Saturday, June 30, 2012



CONTINUACIÓN. Segundo escrito sobre la importancia de Lenin en la revolución social.

a)      En Lenin muy por el contrario encontramos uno de esos finos tejidos que asumiendo las tendencias e historias nacionales de lucha se les logra empujar al desarrollo marxista y la consecuencia socialista. De nada sirve insistir que todo vino de fuera y que las malas influencias nos dislocan el pensamiento (se decía en unos medios que todo fue culpa de la tercera internacional), de ahí hay que recoger sólo una parte de verdad, ligándola al sentido en que nuestra percepción de la teoría, nuestras pertenencias de clase, las condiciones del sistema de relaciones sociales en nuestros países y nuestras experiencias disparan una forma de disputar no siempre a tono con los temas y circunstancias que reclaman cierta puntualización, conocimiento del contexto y mucha reflexión.

Otras amenazas se ciernen, como el hecho de que sucumbamos a las experiencias inmediatas, el inmediatismo político y las condiciones que orillan a que sólo se aprecie una parte de la obra, a que adquiramos retazos de Lenin en el supuesto de que sean suficientes y los hechos no exijan más. Claro está que los hechos bien contemplados siempre exigen más, si además se contempla la perspectiva futura, agarrarse a todo ello de manera constante es un poderoso aliciente para asimilar a Lenin. Por ejemplo, los hechos de la Venezuela chavista de hoy sentencian la importancia de la organización del pueblo, sus posibilidades, su oportunidad; sin embargo, ver mediatizada la organización a las circunstancias es un peligro real, ahí en ese detalle resalta uno de los valores del leninismo.
Podemos combatir bien y tenazmente contra unas u otras amenazas del momento, trazar el cumplimiento de pequeñas tareas, mas si no logramos empaparnos y empapar del sentido de la crítica revolucionaria leninista sobre la sociedad, difícilmente vamos a romperla, en algún momento sus actos suprimirán aquellos esfuerzos o simplemente por obra y gracia de sus relaciones establecidas adquirirá una dinámica burguesa más afinada. Los revolucionarios en esa condición quedaríamos muy mal respecto del cumplimiento de nuestros fines, pasaríamos por buenos radicales y malos practicantes de los principios revolucionarios. Lenin no se llevaba la lucha en paz, toda su labor es muestra palpable de resistencia contra el estatus en todos los ámbitos posibles u obligados en que debía y debe contrastarse el carácter revolucionario de un movimiento social.
Ante nosotros se presentan estos pasajes de la línea leninista, lo clasista, lo organizativo, lo crítico, lo revolucionario, lo objetivo, lo amplio y lo específico. En el contexto de su formación y lucha, con todas sus semejanzas y desemejanzas de la realidad actual, se acrisolaron estos principios de compromiso con la transformación social para cimentar una de las grandes experiencias de masas sobre la sociedad libre. De su armonización se desprendieron importantes aportes que hoy gustamos asimilar para entender y actuar mejor en la vida social. Con estas herramientas Lenin pretendió crear conciencia sobre su tiempo, sobre la inevitable lucha de los explotados y oprimidos por el poder, por conducirnos hacia una sociedad comunista emancipada de todo tipo de relación de coerción, control y dominación social. Lenin el marxista buscó vertebrar el conocimiento de la realidad social para la práctica revolucionaria, contrastó las experiencias y carencias con las necesidades de corto y largo aliento en esa lucha colosal contra el zarismo, la democracia burguesa en su cuna, el imperialismo, la guerra civil y la todavía más profunda lucha interior por construir el socialismo. Combatió la fe y la credulidad para hacer prevalecer la conciencia crítico-revolucionaria de clase. Algunos, críticos de Lenin se empeñaron en su tiempo por exigir un Lenin apegado al estudio de lo que Marx se puso como temas centrales en su vida, tanto más se dice de Marx por no centrarse en los temas como Lenin, pero esos desenfoques del contexto, así como los reclamos frente a posiciones de estos dos grandes pensadores en situaciones específicas; nos alertan de las interpretaciones de por sí ya afincadas en prejuzgar sobre la base de otras vivencias sin molestarse en los planos en que trabajaron ambos revolucionarios, y todo para presionarnos para ponernos a decidir entre Lenin y el momento, cuando esta “elección” es incompatible con el punto de vista revolucionario.
Nos encontraremos con muchos puntos comunes, así también indudablemente con las apreciaciones válidas sobre el cambio correlativo de diversos postulados teórico-prácticos. Uno de tantos, de lo más primordial sobre la marcha de la lucha revolucionaria es el tema de las relaciones masas-partido o partido-masas, entre el sentido revolucionario organizado y las clases potencialmente revolucionarias. La naturaleza de las clases sociales oprimidas bajo el capitalismo (y de no tan nuevos sectores sociales), varía a tal grado que da pie a teorizaciones sobre su importancia, sobre las posibilidades generales para todos los componentes populares de asimilar las ideas de Lenin y de luchar por estas. Puede detallarse al máximo ese campo, los grandes problemas acarreados y la insolubilidad en que han quedado en la historia, mas siempre queda el margen entre lo propiamente posible de organizar y la naturaleza de una organización revolucionaria lo más fiel y centrada en su misión de clase.
Ayudar a visualizar el fondo revolucionario de la teoría y práctica de Lenin en un mundo en que uno afronta tantas interpretaciones, correcciones, rechazos, santificaciones es una finalidad de quienes reivindican el pensamiento de Lenin. A modo de recordatorio sobre su obra debemos subrayar el papel que jugaron sus trabajos y sus labores. De esto cabe destacar:

1.      La cuestión de los mercados, escritos contra el populismo, El desarrollo del capitalismo en Rusia, trabajos organizativos con el corolario del ¿Qué hacer?, escritos tácticos revolucionarios, Materialismo y empiriocriticismo, El imperialismo fase superior del capitalismo, Las tesis de abril, El Estado y la revolución, la autodeterminación de las naciones, visualización de las tareas en la construcción del socialismo. Y una colosal pléyade de trabajos en que desenmascara día tras día, año tras año, al capitalismo, las clases explotadoras, el oportunismo, el revisionismo y el imperialismo. Paso a paso fue forjando las armas del proletariado organizado y sus aliados.
2.      A la par discurre su práctica militante: trabajo con obreros por difundir el marxismo y organizar sus reivindicaciones y luchas, ligar los grupos de revolucionarios, articular una prensa y propaganda revolucionaria, fundir los grupos superando su espíritu, admitir la necesidad de una organización centralizada con dirección firme y homogénea, aplicar y transformar tácticas al calor de la lucha, levantar cabeza para reorganizar nuevas batallas, afirmar la perspectiva revolucionaria tras la revolución de febrero de 1917, conducir al proletariado al poder, iniciar la obra socialista, direccionar el movimiento proletario, campesino, popular, comunista mundial.

De ello hay quienes sacaron por conclusión un Lenin ofuscado, un Lenin para quien todo es organización, acción y directrices, pero esto es simplificar tendenciosamente su vida y su obra. Lo que resalta por contraste es sin duda uno de los ejemplos más connotados en la historia de la humanidad, muestra de entereza, contundencia y consecuencia revolucionaria. La marcha de los acontecimientos vio alumbrar un mundo nuevo, un hombre nuevo, una sociedad libre que hoy a la distancia se tiene claro fue revertida, lo que abre muchos capítulos de debate revolucionario. Entre ellos, que conciernen a Lenin, está el de las supuestas insuficiencias teóricas en sus análisis, el desconocimiento que debió tener de algunos precedentes teóricos en Marx y Engels (manuscritos y la ideología alemana), la imposibilidad histórica de percibir otros aspectos de la lucha de clases, el carácter ruso como elemento local y limitado para impulsar el socialismo y la revolución mundial, eso y más en los ámbitos filosóficos, económicos, políticos.
Independientemente de las interpretaciones que esas otras obras hayan encontrado desde su primera aparición a la actualidad, probablemente haya algo de razón en todo, la cuestión es que pierde el enfoque en el cumplimiento de aquello que siempre sólo siembra las bases del futuro, no las establece nunca definitivamente, el interés por dichas obras vino a la par con el desarrollo de la ideología dominante como nuevos impedimentos a la organización de los y las explotadas y oprimidas. La enajenación, lo mismo que la conciencia está sugerida y propuesta en las posiciones de Lenin, en los planos que correspondían en una época y condiciones, jamás quedaron al margen ni relegados. No existe teoría ni práctica que pueda rematar finalmente la experiencia humana, tal es el arte que el propio Lenin fecundó quizá recogiendo aquellas palabras de que la vida es lucha, que la teoría es sólo guía para la acción, que el marxismo nos dio una meta fundamental. No se pretende aquí exculpar los errores de un revolucionario, los errores habidos son también parte de la obra, los tropiezos al igual que las limitaciones juegan su rol, revelan la ineluctable complementariedad de éste revolucionario en una colectividad, un tiempo y unas circunstancias con las cuales bregar. Así también por muestra encontraremos en la literatura internacional cuestionamientos sobre las polémicas y formas de sustentarlas o manejarlas por los bolcheviques (Lenin entre ellos a su cabeza), conflictos de una Rusia preñada de revolución, de divergencias, de clases y sectores en contradicción, manejos parciales de la lucha, posicionamientos, enemistades en el candor de abonar a la gran tarea destellos de conciencia, organización y consecuencia ¿Qué sociedad no ha pasado por esto? ¿Puede al menos Venezuela excluirse de la intensidad del debate sobre sus problemas sociales o de su propia lucha de clases? ¿Cabe recuperar el aspecto de la naturaleza del Estado burgués tan firmemente despellejado por Lenin?
La efervescencia del movimiento popular, vamos, del proceso general en Venezuela; llama a la lectura de Lenin, a una lectura lo más amplia posible, a una difusión sumamente extensa de su obra, porque remarca y esclarece el sentido que se quiere dar al proceso en esa condición revolucionaria que se viene esbozando. Quizá más que tratarse del nombre meramente de Lenin en lo que más hay que insistir es en el centro de su discurso, en el golpe decisivo, determinante a asestar al capitalismo, y eso es una premisa leninista por sobre todas las cosas. En la agitación obrera, o más propiamente en la agitación proletaria, enarbolar a Lenin a raíz de resurgir en la palestra, es una necesidad, también aquí lo más provechoso resulta de recoger y proyectar todo aquello que Lenin puntualiza de dicha labor. El debate de las ideas para organizar y despejar la lucha, que es recogido en tantos actos, particularmente requiere de ese aporte revolucionario que le proporciona nuestro Lenin. A diario afluyen militantes, lo que menos se quiere es dogmatizar, hay que refrescar las bases del leninismo, hay que recrear a Lenin en nuestra realidad latinoamericana. Recorrer a Lenin cual cuadras llaneras, extensa y profusamente. El estudio individual y colectivo de sus obras se hace obligado, ello es obligado mayormente dentro de la amplitud del difundirlo y enraizarlo, es tan importante y serio que ya requiere atención especial superando las viejas estrecheces marginales, desgastantes y poco contextualizadas en que antes esta labor debía darse por razones obvias ya superadas.
Lenin es patrimonio de los pueblos, el bolchevismo, el leninismo inmanente también aún en la complicación de todos sus debates. Es importante proyectar su conocimiento para engrosar la conciencia revolucionaria del proletariado, los campesinos, los sectores populares y la juventud. Toda su experiencia revolucionaria no debe quedar relegada al espíritu de cofradías, menos de mafias, no puede ser dislocada en academias anestésicas, hoy por hoy el máximo provecho y baluarte del leninismo está en la calle, en el seno de las luchas sociales, es ahí donde debe afincarse y desarrollarse hacia todos los demás espacios, es tan así que academias y universidades recurren con mayor frecuencia a talleres, círculos de estudio, debates “extracurriculares” para acercar a Lenin.
La estrategia de desgaste-desarticulación que el imperialismo, los monopolios, la burguesía y esos portentosos representantes de la oligarquía financiera venezolana (Gustavo Cisneros, con sus 4,2 mil millones de dólares, en la propiedad de TV y minería de oro, junto a Lorenzo Mendoza, ostentando una fortuna de 3,4 mil millones de dólares, en la producción-comercialización de alimentos y cerveza), verdaderos saqueadores y explotadores que promueven contra el proceso; sólo puede ser paralizada por un pueblo plenamente consciente de su condición social. En contraposición requerimos resistir y asumir la estrategia de ofensiva leninista por el socialismo tal cual especialmente se pronunció en sus célebres tesis de abril.
Así entonces tenemos en el recuento de los hechos varios temas de importancia en la asimilación del leninismo: clase de vanguardia, movimiento espontaneo, organización revolucionaria de masas, partido de nuevo tipo, condiciones del capitalismo, alianzas de clases, tareas inmediatas, táctica, Estado, Imperialismo, autodeterminación de las naciones, democracia popular y proletaria, socialismo. En todos ellos se anotan observaciones que parecieran presentar envejecidos los postulados, pero ya en la breve impresión sobre cada uno de éstos se observa qué tan actual y conveniente resulta cada uno de los temas en el desarrollo del proceso y sus distintos momentos. Mas debemos ir a lo concreto, media un siglo entre la formulación y práctica de Lenin y el momento actual; las transformaciones sociales, políticas, económicas, estructurales y culturales son muchas por decir lo menos. No obstante esa dictadura del capital que tanto solía desenmascararse, se amplió y reforzó a una escala mundial sin precedentes, tanto más cabe decir de las tareas revolucionarias pese al desprecio que estas suelen recibir de los mediadores entre el capital y el trabajo. Algunas nociones se quiso simplificarlas y eso dio motivo a posteriores formulaciones que cuestionaban más que a Lenin en toda su posición, a las interpretaciones de éste, Negri merece ese especial cuidado en sus reinterpretaciones donde la teoría leninista del imperialismo es suplantada por una visión unilateral que desvirtúa el contexto de la época resaltado por aquel. Así ocurre con muchos más teóricos que por verdadero interés revolucionario o por propósitos ajenos a la revolución tocaron parcialmente los acordes de la teoría leninista.
En el transcurso de los años se nos propusieron nuevas formulaciones en intentos por actualizar o de plano tergiversar-revisar, mal que bien estas van y vienen, dejan algo específico, se desgastan, resucitan o se pierden en el tiempo, mas una virulenta vigencia de tesis centrales de Lenin emergen incesantemente por ese terco encanto de los hechos. Lo mismo en la apreciación de los fenómenos concretos del sistema, que en los procesos de organización social y revolucionaria, tanto como en las premisas de formulación subjetivizada respecto del comportamiento revolucionario, una y otra vez, como ocurre con Marx en esos u otros temas, en esas u otras connotaciones; el pensamiento específico de Lenin amasa toda una serie de percepciones claras. Advirtamos con cuidado esta condición de irreductibilidad del esbozo leninista, la realidad así constata sus rasgos como precisa; exige definiciones sobre la base de sus propios fenómenos. Los aportes suscitados a lo largo del tiempo quizá no contaron con todo el vigor que Lenin supo imprimir a su trabajo, pero están ahí para recogerse y conseguir colectivamente aquellas visiones a trasluz de la perspectiva cultivada por éste pensador en continuidad de la visión de otros revolucionarios siguiendo el ejemplo de Marx y de Engels en la anterior época. El discurso de Lenin se eleva y alcanza su fuerza al margen de toda pretensión por hablar desde el púlpito del saber o mecanismos de poder; se apoya en su propio sentido práctico y espíritu revolucionario de clase y en la verdad social que lo permea.
Ahora, asimiladas las circunstancias precisas en que Lenin vivió, las concepciones por él desarrolladas desbordan sobre la independencia de clase, la acción de clase, el uso de todos los instrumentos posibles para la lucha sin cuartel. Resurgen también los criterios con que trazó las líneas imprescindibles de la práctica comunista: acción revolucionaria del proletariado, los revolucionarios, la profesionalización de la tarea revolucionaria, desprendimiento y entrega de los pueblos revolucionarizados, crítica irreverente, desenmascarar las políticas de masas de la burguesía y sus sindicalismos de control, combatir el sectarismo y dogmatismo que recrean las condiciones generales del capitalismo en el seno de los explotados y oprimidos, desenmascarar los sabotajes, contra los golpes de mano y los ajustes de cuentas, la claudicación, la inconsecuencia, el reformismo, el revisionismo, el burocratismo y sus castas, por la dignidad de los pueblos, intransigencia con el enemigo de clase, los movimientos conductores, liderazgos consecuentes, los pueblos y clases activas ejerzan su rol crítico con resultados concretos.
Buscar la verdad, comprender las relaciones pormenorizadas, la realidad en su complejidad y definir una actitud consecuente es parte integrante de la conducta comunista que Lenin influyó con fuerza. Así también el problema de la espontaneidad y falta de continuidad en el estudio de la teoría revolucionaria, es otra grande problemática que se padece, con justa o injusta fundamentación en las urgencias de cada momento, pero que postergan la discusión de las premisas revolucionarias. El estudio de Lenin, de los revolucionarios y revolucionarias, de los diversos procesos y  movimientos de la lucha de clases es un asunto obligado a  nivel popular, no creemos en difusiones vulgarizadas, “acabadas” en que se nos entregue interpretaciones, sino de que la discusión sea activa en el plano que se desarrolle. Tal cual es destacado por la experiencia social, juzgar los acontecimientos, los momentos, las clases y grupos sociales, sus expresiones políticas, los conflictos a izquierda y derecha sobre esta base, no puede más que ser conveniente para el pueblo.
Las y los luchadores combaten primero en su sector de origen, comienzan su militancia en pequeños grupos, corrientes o tendencias, nada debe exigir una renuncia a ello sin la menor comprensión de su condición y del necesario transitar hacia formas más avanzadas de organización; el leninismo se propone asimilar ese tipo de experiencias, elevarlas al punto que se constituya la política revolucionaria proletaria y popular. Bregar por la teoría revolucionaria a través de Lenin y no sólo de él es labor destacada de la lucha de clases, es tarea de los pueblos.

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