Los caldeos se preocuparon por la reconstrucción y embellecimiento de la ciudad de Babilonia, ya que había sido destruida por los asirios. Sin embargo esta constante preocupación los llevaría a su ruina ante otro nuevo invasor, otro pueblo indoeuropeo, los persas. En el 555 a.C. el rey Nabonido, en su afán de embellecer Babilonia, relego sus mandos a su corregente, Belshazar, famoso por su crueldad, lo que permitió ante el descontento general de los habitantes de Babilonia, el avance de los persas, los cuales se apoderaron de la ciudad en 539 a.C., bajo el mando de Ciro el Grande, el cual se autoproclamo rey de reyes.
Con este ejemplo es de hacerse notar, el hecho, de que en muchas ocasiones los malestares sociales o civiles en una sociedad, no trascendían en una revolución, sino que eran un síntoma de debilidad de un reino, debilidad que era aprovechada por un vecino poderoso, para apoderarse de esa ciudad con mayor facilidad. Este tipo de situación se repite a lo largo de la historia, así es como una cultura y un reino más fuerte absorbe a otro, imponiendo sus costumbres y tradiciones, y adoptando las que le parecen conveniente, generando así nuevas estructuras sociales y económicas, en las que él que tiene las armas y los cargos de gobierno domina sobre los conquistados y los oprime para beneficiarse de su trabajo artístico.
Los persas serían los herederos del poder imperial de la antigua Mesopotamia, y al igual que sus antecesores, expandirían su dominio por medio de la fuerza. Sin embargo ellos no se limitaron a las clásicas conquistas en Medio Oriente y Egipto, sino que fueron más allá, hacia el Mediterráneo. Conquistaron las ciudades jonias del Asía Menor y pretendían ir hasta el corazón de la antigua Grecia en el Peloponeso. Pero esta no fue una conquista como las anteriores, ya que por primera vez, un reino oriental se topaba con un pueblo libre que ya se había expandido por todo el Mediterráneo y parte del Mar Negro, un pueblo para el que era inimaginable caer en la esclavitud, y en cambio, estaba acostumbrado a ser él quien diera las ordenes y estableciera las leyes de convivencia, este pueblo era el griego o helenístico.
Los griegos siempre tuvieron claro que era mejor conservar la libertad, el honor y la dignidad antes que caer en la esclavitud, preferían morir con honor que vivir en deshonra; y de hecho fue esta ideología la que choco con el Imperio persa, el cual creía tener la misión divina de llevar el bien a todos los pueblos existentes. Estas cosmovisiones chocaron desde un primer momento, por lo que fue inevitable la guerra entre ambos pueblos, una guerra desigual en muchos aspectos, ya que los persas contaban con un ejército de miles de soldados y con una flota fenicia muy superior a la griega; sin embargo los griegos tenían una civilización y tecnología más desarrollada, eran grandes estrategas en el campo de batalla, ya usaban cascos y armaduras para proteger las extremidades , escudos, espadas y lanzas más elaboradas, sandalias y además tenían la ventaja de que la guerra se desarrollaría en su territorio, el cual conocían a la perfección y era inhóspito para los extranjeros por sus grandes riscos, montañas y falta de puertos naturales.
En efecto, la guerra llego a la península de los Balcanes, y fue ahí donde los griegos, con su reducido número de soldados resistieron el ataque persa hasta la muerte. Las polis de Esparta y Atenas fueron las protagonistas de las batallas; mientras que los espartanos, con sus hábiles soldados, luchaban por tierra, los atenienses aplicaban sus estrategias navales para derrotar a las flotas fenicias que los invadía. Estos griegos supieron utilizar las cualidades de su territorio para crear las mejores estrategias de resistencia y gracias a ello, el gran número de las fuerzas persas fue contraproducente para ellos mismos, ya que fácilmente sus barcos chocaban entre sí, y sus caballos, carros de guerra y soldados se desbordaban por los riscos; fue así como los persas no pudieron superar a la poderosa falange griega ni a las hábiles estrategias militares y navales.
Para mediados del s. V a.C. los griegos acabaron con el poderío persa de una vez por todas y así conservaron su libertad. Especialmente Atenas se aferro a formar una liga militar entre las diversas polis griegas del Mar Egeo para expulsar definitivamente a los persas de Asia Menor, y lo consiguieron, pero a un alto precio, ya que estas polis se verían subyugadas al dominio ateniense e impedidas para poder desertar de la Liga de Delos, por lo que fueron obligadas a pagar un constante tributo y entregar sus naves para formar parte de la flota, la cual era controlada por Atenas.
Atenas aprovecho esa acumulación de ricos tributos para expandir su nuevo Imperio y embellecer su propia polis, pero este derroche de suntuosidad y la concentración del poder en pocas manos, pronto trajo un gran malestar social de las diversas polis del Imperio, ya que estas nunca contaron con los mismos beneficios que el pueblo ateniense. Muchas de estas regiones del Egeo trataron de retirarse de la Liga e independizarse, pero prontamente los atenienses reprimían a todo desertor con el castigo de derrumbar sus murallas y confiscar sus naves, con lo que los dejaban totalmente desprotegidos.
De este modo Atenas se convertiría en la principal flota mercante y de guerra de todo el Mediterráneo, era ella la encargada del comercio y la seguridad del mar, pero pronto la recelosa Esparta formo su propia Liga para competir con la ateniense y fue así como inicio la guerra del Peloponeso (431-404 a.C.), la cual se desarrollo al interior del territorio griego y entre los propios griegos. Fue una larga guerra en la que Esparta y Atenas seguidas de sus polis aliadas, se pelearon por obtener la hegemonía entre las polis y expandir sus influencias territoriales. Sin embargo estos conflictos internos solo ocasionaron el desgaste de ambas potencias y la derrota de los atenienses, para dar pasa a un corto periodo de hegemonía espartana, luego tebana y finalmente macedónica con Alejandro Magno.
En el caso de Atenas como polis hegemónica de la Liga de Delos es de hacerse notar que fue por esa excesiva acumulación de poder y riqueza, aunados a su prepotencia y abusos sobre las demás polis griegas, lo que ocasiono la caída de su Imperio. Como toda estructura imperial en la historia, Atenas tuvo su nacimiento, su desarrollo, su auge y su decadencia, porque como cualquier imperio, tanta desigualdad, injusticias y abusos al prójimo fueron acumulando descontento en la comunidad, hasta que llego el momento propicio para que esta energía estallara y se saliera de las manos de la hegemonía ateniense. Muchos son los casos al interior de una nación o gobierno, en los que la injusticia y la pobreza traen un gran malestar social que a la larga se refleja en rebeliones; a continuación expresare un caso similar que es muy importante en la historia, el de los romanos.
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