El caso de Roma es excepcional debido a al florecimiento cultural y del conocimiento que llevaron a todos los alrededores del Mediterráneo; fundada según la tradición en 753 a.C. comenzó rigiéndose -al igual que Grecia- por una Monarquía, la cual fue derrocada por conflictos de dinastía en el año de 509 a.C. De este modo, imitando a los griegos fundaron un sistema de gobierno democrático llamado República, en el cual, lo que hoy día es el poder ejecutivo recaía en dos cónsules, pero no solo eso, ya que eran ellos también los que dirigían anualmente a los ejércitos en la guerra. Cada año los romanos hacían nuevas conquistas y de este modo fueron expandiendo su dominio sobre todos los alrededores del Mediterráneo, vencieron a los cartagineses en la península Ibérica y el norte de África, acabaron con la hegemonía macedónica y los reinos helenísticos en oriente y pasaron sobre los restos de la debilitada Grecia, se enfrentaron y replegaron a las tribus celtas o galas, reprimieron salvajemente a los astures y vascones del norte de la actual España y ya en épocas del Imperio romano replegarían a las tribus germanas y las mantendrían a ralla, finalmente conquistarían al Imperio persa sasánida y así adquirirían la mayor extensión territorial del momento, para después fragmentarse y entrar en decadencia.
En tiempos de la República romana la lucha por el poder político entre patricios y plebeyos fue característica de este periodo. Los plebeyos al adquirir la ciudadanía romana empezaron a aumentar en número y paulatinamente buscaron ampliar sus derechos políticos y el ascenso a los puestos de gobierno, lo cual lograron en la última parte del periodo republicano, pero este ascenso social no impidió que los conflictos entre ambas clases se reflejaran en el senado y la tribuna. Fue así como la burocracia romana se fue fragmentando cada vez más, y cada facción se inclinaba a apoyar al general que más le convenía a sus intereses. Así empezaron las luchas militares al interior de los territorios romanos y con ello el poder se concentro en las principales figuras en la guerra, formándose el primer triunvirato dirigido por Julio Cesar, Pompeyo y Craso.
Estos tres cónsules batallaron entre sí y dividieron el imperio de acuerdo a sus zonas de influencia, fue una sangrienta guerra entre romanos de la cual saldrá victorioso el sobrino de Cesar, Augusto, el cual unificaría los territorios para dar paso al Imperio. Es durante estos años del triunvirato que se desarrollan varias revueltas civiles debido al malestar social, pero una muy relevante es la del 73 al 71 a.C. conocida como la Tercera Guerra Servil o la Guerra de Espartaco, un esclavo gladiador que arto de la represión y el mal trato se rebeló a sus amos y organizo a 70 gladiadores para escapar por las armas y adquirir la libertad, sin embargo este reducido grupo pronto aumento a una banda de 120 mil hombres, mujeres y niños, los cuales deambularon por la península itálica, asaltando y saqueando las poblaciones a su paso; según la historiográfica romana, se piensa que estos esclavos buscaban huir para adquirir su libertad o que tal vez querían conquistar la ciudad de roma, sin embargo, después de varias victorias contra las legiones romanas, fueron aplastados por 8 legiones al mando de Licinio Craso.
Aunque esta revuelta de esclavos no cumplió su cometido, estos hechos son un hito que marco la historia de Roma y que ejemplifican el descontento social de los esclavos debido a sus deplorables condiciones de vida y como esta denigración a su persona exploto en el momento que las condiciones históricas lo permitieron. Espartaco fue crucificado junto con muchos esclavos más, este castigo era el más doloroso y penitente del momento y servía para poner el ejemplo e infundir el miedo entre el resto de la sociedad. Pero el gladiador Espartaco no fue el único crucificado relevante en la historia, tenemos el caso de Cristo, personaje que trascendió de tal forma que cambio la mentalidad y la estructura de la sociedad mediterránea.
En los territorios romanos existía una gran libertad de cultos religiosos no romanos, que eran permitidos siempre y cuando no afectaran a la administración, leyes y gobierno del estado. Este es el caso de los judíos, que aunque practicaban sus cultos religiosos, nunca fueron muy bien vistos por los romanos, ya que como hombres de negocios se negaban o resistían a pagar tributaciones y a someterse totalmente al yugo romano. A pesar de estas diferencias convivieron ambas culturas con algunos roces y con el tiempo Judea paso a ser otra provincia romana. Fue ahí donde Cristo en el año 30 aproximadamente empezó a hacer sus profecías acerca del regreso del rey de los judíos y a expandir entre sus seguidores las ideas de amor al prójimo y solidaridad dentro de la comunidad. Muy pronto estas ideas fueron muy radicales para los mismos judíos, que no podían aceptar que existiera la posibilidad de la llegada del hijo de Dios, ya que esta cosmovisión se desviaba de su arraigado monoteísmo.
Fue por ello que los mismos judíos se encargaron de aplacar a Jesús crucificándolo y martirizándolo, sin darse cuenta que ese martirio sería el motor de una nueva religión que se expandiría por toda la parte oriental del imperio. Desde la muerte de Cristo los judíos empezaron a realizar persecuciones en contra de los cristianos para acabar con su existencia y este odio acérrimo fue pasado a los romanos, que se daban cuenta del peligro que corrían ante esta nueva corriente religiosa derivada del judaísmo. En un primer momento los judíos aprendían y encarcelaban a los cristiano, pero fueron los romanos los que fortalecieron las medidas represoras en contra de éstos.
Durante los primeros años del Imperio se empezó a colocar estatuas de los Emperadores en las diversas ciudades de provincia, de hecho se acostumbro adorar o arrodillarte frente a estas estatuas, ya que se relacionaba a la figura del Emperador con la de las divinidades. Esta fue una práctica que los devotos cristianos se negaban a realizar, debido a que sus creencias se basaban en un solo Dios y su hijo como señor de la tierra, por ello no podían aceptar que otro hombre fuera venerado como Dios terrenal. Así los romanos empezaron a realizar un censo en el que la población era obligada a arrodillarse frente a la estatua del Emperador y declararle lealtad, de este modo descubrían a los cristianos, que se negaban a realizar este acto debido a que su fe en Cristo no se los permitía.
Estos cristianos preferían el martirio a traicionar su fe con palabras vanas, y de hecho, martirizarse fue la herramienta más eficaz para la resistencia cristiana, ya que los no cristianos se quedaban impresionados de estos actos de fe y voluntad, por lo que empezaban a dudar acerca de la verdadera religión y muchas veces terminaban por convertirse al cristianismo. Así fue como el cristianismo se expandió rápidamente como una ola por oriente, no sin antes pasar por varias persecuciones por parte de los Emperadores. La primera de estas fue realizada por Nerón en el año 64 al 68, después la de Domiciano del 81 al 96, en la que se crucificaron y desterraron a muchos cristianos por no renunciar a su religión. Trajano ordeno persecuciones del 109 al 111, después Séptimo Severo los reprimió fuertemente del 202 al 210, se sabe que diariamente muchos mártires eran quemados, torturados y decapitados, perseguidos en el norte de África y Egipto, además de que fueron expulsados de ciudades como Roma, Cartago, Corinto y Alejandría, debido a que la Iglesia romana tomaba gran influencia y poderío, y el odio a los cristianos se expandía a la sociedad romana en general.
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