que de Cuba, nos ocupamos los cubanos.
Estados Unidos nunca quiso debatir acerca de las terribles consecuencias para América Latina y el Caribe del neoliberalismo ni sobre los inmigrantes en Estados Unidos y Europa separados de sus familias, retornados cruelmente o asesinados en muros como el del Río Bravo. Tampoco aceptó jamás hablar de los pobres que son la mitad de la Humanidad.
El imperio y las otrora metrópolis coloniales no escuchan a los “indignados”, a sus ciudadanos y minorías que viven en la pobreza en esas sociedades opulentas, mientras salvan con sumas exorbitantes a banqueros corruptos y a especuladores. En la superpotencia, el 10% de las familias controlan el 80% de la riqueza. Esos recursos son suficientes para resolver los problemas del planeta.
Lo nuevo en Cartagena es que buena parte de los gobiernos, con naturales diferencias y distintos enfoques, demandaron un modelo alternativo que privilegie la solidaridad y la complementariedad frente a la competencia fundada en el egoísmo; procure la armonía con la naturaleza y no el saqueo de los recursos naturales ni el consumismo desenfrenado. Pidieron que se asegure la diversidad cultural y no la imposición de valores y estilos de vida ajenos a nuestros pueblos; que se consolide la paz y se rechacen las guerras y la militarización.
Hicieron un llamado a recuperar la condición humana de nuestras sociedades y a construir un mundo donde se reconozca y respete la pluralidad de ideas y modelos, la participación democrática de la sociedad en los asuntos de gobierno, incluida la consulta de las políticas económicas y monetarias; se combatan el analfabetismo, la mortalidad infantil y materna, las enfermedades curables. Se reclamó el acceso tanto a la información libre y veraz como al agua potable; se reconoció la exclusión social y que los derechos humanos son para el ejercicio de todos y no para usarlos como arma política de los poderosos.
El gobierno de Estados Unidos esta vez tuvo que escuchar, no una voz casi única como fue durante décadas, ni una escasa minoría hasta hace poco. Ahora, fueron mayoría los pueblos que hablaron en la Cumbre por boca de sus Presidentes y Jefes de Delegaciones para dar este debate imprescindible, o a través de la actitud de los que no fueron. La Cumbre tuvo que ser censurada porque el imperio escucha con oídos sordos.
En Cartagena, quedó al desnudo la Doctrina Monroe de “América para los(norte) americanos”. Como si nadie recordara el engaño de la Alianza Para el Progreso, en 1961, y de la Iniciativa Para las Américas o ALCA, en 1994; han querido timarnos ahora con la “Alianza Igualitaria”.
Como predijo, en un evento internacional en la misma Cartagena, el 14 de junio de 1994, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz las llamadas Cumbres de las Américas sólo han beneficiado al Norte.
José Martí, cuando juzgó una reunión similar, en Washington, hace 105 años, escribió: “después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia”.
Durante el propio evento, el ALBA hizo oficial y público que, sin un cambio radical de la naturaleza de estas Cumbres, no asistirá más. Otros líderes continentales, también lo han advertido.
De la OEA, ese cadáver insepulto, ni hay que hablar.
A la República Argentina le asiste el derecho inalienable de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.
Cuba recuerda que la Patria Grande no estará completa hasta que el hermano pueblo puertorriqueño ejerza su derecho inalienable a la autodeterminación y Puerto Rico, esa nación latinoamericana y caribeña, sometida por Estados Unidos al colonialismo, alcance su plena independencia.
Con un sólido consenso de soberanía regional y defensa de nuestra cultura, dentro de nuestra rica diversidad; con casi 600 millones de habitantes; con enormes recursos naturales; Nuestra América tiene una oportunidad para resolver los graves problemas de extrema desigualdad en la distribución de la riqueza y puede, con su fuerza ya evidente, contribuir al “equilibrio del mundo”, a la defensa de la paz y a la preservación de la especie humana.
Para ello, frente a los intentos de dividirnos y descarrilarnos que otra vez vendrán, necesitará mantenerse unida.
Nadie olvide en el Norte, que hace 51 años, el pueblo cubano defendía ya, a estas mismas horas, una Revolución Socialista en las arenas ensangrentadas de Playa Girón, y que, desde entonces, “todos los pueblos de América fueron un poco más libres”.
La Habana, 18 de abril del 2012
--
Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba
correo: solidaridad.cuba@gmail.com
síguenos en twitter: @_mmsc
grupos en facebook:
facebook.com/groups/mmscuba/
facebook.com/groups/rjmsc/
_______________________________________________
Solidaridadconcuba mailing list
Solidaridadconcuba@listas.mmsc.laneta.apc.org
http://listas.mmsc.laneta.apc.org/listinfo/solidaridadconcuba
Tuesday, April 17, 2012
ASIMILAR A LENIN
Felipe Cuevas
Miembro del Partido Comunista de México
Con motivo del reciente Congreso “Sólo Lenin” realizado en la ciudad de Maracay, tuvimos la oportunidad de expresar algunas ideas cultivadas a través de los años de nuestra formación popular abrazando el pensamiento y acción de este gran revolucionario ruso, tiempo que nos marcó pero sin dejarnos llevar por el estigmatismo que por todas partes persigue a los revolucionarios para que se marginen o renuncien a sus ideales; sino de retarlo como recalcan muchas gentes consecuentes que se han atrevido a romper el cerco en el tema de la teoría revolucionaria. Proponemos entonces estas líneas para el estudio de Lenin en las condiciones de la Venezuela Bolivariana, pero también de revolucionarios anteriores y posteriores a él.
De Lenin contamos con una amplia difusión de sus trabajos políticos, teóricos, polémicos, propagandísticos, formativos. También existen sistematizaciones, apreciaciones, estudios, biografías, enfoques, comentarios y mil cosas más para dilucidar su obra y su inserción en la historia de la lucha de clases. Entre unos y otros, media la distancia del hecho y su interpretación. No podemos contentarnos con adquirir noción de lo que hizo y dijo, ya que aún siendo sustancial el estudio de su obra, resulta insuficiente para comprenderla cabalmente, como tampoco sería satisfactorio quedarnos únicamente con las interpretaciones, debido a que estas suelen estar enclavadas en distintas tendencias, clases, grupos y posiciones en contextos concretos tan dinámicos respecto de su dependencia de otros factores, como cambiantes en la historia. De donde resulta que todavía queda por poner en claro cada contribución para entenderlo y asimilarlo, unas se rechazan radicalmente (sistematización vs síntesis), otras intentan complementarse (intelectualismo-criticismo), unas sólo sustraen aquello que a su fin resulta provechoso (por ejemplo, retomarle una forma de profundizar el análisis, sin lo organizativo, o viceversa, lo organizativo sin el análisis), suele suceder también en otras visiones que no están interesadas en rescatar nada de las demás. Este es un primer problema para asimilar a Lenin, la complementariedad entre el aprendizaje de su obra y su mejor ubicación en el escenario histórico social. Tratándose de su asimilación plena, cada uno de estos dos aspectos, la obra y sus balances, aporta al propósito, aunque la dependencia de una matriz resulta clara, lo cardinal es conocerlo en su tinta, al conocerlo y tomar conciencia hacemos parte de ese balance, pero definitivamente un balance o juicio sin tomar contacto con su obra da pie al prejuicio o la religiosidad.
Tan polémico es Lenin como sus interpretaciones en vista de la inmersión de toda su concepción sobre el gran teatro de la lucha de clases, develándose sumamente atrayente, a sabiendas de que toda su obra es valiosa para el desenvolvimiento del proceso revolucionario de los pueblos. Pero nos estamos adelantando, cien años de lucha de clases mundial y Lenin el revolucionario vive polemizando sobre sí al tiempo que vive sembrando debate sobre la sociedad. Así sólo Lenin es un decir, una puntualización para sustentar y canalizar la discusión de la teoría revolucionaria al conocimiento de lo que se mueve alrededor de éste eminente teórico tan multifacético y tan abocado a tareas concretas. Con todo, mujeres y hombres, clases y sectores no estamos en condiciones de evitar que nuestras apreciaciones también sean ecos de interpretación a raíz de fenómenos concretos de las batallas en que estamos inmersos. Esto indispensablemente forma parte de una dialéctica sabiamente manejada en él para poner en sintonía importantes leyes revolucionarias de interpretación-acción dentro del contexto de una sociedad dividida que se enmarca en el conflicto; dialéctica cuyos estruendos de batalla se reproduce constantemente elevando lo dicho y hecho por nuestro camarada, que es maestro en esta forma. No hay nada negativo en ello salvo si se descontextualiza a Lenin y se le hace decir cosas que jamás sustentó; lo importante es lograr centrarnos en aprovechar al máximo sus enseñanzas y experiencias.
La obra de Lenin habla por sí misma si se la contrasta con la realidad de su época y con la realidad actual, naturalmente unos aspectos sólo serán ecos del pasado, en tanto que otros serán verdaderos llamados que parecieran escritos hace unas horas para la urgencia del momento, y otros más constituyen líneas trazadas por debajo de sus contextos para subrayar la continuidad de tareas, acciones y procesos de la lucha general. Sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria nos dice, tal es una de las grandes resonancias que encontramos, por emplear el ejemplo más común aunque no siempre atendido, ya que es un reclamo a la clase proletaria, los pueblos y revolucionarias(os). Así mismo todo estudio que aporte al conocimiento de Lenin, que profundice, exponga o le inscriba cierta organicidad a su obra, nunca dejará de ser valioso para los pueblos que ansían recoger los mejores frutos de sus experiencias. Solemos pelear contra las interpretaciones porque se apoyan a ciertos fines, nos parezcan apropiados o no, mientras existan clases y luchas, el conflicto de este tipo siempre será una manera de apropiarnos, sintetizar e incluso actualizar las perspectivas sobre Lenin tanto como de asimilar su obra directamente.
Aceptamos el papel que cada forma de trazar la obra de Lenin tiene, aún encontrando motivos sobre los cuales diferir, existen aspectos que resaltan distintos panoramas de los que hoy intentamos apropiarnos, así se constituyan por los elementos más álgidos de la polémica histórica y cuanto se refiera a interpretaciones confrontadas. Hoy con tanta agua corrida, sin pretender conciliación alguna, nos atrevemos a resaltar que las partes en disputa, trascendidas a campos de batalla ideológica-política reclaman atención para rescatar lo que aquí y allá se enfatizó, en espera de nuevas síntesis. Las síntesis más brillantes, las profundizaciones más amplias, las acotaciones más demarcadas, todo ello es necesario, no se trata de sustraerse de lo que les movió, sino de valorar lo mejor posible su razón y su importancia en el complejo de la teoría y la práctica, así como sus limitaciones para recuperar otras profundidades. No para caer en una especie de pragmatismo contra las parcelas teóricas, sino a modo de apreciar claramente la naturaleza de Lenin para la revolución descontaminándonos de los aspectos de la polémica que aún sustentando su importancia, no permiten dicha asimilación, que en política revolucionaria diferencia los resultados de entre la formación de la secta de hecho, el partido deformado y el partido de verdad. Tampoco pretendemos detenernos en este asunto, nuestro propósito ha sido despejar la preocupación excesiva por cuanto se diga de este gran fundador comunista, finalmente también estamos para hablar de él.
Después de esto, aún puede ser complicado asimilar a Lenin, los detalles, las puntualizaciones, las discordancias, las críticas, las interpretaciones sobre sus planteamientos; saltan por doquier. Nos acompañan para bien y a veces para mal, pero discernirlas o ponerse de acuerdo es tan necesario como romper el cerco para que prenda en el seno del pueblo, inexcusablemente, sin pretextos, bajo cualquier dificultad o condición, hay que estudiar a Lenin con urgencia, buscando con ansia las claves de su propia visión. Lenin es un legado de los albores de tiempos revolucionarios que no terminan, tiempos que ahora nos presentan las cosas de un modo, ahora de otro; en esa apropiación es que la tarea se convierte en una verdadera batalla intelectual del pueblo. Cuánto se enaltezca dicho legado depende directamente de cuánto el proletariado y los pueblos del mundo logren hacerlo suyo en la más rica y eficaz de sus definiciones. Ojo crítico, cuidarnos del endiosamiento lo mismo que del ultraje en torno a Lenin es parte de todo este paso a su reconstitución.
Tenemos otras nuevas preocupaciones, hay cinco rubros más que debemos evitar: la abstracción forzada, el misticismo, la manipulación, la fraseología revolucionaria y la confrontación al absurdo:
a) La abstracción forzada. Es el peligro del dogmatismo consistente en generalizar cualquier planteamiento de Lenin para toda ocasión. Interpretar sus escritos de forma imprecisa sin atender los contextos, que ya encierran un aporte a la lucha de clases, para desprender conclusiones prácticas de todo color, sea defendiéndolas o rechazándolas como muy a menudo suelde suceder con la valoración de la obra ¿Qué hacer?, la idea del partido revolucionario, sus posiciones sobre la democracia proletaria y la planificación estratégica. Si bien lo certero de Lenin es su atención a la lucha revolucionaria contra el capitalismo imperialista, las formas que ésta cobra y cobró, varían, algunas propuestas de debate se pueden aplicar otras no según el proceso de cada país. La conciencia se forma lentamente, ciertamente existen periodos en que ésta se acelera y adelanta rápidamente, pero lo importante es que la conciencia se forme sobre la vida concreta de los pueblos y sus revolucionarios donde sus líneas revolucionarias se observen y practiquen con centralidad. Puede requerirse más persuasión o resolución, más educación o experiencia concreta, variando definitivamente los esquemas, no así la visión de los problemas del combate.
b) El misticismo. Va asociada al anterior inciso, adquiere su peculiaridad en que solemos hacer de Lenin sólo un símbolo o icono, nos llenamos con expresar que comulgamos con sus ideales, como cuando aseveramos con religiosidad que “estamos con el proceso”, pero difícilmente atinamos a armonizar una visión de los fenómenos que nos arrebatan la vida. Se dice que es producto de la contaminación del sistema, lo que sea que fuere, por cuanto también se asocia a un modus vivendi marginal; los pueblos y los revolucionarios debemos actuar sobre lo concreto, debemos apreciar aquí a Lenin en cuanto a orientación de lucha, tan objetiva como directamente práctica. Que los hechos y las palabras se fusionen como en su vida nos dio el ejemplo, el leninismo se asimila y asume en nuevos contextos de lucha, sin estos, no cabe hablar de verdadera consecuencia, sino de misticismo radical, el marxismo en Lenin bolchevique no es un catecismo, ni mucho menos una serie de dogmas para medir. Este otro ejemplo el del bolchevismo practicado a base de palabrería mística para ocultar poderes anodinos trae escasos resultados, recicla modos de existencia circunstanciales, pero no aterriza la identidad del bolchevismo aún variando su aplicación como forma de llevar a cabo la gran obra revolucionaria de elevar conciencia, organizar tareas, formar revolucionarias y revolucionarios, cultivar el espíritu de clase y sus solidaridades, remover a los explotados a la condición clasista colectiva, orgánica y de vanguardia.
c) La manipulación. Toda manipulación es ya una apropiación limitada, con intereses parciales. A Lenin se le apropia así sólo desde “puntos de vista”, según la cátedra, según el grupo, según un objetivo, aquí en Venezuela hemos visto inclusive que se le asimilaba para golpismos y alianzas con la ultraderecha embaucando a sectores del pueblo. Consideremos sin estar de acuerdo en que algunas de esas formas aportan un granito de arena, pero su problema, con o sin intención, es que precisamente al hacerlo de esa forma, degradan, desarticulan y descomponen la naturaleza continuadora de Lenin como totalidad del pensamiento y la praxis revolucionaria. En esa tendencia reduccionista que aconteció desde el resquebrajamiento del bloque soviético y las agudas divergencias del movimiento comunista internacional, así como se perdió mucho de la apreciación global de Lenin, también se nos presenta la oportunidad de su recuperación, de poner el ojo a toda apreciación exclusivista sobre algún rasgo de Lenin, que sin dejar de ser oportuno, guarda los secretos de un mundo dividido.
d) La fraseología revolucionaria. Reducir a Lenin a un listado de frases, agarrarse de estas para “hacer política” es sin duda un gran problema a afrontar, quien se asuma o por lo menos se afiance en el estudio de Lenin se va a encontrar con una selva de frases pomposas, de revoltijos de consignas que pocas veces se concretarán en una acción según Lenin orquestada, reflexionada y colectivizada. A pesar que es uno de los problemas ferozmente combatidos por Lenin, al margen del estudio de sus causas, la fraseología revolucionaria se presenta también en su estudio. Con justificada razón una gran cantidad de intelectuales acusaron la fraseología como un falso pensamiento revolucionario, inadaptable a las condiciones latinoamericanas, aunque la fraseología no es el leninismo en sí, con mucho es simplemente una vulgarización de éste.
e) La confrontación al absurdo. El intento de contrastar a Marx o a Lenin con algunos de los más eminentes próceres de las revoluciones de independencia (Bolívar, Hidalgo) y las posteriores luchas en el radio de acción de América Latina sin duda adquirió formas absurdas, perdiéndose el sentido histórico de los hechos y con esto los aportes en distintos planos. Bajo el intento de elevar la visión revolucionaria se optó por denigrar lo nuestro, por resaltar nuestros constantes tropiezos o en contraparte por resaltar lo nuestro sin una crítica seria, por constituirse un campo de disputa entre el llamado eurocentrismo y el latinoamericanismo. Una burda aplicación del principio de contradicción no ha permitido que se asimile plenamente la historia de las luchas de clases de América milenaria y latina. Entre los revolucionarios hubo un verdadero campo de disputa respecto de la apreciación necesaria de nuestras luchas al punto que se priorizó en la confrontación de las distintas posiciones, la derivación a cuestionarse, a crearse supuestos enemigos entre las distintas posiciones, tendencias y sus formas de asimilar a Lenin, de esta suerte llegamos a puntos en que formas de lucha concretas fueron rechazadas por tirios o troyanos bajo la consideración ideologizada de no estar a tono con la interpretación del leninismo, del marxismo o del revolucionarismo propio. En Lenin muy por el contrario encontramos uno de esos finos tejidos que asumiendo las tendencias e historias nacionales de lucha se les logra empujar al desarrollo marxista y la consecuencia socialista. De nada sirve insistir que todo vino de fuera y que las malas influencias nos dislocan el pensamiento (se decía en unos medios que todo fue culpa de la tercera internacional), de ahí hay que recoger sólo una parte de verdad, ligándola al sentido en que nuestra percepción de la teoría, nuestras pertenencias de clase, las condiciones del sistema de relaciones sociales en nuestros países y nuestras experiencias disparan una forma de disputar no siempre a tono con los temas y circunstancias que reclaman cierta puntualización, conocimiento del contexto y mucha reflexión.
Otras amenazas se ciernen, como el hecho de que sucumbamos a las experiencias inmediatas, el inmediatismo político y las condiciones que orillan a que sólo se aprecie una parte de la obra, a que adquiramos retazos de Lenin en el supuesto de que sean suficientes y los hechos no exijan más. Claro está que los hechos bien contemplados siempre exigen más, si además se contempla la perspectiva futura, agarrarse a todo ello de manera constante es un poderoso aliciente para asimilar a Lenin. Por ejemplo, los hechos de la Venezuela chavista de hoy sentencian la importancia de la organización del pueblo, sus posibilidades, su oportunidad; sin embargo, ver mediatizada la organización a las circunstancias es un peligro real, ahí en ese detalle resalta uno de los valores del leninismo.
Podemos combatir bien y tenazmente contra unas u otras amenazas del momento, trazar el cumplimiento de pequeñas tareas, mas si no logramos empaparnos y empapar del sentido de la crítica revolucionaria leninista sobre la sociedad, difícilmente vamos a romperla, en algún momento sus actos suprimirán aquellos esfuerzos o simplemente por obra y gracia de sus relaciones establecidas adquirirá una dinámica burguesa más afinada. Los revolucionarios en esa condición quedaríamos muy mal respecto del cumplimiento de nuestros fines, pasaríamos por buenos radicales y malos practicantes de los principios revolucionarios. Lenin no se llevaba la lucha en paz, toda su labor es muestra palpable de resistencia contra el estatus en todos los ámbitos posibles u obligados en que debía y debe contrastarse el carácter revolucionario de un movimiento social.
Ante nosotros se presentan estos pasajes de la línea leninista, lo clasista, lo organizativo, lo crítico, lo revolucionario, lo objetivo, lo amplio y lo específico. En el contexto de su formación y lucha, con todas sus semejanzas y desemejanzas de la realidad actual, se acrisolaron estos principios de compromiso con la transformación social para cimentar una de las grandes experiencias de masas sobre la sociedad libre. De su armonización se desprendieron importantes aportes que hoy gustamos asimilar para entender y actuar mejor en la vida social.
Continuará una 2a. parte.
Monday, April 16, 2012
Aurora Roja
Sunday, April 8, 2012
2. parte. Día Internacional de la Mujer en Oaxaca. Sec. 22.CNTE.
Es claro entonces que, en el desarrollo de la humanidad, se hace necesario tener una posición política en la defensa de los derechos humanos de cada generación, que va humanizándose para lograr mayor conocimiento sobre “lo oculto” por las ideologías manipuladoras y fetichistas, como es conocido a lo largo de la humanidad.
Así el sujeto educativo que ha sido encabezado por el coraje de las mujeres, puede atreverse a ser disidente del orden institucional establecido, tanto en la educación formal, la informal y la no formal, valorada esta relación histórica de las formas educativas como un todo concreto y articulado, en beneficio de la gran mayoría, humanizándose a través de su capacidad solidaria e individual colectiva (Cantón), nunca más, sectaria.
Por ello tal espíritu solidario tiene que enfrentar a la hegemonía del poder político maniqueo a través de las épocas, pues sólo falta ponerlas de pie, como decía Marx con Hegel. Porque es a la VÍCTIMA, a quien se le sataniza, estigmatiza, neutraliza, mediatiza y finalmente se le reprime con la muerte.
Por tal hecho educativo de abuso de poder, es vital aprehender a hablar la PALABRA de POSIBILIDAD liberadora, porque “el diálogo no es un producto histórico, sino la propia historización” que se resignifica en nueva vida de sensibilidad humana, de quien es DADOR Y DADORA DE VIDA, contra toda injusticia patriarcal. Pues “la soledad y no el aislamiento, sólo se mantiene en cuanto se renueva y revigoriza en condiciones de diálogo”.
Esta es la razón histórica en deuda por la falta de reconocimiento, del por qué en la funcionalidad institucional burguesa formalizante, el sujeto educativo antes que reconocer que tiene una posición política, se calla, se auto-reprime y se oculta, convenciéndose de que el orden y el progreso capitalista son “verdaderamente” el destino manifiesto, con una sobrevivencia de explotado.
Es claro el trabajo explotado, dada la aculturación padecida, en el abuso de poder político, pues la PEDAGOGÍA crítica CONDUCE y TRADUCE, así valoramos que ha sido históricamente la mujer la conductora y traductora, hasta el grado máximo de distorsión y manipulación hegemónica a través de la enajenación más amplia.
La razón es que a lo largo de la historicidad humana el poder político se refiere a la defensa de los DERECHOS HUMANOS, pero la clase dominante de todas las épocas no le reconoce ese poder a los dominados, pues se entiende que NO es una necesidad de los OPRESORES, sino que necesariamente será un poder de emancipación de los OPRIMIDOS en el contexto político hegemónico de la lucha de clases, valorando sus INERCIAS, RETROCESOS o CONSECUENCIAS, en donde el valor de la mujer sigue teniendo un papel histórico sublime que jugar.
Sin embargo, se es consciente de que las relaciones de abuso de poder, existen en la hegemonía de la clase dominante de cada época a través del Estado esclavista, del Estado feudal, del Estado capitalista y hoy aún del Estado socialista, ello sucede desde que existe la propiedad privada de medios de producción en unas cuantas manos, y aún pervive la idealización del Estado Ético platónico y hegeliano.
Supuestamente el Estado ético, estaba lleno de nobleza, inteligencia y sabiduría de los miembros más notables de la aristocracia, pero sólo han transitado a ser jerarquía autoritaria oligárquica en el poder hegemónico de la ganancia sólo para el beneficio burgués, por ser quienes imponen la estratificación social funcionalizada en la Institución de la máxima ganancia, a través de la extracción de plusvalía al trabajador directo, con el despojo y la explotación.
Se encuentran EXPRESIONES rutinarias, esquemáticas, maquilladas o funcionalistas, que encubren la lógica empresarial capitalista, abarcando ideológicamente a la raíz de sentido común hasta el conocimiento científico, de forma cualitativa y cuantitativa; con tales reivindicaciones maniqueas en medio de la debacle capitalista-imperialista, vivimos una época que destaca el problema de la revolución liberadora y la construcción socialista posible, al lado de las mujeres.
Así cada modo de producción privado, ha ido imponiendo en esa forma de vida hegemónica, no sólo la división del trabajo entre el campo y la ciudad, sino de manera intencionada favorece la ganancia del capital en detrimento abierto de las condiciones de vida de la mujer en particular, separando en este sentido el trabajo intelectual del trabajo manual, como necesidad para la reproducción de la hegemonía jerárquicamente dominante, que hoy nos llega con el trabajo maquilador.
De manera que esta propiedad se desarrolla en la acumulación y la centralización de grandes riquezas convertidas en capital monopolista y financiero en esta última fase de desarrollo imperialista, que encarna el ejemplo educativo de crimen y de violencia para las nuevas generaciones; tendencias que elevan a los explotados y oprimidos del mundo en acciones amplias y reiteradas para marcar la pauta de todo un periodo de la historia, contra los denominados crímenes de lesa humanidad, a saber:
1. Asesinato. 2. Exterminio. 3. Esclavitud. 4. Deportación o traslado forzoso de personas. 5. Privación grave de libertad. 6. Tortura. 7. Desaparición Forzada. 8. El Apartheid (segregación racial). 9. Persecución por motivos políticos, nacionales, étnicos, culturales, religiosos y de género. 10. La violación, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, el embarazo forzado. Y otros actos de carácter similar.
De ahí la mezcla de identidad cultural resultante en el cultivo de valores cada vez más virtuosos, en la formación política del sujeto educativo sensible, desplegados actualmente en América Latina, Grecia, Medio Oriente y muchos otros países, que se están agudizando en una dinámica fascista y desestabilizadora.
Por ejemplo el reciente proceso revolucionaria liberador en México ha sido encabezado al lado de las mujeres: en San Juan Copala, Oaxaca, en Atenco, o en la APPO entre otros, es decir nombrando a la MADRE TIERRA, así se combina y refuerza con características nacionales, históricas, socioeconómicas, socioculturales y del acervo universal de esas luchas y teorías revolucionarias, para poner el acento en los intereses específicos y ajustar su rumbo poniendo al mundo de cabeza. ¿Cómo hacerlo?
Pensamos que es, formando escuelas y nuevas visiones en círculos de estudio, para combinar y maniobrar sobre intereses interclasistas; dado que hoy se descubre o se encubren intereses de clase o de grupos, en esa intención de mantenerse bajo algunos principios y propósitos liberadores de sensibilidad política del sujeto educativo, a favor de la equidad de género.
Por tanto se necesita información sobre la violencia para prevenirla y evitarla, aprehendiendo el arte de la política, como ejercicio del poder liberador y no para el sometimiento, la evasión o la huida fácil.
Wednesday, April 4, 2012
Del clavo en la pared cuelga un machete*
Del clavo en la pared cuelga un machete*
2012-04-04 04:00:00
“En lo más gratuito que pueda yo escribir asomará siempre una
voluntad de contacto con el presente histórico del hombre,
una participación en su larga marcha hacia lo mejor
de sí mismo como colectividad y humanidad”
Julio Cortázar
Confieso que emprendí con un pasmo cauteloso la tarea de hoy, porque si bien 10 minutos me parecen perfectos para leer un cuento –lo lamento por los novelistas– no estoy seguro de que basten para “reescribir a México en el siglo XXI”, aun con la mejor de las intenciones. Luego me detuve sin prisas a preguntarme qué querrá decir exactamente esa frase, y por qué alguien querría reescribir un país, y cómo lo haría de quererlo así. En historia, “reescribir” suena mucho a borrar, a pasar la página, a hacer tabla rasa del pasado. Entiendo que algunos escritores asumen deportivamente la tarea de mostrar que el pasado no fue lo que creíamos, y aprovechan la desmitificación de héroes y villanos para demostrar que los hombres valientes iban al baño como todos, y que algunos perfectos canallas eran en el fondo demócratas modernizadores que sólo por azar de las circunstancias acabaron, digamos, vendiendo medio país o gobernando 30 años.
Esos esfuerzos alterarán o no la historia, pero de lo que no tengo duda es de que muestran de manera muy evidente en qué país vive el que los produce. Me parece un fenómeno interesante porque esta discusión que nos han propuesto, la del papel del escritor en la sociedad en que vive, es muy vieja y casi siempre se ha centrado de manera muy simplista en los temas y las maneras de contar, en si el escritor es una persona “comprometida”, que por ejemplo escribe novelas sobre el narcotráfico, el asesinato de Colosio o la guerra contra el crimen organizado, o si es por el contrario un esteta vacuo que escribe cuentos fantásticos o sonetos eróticos minuciosamente medidos de oído mientras el destino de la humanidad se juega a su alrededor. Y él no se enteró.
Todo suena muy sencillo así, y cualquier burócrata del régimen puede proceder a hacer el listado correspondiente en dos columnas, una con los nombres de los peligrosos agitadores y otra con los de los felices e inocuos practicantes del arte por el arte. Pero por supuesto no figurarían en el listado los escritores del régimen, que, curiosamente, en esta lógica tendrían que estar en la columna subversiva, porque siempre escriben sobre temas de actualidad, faltaría más, y porque de compromisos lo saben absolutamente todo. Así que este burócrata hará que Excel agregue una tercera columna y dividirá a los escritores bajo los rubros “a favor”, “en contra” e “inocuos”, y mandará las copias correspondientes, una a la ventanilla de pagos, otra a las instituciones encargadas de lo que Mafalda llamaba “el palito de abollar ideologías”, y una más a la ratonera, que es el fino eufemismo que se usa en muchos países para describir los archivos de papel donde nunca entra nadie porque no hace falta.
Allí, a la ratonera, irá precisamente el nombre de ese autor de sonetos eróticos medidos de oído, que alguna vez dijo que el día que se viera reducido a contar sílabas con los dedos se retiraba de la poesía, y que sin duda, se dice el burócrata, no sabe dónde vive. El poeta de mi ejemplo no es ficticio: se llamaba Tomás Segovia, y supongo que ese nombre basta para demostrar lo absurdo del método temático para juzgar el nivel y el signo del compromiso de un escritor.
Menos simple pero mucho más productivo, me parece, es justamente pensar en el país desde el que el escritor realiza su trabajo. La frase “reescribir a México” parece sugerir la utopía de que sólo hay un México, y que todos nosotros vivimos en él codo a codo. Basta pensar en ese territorio literario llamado “foxilandia”, o escuchar las declaraciones cada vez más extraterrestres de Mario Vargas Llosa, para comprender que no es así, que no todos vivimos en el mismo país ni en el mismo planeta. Que a algunos, además, no nos interesa. Por ejemplo, hay quien escribe desde un país con sexoservidoras, asegurados, adultos en plenitud y centros de readaptación social, mientras que yo vivo en uno con putas, detenidos, viejos y cárceles, y leo a los otros como si vinieran de Dinamarca.
Y como el presente, también el pasado es complejo y multiforme, y yo he elegido hoy, para hablar de mi lugar en el mundo, pensar el término “reescritura” de la manera más literal posible, la de un lápiz que remarca las palabras y las oraciones escritas tiempo antes, para que no se nos olviden ni pierdan intensidad, para que no se diluyan y atraviesen el papel y se marquen en la madera debajo de él. Me parece que de esa forma deben reescribirse, deben recordarse, los episodios de mayor dignidad de nuestra historia, los momentos más luminosos de valor y solidaridad y fraternidad.
Practicando esa reescritura en los días pasados, sé por ejemplo que escribo, que no puedo escribir más que desde el México del derecho de asilo político, es decir, el que tuvo con Cárdenas su momento más alto, pero no el único, y que no puedo escribir desde el que entrega vascos a Aznar y sucesores como quien manda postales; el de la educación pública, laica y gratuita, porque no podría escribir desde el que pretende llenarnos las escuelas de curas o de empresarios como Claudio X. González o Armando Prida; el de la seguridad social garantizada por el Estado, porque no podría escribir desde el México de la rapiña privada, la patria convertida en una marca comercial y la gente reducida a números contables.
Son sólo tres ejemplos de una larga lista, y no soy tan inocente como para no saber que los elegí por razones de mera historia personal. Yo no estaría aquí si ese México no hubiera recibido a mi familia en el exilio; no hubiera tenido la educación que tuve sin la escuela pública, laica y gratuita, y no tendría una casa donde vivir si no fuera por esa seguridad social. Personal, digo, pero no egoísta, porque no hay nada más lejano del egoísmo que esas tres cosas.
Dicho eso, reivindico como escritor mi obligación de escribir lo que se me ocurra, como se me ocurra y cuando se me ocurra, sin dejar que nadie me imponga temas o formas o calendarios, sin buscar la aprobación del gurú de turno, de los poderes constituidos, de las fuerzas vivas, de la moda ni del mercado. Una obligación conmigo y con mis lectores –me consta la existencia de tres, no descarto que haya otros–, con mi historia y con aquéllos que la comparten.
Al final del día, la historia y las historias tienen maneras muy retorcidas de afectarnos. Hasta hace poco tiempo, y quizás todavía, vivían y trabajaban en Puebla los descendientes de un señor que, en vísperas de la batalla del 5 de mayo, y tratando de participar a su modo en lo que se avecinaba, afiló gratuitamente los machetes de un número considerable de campesinos de la Sierra Norte que se preparaban para el combate. Luego de la batalla, algunos de ellos regresaron trayéndole como agradecido obsequio unos cuantos sables y espadas tomados de las manos yertas de los enfants. Con interés profesional, este señor notó que las hojas que le habían regalado tenían un filo muy peculiar: hacia afuera y en ángulo recto por un lado, y hacia adentro y en diagonal por el otro. Comenzó entonces a practicar esa forma de afilar, la legó a sus descendientes y, gracias a aquella batalla, los afiladores de cuchillos de Puebla practican desde entonces con nuestros cuchillos de picar cebolla lo que en el gremio se conoce como “filo francés”.
La moraleja de esto es que nadie sabe con certeza lo que quedará de las novelas de narcos, por ejemplo, si por las maneras lentas pero poderosas de la buena literatura ayudarán a moldear un México ajeno al salvajismo y la miseria; o si serán olvidadas o relegadas a algún polvoriento rincón costumbrista de la historia de la literatura, mientras los jóvenes de cualquier edad construyen un país en el que de verdad quepan todos, enarbolando como bandera un relato de ciencia ficción o un poema amoroso de Tomás Segovia. En cualquiera de esos escenarios, mi pequeña esperanza personal es que en mis cuentos sobre familias extrañas, o coleccionistas obsesivos o criaturas espantosas, un lector atento se percate de que puse una pared, de que en esa pared Anton Chejov plantó un clavo, y que de ese clavo cuelga un machete con filo francés.
*Texto leído en el encuentro “Reescribir a México en el siglo XXI”, convocado por la Sogem en la Feria del Libro de la UAP.
La Jornada de Oriente