Fernando Cajas.
A la proximidad de las elecciones de segundo grado en Guatemala para el 2026, esto es, a la venida de la elección del nuevo fiscal general, de los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, TSE, magistrados de la Corte de Constitucionalidad, CC, y contralor general, los ciudadanos solamente somos espectadores. En estas elecciones de segundo grado los ciudadanos no votamos sino más bien estos importantes cargos se escogen a través de «comisiones de postulación».
Bajo el engaño de que vivimos en una democracia se nos ha hecho creer que nosotros elegimos. Pero no. Ni siquiera presidente elegimos como bien hemos visto en las elecciones presidenciales desde 1954, las elites capitalistas han tenido el control político del Estado. La oligarquía nacional recibió un duro golpe en 1944 como el sistema corrupto empresarial en el 2015 recibió una bofetada. Pero fueron golpes a los que reaccionaron con más fuerza y mejores estrategias para mantener sus privilegios. Recuerden que la Comisión Internacional Contra la Impunidad, CICIG, develó cómo el brazo politiquero de los empresarios, el CACIF, era tan corrupto como los rateritos de los funcionarios públicos. De hecho, sé aliaban para robar al Estado.
A través de su brazo político sucio llamada CACIF, una asociación de disque industriales, agro industriales y comerciantes, que, si bien en sus orígenes de la oligarquía eran finqueros, ahora ya no, ahora son «empresarios»; que han cooptado al Estado.
Las estructuras de los otrora finqueros se convirtieron en empresarios y luego en agroindustriales e industriales. El capital de los terratenientes y sus fincas se transformó en capital empresarial, de tal forma que delegaron la función política a empleados que se dedicaron a tener puestos importantes en el Estado, en el gobierno. Nacen los verdaderos «choleros políticos». Siempre sus aliados fueron los militares, los asesinos a sueldo, los judiciales, «orejas», homicidas que llenaron al río Motagua de cadáveres de mártires guatemaltecos.
La evolución de finqueros a empresarios ahora se encuentra en una nueva transición porque ya forman parte del capital del narcotráfico. Así que la complejidad de las empresas es tal que hay que incluir sus alianzas criminales con el narco nacional e internacional. A eso hay que agregar sus nuevas alianzas con países anti democráticos, autoritarios, corruptos, autocráticos que como lo ha reportado de forma magistral Anne Applebaum en sus libros El Ocaso de la Democracia y Autocracia S.A., lo que les permite lavar dinero, tener paraísos fiscales y compartir métodos de la forma en que han destruido la democracia en Nicaragua, Venezuela, Polonia, Rusia, Cuba y otros. Así que los antidemocráticos tienen alianzas de redes narco criminales internacionales. Esos son los que escogen presidente y quienes arreglan las elecciones de segundo grado en Guatemala. Desde 1944 a la fecha siempre han escogido presidente ellos, los de la elite depredadora, no los ciudadanos.
Aunque el actual presidente, Arévalo, no les gustó, porque creyeron que era más machito, de a poco lo han llevado al redil y ya le mostraron quién es el que manda aquí. Lo dejan jugar ajedrez, dar uno que otro discursito que no tenga implicaciones, le dicen qué vetar y qué no vetar y le instruyen de cómo no vetar una ley y que aparente que sí la quería vetar. ¡Vaya teatro el de Arévalo y el de Semilla! El teatrito de Karin Herrera ya se sabía.
Esto lo demuestran las últimas acciones de Semilla, quien en el Congreso apoyó la presencia del CACIF en el consejo de adjudicación de la ley de infraestructura a través de alianzas público-privadas, APP.
Los empresarios de ahora no son los terratenientes de la Revolución del 44. Durante estas décadas esos terratenientes, finqueros, se aliaron al ejército para realizar la contra revolución de 1954, con apoyo de los Estados Unidos a través de la CIA, era entonces una alianza entre el capital de finqueros y la corrupción militar: Nuestros presidentes o eran chafarotes o civiles obedientes de la bota militar.
Los nuevos empresarios, aliados con el narco nacional e internacional, asesorados por enormes países antidemocráticos y autocráticos, como lo demuestra el exilio de politiqueros en Nicaragua y el reciente viaje de Consuelo Porras a Polonia, quieren seguir manteniendo el poder político del país y lo hacen a través del CACIF en las decenas de representaciones que tienen en todo el Estado, están en más de sesenta mesas directivas. Ya solamente le falta formar parte del Consejo Superior Universitario de la USAC, pero no lo requieren porque aun en el consejo universitario de la USAC son ellos, los caciferos, los que mandan teniendo como aliado a su trabajador más fiel: Walter Mazariegos, quien se prepara para dirigir la comisión de postulación de magistrado del TSE. ¡Qué barbaridad!
De hecho, la cooptación de la Universidad de San Carlos de Guatemala se debe al enorme papel político que tiene, ya sea el rector o decanos en las comisiones de postulación de fiscal general, de magistrados del TSE, de magistrados de la CC, contralor general. Estas comisiones giran alrededor de la figura del usurpador a la rectoría Walter Mazariegos, quien ha perseguido a sus opositores, esto es, los grupos universitarios en genuina resistencia.
Así las cosas, nos encontramos en una situación difícil que solamente nosotros los guatemaltecos podemos cambiar. En el teatro de Arévalo ya pidió el apoyo de la OEA, Organización de Estados Americanos, para que ellos resuelvan lo que él no quiere ni siquiera afrontar. Ninguna organización internacional hará el trabajo nuestro. Ni siquiera se le ha movido un músculo de la cara a Consuelo Porras con más de cuarenta países que la han sancionado como un actor corrupto, a ella y a otro montón más. Todas esas visitas más se parecen al título de la novela de García Márquez porque vienen a ver la «crónica de una muerte anunciada», la muerte de la débil democracia nuestra.
¿Queremos democracia guatemaltecos? Entonces debemos trabajar por ella, debemos reunirnos en carne y hueso y dejar nuestros telefonitos escondidos en la sala o en la cama de la casa, abandonar la comodidad de las sentencias: «No se puede», «ese no es mi problema», «no me meto a política», porque si seguimos así lo que tendremos es el Estado que merecemos, este, anti democrático, donde gobiernan ladrones y donde seremos esclavos.
¿Queremos democracia guatemaltecos? Luchemos entonces, hagámoslo ahora, porque si no es ahora, no será nunca.
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