Jallalla Bolivia, el retorno de Tupak
Katari.
Carlos Figueroa Ibarra.
¡Jallalla
Bolivia! ¡Jallalla Tupak Katari!. No puedo resistir la tentación de empezar
este artículo con la palabra que hoy se ha vuelto lugar común para referirse a
lo que ha sucedido en Bolivia el 18 de octubre pasado. Jallalla Bolivia,
Jallalla Tupak Katari, viva Bolivia, viva Tupak Katari. Pero también esperanza
para Bolivia y bienaventuranza para ella. Felicidad, buena fortuna, buena vida
para Bolivia. Que así sea para la patria de Tupak Katari, aquel líder aymara a
quien se le atribuye haber dicho cuando iba a ser descuartizado por su
rebelión: “Volveré y seré millones”. Tupak Katari ha vuelto convertido en los
millones de bolivianos que votaron por el MAS, por Luis Arce Catacora y David
Choquehuanca Céspedes. Votó el 87% de los ciudadano/as inscrito/as en el padrón
electoral. La fórmula progresista, de acuerdo a la encuesta de boca de urna,
obtuvo el 52% de los sufragios contra el 31% de Carlos Mesa y 14% de Luis
Fernando Camacho. Lo que significa que la izquierda progresista derrotó
contundentemente a la derecha neoliberal y a la ultraderecha de tintes
neofascistas.
La
victoria rotunda del MAS cosecha lo que hizo el gobierno de Evo Morales
(2005-2019) en Bolivia: el producto interno bruto (PIB) de ese país se
triplicó, al igual que el ingreso anual per cápita; redujo la extrema pobreza
de 38% a 15% y colocó a la mayor parte de la población boliviana en ingresos
medios; invirtió la proporción de la propiedad del gas y lo empezó a
industrializar. De igual manera comenzó la industrialización del hierro, mutún
y litio, se incrementó la productividad agropecuaria y se promovió el turismo.
En Bolivia se promulgó una ley que obliga a los bancos a prestar 60 por ciento
de su cartera en proyectos productivos y de vivienda de interés social. En
pocas palabras el país vivió un auge económico en el cual la justicia social se
puso en primer plano. También se promulgaron medidas que dignificaron a los
pueblos originarios y estos ocuparon un lugar en la vida nacional que antes no
habían tenido.
La
victoria del MAS obliga a una autocrítica tal como lo han dicho sus propios
dirigentes y candidatos. Una enorme ventaja de este triunfo es que se ha
despersonalizado el liderazgo del proyecto del Estado Plurinacional de Bolivia.
Ya es un lugar común aseverar que fue un error el que Evo Morales buscara
evadir los apretados resultados del referéndum de febrero de 2016 que le
impedía buscar un cuarto mandato. Este hecho dio margen a que la derecha
difundiera la idea de un gobierno dictatorial, que propalara que hubo fraude en
las elecciones de 2019 y finalmente que disfrazara el golpe oligárquico militar
de una suerte de restauración democrática. No hubo fraude y si hubo golpe en la
Bolivia de 2019. Hoy, más temprano que tarde Evo Morales regresará a Bolivia,
será un líder moral de su pueblo pero no ocupará cargos en el nuevo gobierno.
Acaso termine dedicándose a la agricultura como ya lo ha manifestado. Jallalla
Bolivia.
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