Saturday, December 25, 2021

El ESTADO en una visión crítica.

 

EL SENTIDO CRÍTICO en torno al Estado.

Sandra Cantoral.

Corresponde a ABRIL 2022.

Desde la teoría crítica es importante destacar que la apreciación del ESTADO sea un ente internacional, nacional o las instituciones de orden local, podemos considerar que en el proceso de transformación histórica, lo vital, es el grado de conciencia social e individual alcanzado lo que cambia los hilos culturales del ser humando, en este sentido ¿qué es lo que propicia que el ser humano cambie?, la visión crítica contemporánea, recuperando la historicidad recorrida es: poder valorar el conocimiento, la experiencia y la intuición del SER, puestos en el terreno de las organizaciones de clase.  


En este sentido un destacado teórico de la visión crítica humanitaria desde los Estados Unidos, Henry Giroux, plantea, de lo que se trata en las relaciones de poder político es  saber que: 1) no es suficiente tener la razón,  2) no tenemos que estar en desventaja, y 3) es necesario tener una estrategia o método de lucha que nos permitan llegar  todos juntos y a tiempo, a través de actos concretos, estéticos, éticos y lógicos a partir de una racionalidad sensible, en donde exista una verdadera significación filosófica; para poder comprender por ejemplo, que 40 millones de habitantes viven en extrema pobreza en México[1] de manera que necesitamos poner en juego la utopía “como un todo finito e infinito, es decir, como praxis (un poco de teoría y mucha acción decía el Che Guevara) desplegada en el proceso de historicidad”[2] para exigir e imponer el respeto al  trabajo creativo y autogestivo, lo cual es coincidente con el discurso crítico del simbolismo de Ernest Cassirer, quien es un especialista acerca del ESTADO.

 

En este sentido Cassirer,  deja la tarea de reflexionar sobre el  trabajo que integra el lenguaje para cuestionar el Poder Estatal y sus estructuras de legitimación-validación en los procesos educativos, porque ahí se anuncia la crítica de la ciencia que legitima tanto al poder estatal como un ente en sí, como a la práctica de legitimación educativa, pensando en el para sí -según la concepción aquí expuesta por Hegel-; es decir,  que  sirva para entrar  en procesos de libre y voluntaria realización del ser humano como sujeto concreto, pero sólo a condición de que este sujeto cobre conciencia de ello.

 

En el contexto de la identidad antropológica, como parte de un método de análisis crítico, pensamos que un proceso histórico universal o particular, sólo podrá conocerse en el despliegue y desarrollo de sus múltiples contradicciones, relaciones, figuras de pensamiento o representaciones de la realidad; por el fundamento teórico de sus conceptos,  por el conocimiento diferenciado de sus partes más simples y complejas, por sus formaciones orgánica, mecánica, social o cultural, en tiempos y espacios concretamente determinados en una lógica de totalidad; en donde no se excluyan los actos éticos y estéticos; los cuales son expresión creativa y cualidad exclusiva del sujeto histórico que indica y propone el momento justo de unión y síntesis para la construcción social y cultural de la realidad, haciéndose  responsable de ella en la abolición de la racionalidad ilustrada, con base en el arte y la creatividad, como apuesta del futuro, y que había sido derrotada por el terror que ha provocado  la violación a la norma de los derechos humanos más elementales del sujeto histórico.

 

Porque el sujeto  consciente de su historia de vida, desde una dimensión general y específica, puede nombrar a través de  las formas del conocimiento humano que se ubican desde el mito y la psicología de las emociones, como son la empíria, la religión, el arte o la teoría,  el esplendor de la realidad que es capaz de captar en las relaciones económicas, sociales y políticas, como un ente cultural productor de esta cultura y a la vez producto de ella. El sujeto, sujetado a los procesos de liberación o de opresión, se identifica culturalmente de manera profunda y superflua, en una búsqueda infinita por el reconocimiento  de sí mismo, por ser una síntesis particular del todo, que en la dimensión del trabajo individualcolectivo, se refiere necesariamente al agradecimiento y convivencia dialógica con la otredad, es decir entre, un ‘yo’ y un ‘tú’, que abre el panorama de la existencia humana entre el sujeto de conocimiento y el objeto a conocer, que termina siendo un ente transformado en expresión humana en el proceso de apropiación o enamoramiento, es decir, en el amor al conocimiento, porque se conoce a quién sirve, cuándo, cómo y para qué hacerlo en la transformación histórica, que obvio tampoco se mueve el mundo por voluntarismo, sino por las condiciones objetivas y subjetivas generadas por los pueblos en cada época -mentalidad social, colectiva e individual-


En este sentido todo conocimiento sobre el mito del Estado, parte del supuesto de que la vida en sí y para sí incluye necesariamente al que investiga, en una identidad dialéctica entre el sujeto y el objeto, porque “el mito es el elemento épico de la primitiva vida religiosa; el rito es su elemento dramático” [3] -plantea Cassirer-, que exige abrir el debate sobre el pensamiento del ser existenciario de la cultura en su propia naturaleza humanizada.

 

EL CONOCIMIENTO DE LA IDEA FINITA EN EL PENSAMIENTO DEL SER

Se valora cómo el  desarrollo del sentido por el conocimiento  se hace idea finita sólo en el pensamiento del ser, porque en la realización del  acto concreto resulta  ser infinitamente dialéctico, puesto en el despliegue de la propia historicidad u horizonte de valores ético-morales, de acuerdo a su trascendencia que es en el para sí, praxis. Por ello desde la concepción hegeliana, el ser humano tiene dos nacimientos, expresó Hegel: uno natural u orgánico y otro espiritual o cultural, en donde el sujeto cultural determina su forma natural de ser humano de forma crítica y creativa, para tener conciencia de las ideas e intereses más sublimes de su espíritu objetivado, es decir,  realizado en el reconocimiento del valor de su trabajo como un ejercicio del dominio de su propio ser individualcolectivo, que es en sí y para sí el valor de su época de la cual se tiene que  hacer responsable.

 

No es difícil advertir que los planteamientos hechos en el trabajo de Cassirer acerca del mito del Estado, apelan a conocidos postulados marxistas y a la noción de praxis; la cual es desarrollada en el transcurso de él, al hacer el autor una denuncia de las estructuras de poder estatal, en cuanto a los mecanismos de validación que tienen un espíritu de ritual y mito, porque: 

“el alma del individuo está sujeta a la naturaleza social; no se puede separar a la una de la otra. La vida pública y la privada son interdependientes. Si la primera es mala y corrupta, la segunda no puede desenvolverse ni alcanzar sus fines. Platón insertó en su República una descripción impresionante de todos los peligros a los cuales se expone un individuo dentro de un estado injusto y corrompido”[4]; realizando para ello una crítica profunda a partir, de conceptuar al Estado en diferentes momentos históricos, para abordar las relaciones que históricamente ha tenido el poder político estatal, en relación con la educación.


Lo planteamos, porque la intención del autor a lo largo del desarrollo de su tesis es expresar de manera  precisa, qué sucede  en los procesos de apropiación y análisis del objeto de investigación en su realidad concreta; el cual es  presentado aquí para ser observado, reflexionado, experimentado, conceptuado y transformado en la construcción social  de la realidad del Estado en este pleno siglo XXI, como propuestas reflexivas sobre el orden de las cosas existente en los procesos de explotación y de expropiación que hoy día nos exigen planear no sólo en América Latina, sino en el mundo entero, ante la debacle de posible exterminio de la humanidad en este momento de límite y acción.


Veamos, cómo  frente a la debacle de la privatización y la pérdida de la gratuidad en la educación superior hoy día, por ejemplo en Chile y, no sólo en América Latina, sino en el mundo entero; queda un escenario presentado como si esto fuera algo natural e inevitable y no un proceso histórico social, del cual se tiene que hacer responsable la Sociedad Civil, como pueblo organizado políticamente desde la lógica capitalista de acumulación de MERCANCÍAS y de las ganancias respectivas por parte de los magnates capitalistas, porque como planteaba Aristóteles la educación, sólo puede ser comprendida y resignificada permanentemente como auto actividad, no mencionaba REVOLUCIONARIA, es decir humanitaria, pero ya lo comprendemos muy bien.

 

Así el hecho de que el poder político  se acuña desde los inicios de la infancia de acuerdo al grado de consciencia social e individual asumido en el sujeto histórico (un individuo, una persona con un proyecto de vida, un grupo social, un pueblo, un Estado nación, una clase social o el planeta entero, como lo refiere la concepción gramsciana, y que en este ensayo se intenta sólo mencionar para su problematización histórica), es decir, para hacer valer sus derechos humanos como sujeto comunitario[5]; lo que teóricamente se concibe, con base desde los primeros maestros de la Política, como son los llamados sofistas griegos, Protágoras y Gorgias, que encontraban en la defensa de los derechos una especie de arte para la vida del individuo, aunque aún no captaran la dimensión que tendría la lucha de clases en el despliegue de la explotación y de la resistencia ofensiva para salvar la dignidad de los pueblos y de sus culturas civilizatorias, conociendo que el Estado capitalista neoliberal lato, no se preocupa de ello, por ello es interesante ver cómo la política socialdemócrata tiene que tener un pie en la política neoliberal privatizadora y, el otro pie en la defensa de la justicia social, por tanto es un periodo histórico el presente de grandes enseñanzas, más cuando se intenta hacer este tránsito humanitario cuidando la paz, despreciando la violencia o las formas de intervencionismo a la soberanía de los Estados nacionales.

 

Con base en esta reflexión, recordamos que, cuando Hegel pone en el terreno de la discusión la existencia de la transformación del Estado, que es justo para él,  el lugar en donde el espíritu objetivo, vence la oposición entre la familia y la Sociedad Civil, en el tránsito del  ser en sí al ser para sí en un Estado, que él consideró en su época, como un ente ético, en el contexto del idealismo ilustrado; y que Marx y Lenin, advierten, que más bien significa la medida propuesta para entender las responsabilidades que implican las relaciones políticas, religiosas, educativas y  morales del sujeto individualcolectivo en sí, hasta que se logre COMPRENDER que en el despliegue de la historicidad, el Estado imperialista en la lógica financiera actual, que significa la mera adecuación del individuo a los deberes de las relaciones a las cuales pertenece por obligación oligárquica, pero no por eticidad[6].

 

En este sentido, Cassirer nos deja ver a través del análisis del mito, como teoría antropológica de la identidad,   que el Estado y la sociedad política no son entes iguales, porque lo que los dignifica a cada cual es el esfuerzo realizado como máxima expresión del desarrollo de la calidad humana que entraña la justicia como ideal de vida en equidad, para dar a cada cual lo que en derecho le pertenece; sin embargo Platón y Aristóteles hacían la crítica de que la situación no era así, porque el Estado se regía solamente por la ley del más fuerte en las relaciones de poder para el sometimiento, más no para la expresión libre y voluntariamente comprometida con la vida del bien en comunalidad, dicho así por los grupos indígenas en Oaxaca, México.

 

Es necesario precisar la constitución del Estado, en donde “la descripción y explicación de esta organización de poder en sus conexiones causales con las condiciones geográfico-climáticas, raciales y otras de carácter natural y con las peculiaridades económicas, militares, morales, religiosas, nacionales, etc. de la población y, también en primer lugar su conexión con la constitución jurídica del Estado. 


Así, se comprendería la crítica de esta constitución del Estado y la formación del ser, significa la total política. Porque incluirá asimismo, la  descripción de las más importantes formas de autoridad política, de la organización y acción de los grandes grupos dentro del Estado (teoría de los partidos); la exposición del papel que desempeñan las ideas políticas en la formación y desarrollo de los cuerpos políticos; las relaciones de los poderes políticos organizados con los grandes poderes sociales, especialmente, en nuestros tiempos, las clases sociales y, también, con la Iglesia, la opinión pública, la prensa, así como, y de modo destacado, con las potencias económicas, enormemente influyentes (capital financiero, industrial y agrario, sindicatos); y finalmente, habría de referirse también al Estado en sus relaciones con los poderes internacionales y los otros Estados, ya se trate de relaciones federativas, confederativas o cualesquiera otras exteriores y de Derecho Internacional”[7],  incluyendo   por supuesto   a  la  cultura, como formación humana encausada a un fin[8] en tres dimensiones: 1) conocer las formas de producción o de trabajo humano; 2) replantear los valores ético-morales y 3) recrear las tradiciones y las costumbres, ahí  desarrolladas. Puede ser propuesto como un método en el diseño del Sistema Parlamentario desde el PODER ESTATAL PROFUNDO, es decir internacional para el siglo XXI que iniciamos, por supuesto tiene que ser debatido y perfilado en la participación ciudadana y su poder popular, antes de que la degradación cancerígena nos degrade a todos en un hoy obscuro a donde nos atrapa la lógica de explotación capitalista mundial, nacional y local.

 

Por ejemplo  el Estado Mexicano, tiene su historia, ha pasado y vivido la  desconfiguración y el achicamiento del intervencionismo hasta ser sólo el patio trasero de los Estados Unidos, sin embargo hoy día las cosas han cambiado desde el Estado Nacional, encabezado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), configurándose hoy desde el poder popular, aún electoral nada más,  como ente de poder político, dándose la sustitución de la figura anterior del Estado Benefactor burgués que se degrado y desgastó debido a la corrupción y el abuso de poder internacional, nacional y local.


El Estado Benefactor en México, se caracterizó por su administración corrupta y burocrática,  siendo  éste  representante  del  dominio  de la  clase hegemónica desde los años 40’s a 1960 -periodo de la industrialización mexicana-  bajo el poder encubierto de  una máscara del equilibrio y de  justicia social, ahora es abiertamente sustituido por los grandes consorcios financieros del Estado Neoliberal imperialista, que hoy día aún dirigen la vida política de los 32 Estados.


Dicha situación se contextúa con base en la privatización de las economías a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI); bajo estas relaciones y contradicciones del poder político mexicano y su contexto histórico dominante, se desarrollan los gobiernos estatales como administradores de la lógica de acumulación de capital, la cual consiste en: producir mercancías que entren en la circulación y en la competencia desigual y desgarradora de los monopolios en la globalización del mercado y de la pobreza material y espiritual; en donde el sentido de la formación humanitaria y  los procesos político-pedagógicos no tienen ninguna importancia, sin embargo con AMLO junto con otros países latinoamericanos se perfila una posible transformación desde la teoría crítica humanista, que impulsa nuevos valores como son la solidaridad, la equidad, el debate dialógico, el combate a la cultura hegemónica mediática como el cuarto poder para disfrazar y engañar sobre los golpes blandos tan frecuentes hoy en día por el imperio capitalista del grupo de los 20 países más ricos del mundo para continuar explotando el trabajo de los países más pobres en el mundo entero, lo cual igual está llegando a su límite, pues no sólo ya no tienen argumentos para imponer estas formas de vida, sino que sólo pueden lograrlo con la manipulación mediática, la violencia, el mercado de drogas y el armamentismo, como bien conocemos.

 

En este sentido comprendemos porque Cassirer plantea que “la educación no es puramente un nexo externo que mantiene la trabazón de la obra humanitaria; que constituye su verdadera unidad interna. A este respecto, Rousseau tuvo una concepción más certera de la República de Platón, aclarando que el positivismo del siglo XIX,  no es un sistema político, como pudiera colegirse de su título sino el primer tratado de educación que se haya escrito nunca (…en donde…) fue la dialéctica misma la que lo llevó nuevamente a la política (…de manera que en la vida política…) Platón nunca creyó que la política fuera una provincia suelta, una parte aislada del Ser; en ella descubre el mismo principio fundamental que rige el Todo... 


Ya que el cosmos político es solamente un símbolo, el más característico, del cosmos universal”[9], por ser la capacidad del sujeto desde su infancia de defender los derechos más elementales y humanos, con base en principios y razones, creados como producción cultural de su época o historicidad, ahí condensada en él de manera colectiva, lo que consiste en tener consciencia crítica de ello, para transformar el orden de lo injusto en relación con la satisfacción de las necesidades comunes de las mayorías, que es lo que justo se está viviendo hoy en día en varios países latinoamericanos como son México, Chile, Venezuela, Nicaragua, Brasil con Lula, Ecuador, Perú o Argentina entre otros más que están incidiendo en la construcción humanitaria desde el trabajo de base y la revolución cultural que está por venir en un orden de solidario pospandemia, proponiendo un BIENESTAR UNIVERSAL, desde las naciones.

 

Con base en esta identidad universal, hoy día se sabe que la  generación actual representa  la máxima contradicción irresoluble de la historia porque entraña en sí, al propio proceso de explotación del trabajador por la acumulación financiera del capitalismo internacional, nacional y local; es decir, entraña a la fase imperialista en la esencia de su propio cuerpo-tiempo; a saber es la relación entre el trabajo social y la apropiación individual  por la clase ociosa; la cual vive del trabajo ajeno, ya cosificado éste en las relaciones mercantiles de propiedad y del trabajo deshumanizado o enajenado.


Por eso sabemos de los aportes de cómo se fue constituyendo una teoría antropológica de la identidad con un sentido crítico, vemos cómo ésta está referida en la validación y legitimación de la educación, es decir del poder político; que si bien  no toda objetivación o producción es enajenación -como plantea Marx-, se tendrá que cuestionar el modo de reproducción ideológica de la lógica acumuladora del capital en cualquier esfera productiva, como es la educación con una visión privatizadora, que encubre ideológicamente el individualismo, la competencia desleal y desigual y la concentración de riqueza en unas cuantas manos, a través de otro tipo de relaciones de Estado, un Estado de la necesidad y del entendimiento, como lo pensó Hegel, y que puede despojarse ya de su idealismo de acuerdo a la capacidad de conocimiento y producción acuñada a lo largo de la historia de la educación, de la ciencia, del arte, de la tecnología y del ser humanitario ante todo y, que puede servir a la humanidad hoy día para vivir con dignidad.

 

“Todo esto es perfectamente congruente con la crítica que el joven Marx ha hecho a la Economía política burguesa por haber dejado al hombre fuera de la producción. Pero la crítica alcanza asimismo a toda psicología o antropología filosófica que sólo ve la esencia humana o la realidad de las fuerzas esenciales del hombre, al margen de la industria y la producción, y sólo la concibe en forma abstracta, general como política, arte, literatura, etc. Moviéndose en la esfera de la enajenación, sólo ve la industria por su utilidad exterior y de ahí la búsqueda de la esencia humana fuera de ella, en la esfera de las actividades espirituales. ‘En la industria usual material… tenemos ante nosotros, bajo la forma de objetos útiles sensibles y ajenos, bajo la forma de la enajenación, las fuerzas esenciales objetivadas del hombre’”[10].

 

Con base en lo aquí observado en relación a la simbología de las relaciones de poder del Estado, se refiere la situación de la educación pública en México, que es el problema que nos va ocupando en este ensayo, por lo que se concluye que es urgente hoy día, hacer propuestas al interior de las instituciones educativas en todos sus niveles (educación básica y media, licenciatura, actualización, especialización, maestrías, doctorados y posdoctorados), que dirijan desde otra racionalidad sensible de equidad los mecanismos de acreditación y de formación de sujetos en la educación básica, media y superior, tanto como parte del Estado Nacional Mexicano, como ante la propia Sociedad Civil organizada en proyectos educativos autónomos y ante las otras naciones.


Ya que  el  modelo a seguir ahora hegemónicamente es el norteamericano, presentado  como única posibilidad de Educación, es decir de vida,  de Estado-nación y de Educación Superior, en una lógica de sistemas superespecializada exclusiva para las élites culturales; lo que implica revalorar la Ley General de Educación y las Leyes de Educación de los Estados, para observar críticamente lo amplio de la norma en este campo específico a la Educación Privada y a los mecanismos del Estado sobre la validación y reconocimiento oficial de estudios, que se otorgan a los particulares para que ejerzan educación, en cuanto a la tesis  de que la realidad política, sólo puede comprenderse, interpretarse y justificarse como actividad humana[11]. Ello es necesario, dado el hecho de que en menos de 50 años, México pasó de ser un país eminentemente rural a uno cuya población es mayoritariamente urbana hoy día, por lo cual se requiere de una educación superior humanitaria, social y pública como lo está impulsando la Cuarta Transformación con AMLO, aún estamos en el diseño de esa REVOLUCIÓN CULTURAL en educación humanitaria.

 

Tenemos que ser conscientes por tanto de que, lo que se ha generado a través de esta identidad antropomórfica del poder, como mentalidad burguesa, es sólo el  desarrollo de una   instrucción educativa sumamente formalizada y acartonada; dejando de lado la formación de cuadros que incidan en la reflexión crítica, creativa y humana, como clase trabajadora emergente; la que tiene que ser capaz de diferenciar la industria y las fuerzas esenciales de hombres y mujeres para enfrentar el despojo de la educación padecida hoy día, así como desde el siglo pasado se ha vivido también el despojo de la tierra, la cual tradicionalmente era comunal como fuente de vida.

 

Enseñar y aprehender, entonces, debe entenderse como el propiciar las condiciones, para que surja la necesidad del conocimiento y la capacidad de pensarse a sí mismo en permanente transformación social y material desde la teoría crítica; que es la idea original que propone Carlos Marx, cuando habla de crear las posibilidades para la liberación del sujeto histórico, a través de la lucha social, porque el ‘yo soy’ (estudiante, licenciado, indígena, maestro, empresario, sacerdote, proletario, etc.), el yo soy  que se libera es el que tiene conciencia de ello, pero además asume en la praxis  servir a tal fin, con un sentido de vida y no de muerte humillada y despreciada; en donde el que se responsabiliza ahora de lo que suceda, es el sujeto como primera persona, el que más sabe, el más comprometido,  ese yo que discute, se asombra, padece y resuelve con pasión la lucha histórica, que negocia, que construye y ansia la realidad social en todo un proceso de reconocerse como iguales en su otredad.


Esta propuesta de Otredad, podrá construirse socialmente, justo a través de mediaciones para tender puentes que posibiliten con entereza y de forma sostenida, atravesar por dolorosos y arduos reconocimientos y necesariamente, se concretará sólo en  su propio autorreconocimiento del trabajo social e individual realizado; en la búsqueda del ser capaz de equilibrar la razón y la sensibilidad racional, ahí contenida en su pasión y emoción con un lenguaje significativamente humanizado para este siglo XXI con la generación denominada milenia.

 

Dado que el proceso de enseñanza-aprehendizaje abarca un todo enriquecido e inescindible en el propio cuerpo, que corresponde con la época misma,  cultivada con base en virtudes, porque aquí lo que importa -insiste Cassirer- “lo que verdaderamente importa no es tanto lo que se afirma, cuanto el acto mismo de la afirmación y la fuerza de este acto (…en ese…) perpetuo conflicto entre las fuerzas del mal y las del bien (…porque…) el poder es el derecho”[12].

 

Por lo que asumiendo que una visión articulada de lo real el derecho al trabajo y a la vida comunal, descansa en la praxis del sujeto, lo que tiene que ver con las relaciones de género, en este texto y contexto sobre la conformación de una teoría antropológica de la identidad; ello   nos invita a preguntarnos sobre la política del posmodernismo hoy día, en donde “el posmodernismo es una era marcada por la inexistencia de un proyecto de vida social y el deterioro del poder del Estado. 


En este contexto se sitúa la presente discusión. Se necesita recordar a la sociedad su pasado. Para confirmarle que ella no nació ayer y que no vivía como hoy lo hace. Cuando se reúnen voluntad y recursos, se puede construir un proyecto de futuro. Las sociedades de hoy tienen los recursos, pero han atrofiado su voluntad. Por ello, se tiene que revisar el pasado para evidenciar cómo, en cada etapa de la historia, la sociedad se perfecciona y se transforma bajo una lógica no siempre asequible a la razón”[13].

 

En cualquier caso la propuesta aquí desarrollada está preocupada por ejercer  una visión político-pedagógica crítica desde el reconocimiento de los mitos del Estado como esfera de poder político históricamente desarrollada, para dar pie a plantear la identidad de la existencia del Ser de su propia lógica de interpretación simbólica y de su trauma de inferioridad ante el menosprecio e incomprensión cultural, que se reproduce y representa simbólica y concretamente en la actitud y posición de clase ejercida en el trabajo de sobrevivencia, burocratizado o mediatizado por el individualismo y la competencia interiorizada en el sujeto apolítico y desorganizado en su situación histórico-cultural, desarrollado este sentimiento en el mito de los siglos XX y XXI, que es la política neoliberal para la globalización del libre mercado del mundo capitalista en condiciones desiguales entre las culturas, tanto materiales como espirituales. 


Dando este sentido de ubicación de la identidad antropológica en el contexto del mundo del capital, nos interesa exponer ahora las principales tesis de otros antropólogos, que han hecho una resignificación de la cultura y del comportamiento humano, ubicándolo en la formación del ser en torno a la problematización urgente acerca del Estado nacional, local matizado e internacional en los proceso diversos de formación de valores humanos, por lo que queda el debate abierto para la siguiente entrega.

 



[1] Cfr. Banco Interamericano de Desarrollo. México, mayo 2000.

[2] Vid. Cantoral, Sandra. La identidad cultural en la educación básica. Un estudio de la constitución de la conciencia. Ed. Universidad Pedagógica Nacional, Colección Textos No. 15. México 2000. P. 137. En relación con la categoría de praxis espontánea, que se manifiesta al margen de su ser proletario, por lo que primero se tiene que reflexionar sobre la conciencia de clase. Cfr. Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía de la praxisob. cit. P. 237.

[3] Vid. Cassirer. El mito del Estadoop. cit. P. 37.

[4] Ibid.  P. 75.

[5] Vid. Zemelman, Hugo. Problemas antropológicos y utópicos del conocimiento. Ed. El Colegio de México. México 1996. P. 78.

[6] Vid. Yurén, Ma. Teresa. Eticidad, Valores Sociales y Educaciónop. cit. P. 48. Apud. op. cit. Filosofía del Derecho de Hegel. Ed. UNAM, México 1971.  P. 150.

[7] Vid.  Heller, Hermann. Teoría del Estado. Ed. F.C.E., México 1974. Pp. 38-39.

[8] Cfr. Yurén, Ma. Teresa Eticidad, valores sociales y educaciónop. cit. P. 224.

 [9] Vid. Cassirer, El mito del Estadoop. cit. Pp. 75 y 79.

[10] Cfr. Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía y Economía en el Joven Marx. Los manuscritos de 1844. Ed. Grijalbo, México 1982. P. 143.

[11] Treviño V., Alejandro J. El Estado y la Educación Superior Privada. Una investigación sobre el reconocimiento oficial de estudios en N:L: Ed. Centro de Información de Historia Regional. Serie: Ancla del tiempo... No. 1., UA de NL, Monterrey, México 2001.

[12] Vid. Cassirer, El mito del Estado…, op. cit. Pp. 258 y 264.

[13] Cfr. Ramírez Carbajal, Juan. Los alcances de la función educativa del Estado Mexicano. Ed. Universidad Pedagógica Nacional, Colección Educación No. 14. México 2000. P. 13.

[14] Consúltese el texto de McLaren, Peter. La Pedagogía del Che Guevara. La pedagogía crítica y la globalización treinta años después. Ed. La Vasija/UPN, S.L.P.,  México 2001. 118 Pp.

[15] Vid. Periódico La Jornada, México, Marzo 2000.

[16] Vid. Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía y economía en el joven Marx. Los manuscritos de 1844). Ed. Grijalbo, México 1978. P. 17.


Friday, December 24, 2021

! VIVA CHILE !

 

UNA NUEVA ÉPOCA PARA AMÉRICA LATINA Y EL MUNDO HUMANITARIO.

Sandra Cantoral.

Corresponde a Marzo 2022.

Recuperamos entonces la resistencia en la lucha histórica por la dignidad en este siglo XXI, que sigue pendiente, cómo en el siglo de las luces se tenía que enfrentar e ‘interpretar socialmente’ un mundo ideal abstracto, en las representaciones del sujeto, que se desplegaba románticamente ante otro que descarna al ser en su sobre vivencia. Por ello Lope de Vega pensó que efectivamente sólo “el amor domestica la felicidad del salvaje… por ello sólo la cultura renacentista establece el orden básico sobre el que se erige la sociedad”[1]. Pues en la sociedad de las multitudes no se ha terminado de entender la complejidad humana de la dignidad, que es centro y fundamento esencial de la identidad del yo, del sujeto histórico social, como una fuerza hegemónica que se le impone, como campo de batalla, en donde debe defender la dignidad humana, porque ahí se sintetiza, de manera más auténtica y expresiva su propia libertad,  igualdad en equidad y la justicia de la ley verdadera, la autoridad y el respeto legítimos, como hechos concretos, reconocidos por la solidaridad intersubjetiva  e intercomunicativa, con base en el respeto a la diferencia y a la igualdad social.

 

Hoy se conoce aunque sea por una minoría con cierto capital cultural que la emancipación social, la equidad, la libertad, la justicia y la integridad humana con PAZ y FELICIDAD, es posible como una construcción de transformación humanitaria para el mundo, porque los logros sociales son conquistas históricas,   no como algo, sin sentimientos en cuanto a la memoria histórica; por ello el interés de cultivar la sensibilidad, racionalmente sensible, en el comportamiento de la representación cultural de grupos humanos precisos, asumidos como actores sociales de una época y generación en permanente transición histórica, como expresión sintética histórico-social, histórico-cultural e histórico-político -como lo plantea Gramsci atravesando y superando la ideología-, lo que exige saber sobre las particularidades del sujeto, de sus matices diferenciados por  la tipología de sus distintas expresiones culturales, que dan cuenta del grado de consciencia sensible que se tiene de sí mismo, a través de su otredad, manera individual, grupal, social, histórica, o comunal como lo deja ver el pueblo Chileno que ya atravesó la POLÍTICA NEOLIBERAL privatizadora del sistema capitalista en plena decadencia -Lenin lo aclaró en el Imperialismo fase superior del capitalismo-; así vemos hoy sobre el bien común de las mayorías en procesos verdaderamente democráticos de trabajo colectivo creativo, superando las relaciones de explotación y de dominación, porque lo ‘ideal’ es que el sujeto tenga el dominio pero de su propio cuerpo, trabajo y calidad moral, para explotar sus capacidades humanas al máximo, como   algo nuevo  que  pone al servicio de los demás, en  la figura de mandar obedeciendo -como dicen hoy día los indígenas en Chiapas- en sus proyectos educativos autónomos, a pesar de sus contradicciones internas y externas, que se van puliendo y superando en la lucha social, en donde su máxima virtud es el entramado del hecho educativo puesto en acto a través de los medios masivos de comunicación y protección pública de masas en el contexto nacional, local e internacional, como un esfuerzo político-pedagógico más en el registro de la historia de la humanidad, como los ha habido en otros contextos de comunidades sensibles de su ser social, para poderse pensar y comprender a sí mismo, en momentos de superación cultural, entre la clase social proletaria y la clase social burguesa, como clases fundamentales en la lógica de acumulación capitalista.

 

Entre estos parámetros de la calidad ético-moral en la sensibilidad del ser social, que tiene una historicidad desde los valores  renacentistas, se desarrolla el sitio en donde “el honor sería la cristalización de la virtud en el hombre noble, mientras que la honra sería el premio a las cualidades virtuosas”[2], porque la nobleza se entrevera con lo salvaje de las civilizaciones que construyeron el mundo moderno, en donde “las bondades del Estado y de la aristocracia son capaces de crecer en el seno mismo de un monstruo…”[3], por lo que el sujeto del mundo moderno ha aprendido a resistir los monstruos de sus entrañas, porque aun no sabe cómo educar sus instintos que encubren el sueño del ideal occidental,  sin reconocer la pérdida de su amor por sí mismo, dentro del contexto real y descarnado del sitio angustiante de la sociedad burguesa, obsesionada por el poder jerárquico y de rapiña, en la deshonestidad, la corrupción, el cinismo y la injusticia social, que se va perfilando en una contrahegemonía de mercados, pero ahora en contra de la barbarie de las culturas más ignorantes y arrogantes del mundo, como es la norteamericana.

 

En esta situación de clase en la identidad antropológica del sujeto se expondrán ahora las formas del despliegue el los distintos tipos de sensibilidad, vivida a través de “la ideología expansionista del capitalismo y la moral conservadora[4] del Siglo XVIII, en este contexto se va acuñando el gran mito del hombre salvaje: prosaico, arrepentido y solitario”[5] en esta confusión entre un mundo real de elección en el movimiento social de ofensiva y de resistencia; y un mundo ideal de ensueño solitario; que encarna culturalmente el pensamiento y la risa, aquella risa del individualismo extravagante, que representa la gran feria de la ironía existencial, el gusto y el disgusto como símbolos emblemáticos[6] entre las jerarquías de poder artificiosamente creadas y cerradas en la incomprensión mercantil y senil del cuerpo; del cuerpo que sufre y se oculta en su egolatría esquizofrénica de la fauna humana, que se reduce a la vez a la astucia de la razón artificial en ese sentido del ideal romántico de los suspiros -acuñado en la historicidad-, y de las búsquedas vengativas por el poder deseado por las élites económicas, políticas, militares y culturales, del cual se trata en la postura filosófico-antropológica en la siguiente parte de este texto sobre la sensibilidad del ser social ante la violencia ejercida a los derechos humanos, incluso en la Comisión de Derechos Humanos Internacionales, como igual en la Organización de las Naciones Unidas, que sirven de comparsa al gran capital imperial, sin embargo tenemos consciencia de la propuesta mundial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para pedir en la ONU, que los magnates del capital abonen anualmente un porcentaje mínimo dadas sus altas ganancias, para combatir la desigualdad humanitaria mundial, gran ejemplo para el mundo y para la esperanza de América Latina, entre otros continentes que navegan por el mundo altamente tecnologizado, sobreviviendo como migrantes o en el mercado de drogas en la barbarie más grande de la historia, como escoria social y, muchos más que no se atreven a ello, sobreviven como en la era de las cavernas, en hoyos negros de las ciudades, pueblos y grandes metrópolis mundiales, la esperanza resurge con la generación milenia como es el presidente de Chile Gabriel Boric.

 

Este ser social, ya  reconoce el poder enfermizo de las mentalidades que conduce a la soledad melancólica y triste del salvaje moderno, que es impotente para enfrentar-se a través de la auto-formación y el trabajo político crítico de la militancia comprometida con su clase proletaria o burguesa -matizadas en sus fracciones y sectores de clases subalternas-, con base en una teoría y estrategia de lucha práctica, al identificar al hombre desplegándose culturalmente como “…una bestia vanidosa que cree, equivocadamente, que es la única criatura racional capaz de hablar y que ocupa la cúspide de la creación… -Suift, pensador inglés lo refiere así:- …usando muchas palabras a las que no asignan una idea. Me supongo que son deidades imaginarias, como justicia, honor, religión, verdad, amistad, lealtad, piedad, caridad, misericordia, bien público, y muchas otras que llenan sus discursos; pero qué significan no lo he podido todavía descubrir, aunque tengo la fuerte sospecha de que no tienen ningún significado”[7].

 

Así las palabras huecas del hombre ilustrado se han mostrado como la herejía más erótica de la antropología cultural, en donde estas culturas mestizas alumbran como posibilidad cultivada a conformar-se en otro contexto, sin dejar de ser lo que han sido; en donde sea reflexionado y destacado lo más sublime de lo inconmensurable simbólico, que necesita trabajar-se en torno al poder humano de un mundo plural y abierto; porque se anuncia la resistencia al dominio y la desconfianza de la vigilancia, para los sospechosos de rebelión; ya que se denuncia cada vez más en el acto contundente, la confianza y seguridad brindados en el seno más afectivo que se cultiva en la influencia familiar y en la resistencia contra las burocracias administrativas tecnócratas, del influjo escolar por ejemplo; en donde las criaturas pueden (poder del trabajo cotidiano) ser formadas en el cultivo del afecto para desarrollar a su salvaje artificial interno, en el mundo cultural de otra racionalidad sensible más humanizada, justa, democrática y en libertad.

 

Razón sensible, que al tener que comprometer-se por su propia elección, identifique de manera significativa lo deseado individual y colectivamente, y se enfrente al sujeto histórico que es él mismo en lo más profundo de su trauma encarnado y aún no superado;  se trata de que padezca las diversidades de su propia cultura en el ámbito de la otredad y la diferencia, con un afán de construcción democrática en equidad, porque “será únicamente mediante un proyecto estratégico de una sociedad sin mercado ni Estado represor que el nuevo milenio abra los caminos del futuro para ese ‘pequeño género humano’[8] que puebla las tierras de Nuestra América.

 

Esta es la tarea del futuro”[9], es decir, la tarea educativa de descentramiento del sujeto histórico, en donde se tenga que superar la primera ilustración burguesa machista y construir una ilustración racional sensible en igualdad de ánimo y entereza, sin mentiras y abusos, con base en una justicia natural entusiasta, autónoma y diferenciada cualitativamente, de la lógica occidental capitalista, y por encima de la letra de su ley, con base en la comunicación abierta  y plural, matizada entre los iguales, aquellos que se reconocen y se agradecen momentos comunes de emancipación social, en donde las condiciones materiales y culturales se llenen de un valor simbólico comunitario, en las figuras de pensamiento o representaciones de las diversas identidades del ser social e individual en la nueva organización política de la cultura con definición de clase, como invención y reflexión posible de la actividad, es decir de sus necesidades de formación sobre un comportamiento individualcolectivo de mutuos reconocimientos en el enfrentamiento ante la violencia, la injusticia y el terror. Por eso hoy en pleno siglo XXI, los chilenos salieron a las calles a votar por construir la democracia de Chile y del mundo, algunos sin sus ojos, que los milicos les valiaron, pero hoy tantos héroes de la historicidad humana, nos dices, salimos porque !YA PERDIMOS EL MIEDO!

 

Por lo que la identidad cultural en los procesos educativos o de humanización de hoy en día, referido en el despliegue de la modernidad neoliberal, tendrá que tener un sentido mítico  de la esperanza del porvenir social, para arribar a su compresión más sensible como el eje articulador de un tono y un ritmo, que den sentido a la simbología mestiza y occidental a la vez, puesto que ambas partes son la constitución sincrética del ethos barroco aquí considerado; pero tendrá que  ser un eje autónomo y plural, no restringido y cerrado en su ensimismamiento eurocentrista y egocentrista, producto de la lógica de exterminio colonial y neocolonial; por lo que en el orden de las ideas  en torno a  la categoría de identidad, se requiere de una nueva re-interpretación más crítica de la autoconciencia humana culturalmente entendida como eticidad, para arriesgarse a tener que elegir cómo morir, es decir cómo vivir entre la muerte de los que ya han caído en la lucha de resistencia social;  como lo que siempre está por llegar, pero que ya hace presencia cultural en los contextos, textos y pretextos más sensibles y particulares de la pregunta que interroga por el ser, en esa búsqueda y encuentro con una identidad de palabras y acciones sensibles y diferentes al modelo occidental impuesto, pero que a la vez se auto contienen, se le vigilan y se controlan militarmente con razones o instintos, matizadas así sus diferencias, de acuerdo a su condición cultural de clase y de consciencia constituida.

 

En este ensayo se recuperan enseguida las diferentes posturas filosófico-políticas de antropólogos sociales contemporáneos para comprender de mejor manera el proceso chileno, que marcan ejemplo para que junto con Cuba, Nicaragua, Brasil con Lula, México con AMLO, Chile con Boric, Ecuador, Perú, Venezuela y los que se siguen perfilando como Argentina y Centroamérica entre otros levantemos la voz que es milenaria de CIVILIZACIONES nobles e íntegras, que aportan elementos acerca de las representaciones en la identidad del sujeto histórico social, destacando el contexto simbólico de las culturas; con base en los distintos planteamientos acerca del simbolismo cultural que trabajan  estos autores, como son  Paul Ricoeur (Francia), Ernst Cassirer Alemania), Cliffort Geertz (Estados Unidos), Michel de Certeau (Francia), Charles Taylor (Canadá) y Jürguen Habermas (Alemania), para saber cómo se crea el sentido cultural desde una hermenéutica simbólica en el contexto de la modernidad neoliberal, a partir de reconocer la imagen o representación de sí mismo.

 

Se hace necesario, estudiarlo  como un proceso fenomenológico en las ciencias sociales y específicamente en un sistema educativo capaz de resignificar hermenéuticamente su realidad política, económica, militar y cultural;  constituyente de la identidad antropológica del ser en sociedad desde la condición esclava hasta las nuevas formas de racismo, discriminación y explotación en el dominio social, en la complejidad de la hegemonía imperialista cotidiana, y en sus representaciones simbólicas, en la hegemonía de la razón instrumental más simples, entre el estado de bienestar y el estado de guerra -que refiere H. Marcuse[10]-, en donde lo que está escrito al reverso es falso, porque lo que está escrito al reverso es verdadero, en su tipología relativa a la  historicidad del movimiento social en la lucha de resistencia; porque como opinan los pedagogos críticos, no es suficiente tener la razón histórica, también es necesario prepararse para la resistencia y la toma del poder, como para conformar una estrategia-táctica de largo alcance en la lucha economíco-política y socio-cultural con un sentido de humanidad ético-moral enaltecido por las civilizaciones y virtudes humanas más nobles.

  

Sensibilidad histórica

La sensibilidad histórica entra en la discusión entre la hermenéutica del sí y la creencia de opinión, en donde el acto es el mal y el cuerpo es virtual, ahí la figura de interpretación histórica, es que el deber ser, aparece en las representaciones del sujeto como  generosidad, tamizando las ideas del ser y el no ser, como preparación moral, reflexionando sobre el ingenuo existencialismo, como ‘amigo de las formas’ y demás significaciones, que hablan sobre el sentido de la formación del ser verdad y el no ser verdad, al someterse a la imputación, como un actuar fundamental, para entender la alteridad y el autoconsciente interno del sujeto, como términos emblemáticos (pasividad-exterioridad), o como símbolo atribuido, el cual toma sentido a través de los mitos griegos para Ricoeur, como podrían ser cualquiera otros mitos culturales de la sensibilidad histórica plasmada en las diversas culturas.

 

REFLEXIONES  DE  RICOEUR SOBRE LA

SENSIBILIDAD HISTÓRICA

 

El pensamiento filosófico de Paul Ricoeur, quien nace en Francia en 1913, se fundamenta en la identidad del ser mismo con base en lo vivido. A través del estudio de los filósofos del Siglo XIV, como Santo Tomás de Aquino (1225), Pascal y Montesquieu, entre otros, abre la polémica en contra de la filosofía metafísica idealista.

Como profesor de filosofía en la Sorbona de Francia (1960-65), abarcó la obra de Freud y el psicoanálisis, desglosando la categoría de fuerza (pulsión, carga, condensación, desplazamiento, represión, sentido de pensamiento, deseo, intencionalidad, absurdo, disfraz, interpretación e interpolación, en donde el mito se convierte en complejo de Edipo. De Freud toma, el problema de la culpa, el sufrimiento inmerecido, el conflicto de las interpretaciones, como un anclaje subjetivo de su verdadera deontología.

A partir de  esta filosofía reflexiva o fenomenología, aparecen Descartes, Hume y Bergson, ello con base en un sentido del realismo naturalista, de ahí nace su resistencia a los argumentos de Aristóteles, Descartes y Kant, de este último descubre el cruce entre imaginación trascendental y receptividad de la sensibilidad, como vínculo de entendimiento, pues el fundamento de su filosofía consistió en afrontar los problemas sin evadirlos.

En el hito de su época, analiza a Montaigne, Pascal, Voltaire, Rousseau, en donde se abarca el mundo de la naturaleza, la psicología y de la cultura, ahí la figura de hombre está precedida por las implicaciones en la palabra de Dios fundamentada en una visión ontológica; lo cual va desarrollando con una función poética en el mensaje que permanece, y que por sí mismo comunica, en su parte dialéctica entre el sentido literal y el sentido oculto.

Su sentido de totalidad, parte de lo sagrado, de la comunicación, del respeto moral, de lo que se concluye como propicio, en donde el símbolo y la metáfora, que para él es como un poema en miniatura, por su contenido mítico y preverbal, aparece como algo sagrado en el propio inconsciente colectivo. Por ello reconoce en los antiguos ese sentido medio retórico y medio demagógico, con variaciones en las significaciones  del tropo, como figura del discurso, es decir, en el sentido literal de las palabras, que puede contener algo de eso sagrado, entre lo que no se dice, porque aún no se puede explicar.

Así apreciamos que la filosofía de Ricoeur es abarcable del todo, atravesando por la lógica, la epistemología, la estética, la ontología y la ética; entendiendo al humanismo, como la negación misma del sujeto, en donde el sí mismo, es el otro, pero el otro igual en una dialéctica que representa el bien de todos, a través del lenguaje como estrategia, instalada como vivencia, con fundamento en el respeto por el otro, como algo semejante. Por ello ve en la ciencia, entendida también como un mito, que puede ser un poder o medio para doblegar o legitimar, de ahí el sentido de la transparencia, en el pensar la referencia identificable, que se entreteje en la posición ética del nivel conceptual en el acto mismo de la vivencia.

Así se abren las dos fuentes de moral y de religión de Bergson (1859-1941), la teología de Karl Barth (1886-1968 en Suiza), como religión sobrenatural revelada. En este sentido en Ricoeur, influyen Bergson, Léon Brunschvieg y Jean Nabert. En la Sorbona, encuentra también a Léon Robin y a Henri Brehier (filósofo-historiador). Otra influencia sobre la filosofía existencial la tiene de Gabriel Marcel, y de Edmund Husserl en su filosofía descriptiva. También frecuentaba a Jeanne Delhomme y Jeanne Parain en tertulias filosóficas de la época, en donde debaten las categorías del a priori, la verdad, lo real y el sentimiento de injusticia entre otros.

A través de Sartre en 1941, Ricoeur entra al existencialismo de las mediaciones metafísicas, como son la encarnación, el compromiso, la invocación, el absurdo y la esperanza. De Jaspers, recupera las categorías de soledad, muerte y fracaso. Y de Husserl abre el tema de la intencionalidad, para tratar la fenomenología descriptiva, que es como dar una vuelta hacia adentro -dice-. De Max Scheler trabaja las categorías de percepción, imaginación, voluntad, afectividad y aprehensión de valores.

El sentido de muerte de Ricoeur lo toma de su concepción protestante y de su propia vida, pues él es huérfano de padres, su padre muere en la guerra de 1915, por lo que es educado por una tía materna soltera. Para 1945 él ya tenía a sus tres hijos, de los 5 que fueron, pero también se tiene que enfrentar con la muerte de uno de ellos que se suicida, en este sentido comprende bien cómo todas las relaciones de la vida son signos. De manera que en el cruce entre la Semántica de la fenomenología del sentido de Husserl, y la Semiótica como oración real, es donde se ve la dialéctica del acontecimiento y el sentido del discurso. En este contexto escribe el Conflicto de las interpretaciones, en donde aparecen los dobles sentidos, la diferencia entre las categorías de explicación (símbolo) y de comprensión (signo).

Plantea que la ejecución de Saco y Vanzetti, que son anarquistas en Estados Unidos durante 1936, fue lo que despertó su conciencia política, empezando a vincular el sentido del pensamiento con la acción misma, a través de André Philip, Karl Barth, con base en una convicción socialista. Su tesis se fundamenta entre lo voluntario y lo no voluntario, como actos representativos del límite. Así expone cómo el mito va comprendiéndose de diferentes maneras, desde una Semántica de superficie, que es ingenua y superficial, y otra Semántica de profundidad, en donde se da el estadio necesario de la crítica con fundamento, que se bifurca en un objeto verdadero de la comprensión, al partir de un enfoque objetivo a otro subjetivo, como algo expuesto frente al sujeto. De ahí va cobrando sentido el lenguaje del discurso, como acontecimiento, como predicación y como dialéctica del discurso y del sentido, en donde se estructura la comunicación, como un intercambio de mensajes; de manera que la función simbólica se encuentra en el ámbito de lo social, y éste es simbólico.

En esa  búsqueda de correlaciones interpretativas ingenuas y profundas, como un compromiso en el uso de sentido en la comunicación cultural, como momentos de superación y autonomía, que son formas colectivas de humanización o de maduración en el proceso de apropiación, ahí se dejan ver las competencias de la modernidad, como la destrucción individualista, el nihilismo descalificador o la falta de reconocimientos, en donde cobra sentido el círculo hermenéutico, pues Ricoeur, utiliza la semántica como lo dicho y el propósito de lo dicho, de ahí aclara que el discurso, como lugar de interacción, distingue tres momentos: la interlocución, la mediación de signos y la referencia del discurso.

Ricoeur plantea, que la fenomenología de la percepción, sólo es la preocupación en el mundo, recuperando a Heidegger, a través de otra historia; y que lo visible y lo in-visible, que plantea Merleau-Ponty a través de la emoción, hábito, en el involuntario absoluto del carácter, lo existente, la vida, el inconsciente,  es precisamente el campo de la filosofía existencial, que conlleva una ética implícita de la época, como dominio y consentimiento, en la dialéctica del actuar, del carácter, el inconsciente y de la vida, en donde el límite es justo el campo de la afectividad, desde la posible posición de ese dualismo y monismo, representado como el actuar o el padecer.

En este sentido existe todo un proyecto de antropología filosófica, como totalidad orgánica, que comprende el tener, el poder y el valer, en un régimen de la voluntad y empirica de las pasiones. En todos estos sentidos menciona a Jaspers en los años 50. De donde se desprende la simbólica del mal en los años 60, como una empíria de esas pasiones. De esta polémica aparece Tiempo y narración, explicando que querer no es crear. En esos años publica Finitud y culpabilidad, en donde el estructuralismo, era el Modelo Universal de explicación, desde ahí Ricoeur habla del Sujeto pensante, actuante y sintiente, y va descubriendo al sujeto actuante como Otro.

Nos remite también a la desgracia del yo, como un yo egoísta, que es la consciencia subjetiva en Hegel, al distinguir el pasaje Etico Justo, para quien no hay negro/blanco, sino un entre gris y gris, ahí se dirime la existencia de lo bueno, lo malo y lo peor, como sobre vivencia. Aquí el sujeto habla, actúa y se narra, refiriendo al cuerpo padecido, en el amarse humildemente a sí mismo en cualquier Otro (Jesucristo).

Es interesante, ver que Ricoeur, no tiene ligazón en Hume, quien opone el juicio de valor al juicio de hecho en lo moderno del positivismo, en donde sólo se da una fenomenología del hombre actuante y sufriente, para identificarse con otros en un relato de vida, y en la convención la ética, simboliza lo bueno y lo malo del mundo, pasando del estilo teleológico al deontológico de la moral, que finalmente se descubre como el digno de estima, porque en la creación se requiere de un imaginario libre, para pasar por el amor, el odio, el goce, el sufrimiento, la inocencia, la culpabilidad, el bien y el mal. Así la justicia se convierte en equidad, o sentido altruista, pero no desde el idealismo occidental,  por lo que, Paul Ricoeur propone, una fenomenología hermenéutica, aplicada a las estructuras en sí, con base en tres elementos de mediación metafísica y moral: la estima que se dirige al hombre capaz; la promesa mantenida y la convicción íntima.

Con el suicidio de su hijo en 1986 y la muerte de Mircea Eliade, esa situación lo hace reflexionar entre la Obra y la No obra, comprendida como El mal, es un desafío a la filosofía y a la teología, en un camino de Consentimiento o de Sabiduría, así reconocemos la riqueza interpretativa de la obra de Paul Ricoeur acerca de la sensibilidad histórica, del sujeto del autorreconocimiento, en su expresión simbólica de la realidad concreta, en la sensibilidad de lucha social, que recuperamos de la antropología filosófica del pensamiento de Ricoeur.

 

REFLEXIONES DE CASSIRER SOBRE LA

SENSIBILIDAD HISTÓRICA

En la postura del antropólogo alemán Ernst Cassirer (1874-1945) sobre la sensibilidad, es importante destacar  que una vez creada una teoría antropológica de la identidad,  el sujeto   aparece en la escena de los hechos históricos como protagonista responsable de la construcción cultural y producto  de ella,  surge la interpretación simbólica de la realidad, la cual comienza a ser reconocida y teorizada en los procesos de conocimiento como expresión sensible en la constitución de la conciencia social e individual.

 

Ernst Cassirer  preocupado por el lenguaje del hombre moderno, elabora una profunda teorización de los mitos y de la filosofía de las formas simbólicas, en donde lo real y lo ideal parecen confundirse en el desarrollo del mundo intelectual, de manera que este autor contemporáneo, que ubicamos desde los años de 1940, después de la Segunda Guerra Mundial, nos plantea que “el hombre moderno parece que tuviera que olvidar todo lo que ha aprendido en el desarrollo de su vida intelectual. Se le induce a que regrese a las primeras fases rudimentarias de la cultura humana. En este punto, el pensamiento racional y el científico confiesan abiertamente su fracaso; se rinden ante su más peligroso enemigo”[11].

 

Lo que nos importa destacar en este subapartado con base en su Mito del Estado, es plantear algunos rasgos de quién pudiera ser este enemigo del hombre moderno desde la concepción de los mitos y el lenguaje simbólico que plantea Cassirer, lo cual también es real y concreto, dando una explicación del origen entre el mundo escindido de la espiritualidad y la materialidad objetiva, y que se torna demasiado confusa en la lógica acumuladora de capital y sus implicaciones, en cuanto a los valores ético-morales universales de responsabilidad, respeto, libertad, derecho, equidad, justicia, igualdad y solidaridad; por ser principios de la vida cultural en comunidad, lo cual implica un proceso de autoconsciencia particular y universal cada vez más abarcativo y permanente que exalta nuestro autor, recuperando  el periodo ilustrado.

 

El periodo de Ilustración, o esplendor de las luces durante el siglo XVIII, se sintetiza en cualquier sujeto contemporáneo, de manera particular -como ya hemos estudiadodo-; es decir,  en una multiplicidad de expresiones de su identidad; este periodo se vivió como una conciencia ingenua,  primero en Alemania, Francia e Inglaterra, ello se define por el reconocimiento al poder de la razón como una fuerza, pero no como un principio de eticidad, pasando un largo proceso de entendimiento por los pensamientos más críticos, de acuerdo a  tiempos y espacios diferenciados que han ido dando el sentido de lucha social en la vida científica, tecnológica, artística y humanitaria, dentro de un mar de contradicciones en el uso de estos avances culturales, que se enfrentan como ganancia privada y como servicio con calidad humana, al reconocerse como producción social.

 

En  donde los saberes que habían estado encarcelados entre el mito y la religión cristiana desde una mentalidad ingenua, como expresiones político-ideológicas de la cultura hegemónica   -conciencia escindida o conciencia desgarrada, dice Hegel-[12], en el conocimiento de la época denominada romántica por su ingenuidad y frescura, llenó un ambiente de dogmas, de temores, de inhibiciones, de represiones, preguntas y respuestas cerradas y absolutas; con un sentido de muerte que ocultaba ideológicamente la vida, pero a la vez sostenido por  un esplendor de belleza, de pasión, de ironía, de compasión, de ternura, de resignación, de ilusiones, de imaginación, remordimientos y fantasías desatadas, a través de la producción del arte, la ciencia y la tecnología, como pura abstracción del ser en sí o de la coseidad existencial.

 

Pero no tuvo la entereza de una conciencia independiente que es para sí en su ubicación de praxis histórico social transformadora, dado el desconocimiento filosófico-cultural y el vencimiento del miedo ante la bondad,  la verdad y  la belleza; por lo que se requiere desde esta época, hasta la síntesis de ella en una multiplicidad de expresiones culturales hoy día, de una formación espiritual profundamente humanizada para lograr una vida material más equitativa, más liberada de injusticias e ignorancias, desde aquellas que son más particulares e individuales hasta las más generales y específicas, que se pueden tipificar por sus evidencias,  memoria y testimonios, en donde los culpables y los no culpables nunca quedan ilesos. Por eso se trata de propiciar una Segunda Ilustración con base en actitudes y comportamientos a partir de una  equidad humanizada, es decir dialógica y de consensos, en expresiones posibles y concretas de mutuo entendimiento, no de falsedades, evasivas y silencios de desconocimiento u olvido para la destrucción de mundos posibles con formas comunales de producción, lo cual es un fenómeno de construcción histórico-social, que avanza la cultura de la dignidad, sin atropellar la  integridad de nadie con hipocresía y mentira en las relaciones de calidad moral dialógica a través de los lenguajes que siempre son simbólicos en las representaciones humanas de las distintas culturas. Vamos por buen camino Chile.

 



[1] Ibid. P. 110.

[2] Ibid. P. 119.

[3] Ibid. P. 124.

[4] Ibid. P. 133.

[5] Ibid. P. 138.

[6] Vid. Beuchot, Mauricio y Samuel Arriarán. Filosofía, neobarroco y multiculturalismoop. cit.  P. 47.

[7] Bartra, Armando. El Salvaje artificial. P. 154. Apud.: Swift, The most wonderful wonder, that ever appeared to the wonder of the British notion,, referencias tomadas de la edición de George A. Aitken, en The Life and Works of John Arbuthnot.

[8]  Vid. Echeverría, Bolívar. La modernidad de lo barroco. Ed. Era, México 2000. 231 pp.

[9] Vid. Dieterich, Heinz. Identidad Nacional y Globalización. La tercera vía. Crisis en las Ciencias Sociales. Ed. Nuestro Tiempo/CLA, México, 2000. 170 pp. P. 6.

[10] Consúltese. Marcuse, Herbert. El hombre unidimensional. Ed. Joaquín Mortíz, México 1992. P. 70.

[11] Vid. Cassirer, Ernst. El mito del Estado. Ed. F.C.E., México 1974. P. 8

[12] Vid. Hegel, Federico. La  fenomenología del espíritu. Ed. F.C.E., México 1993. 483 pp. En la Pág. 128, hace referencia a la conciencia desventurada que es la conciencia de sí como de la esencia duplicada y solamente contradictoria, refiriéndose al momento ideológico como sistema de ideas que no deja ver el objeto natural, social y cultural tal como éste es.