1. Tipos de sensibilidad en el entendimiento.
A lo largo de la historia la sensibilidad, es una construcción social de forma, contenido y significación (Sensibilidad de clase, expresión de la sensibilidad). La sensibilidad consiste en sentir la necesidad del otro que no soy en sí yo mismo, pero que sí soy al ser la necesidad del otro, HACIÉNDOME OTRO más abarcativo como clase social de pertenencia humanizada en su diferencia histórica, desde el sentido común y su raíz científica.
Los tipos del sentir empiezan justo con los sentidos básicos: olfato, oído, tacto, gusto y vista, y éstos se resignifican a través de la cultura como forma y contenido a través de la CREACIÓN y de la CRÍTICA, por ser esta actitud frente a la vida la esencia del ser culto y de ahí se deriva la sensibilidad motriz, emocional y ético-moral; es decir al darles mayor contenido y forma en las distintas EXPRESIONES de la cultura que se manifiesta, que se expresa de acuerdo con la necesidad de la mayoría de gente organizada conscientemente o manipulada, frente a aquello que mutila históricamente su expresión humana, así el ser sensible se muestra en contra de la hegemonía del abuso de poder político en cualquier época de desarrollo de la humanidad. Podemos ver en este sentido cómo las comunidades indígenas por estar más acordes con la naturaleza aprehenden a tener más sentidos que los citadinos, quienes en las grandes urbes no DISTINGUEN en ocasiones, ni diferencian con exactitud los sentidos de la sensibilidad humana, es decir la sensibilidad política en su esencia histórica.
Porque la política es la capacidad histórica de defender las razones desde la subjetividad más objetiva y concreta al sentir esa necesidad el sujeto educativo, de manera justa o injustamente en la transformación humana de acuerdo al grado de conocimiento y reflexión crítica de cada época del sujeto histórico educativo, esto es debido al grado de consciencia social de pertenencia, que tiene que ver con el hábito de confort, de privilegio, de comodidad o de liderazgo jerárquico naturalizado como algo divino, sino que se relaciona realmente con el esfuerzo individualcolectivo (Canton) de la lucha de clases y en las funciones realizadas en la división social del trabajo, así como en el RECONOCIMIENTO al realizar ese TRABAJO, según se privatiza o se socializa por RAZONES SENSIBLES HISTÓRICAS, como personas, individuos aislados, grupos, pueblo-nación-estado, como clase social de pertenencia y como seres humanos del proceso educativo-político permanente a través de la historia, por eso tiene SENTIDO o no en cada momento pensar, hablar, organizar, proyectar y concretar que al valorar hoy el abuso de poder político el pueblo gobierne, porque ahí se APREHENDE la realidad concreta del ejecutivo, legislativo y judicial constitucionales en la propia lucha de clases en México.
El sujeto educativo es en un sentido, ontológico, gnoseológico y epistémico por tanto, esas distintas expresiones según el grado de consciencia histórico-social: 1. persona. 2. individuo. 3. grupo social. 4. pueblo.nación.estado. 5. proletario o burgués y 6, la forma y contenido más abarcativa, un ser humano integrado a su cultura de pertenencia como privilegiado y desposeído de derechos, piénsese en las distintas dimensiones recorridas de la humanidad en este sentido.
De ahí deviene la ubicación del sujeto en la educación formal e informal, que se relaciona con los tipos de sensibilidad en el entendimiento.
Por eso es necesario ubicar el contexto histórico de la sensibilidad política del sujeto desde la institución escolar capitalista.
2. Cómo se educa al sujeto desde el sentido común para ser sensible políticamente.
En torno a la educación amplia, entendida como proceso de humanización, la pregunta abierta es ¿Para qué sirve la sensibilidad política que conforme la COMUNA?, dado que históricamente la comuna es la palanca para extirpar los cimientos económicos sobre los que descansa la existencia de las clases como lo fue desde la comunidad primitiva, porque la comuna es la FORMA POLÍTICA al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo, por ejemplo en México recientemente se resignificó en Oaxaca contra el gobierno de Ulises Ruiz en el 2006 durante 4 meses.
Este momento histórico fue un aviso de lo que tiende a generalizarse en el país en contra del abuso de poder político del Plan Puebla Panamá o Proyecto Mesoamérica Maquilador, que intenta imponerse desde el 2001 por la oligarquía financiera imperialista, creándose las condiciones desde el Tratado de Libre Comercio para América del Norte en 1993-94 de ahí nacen también los proyectos de descentralización educativa, con la tendencia a la privatización en el 2010; así se fue globalizando su lógica intervensionista entre naciones y el planeta todo en esta lucha de clases internacional, hoy a través de la Iniciativa Mérida se impondrá con violencia, so pretexto de combatir a la delincuencia organizada. Por tanto la comuna gobernada por los pueblos hermanos exigiendo su necesidad histórica de vida paralelamente a los gobiernos del capital usurpador; así irán extinguiendo al Estado capitalista-socialista, para que vaya dejando paulatinamente de tener su razón de ser, hasta acabar por extinguirse, para ello se requiere de una gran pasión por el estudio y la transformación cada vez más humana de la historia.
Así el nuevo Estado (la Comuna) en la cual la sensibilidad política de la clase obrera a la cabeza tomará en sus manos las principales fuentes de creación de riqueza y las pondrá al servicio de la sociedad, ya disueltas las clases sociales. Con estas dos medidas el proletariado dará el primer y decisivo paso para la desaparición definitiva de las clases sociales y por tanto del mismo Estado de explotación, porque esta es la última instancia e instrumento con el que se dota la clase social dominante para oprimir y explotar, y es justo en ese elevado valor humano, en donde la pedagogía crítica potenciadora de consciencia de clase juega su papel político en la sociedad, la cultura y la sensibilidad pedagógica, así es importante considerar en esa valoración la CUALIDAD y la CANTIDAD, más que la comparación competitiva superficial e individualista de la educación de ‘calidad empresarial’, que se acuña en el proceso de formación capitalista, porque NADIE SABE TODO, ni tampoco IGNORA TODO -plantea la Pedagogía Crítica de Freire en los procesos de subjetivación humana-.
2. Didácticas de la sensibilidad política
La didáctica de la sensibilidad política, en los procesos de enseñanza-aprehendizaje, resulta ser el vínculo de la sensibilidad política, es decir pedagógica, porque es el proceso de humanización más amplio para el entendimiento humano, en donde por ejemplo el AGUA hoy se ha vuelto una mercancía, al arrasar con manglares y selvas de quienes toman decisiones de dominación hegemónica en contra de la vida de forma insensible, debido a que no han pasado por una educación didáctica sensible sobre los derechos humanos de las grandes mayorías, en donde éstas ni siquiera participan en la toma de decisiones, ni opinan porque no están informados, y así siguen sobreexplotando acuíferos, sin armonizar el desarrollo humano, de modo que la política hegemónica de abuso de poder ignora las necesidades sociales ejerciendo un gran desperdicio de este recurso que ostenta la protección empresarial, pues el agua del subsuelo se está contaminando y la calidad del agua se deteriora, emergiendo nuevos problemas de salud pública. Y al parecer el problema apenas inicia, porque el siglo XXI será el despliegue de este recurso como muchos otros ya privatizados, sin planeación ni estrategia adecuadas, pues dentro de la lógica de explotación capitalista no hay mucho qué hacer, y esto se tiene cada vez más consciente en el entendimiento humanizado.
Al respecto, los hechos hablan por sí mismos en donde sólo existen discursos demagógicos de complacencia o de indignación individual con una fuerza ilegal y antidemocrática, porque la burguesía siempre persigue el mismo fin, erradicar de la memoria colectiva acontecimientos en los que la clase obrera, al frente de los sectores desfavorecidos de la sociedad, lucha por acabar con el capitalismo y por construir una sociedad más justa. Para ello no dudan en utilizar de forma masiva la mentira, el engaño y la represión cada vez más sistemática y salvaje.
Así la didáctica pedagógica de tal proceso educativo formal e informal se impone al pueblo en procesos de exclusión y desigualdad social que se sufren intensamente con todos los sentidos, por lo que se tendría que analizar pedagógicamente la experiencia de la Comuna de París en Francia el 28 de mayo de 1871 , la cual se sostuvo durante 2 meses, en donde la factura de la guerra ya no recayó sobre los campesinos, sino de los terratenientes y el régimen imperial. Logrando la clase trabajadora ganar el aprecio de la clase media, prorrogando a tres años el pago de las deudas y abolir el pago de intereses, semejante a como sucedió en Oaxaca en el 2006, que sigue siendo un ejemplo de gobierno paralelo al del pelele Ulises Ruíz.
Para realizar tales didácticas comunitarias, es necesario rescatar los medios de comunicación de masas, con un sentido de formación y educación informal y formal como tránsito de didáctica popular necesaria, de estos planteamientos histórico-educativos, podemos valorar la importancia mayúscula y minúscula de las acciones de autodefensa y de resistencia conjuntas de FORMA PERMANENTE en el proceso de desarrollo SENSIBLEMENTE HUMANIZADO EN LA POLÍTICA DE MASAS, es decir en la Pedagogía de masas, para ello es necesario arrebatar el abuso de poder político a la burguesía y de la pequeña burguesía que fungen como funcionarios tecnócratas como es el caso del gobierno universitario de la UPN, hasta hacerlos prisioneros didácticamente de su irracionalidad y contradicción histórica en la lucha de clases, porque abiertamente en su lógica jerárquica y de reproducción del sistema de explotación y desigualdad de oportunidades, ya no se respeta la Constitución mexicana, ni el gobierno legítimo, sino solamente la razón de la fuerza bruta.
Tuesday, March 23, 2010
Sunday, March 7, 2010
AUTORRECONOCIMIENTO E IDENTIDAD DE CLASE
“En la ‘ideología’... la teatralidad no es solamente
una determinada forma de actividad artística, que se
expresa técnicamente en el teatro propiamente dicho.
La teatralidad está en la vida misma, es una actitud
propia del hombre, en cuanto el hombre tiende a
creerse y hacerse creer diferente de lo que es”
Antonio Gramsci
La forma en que se reconoce la persona a sí misma en lo que es, para saberse pensar, en lo que dicen que es y en lo que cree que es, sucede sólo a través de reconocerse en los otros; así es como conoce SU SER EN SÍ, como un YO en TÍ mismo y así ser NOSOTROS PARA SÍ; esta expresión humana tiene un largo recorrido de trabajo histórico; ello consiste en cómo se identifica como sujeto histórico (sujeto por sus afectos y razones históricas) en el contexto de la modernidad, entendida ésta como realidad concreta en la cualidad de lo moderno, de lo nuevo, que comprende a lo antiguo en el sentido de la lucha clases; así en el arte y la literatura el modernismo, muestra una afición por las cosas modernas, es decir, vemos a la modernidad como totalidad inescindible en su contradicción, relaciones y diferencias en una época o historicidad de culturas civilizatorias; pues la persona está contextuada en una temporalidad constituyente de su existencia, que es así su propio cuerpo o temporalidad global y diferencial; esta persona se identifica de alguna manera con su pertenencia de clase por medio de sus representaciones sociales y participación político-pedagógica, es decir, a través del trabajo social e individual objetivado bajo formas prácticas rituales, y objetos cotidianos y no cotidianos: artísticos, religiosos, de sentido común o científicos; el reconocimiento de sí mismo se genera por medio de las formas interiorizadas de apropiación en alguna forma de conocimiento por el sujeto de la historia; este movimiento del trabajo natural transita en un espacio filosófico y de folclor cultivado en las grandes civilizaciones -que son patrimonio de la humanidad-, que le dan sentido milenario de respeto y de responsabilidad al sujeto de la historia; sujetado éste a sentimientos actitudinales y a su modo de producción correspondiente, en la organización y división social del trabajo, dentro de una lógica de producción histórico-social, en su contradicción de clases y de poder determinar las formas de vida. Así el sujeto de la historia en sus creencias y certezas, va realizando en el trabajo histórico por todos ralizado, lo que se produce social o individualmente, y de ahí la tensión o contradicción de la propiedad privada; de la lucha de clases y de la contradicción irresoluble entre el capital y el trabajo; lo cual puede ser comprendido desde lo más simple de lo cotidiano y particular del sujeto de la historia desde su infancia, hasta abarcar la crítica del sentido del comportamiento imperialista en el proceso de internacionalización, regidos ambos por comportamientos análogos en la lucha por la sobrevivencia; la lucha por la información en la política; la lucha por el uso de la ciencia, del arte, de las humanidades y de la tecnología-cibernética; y por supuesto la lucha por la autogestión en distintas épocas de la modernidad, como expresión sintética de la totalidad histórico-social en una interpelación directa entre el autorreconocimiento y la identidad atravezados por la ideología dominante de la época.
Lo importante en el reconocimiento de la persona por su trabajo social-individual sea ésta consciente o no de ese trabajo, es conocer la forma de apropiación de la producción, si es de forma privada o colectiva; esto se destaca históricamente al ser el sujeto reconocido y nombrado por el otro que lo identifica como un “sujeto sujetado a una condición de clase o de vida humana”; porque se está así, sujetado siempre a un juicio de valor en los procesos de formación cultural humananizada culturalmente, como historicidad genérica, diferenciada a su vez su historicidad en una multiplicidad de necesidades culturales, según las diversas historias de vida particulares y universales concretas, a través del proceso de transformación del trabajo ocioso, el trabajo creativo, el trabajo enajenado, el no trabajo o el trabajo colectivo; teniendo como parámetros la necesidad humana y el interés inculcado en la identidad de clase; con base en ello, el sujeto tiene memoria histórica de sí mismo; de lo que cree y hace creer que es, en la apropiación y en la distribución del trabajo social realizado por sujeto, sujetado históricamente, porque desde ahí el sujeto constituido, se afirma y se niega como tal, en momentos instantes concretos efímeros y eternos; a través de la topología del otro que lo mira y lo valora en la satisfacción de las necesidades comunes, distribuidas y normadas en equidad o no, determinado esto por el modo de producción y el grado de conocimiento científico-social; diseminando así su cuerpo en sentidos de humanidad o de vida concretada en intensidades de su autenticidad humana sustantiva; es decir no egoísta, al reconocerse en distintas dimensiones de la realidad histórico-social con la que se identifica en esa constitución del ser, como persona con un proyecto, como hombre o mujer, como grupo social, como individuo, como pueblo, como nación, como mundo o como clase social, capaz de organizarse políticamente; pues estos momentos son distintas dimensiones en el transcurso de la consciencia práctica del sujeto histórico en su comportamiento; así se va asumiendo el derecho a su independencia y autonomía como totalidad histórico social, en el contexto de la lógica de modernidad ilustrada, en su infancia, adolescencia y madurez, de la que proviene la situación histórica de propiedad privada en la cultura occidental; que se impuso como única explicación y forma de vida posible en una dimensión abstracta y universal, que ha sido legitimada por el imperio del capital.
De este modo la idea de identidad fetichista y desarrollada en el periodo ilustrado o Iluminismo , enfrenta al sujeto de su época con las incoherencias de la insensibilidad humana ahí acuñadas, que afirma o desconoce la sensibilidad del ser y que tiene que determinar el rumbo y el sentido como sujeto histórico en un proyecto hegemónico de clase, como expresión de la contradicción entre salario, capital y Estado, en un periodo de la historia en sus diferencias irresolubles que entraña este modo de producción privada, lo cual no acaba de comprenderse, ni de superarse de forma generalizada por el sujeto de la historia; transitando de una concepción religiosa medieval, represora y reproductora de culpas, a otra caracterizada por una acentuada industrialización capitalista que se fundamenta en el individualismo y la lucha de clases que se perfila multiétnica, multicultural y de género -plantea Dieterich- como procesos de terror y de muerte, pero también como posibilidad de emancipación social, porque no existe presagio; y ello sucede en las formas más descarnadas y sublimadas de explotación del trabajo humano, tanto del enajenado como del creativo en la lógica de propiedad privada occidental y de su necesario proceso de emancipación histórico-social, a través de un trabajo político-pedagógico, que se asume en la toma de consciencia de los actos del sujeto, que exige la virtud humana como trascendencia histórica, ante la degradación cultural, en una mezcla ideológica y confusa de ello, ante la proclamación a la no violencia ejercida frente a aquellos que aun no pueden nombrar su expresión y su palabra como actos de hombres verdaderos en el desarrollo de capacidades auténticamente humanas, en el sentido de mantener el proceso de transformación del modo de producción y de actitudes, reconociendo las diferencias culturales, la convivencia, la participación y el derecho a la información y a la tecnología, en el despliegue histórico de humanización y no de degradación en la totalidad histórica, considerando su complejidad contradictoria para ejercer un poder que comprenda las necesidades comunitarias que fueron pisoteadas por el proceso civilizatorio.
En esa búsqueda por el reconocimiento civilizatorio impuesto en los actos de colonización represiva, están entremezclados los matices de la creatividad humana, mágica imaginativa, tecnológica, artística y científica; constituidos estos entramados desde el sentido humano ontológico a través del arte, la religión, la técnica, la literatura, el amor a la inteligencia, al conocimiento, y en las interpretaciones más significativas del sentido cultural crítico dignificado en su auto reconocimiento, que históricamente sólo se generó en una condición ideal y no con un sentido material colectivo al ser aniquilada esta posibilidad en los procesos de coloniaje que ha engendrado históricamente la forma de producción imperial contemporánea, al no tomarse en cuenta la satisfacción de necesidades colectivas a través del respeto y la mutua correspondencia en equidad del conocimiento teórico-científico como producción y no individualizada, porque no se concebía en la racionalidad hegemónica de los modos de producción en distintos órdenes del conocimiento, su ubicación como una totalidad interdisciplinaria en devenires de humanización y de socialización de conocimientos, es decir, en la búsqueda por el bien común que abarca un proceso continuo educativo para abolir el sometimiento y la degradación que impone la explotación capitalista, que encabeza como vanguardia el mundo occidental que sigue teniendo matices metafísicos en su necesidad ideológica de encubrimiento del orden y la lógica establecida como modelo hegemónico y única alternativa de vida; estos devenires son constructos sociales generados no precisamente a través del diálogo, la comprensión y el buen entendimiento en la comunicación de los distintos lenguajes, sino que encierra, una relación de fuerzas en las distintas posturas ante el sentido de vida como medio ideológico y filosófico de expresiones creativas y a la vez sometidas como contradicción irresoluble en la síntesis más plena de la hegemonía histórica que es la relación entre capital, salario y Estado; asumida así esta razón desde el materialismo histórico como praxis, en una asunción libre y voluntaria con base en un acuerdo justo y necesario; pero en cambio el ideal de autoconciencia sólo fue legitimado en la lógica de la ilustración, conforme a los diferentes intereses que son reconocidos como modelo prototípico de la historia hegemónica ya generalizada en la destrucción y el exterminio, sin tomar en cuenta la multiplicidad de sentimientos ahí acuñados en la historicidad del sujeto a su transformación y superación cultural, para desarrollar sus capacidades humanas.
De manera que al ser capaz el sujeto ilustrado y no ilustrado desde esta visión legimitada en la mirada de occidente, sin distinguir las partes más simples y complejas de su actuar no sólo autónomo y tolerante en la resolución de problemas concretos, que están entreverados por la incomprensión y las obscuridades de esas versiones; pero al ser cultivado el sujeto en valores ético-morales como principios de origen del deber ser abstracto y no en el concreto real, de una vida auténticamente digna, que se cuida a sí mismo sólo en relación con el otro que necesita y comprende humanamente por su necesidad común de emancipación social e individual en formas de autogestión y autogobierno, por eso es necesario reflexionar en ganarse la libertad, ¿cómo?, sólo es posible reconociendo cómo no molestar al otro, lo que encierra toda una postura ideológico-filosófica de clase; y esa formación se adquiere en la práctica a través del ejemplo multicultural abierto y plural, porque cuando este sujeto se ha apropiado de ese bien común en un contexto socio-histórico de organización, de pertenencia y de dirección en los procesos de aprecio a la vida, como finalidad trascendente de tiempos y espacios delimitados de manera clara y obvia, de acuerdo a las necesidades de conocimiento y de transformación social, a través de sus sensaciones, emociones, memorias fragmentadas de ilusiones, y de momentos que se reportan en procesos educativos de la historicidad de terrores enajenados del contexto histórico de producción social en la invasión, el despojo y el hurto, crea formas críticas ante su figura ideal de autoconciencia, al reconocer quién ha contado la historia transcurrida.
Con base en el contexto histórico, se exponen las características acerca de la identidad, para dar cuenta del planteamiento y objetivo que nos ocupa en la problemática de la cultura en las ciencias sociales y su expresión en la lucha de clases multicultural; así diferenciando la cultura y la sociedad ; se ofrece un pequeño esbozo para reconocer los símbolos sociales vigentes bajo la lógica imperial occidental, en la búsqueda de un proceso de formación humanista basado en virtudes concretas de la acción y de la participación sociocultural, como la concatenación de experiencias que conforman la personalidad humana y a la vez, la historia en las estructuras mentales interiorizadas de sus múltiples representaciones individuales como entes ontológicos en sociedad, que corresponde con una estructura sociopolítico económica y cultural de sometimiento; esas son las actitudes que labran la calidad humana de las amplias mayorías en su forma material de vida y de condición consciente o no de ello, lo cual no sucede de manera mecánica sino matizada; ahí ubicamos el acto de búsqueda de la libertad en todos los aprecios sobre la vida; por tal, se entiende a la libertad humana, como una elección voluntaria y consciente desde esta lógica hegemónica impuesta en el sentido del autorreconocimiento (CAPACIDAD DE CONOCERSE A SÍ MISMO, A TRAVÉS DEL OTRO LÍMITE QUE ES SU PROPIA FIGURA SIMBÓLICA QUE LO REFLEJA, EN EL TERRENO DE LA IDEOLOGÍA, Y DE LA CAPACIDAD FILOSÓFICA-CULTURAL DE TRANSFORMACIÓN RADICAL) y de la supuesta autoformación del sujeto que sólo ve la concepción idealista, la cual se expresa en las actitudes y comportamientos del sujeto que se nombra sin ubicación del trabajo histórico constituido en sí mismo, es decir, de manera individual en un contexto histórico determinado por los valores prepotentes de la lógica capitalista ilustrada, no reconociendo la forma autónoma de su cultura en cuanto a la postura política de emancipación asumida, para reconstruir a lo largo del tiempo de forma social, colectiva e individual su propia dignidad, responsabilidad, soberanía y culturas diferenciadas en necesidades humanas que se afirman y se niegan unas a otras éticamente, en las relaciones de clase de su época, aunque estas relaciones no puedan ser nombradas como tales en todos aquellos matices de su esplendor y diferencias; debido a no poderlas aun representar en su lenguaje común, ni reconocer como propias culturalmente; pues configuran los diversos tipos de identidades del sujeto: identidad en el sentido nacional, étnico, de género, regional, pueblerina, de pareja, barrial, familiar, generacional, etc..
una determinada forma de actividad artística, que se
expresa técnicamente en el teatro propiamente dicho.
La teatralidad está en la vida misma, es una actitud
propia del hombre, en cuanto el hombre tiende a
creerse y hacerse creer diferente de lo que es”
Antonio Gramsci
La forma en que se reconoce la persona a sí misma en lo que es, para saberse pensar, en lo que dicen que es y en lo que cree que es, sucede sólo a través de reconocerse en los otros; así es como conoce SU SER EN SÍ, como un YO en TÍ mismo y así ser NOSOTROS PARA SÍ; esta expresión humana tiene un largo recorrido de trabajo histórico; ello consiste en cómo se identifica como sujeto histórico (sujeto por sus afectos y razones históricas) en el contexto de la modernidad, entendida ésta como realidad concreta en la cualidad de lo moderno, de lo nuevo, que comprende a lo antiguo en el sentido de la lucha clases; así en el arte y la literatura el modernismo, muestra una afición por las cosas modernas, es decir, vemos a la modernidad como totalidad inescindible en su contradicción, relaciones y diferencias en una época o historicidad de culturas civilizatorias; pues la persona está contextuada en una temporalidad constituyente de su existencia, que es así su propio cuerpo o temporalidad global y diferencial; esta persona se identifica de alguna manera con su pertenencia de clase por medio de sus representaciones sociales y participación político-pedagógica, es decir, a través del trabajo social e individual objetivado bajo formas prácticas rituales, y objetos cotidianos y no cotidianos: artísticos, religiosos, de sentido común o científicos; el reconocimiento de sí mismo se genera por medio de las formas interiorizadas de apropiación en alguna forma de conocimiento por el sujeto de la historia; este movimiento del trabajo natural transita en un espacio filosófico y de folclor cultivado en las grandes civilizaciones -que son patrimonio de la humanidad-, que le dan sentido milenario de respeto y de responsabilidad al sujeto de la historia; sujetado éste a sentimientos actitudinales y a su modo de producción correspondiente, en la organización y división social del trabajo, dentro de una lógica de producción histórico-social, en su contradicción de clases y de poder determinar las formas de vida. Así el sujeto de la historia en sus creencias y certezas, va realizando en el trabajo histórico por todos ralizado, lo que se produce social o individualmente, y de ahí la tensión o contradicción de la propiedad privada; de la lucha de clases y de la contradicción irresoluble entre el capital y el trabajo; lo cual puede ser comprendido desde lo más simple de lo cotidiano y particular del sujeto de la historia desde su infancia, hasta abarcar la crítica del sentido del comportamiento imperialista en el proceso de internacionalización, regidos ambos por comportamientos análogos en la lucha por la sobrevivencia; la lucha por la información en la política; la lucha por el uso de la ciencia, del arte, de las humanidades y de la tecnología-cibernética; y por supuesto la lucha por la autogestión en distintas épocas de la modernidad, como expresión sintética de la totalidad histórico-social en una interpelación directa entre el autorreconocimiento y la identidad atravezados por la ideología dominante de la época.
Lo importante en el reconocimiento de la persona por su trabajo social-individual sea ésta consciente o no de ese trabajo, es conocer la forma de apropiación de la producción, si es de forma privada o colectiva; esto se destaca históricamente al ser el sujeto reconocido y nombrado por el otro que lo identifica como un “sujeto sujetado a una condición de clase o de vida humana”; porque se está así, sujetado siempre a un juicio de valor en los procesos de formación cultural humananizada culturalmente, como historicidad genérica, diferenciada a su vez su historicidad en una multiplicidad de necesidades culturales, según las diversas historias de vida particulares y universales concretas, a través del proceso de transformación del trabajo ocioso, el trabajo creativo, el trabajo enajenado, el no trabajo o el trabajo colectivo; teniendo como parámetros la necesidad humana y el interés inculcado en la identidad de clase; con base en ello, el sujeto tiene memoria histórica de sí mismo; de lo que cree y hace creer que es, en la apropiación y en la distribución del trabajo social realizado por sujeto, sujetado históricamente, porque desde ahí el sujeto constituido, se afirma y se niega como tal, en momentos instantes concretos efímeros y eternos; a través de la topología del otro que lo mira y lo valora en la satisfacción de las necesidades comunes, distribuidas y normadas en equidad o no, determinado esto por el modo de producción y el grado de conocimiento científico-social; diseminando así su cuerpo en sentidos de humanidad o de vida concretada en intensidades de su autenticidad humana sustantiva; es decir no egoísta, al reconocerse en distintas dimensiones de la realidad histórico-social con la que se identifica en esa constitución del ser, como persona con un proyecto, como hombre o mujer, como grupo social, como individuo, como pueblo, como nación, como mundo o como clase social, capaz de organizarse políticamente; pues estos momentos son distintas dimensiones en el transcurso de la consciencia práctica del sujeto histórico en su comportamiento; así se va asumiendo el derecho a su independencia y autonomía como totalidad histórico social, en el contexto de la lógica de modernidad ilustrada, en su infancia, adolescencia y madurez, de la que proviene la situación histórica de propiedad privada en la cultura occidental; que se impuso como única explicación y forma de vida posible en una dimensión abstracta y universal, que ha sido legitimada por el imperio del capital.
De este modo la idea de identidad fetichista y desarrollada en el periodo ilustrado o Iluminismo , enfrenta al sujeto de su época con las incoherencias de la insensibilidad humana ahí acuñadas, que afirma o desconoce la sensibilidad del ser y que tiene que determinar el rumbo y el sentido como sujeto histórico en un proyecto hegemónico de clase, como expresión de la contradicción entre salario, capital y Estado, en un periodo de la historia en sus diferencias irresolubles que entraña este modo de producción privada, lo cual no acaba de comprenderse, ni de superarse de forma generalizada por el sujeto de la historia; transitando de una concepción religiosa medieval, represora y reproductora de culpas, a otra caracterizada por una acentuada industrialización capitalista que se fundamenta en el individualismo y la lucha de clases que se perfila multiétnica, multicultural y de género -plantea Dieterich- como procesos de terror y de muerte, pero también como posibilidad de emancipación social, porque no existe presagio; y ello sucede en las formas más descarnadas y sublimadas de explotación del trabajo humano, tanto del enajenado como del creativo en la lógica de propiedad privada occidental y de su necesario proceso de emancipación histórico-social, a través de un trabajo político-pedagógico, que se asume en la toma de consciencia de los actos del sujeto, que exige la virtud humana como trascendencia histórica, ante la degradación cultural, en una mezcla ideológica y confusa de ello, ante la proclamación a la no violencia ejercida frente a aquellos que aun no pueden nombrar su expresión y su palabra como actos de hombres verdaderos en el desarrollo de capacidades auténticamente humanas, en el sentido de mantener el proceso de transformación del modo de producción y de actitudes, reconociendo las diferencias culturales, la convivencia, la participación y el derecho a la información y a la tecnología, en el despliegue histórico de humanización y no de degradación en la totalidad histórica, considerando su complejidad contradictoria para ejercer un poder que comprenda las necesidades comunitarias que fueron pisoteadas por el proceso civilizatorio.
En esa búsqueda por el reconocimiento civilizatorio impuesto en los actos de colonización represiva, están entremezclados los matices de la creatividad humana, mágica imaginativa, tecnológica, artística y científica; constituidos estos entramados desde el sentido humano ontológico a través del arte, la religión, la técnica, la literatura, el amor a la inteligencia, al conocimiento, y en las interpretaciones más significativas del sentido cultural crítico dignificado en su auto reconocimiento, que históricamente sólo se generó en una condición ideal y no con un sentido material colectivo al ser aniquilada esta posibilidad en los procesos de coloniaje que ha engendrado históricamente la forma de producción imperial contemporánea, al no tomarse en cuenta la satisfacción de necesidades colectivas a través del respeto y la mutua correspondencia en equidad del conocimiento teórico-científico como producción y no individualizada, porque no se concebía en la racionalidad hegemónica de los modos de producción en distintos órdenes del conocimiento, su ubicación como una totalidad interdisciplinaria en devenires de humanización y de socialización de conocimientos, es decir, en la búsqueda por el bien común que abarca un proceso continuo educativo para abolir el sometimiento y la degradación que impone la explotación capitalista, que encabeza como vanguardia el mundo occidental que sigue teniendo matices metafísicos en su necesidad ideológica de encubrimiento del orden y la lógica establecida como modelo hegemónico y única alternativa de vida; estos devenires son constructos sociales generados no precisamente a través del diálogo, la comprensión y el buen entendimiento en la comunicación de los distintos lenguajes, sino que encierra, una relación de fuerzas en las distintas posturas ante el sentido de vida como medio ideológico y filosófico de expresiones creativas y a la vez sometidas como contradicción irresoluble en la síntesis más plena de la hegemonía histórica que es la relación entre capital, salario y Estado; asumida así esta razón desde el materialismo histórico como praxis, en una asunción libre y voluntaria con base en un acuerdo justo y necesario; pero en cambio el ideal de autoconciencia sólo fue legitimado en la lógica de la ilustración, conforme a los diferentes intereses que son reconocidos como modelo prototípico de la historia hegemónica ya generalizada en la destrucción y el exterminio, sin tomar en cuenta la multiplicidad de sentimientos ahí acuñados en la historicidad del sujeto a su transformación y superación cultural, para desarrollar sus capacidades humanas.
De manera que al ser capaz el sujeto ilustrado y no ilustrado desde esta visión legimitada en la mirada de occidente, sin distinguir las partes más simples y complejas de su actuar no sólo autónomo y tolerante en la resolución de problemas concretos, que están entreverados por la incomprensión y las obscuridades de esas versiones; pero al ser cultivado el sujeto en valores ético-morales como principios de origen del deber ser abstracto y no en el concreto real, de una vida auténticamente digna, que se cuida a sí mismo sólo en relación con el otro que necesita y comprende humanamente por su necesidad común de emancipación social e individual en formas de autogestión y autogobierno, por eso es necesario reflexionar en ganarse la libertad, ¿cómo?, sólo es posible reconociendo cómo no molestar al otro, lo que encierra toda una postura ideológico-filosófica de clase; y esa formación se adquiere en la práctica a través del ejemplo multicultural abierto y plural, porque cuando este sujeto se ha apropiado de ese bien común en un contexto socio-histórico de organización, de pertenencia y de dirección en los procesos de aprecio a la vida, como finalidad trascendente de tiempos y espacios delimitados de manera clara y obvia, de acuerdo a las necesidades de conocimiento y de transformación social, a través de sus sensaciones, emociones, memorias fragmentadas de ilusiones, y de momentos que se reportan en procesos educativos de la historicidad de terrores enajenados del contexto histórico de producción social en la invasión, el despojo y el hurto, crea formas críticas ante su figura ideal de autoconciencia, al reconocer quién ha contado la historia transcurrida.
Con base en el contexto histórico, se exponen las características acerca de la identidad, para dar cuenta del planteamiento y objetivo que nos ocupa en la problemática de la cultura en las ciencias sociales y su expresión en la lucha de clases multicultural; así diferenciando la cultura y la sociedad ; se ofrece un pequeño esbozo para reconocer los símbolos sociales vigentes bajo la lógica imperial occidental, en la búsqueda de un proceso de formación humanista basado en virtudes concretas de la acción y de la participación sociocultural, como la concatenación de experiencias que conforman la personalidad humana y a la vez, la historia en las estructuras mentales interiorizadas de sus múltiples representaciones individuales como entes ontológicos en sociedad, que corresponde con una estructura sociopolítico económica y cultural de sometimiento; esas son las actitudes que labran la calidad humana de las amplias mayorías en su forma material de vida y de condición consciente o no de ello, lo cual no sucede de manera mecánica sino matizada; ahí ubicamos el acto de búsqueda de la libertad en todos los aprecios sobre la vida; por tal, se entiende a la libertad humana, como una elección voluntaria y consciente desde esta lógica hegemónica impuesta en el sentido del autorreconocimiento (CAPACIDAD DE CONOCERSE A SÍ MISMO, A TRAVÉS DEL OTRO LÍMITE QUE ES SU PROPIA FIGURA SIMBÓLICA QUE LO REFLEJA, EN EL TERRENO DE LA IDEOLOGÍA, Y DE LA CAPACIDAD FILOSÓFICA-CULTURAL DE TRANSFORMACIÓN RADICAL) y de la supuesta autoformación del sujeto que sólo ve la concepción idealista, la cual se expresa en las actitudes y comportamientos del sujeto que se nombra sin ubicación del trabajo histórico constituido en sí mismo, es decir, de manera individual en un contexto histórico determinado por los valores prepotentes de la lógica capitalista ilustrada, no reconociendo la forma autónoma de su cultura en cuanto a la postura política de emancipación asumida, para reconstruir a lo largo del tiempo de forma social, colectiva e individual su propia dignidad, responsabilidad, soberanía y culturas diferenciadas en necesidades humanas que se afirman y se niegan unas a otras éticamente, en las relaciones de clase de su época, aunque estas relaciones no puedan ser nombradas como tales en todos aquellos matices de su esplendor y diferencias; debido a no poderlas aun representar en su lenguaje común, ni reconocer como propias culturalmente; pues configuran los diversos tipos de identidades del sujeto: identidad en el sentido nacional, étnico, de género, regional, pueblerina, de pareja, barrial, familiar, generacional, etc..
Subscribe to:
Posts (Atom)