AMLO, CCE, Ramírez Cuellar: Tres planes de emergencia que acaso sean dos y uno en medio.
Carlos Figueroa Ibarra.
Carlos Figueroa Ibarra.
La epidemia del Covid-19 se volvió pandemia y con ello crisis económica mundial. Difícilmente los anhelos de crecimiento económico de la Cuarta Transformación evitarán el ser reformulados. La situación es grave y se volverá todavía peor para México en el mes de mayo cuando la peste llegue a su máxima expresión. Prueba de fuego para Andrés Manuel y su gobierno. Si logra salir con bien del túnel y logra administrar la vida y la muerte en las próximas cuatro o cinco semanas, saldrá fortalecido y una nueva estrella brillará en el firmamento político: Hugo López Gatell. No en balde la derecha ve en la epidemia y en la crisis que ha generado una ventana de oportunidades para destruir al presidente el cual está siendo sometido a fuego a discreción por los grandes poderes mediáticos.
Pero en el contexto de la pospandemia quedará resolver la crisis económica que implicará el decrecimiento del PIB en el menor de los casos en -0.1 y -3.9% (SHCP) y en el peor -5 y -9% (BID). México no sólo sufre la parálisis económica provocada por el Covid-19, sino resentirá la drástica reducción del precio del petróleo originado por el diferendo Rusia-Arabia Saudita, el decrecimiento del turismo, la caída de la economía estadounidense. En este contexto, el gobierno ha presentado un plan económico de emergencia de voluntad posneoliberal. Y también lo ha hecho el Consejo Coordinador Empresarial así como a título personal el presidente interino de Morena, Alfonso Ramírez Cuellar. Habiendo conocido los tres planes de emergencia puedo resumir que ellos expresan en términos de Antonio Gramsci la diferencia entre “un espíritu estatal” y un horizonte “económico corporativo”. En otras palabras, la diferencia entre atender los intereses de la nación en su conjunto o defender los intereses de un sector pretendiendo hacernos creer, como siempre, que la defensa de esos intereses parciales implica el bienestar nacional. Esto es precisamente el éxito de la hegemonía de un grupo dominante: hacer aparecer sus propios intereses parciales como los intereses de toda la nación.
El plan económico de emergencia del gobierno implica llevar a 22 millones los beneficiarios de programas sociales, crear 2 millones de empleos, otorgar 2.1 millones de créditos de vivienda y apoyo a las PYMES, continuar con la inversión pública en los grandes proyectos ya anunciados, crear una sinergia entre la inversión pública, privada y social con una inversión en el sector energético de 339 mil millones de pesos ($23.50 pesos= 1 dólar EUA). Como apoyo a los empresarios se les devuelve el IVA y los tiempos oficiales de televisión y radio. El sustento financiero del plan es mantener la normalidad en la recaudación fiscal, usar el Fondo de Estabilización Presupuestaria, recursos guardados en fideicomisos, los ahorros derivados de la lucha contra la corrupción, los dineros recuperados a la delincuencia organizada y de cuello blanco, la austeridad republicana. En suma es un plan de inspiración roosveltiana: inversión pública para reactivar la economía, fomento del mercado interno y pleno empleo. Se ha dicho que el plan no es roosveltiano porque Roosvelt acudió al endeudamiento para sacar a EUA de la crisis. Pero el presidente López Obrador dice en la presentación de su plan que “se hará hasta lo imposible” para no aumentar la deuda pública, además de eventualmente acudir a la banca de desarrollo. Entre líneas: no es su primera opción, pero no la descarta. Recientemente el Secretario de Finanzas, Arturo Herrera, dijo que en caso se deteriorara más el escenario económico mundial “se van a tener listas otras medidas”.
El plan económico de emergencia del Consejo Coordinador Empresarial (CEE) en voz de su presidente Carlos Salazar Lomelín, camina en sentido inverso al de López Obrador. Andrés Manuel quiere repartir entre todos el costo de la crisis protegiendo a los más pobres. EL CCE quiere una vez más que el sector empresarial sea el menos afectado por la crisis. Por ello su planteamiento es: aumento de la deuda externa en 1 billón de pesos (4% del PIB), uso de los 243 mil millones del Fondo de Estabilización, uso del diferencial entre Deuda Externa Bruta y Neta (425 mil millones de pesos), condonación de pagos de impuestos y cuotas de seguridad social por 90 días y 60 días respectivamente y que el pago de estos impuestos y cuotas sea en 12 pagos hasta en el 2021. Una parte menor del dinero (100 mil millones de pesos) recaudado por endeudamiento, uso del Fondo de Estabilización y el diferencial de la deuda externa se iría a créditos a las PYMES. En el caso de los otorgados a la economía informal deberían ser condicionados: los informales recibirían esos créditos pero a condición de “formalizarse”. A la propuesta gubernamental de participación en la inversión energética, puede intuirse que quieren condiciones de mayor control en dicha industria como una condición para invertir. Mientras el CCE demanda que la economía informal pague impuestos, 15 de los grandes contribuyentes adeudan al fisco 50 mil millones de pesos. Además, la inmensa mayoría de los despedidos entre marzo y abril (85%) provienen de las grandes empresas. Finalmente como ya lo hizo ver la diputada Dolores Padierna, el gran capital no ha invertido ni un peso de los 431 mil millones que se comprometió en noviembre de 2019.
Llamó poderosamente mi atención el que Salazar Lomelín dijera que el plan de emergencia de Morena era muy similar al que el CCE estaba presentando. Más aun, dijo que el CCE se había reunido con “la Comisión Política” (acaso se refiera a la Junta de Coordinación Política) de la Cámara de Diputados y que todas las bancadas (incluida la de Morena) estuvieron de acuerdo con el CCE. No es exacto: una parte de la bancada de Morena ha difundido un video en el cual critica explícitamente a la propuesta empresarial. El presidente del CEN Alfonso Ramírez Cuellar, ha desautorizado dicho video y considera que únicamente servirá para profundizar el conflicto con el empresariado.
El CEN de Morena no ha aprobado ninguna propuesta de plan de emergencia. Más aun, estoy seguro de que la mayoría de los integrantes del CEN (a pesar de nuestras diferencias) apoyamos el plan del presidente. En efecto, la propuesta que Salazar Lomelín adjudica incorrectamente a Morena, es un documento que Alfonso Ramírez Cuellar ha difundido a título personal. Comienza dicho documento haciendo un elogio de la preocupación de Andrés Manuel por los más vulnerables, su manejo financiero honesto y disciplinado. Se pronuncia por mantener los programas sociales, fortalecer el empleo rural y condicionar la ayuda a los empresarios a no hacer despidos. Dicho esto, Ramírez Cuéllar expresa su escepticismo con respecto a que México cuente con recursos propios para enfrentar la crisis que ya existía antes de la epidemia. México verá mermado sus ingresos y el Estado aumentará sus gastos por lo que para hacer frente a la epidemia, proteger a la planta productiva y darle certeza al sector público y privado en la pospandemia, habrá que suspender las cuotas de seguridad social por 90 días, devolver el IVA, acudir a la banca de desarrollo y primordialmente recurrir al FMI para hacer válido un crédito por 61 mil millones de dólares, ampliar con esta institución otras líneas de crédito y aprovechar su fondo para catástrofes.
En suma, el plan de Ramírez Cuellar no es igual al del CEE pero comparte con éste un elemento sustancial: no nos alcanza el dinero, hay que hacer concesiones a los empresarios (las cuotas) y hay que endeudarse, específicamente hay que endeudarse con el FMI en un monto de decenas de miles de millones de dólares. Y harto sabemos que endeudarse con el FMI es un escenario indeseable para Andrés Manuel: es venderle el alma al diablo. No llegamos a la cúspide de la epidemia, nos faltan 4 semanas antes de llegar a ese punto. En unos dos meses México verá la luz al final del primer túnel, el de la administración de la vida y la muerte. A partir de ese momento contemplará los destrozos que el tornado viral ha dejado y estará ante la entrada del otro túnel, el de la recuperación económica. Entonces veremos quien tuvo razón.
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