La pedagogía crítica de Paulo Freire, con un lenguaje significativo de la clase oprimida, traduce cómo la esclavitud histórica, demanda al razonamiento materialista histórico dialéctico, la exaltación consciente del método o comportamiento racional sensible en los procesos educativos, sin dejarse aprisionar por los mecanismos de la composición vocabular de cooptación de los gobiernos que usurpan en el abuso de poder político. Freire busca nuevas palabras, no para coleccionarlas en la memoria, sino para decir y escribir el sujeto educativo, su mundo, su pensamiento, para contar su historia. Pensar el mundo es juzgarlo; la experiencia de los círculos de cultura muestra que el alfabetizando, al comenzar a escribir libremente, no copia palabras sino expresa juicios. Éstos, de cierta manera, intentan reproducir el movimiento de su propia experiencia; el alfabetizando, al darles forma escrita, va asumiendo gradualmente la conciencia de testigo de una historia de que se sabe autor. En la medida en que se percibe testigo de su historia, su conciencia se hace reflexivamente más responsable de esa historia”[1] en la organización de las masas populares que es necesaria pedagógicamente.
Pero lo que en esencia está en juego en un juicio de valor verdadero, y que despliega la Pedagogía Crítica, es precisamente poder recuperar políticamente la soberanía nacional, sindical, o de partido proletario para América Latina y el mundo; es que hoy día se convierte en un proceso multicultural como clase proletaria, relativa a la interdependencia imperialista, así como a la libre expresión en esta lucha de clases entre el CAPITAL y el TRABAJO y en la toma del poder político mundial por la clase proletaria, para hacer frente al régimen de explotación, que hoy se muestra descarnado; despertándose el poder político pedagógico militante con una consciencia histórica amplia en la resistencia y en la educación de autodefensa a pesar de la represión y la política neofascista que se expande desde el narcotráfico hasta las guerras del capital, es decir en la defensa NOSÓTRICA de los valores de origen desde las culturas más nobles indígenas, por ejemplo, por medio de sus ejemplos históricos que hoy son vanguardia de los derechos humanos más nobles, desde su propia identidad de poder político en la sociedad, como superación de la DIGNIDAD educativa militante, que tiene que sistematizar la Pedagogía revolucionaria más sensible de esta época, es decir con integridad física, intelectual y moral de la comunalidad humana, ámbitos de conocimiento que son atendidos por los procesos educativos en procesos de aprehendizaje cautelosamente humanos, por eso dicha razón no podrá ser destruida por la oligarquía financiera y monopolista del imperio del capital.
Valórese en este sentido de la pedagogía crítica, cómo realmente, detrás de toda lucha étnica-indígena; de género; por plazas; por tierras; de religiones; de razas o por DISCRIMINACIÓN de clase en el contexto internacional, nacional y regional, la verdadera causa, es la lógica de explotación entre el capital y el trabajo como ejemplo de aprehendizaje hegemónico, en el abuso de poder político, que se muestra cada vez más descarnado, con tintes fascistas y neocoloniales, en donde el PODER POLÍTICO, es en sí el propio proceso educativo o de humanización, por tal razón ha sido negado su ejercicio entre la sociedad civil históricamente, aún la lucha organizada políticamente; dado que es más abarcativo el poder político como capacidad dialógica y consciente en la defensa de derechos humanos, así en este sentido el poder político es más amplio que cualquier otro poder: como puede ser el poder cultural, el poder económico, el moder militar, el poder social, el poder religioso, el poder fascista, etc.; así los actos históricos en el abuso de poder político, han servido para someter a las masas, por falta de consciencia y de palabra para debatir en ideas claras las formas de organización humanizadas en una sensibilidad racional, sin precedentes, puesto que la clase opresora ha considerado a la clase trabajadora inferior, o en calidad de animales a lo largo de nuestra historicidad, presuponiéndolos como los más débiles; con tal política de clases sociales encubierta, ideológicamente se beneficia a la PROPIEDAD PRIVADA DE MEDIOS DE PRODUCCIÓN con identidades grotescas a costa de la miseria del trabajador directo, el cual va siendo despojado históricamente de sus instrumentos de vida, con base en un multiculturalismo de matices hegemonizados por la cultura burguesa, siendo éste el verdadero opio del terror que se aplica, y que continuará para el pueblo, si éste no cobra consciencia plena de su identidad proletaria, como totalidad política concreta, porque su misma existencia humana-inhumana, ha llegado al grado, donde la desigualdad e injusticia sociales, ya resultan “normales institucionalmente” en la expresión del pueblo trabajador.
Por eso es tan importante desarrollar una formación política-pedagógica militante, es decir que el sujeto educativo esté alerta y consciente de su historia de vida, para que logre enfrentar y derrocar al régimen de producción, en un proceso que norme la abolición de la propiedad privada de medios de producción en una cultura socialista-comunista. En este sentido se tiene que DISCUTIR cómo constituir una CENTRAL SINDICAL internacionalista, que aglutine a todas las fuerzas con capacidad humana revolucionaria, es decir virtuosa, y genere la UNIDAD PROLETARIA[2] con la clase obrera como vanguardia del proceso político emancipador, por las razones histórico-educativas que la clase trabajadora tiene que resignificar con un sentido de vida-muerte emancipador, el cual inicia a sintetizarse en sus consignas de lucha, en diversos espacios de interés social, como puede serlo el Foro Social Mundial por ejemplo.
En la crítica que posibilita la teoría freireana, es posible darse cuenta, de cómo se le hace sentir culpable al proletariado, de la crisis y la catástrofe del sistema capitalista, castigándosele con mayor explotación y violencia, al grado en que el trabajador directo, por ejemplo en los servicios educativos, de investigación en general, etc., o en la fábrica, con los campesinos pobres o con los sectores populares, no se identifican estos trabajadores con los valores culturales de su clase proletaria, por los mitos utilizados para su dominación y control cultural, es decir, debido a la estratificación jerárquica y antidemocrática en sí y de sí implícitas, con la que la cultura burguesa ha impuesto su educación hegemónica en la manipulación de la existencia humana, escindiendo intencionada e ideológicamente el trabajo manual del intelectual en todo tipo de programa de estudio formal e informal, para este conflicto la Pedagogía Crítica de Paulo Freire nos deja una búsqueda internacional para la lucha proletaria.
[1] Cfr. Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI, México 1985. P. 8.
[2] Vid. Engels, Federico. Principios del comunismo. Ed. Vanguardia Proletaria, México 2008. P. 2. “El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada. Dicho en pocas palabras, el proletariado, o la clase de los proletarios, es la clase trabajadora del siglo XXI”. (En subrayado en negritas es nuestro).
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