CONTINUACIÓN. Segundo escrito sobre la importancia de Lenin en la revolución social.
a)
En Lenin muy por el contrario
encontramos uno de esos finos tejidos que asumiendo las tendencias e historias
nacionales de lucha se les logra empujar al desarrollo marxista y la
consecuencia socialista. De nada sirve insistir que todo vino de fuera y que
las malas influencias nos dislocan el pensamiento (se decía en unos medios que
todo fue culpa de la tercera internacional), de ahí hay que recoger sólo una
parte de verdad, ligándola al sentido en que nuestra percepción de la teoría,
nuestras pertenencias de clase, las condiciones del sistema de relaciones
sociales en nuestros países y nuestras experiencias disparan una forma de
disputar no siempre a tono con los temas y circunstancias que reclaman cierta
puntualización, conocimiento del contexto y mucha reflexión.
Otras amenazas se
ciernen, como el hecho de que sucumbamos a las experiencias inmediatas, el
inmediatismo político y las condiciones que orillan a que sólo se aprecie una
parte de la obra, a que adquiramos retazos de Lenin en el supuesto de que sean
suficientes y los hechos no exijan más. Claro está que los hechos bien
contemplados siempre exigen más, si además se contempla la perspectiva futura,
agarrarse a todo ello de manera constante es un poderoso aliciente para
asimilar a Lenin. Por ejemplo, los hechos de la Venezuela chavista de hoy
sentencian la importancia de la organización del pueblo, sus posibilidades, su
oportunidad; sin embargo, ver mediatizada la organización a las circunstancias
es un peligro real, ahí en ese detalle resalta uno de los valores del leninismo.
Podemos combatir
bien y tenazmente contra unas u otras amenazas del momento, trazar el
cumplimiento de pequeñas tareas, mas si no logramos empaparnos y empapar del
sentido de la crítica revolucionaria leninista sobre la sociedad, difícilmente
vamos a romperla, en algún momento sus actos suprimirán aquellos esfuerzos o
simplemente por obra y gracia de sus relaciones establecidas adquirirá una
dinámica burguesa más afinada. Los revolucionarios en esa condición quedaríamos
muy mal respecto del cumplimiento de nuestros fines, pasaríamos por buenos
radicales y malos practicantes de los principios revolucionarios. Lenin no se
llevaba la lucha en paz, toda su labor es muestra palpable de resistencia
contra el estatus en todos los ámbitos posibles u obligados en que debía y debe
contrastarse el carácter revolucionario de un movimiento social.
Ante nosotros se
presentan estos pasajes de la línea leninista, lo clasista, lo organizativo, lo
crítico, lo revolucionario, lo objetivo, lo amplio y lo específico. En el contexto
de su formación y lucha, con todas sus semejanzas y desemejanzas de la realidad
actual, se acrisolaron estos principios de compromiso con la transformación
social para cimentar una de las grandes experiencias de masas sobre la sociedad
libre. De su armonización se desprendieron importantes aportes que hoy gustamos
asimilar para entender y actuar mejor en la vida social. Con estas herramientas
Lenin pretendió crear conciencia sobre su tiempo, sobre la inevitable lucha de
los explotados y oprimidos por el poder, por conducirnos hacia una sociedad
comunista emancipada de todo tipo de relación de coerción, control y dominación
social. Lenin el marxista buscó vertebrar el conocimiento de la realidad social
para la práctica revolucionaria, contrastó las experiencias y carencias con las
necesidades de corto y largo aliento en esa lucha colosal contra el zarismo, la
democracia burguesa en su cuna, el imperialismo, la guerra civil y la todavía
más profunda lucha interior por construir el socialismo. Combatió la fe y la
credulidad para hacer prevalecer la conciencia crítico-revolucionaria de clase.
Algunos, críticos de Lenin se empeñaron en su tiempo por exigir un Lenin
apegado al estudio de lo que Marx se puso como temas centrales en su vida,
tanto más se dice de Marx por no centrarse en los temas como Lenin, pero esos
desenfoques del contexto, así como los reclamos frente a posiciones de estos
dos grandes pensadores en situaciones específicas; nos alertan de las
interpretaciones de por sí ya afincadas en prejuzgar sobre la base de otras
vivencias sin molestarse en los planos en que trabajaron ambos revolucionarios,
y todo para presionarnos para ponernos a decidir entre Lenin y el momento,
cuando esta “elección” es incompatible con el punto de vista revolucionario.
Nos
encontraremos con muchos puntos comunes, así también indudablemente con las
apreciaciones válidas sobre el cambio correlativo de diversos postulados
teórico-prácticos. Uno de tantos, de lo más primordial sobre la marcha de la
lucha revolucionaria es el tema de las relaciones masas-partido o
partido-masas, entre el sentido revolucionario organizado y las clases
potencialmente revolucionarias. La naturaleza de las clases sociales oprimidas
bajo el capitalismo (y de no tan nuevos sectores sociales), varía a tal grado
que da pie a teorizaciones sobre su importancia, sobre las posibilidades
generales para todos los componentes populares de asimilar las ideas de Lenin y
de luchar por estas. Puede detallarse al máximo ese campo, los grandes
problemas acarreados y la insolubilidad en que han quedado en la historia, mas
siempre queda el margen entre lo propiamente posible de organizar y la
naturaleza de una organización revolucionaria lo más fiel y centrada en su
misión de clase.
Ayudar a
visualizar el fondo revolucionario de la teoría y práctica de Lenin en un mundo
en que uno afronta tantas interpretaciones, correcciones, rechazos,
santificaciones es una finalidad de quienes reivindican el pensamiento de
Lenin. A modo de recordatorio sobre su obra debemos subrayar el papel que
jugaron sus trabajos y sus labores. De esto cabe destacar:
1.
La cuestión de los mercados, escritos
contra el populismo, El desarrollo del capitalismo en Rusia, trabajos
organizativos con el corolario del ¿Qué hacer?, escritos tácticos
revolucionarios, Materialismo y empiriocriticismo, El imperialismo fase
superior del capitalismo, Las tesis de abril, El Estado y la revolución, la
autodeterminación de las naciones, visualización de las tareas en la
construcción del socialismo. Y una colosal pléyade de trabajos en que
desenmascara día tras día, año tras año, al capitalismo, las clases
explotadoras, el oportunismo, el revisionismo y el imperialismo. Paso a paso
fue forjando las armas del proletariado organizado y sus aliados.
2.
A la par discurre su práctica militante:
trabajo con obreros por difundir el marxismo y organizar sus reivindicaciones y
luchas, ligar los grupos de revolucionarios, articular una prensa y propaganda
revolucionaria, fundir los grupos superando su espíritu, admitir la necesidad
de una organización centralizada con dirección firme y homogénea, aplicar y
transformar tácticas al calor de la lucha, levantar cabeza para reorganizar
nuevas batallas, afirmar la perspectiva revolucionaria tras la revolución de
febrero de 1917, conducir al proletariado al poder, iniciar la obra socialista,
direccionar el movimiento proletario, campesino, popular, comunista mundial.
De ello hay
quienes sacaron por conclusión un Lenin ofuscado, un Lenin para quien todo es
organización, acción y directrices, pero esto es simplificar tendenciosamente
su vida y su obra. Lo que resalta por contraste es sin duda uno de los ejemplos
más connotados en la historia de la humanidad, muestra de entereza,
contundencia y consecuencia revolucionaria. La marcha de los acontecimientos
vio alumbrar un mundo nuevo, un hombre nuevo, una sociedad libre que hoy a la
distancia se tiene claro fue revertida, lo que abre muchos capítulos de debate
revolucionario. Entre ellos, que conciernen a Lenin, está el de las supuestas
insuficiencias teóricas en sus análisis, el desconocimiento que debió tener de
algunos precedentes teóricos en Marx y Engels (manuscritos y la ideología
alemana), la imposibilidad histórica de percibir otros aspectos de la lucha de
clases, el carácter ruso como elemento local y limitado para impulsar el
socialismo y la revolución mundial, eso y más en los ámbitos filosóficos,
económicos, políticos.
Independientemente
de las interpretaciones que esas otras obras hayan encontrado desde su primera
aparición a la actualidad, probablemente haya algo de razón en todo, la
cuestión es que pierde el enfoque en el cumplimiento de aquello que siempre
sólo siembra las bases del futuro, no las establece nunca definitivamente, el
interés por dichas obras vino a la par con el desarrollo de la ideología
dominante como nuevos impedimentos a la organización de los y las explotadas y
oprimidas. La enajenación, lo mismo que la conciencia está sugerida y propuesta
en las posiciones de Lenin, en los planos que correspondían en una época y
condiciones, jamás quedaron al margen ni relegados. No existe teoría ni práctica
que pueda rematar finalmente la experiencia humana, tal es el arte que el
propio Lenin fecundó quizá recogiendo aquellas palabras de que la vida es
lucha, que la teoría es sólo guía para la acción, que el marxismo
nos dio una meta fundamental. No se pretende aquí exculpar los errores de
un revolucionario, los errores habidos son también parte de la obra, los
tropiezos al igual que las limitaciones juegan su rol, revelan la ineluctable
complementariedad de éste revolucionario en una colectividad, un tiempo y unas
circunstancias con las cuales bregar. Así también por muestra encontraremos en
la literatura internacional cuestionamientos sobre las polémicas y formas de
sustentarlas o manejarlas por los bolcheviques (Lenin entre ellos a su cabeza),
conflictos de una Rusia preñada de revolución, de divergencias, de clases y
sectores en contradicción, manejos parciales de la lucha, posicionamientos,
enemistades en el candor de abonar a la gran tarea destellos de conciencia,
organización y consecuencia ¿Qué sociedad no ha pasado por esto? ¿Puede al
menos Venezuela excluirse de la intensidad del debate sobre sus problemas
sociales o de su propia lucha de clases? ¿Cabe recuperar el aspecto de la
naturaleza del Estado burgués tan firmemente despellejado por Lenin?
La efervescencia
del movimiento popular, vamos, del proceso general en Venezuela; llama a la
lectura de Lenin, a una lectura lo más amplia posible, a una difusión sumamente
extensa de su obra, porque remarca y esclarece el sentido que se quiere dar al
proceso en esa condición revolucionaria que se viene esbozando. Quizá más que
tratarse del nombre meramente de Lenin en lo que más hay que insistir es en el
centro de su discurso, en el golpe decisivo, determinante a asestar al
capitalismo, y eso es una premisa leninista por sobre todas las cosas.
En la agitación obrera, o más propiamente en la agitación proletaria, enarbolar
a Lenin a raíz de resurgir en la palestra, es una necesidad, también aquí lo
más provechoso resulta de recoger y proyectar todo aquello que Lenin puntualiza
de dicha labor. El debate de las ideas para organizar y despejar la lucha, que
es recogido en tantos actos, particularmente requiere de ese aporte
revolucionario que le proporciona nuestro Lenin. A diario afluyen militantes,
lo que menos se quiere es dogmatizar, hay que refrescar las bases del
leninismo, hay que recrear a Lenin en nuestra realidad latinoamericana.
Recorrer a Lenin cual cuadras llaneras, extensa y profusamente. El estudio
individual y colectivo de sus obras se hace obligado, ello es obligado
mayormente dentro de la amplitud del difundirlo y enraizarlo, es tan importante
y serio que ya requiere atención especial superando las viejas estrecheces
marginales, desgastantes y poco contextualizadas en que antes esta labor debía darse
por razones obvias ya superadas.
Lenin es
patrimonio de los pueblos, el bolchevismo, el leninismo inmanente también aún
en la complicación de todos sus debates. Es importante proyectar su
conocimiento para engrosar la conciencia revolucionaria del proletariado, los
campesinos, los sectores populares y la juventud. Toda su experiencia
revolucionaria no debe quedar relegada al espíritu de cofradías, menos de
mafias, no puede ser dislocada en academias anestésicas, hoy por hoy el máximo
provecho y baluarte del leninismo está en la calle, en el seno de las luchas
sociales, es ahí donde debe afincarse y desarrollarse hacia todos los demás
espacios, es tan así que academias y universidades recurren con mayor
frecuencia a talleres, círculos de estudio, debates “extracurriculares” para
acercar a Lenin.
La estrategia de
desgaste-desarticulación que el imperialismo, los monopolios, la burguesía y
esos portentosos representantes de la oligarquía financiera venezolana (Gustavo
Cisneros, con sus 4,2 mil millones de dólares, en la propiedad de TV y minería
de oro, junto a Lorenzo Mendoza, ostentando una fortuna de 3,4 mil millones de
dólares, en la producción-comercialización de alimentos y cerveza), verdaderos
saqueadores y explotadores que promueven contra el proceso; sólo puede ser
paralizada por un pueblo plenamente consciente de su condición social. En
contraposición requerimos resistir y asumir la estrategia de ofensiva leninista
por el socialismo tal cual especialmente se pronunció en sus célebres tesis de abril.
Así entonces
tenemos en el recuento de los hechos varios temas de importancia en la
asimilación del leninismo: clase de vanguardia, movimiento espontaneo,
organización revolucionaria de masas, partido de nuevo tipo, condiciones del
capitalismo, alianzas de clases, tareas inmediatas, táctica, Estado,
Imperialismo, autodeterminación de las naciones, democracia popular y
proletaria, socialismo. En todos ellos se anotan observaciones que parecieran
presentar envejecidos los postulados, pero ya en la breve impresión sobre cada
uno de éstos se observa qué tan actual y conveniente resulta cada uno de los
temas en el desarrollo del proceso y sus distintos momentos. Mas debemos ir a
lo concreto, media un siglo entre la formulación y práctica de Lenin y el
momento actual; las transformaciones sociales, políticas, económicas,
estructurales y culturales son muchas por decir lo menos. No obstante esa
dictadura del capital que tanto solía desenmascararse, se amplió y reforzó a
una escala mundial sin precedentes, tanto más cabe decir de las tareas
revolucionarias pese al desprecio que estas suelen recibir de los mediadores
entre el capital y el trabajo. Algunas nociones se quiso simplificarlas y eso
dio motivo a posteriores formulaciones que cuestionaban más que a Lenin en toda
su posición, a las interpretaciones de éste, Negri merece ese especial cuidado
en sus reinterpretaciones donde la teoría leninista del imperialismo es
suplantada por una visión unilateral que desvirtúa el contexto de la época
resaltado por aquel. Así ocurre con muchos más teóricos que por verdadero
interés revolucionario o por propósitos ajenos a la revolución tocaron
parcialmente los acordes de la teoría leninista.
En el transcurso
de los años se nos propusieron nuevas formulaciones en intentos por actualizar
o de plano tergiversar-revisar, mal que bien estas van y vienen, dejan algo
específico, se desgastan, resucitan o se pierden en el tiempo, mas una
virulenta vigencia de tesis centrales de Lenin emergen incesantemente por ese
terco encanto de los hechos. Lo mismo en la apreciación de los fenómenos
concretos del sistema, que en los procesos de organización social y
revolucionaria, tanto como en las premisas de formulación subjetivizada
respecto del comportamiento revolucionario, una y otra vez, como ocurre con
Marx en esos u otros temas, en esas u otras connotaciones; el pensamiento
específico de Lenin amasa toda una serie de percepciones claras. Advirtamos con
cuidado esta condición de irreductibilidad del esbozo leninista, la realidad
así constata sus rasgos como precisa; exige definiciones sobre la base de sus
propios fenómenos. Los aportes suscitados a lo largo del tiempo quizá no
contaron con todo el vigor que Lenin supo imprimir a su trabajo, pero están ahí
para recogerse y conseguir colectivamente aquellas visiones a trasluz de la
perspectiva cultivada por éste pensador en continuidad de la visión de otros
revolucionarios siguiendo el ejemplo de Marx y de Engels en la anterior época.
El discurso de Lenin se eleva y alcanza su fuerza al margen de toda pretensión
por hablar desde el púlpito del saber o mecanismos de poder; se apoya en su
propio sentido práctico y espíritu revolucionario de clase y en la verdad
social que lo permea.
Ahora,
asimiladas las circunstancias precisas en que Lenin vivió, las concepciones por
él desarrolladas desbordan sobre la independencia de clase, la acción de clase,
el uso de todos los instrumentos posibles para la lucha sin cuartel. Resurgen
también los criterios con que trazó las líneas imprescindibles de la práctica comunista:
acción revolucionaria del proletariado, los revolucionarios, la
profesionalización de la tarea revolucionaria, desprendimiento y entrega de los
pueblos revolucionarizados, crítica irreverente, desenmascarar las políticas de
masas de la burguesía y sus sindicalismos de control, combatir el sectarismo y
dogmatismo que recrean las condiciones generales del capitalismo en el seno de
los explotados y oprimidos, desenmascarar los sabotajes, contra los golpes de
mano y los ajustes de cuentas, la claudicación, la inconsecuencia, el
reformismo, el revisionismo, el burocratismo y sus castas, por la dignidad de
los pueblos, intransigencia con el enemigo de clase, los movimientos
conductores, liderazgos consecuentes, los pueblos y clases activas ejerzan su rol
crítico con resultados concretos.
Buscar la
verdad, comprender las relaciones pormenorizadas, la realidad en su complejidad
y definir una actitud consecuente es parte integrante de la conducta comunista
que Lenin influyó con fuerza. Así también el problema de la espontaneidad y
falta de continuidad en el estudio de la teoría revolucionaria, es otra grande
problemática que se padece, con justa o injusta fundamentación en las urgencias
de cada momento, pero que postergan la discusión de las premisas revolucionarias.
El estudio de Lenin, de los revolucionarios y revolucionarias, de los diversos
procesos y movimientos de la lucha de
clases es un asunto obligado a nivel
popular, no creemos en difusiones vulgarizadas, “acabadas” en que se nos
entregue interpretaciones, sino de que la discusión sea activa en el plano que
se desarrolle. Tal cual es destacado por la experiencia social, juzgar los
acontecimientos, los momentos, las clases y grupos sociales, sus expresiones
políticas, los conflictos a izquierda y derecha sobre esta base, no puede más
que ser conveniente para el pueblo.
Las y los
luchadores combaten primero en su sector de origen, comienzan su militancia en
pequeños grupos, corrientes o tendencias, nada debe exigir una renuncia a ello
sin la menor comprensión de su condición y del necesario transitar hacia formas
más avanzadas de organización; el leninismo se propone asimilar ese tipo de
experiencias, elevarlas al punto que se constituya la política revolucionaria
proletaria y popular. Bregar por la teoría revolucionaria a través de Lenin y
no sólo de él es labor destacada de la lucha de clases, es tarea de los
pueblos.