“Nada se puede oponer a que se reconozca a
Gramsci como el único marxista que ha tratado a fondo la cuestión de los intelectuales, articulándola
con el conjunto de su estrategia revolucionaria, cuyo momento esencial está
representado por el concepto de hegemonía y su momento más fuerte por el de
‘bloque histórico’”.
(Ma. Antonietta Macciocchi: 188)
La pedagogía crítica
rompe con las prácticas pedagógicas de corte casi totalmente psicologista, pues su base es
esencialmente sociológica, y tiene
como objetivo fundamental el desarrollo de la actitud crítica, asumida como praxis transformadora en la
superación de todo tipo de injusticia y contradicción histórico-social.
Por actitud
se entiende una predisposición conductual relativamente estable. Sus
elementos básicos son:
-
Componentes cognitivos (procesos
perceptivos, neuronales, etc.).
-
Componentes afectivos (reacciones
generales ante un objeto de referencia).
- Componentes comportamentales
(Resolución de problemas de una manera determinada).
Pero, al margen de lo
anterior, lo que resulta más relevante para la pedagogía crítica está
constituido por las funciones de la
actitud consciente responsable, y que pueden presentarse como:
Facilitadoras conductuales (pero no productoras de conducta).
Motivacionales (promotoras de la ruptura de la indiferencia).
Orientadoras (propiciadoras de respuestas adecuadas).
Estabilizadoras (conformadoras de rasgos de la personalidad).
El docente, para
propiciar una actitud crítica consciente, debe renunciar expresamente a su
papel directivo y autoritario dentro de la clase, y convertirse en un animador cultural abierto a la necesidad
de la mayoría en procesos de superación histórico-social.
Existen algunas
opiniones, como las de Wilfred Carr y Stephen Kemmis, en el sentido de que para
transitar de una actitud educativa tradicionalista hacia una práctica
pedagógica crítica, resulta
indispensable incorporarse a la investigación acción, en formas de enseñanza,
con el fin de posibilitar el análisis crítico de las prácticas educativas
inserto en las necesidades de consciencia de clase concretas.
Los autores citados
afirman que los modos de investigación educativa tienen relación directa con
los enfoques teórico-prácticos de la educación. Por ejemplo, la investigación
cuantitativa implica considerar a la educación como un asunto meramente técnico, mientras que la investigación
interpretativa la advierte como una cuestión práctica, por lo que se
requiere de una capacidad hermenéutica y de-constructiva permanente de dicha
realidad histórico-social.
Así pues, se afirma que
la pedagogía crítica no propone una
investigación acerca de la educación,
sino en y para la educación en el proceso de humanización.
Por ello, la pedagogía
crítica supone el compromiso consciente indeclinable de docentes, estudiantes,
padres de familia, administradores, etc., de analizar críticamente sus
respectivas funciones sociales y situación personales de vida (las relaciones
con la educación), para mejorar sustancialmente y asumirlas con un compromiso en la identidad de clase social como
docentes, entendida así la pedagogía crítica en movimiento, cambio y
transformación de acuerdo a las épocas contextuadas de referencia, resulta eminentemente
participativa y de aprendizajes recíprocos entre el sujeto y el objeto de
conocimiento, al reconocerse como naturaleza cultivada a través de la
producción de su trabajo sensiblemente colectivo y racional, en lo más lúdico
de la existencia humana.
Valga en el sentido de
nombrar a las clases sociales con precisión, la importancia sobre la concepción
de clases sociales que
aporta Vladimir Ilich Lenin, con una visión filosófico-política con
fundamento en el socialismo científico. Así aclara
“las clases son grandes grupos de
hombres que se diferencian
unas de otras:
1)
Por el lugar que
ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado.
2)
Por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de
producción (relaciones que, en gran parte, son establecidas y
fijadas por leyes que lo refrendan). [<…>
entre propietarios y desposeídos de
dichos medios, históricamente…
3)
En el
auto-reconocimiento de la identidad de
clase a través del movimiento, la organización y la lucha social en la formación
del sujeto histórico; es decir de acuerdo al grado de
consciencia histórico-social de pertenencia en el proceso educativo de
la lucha de clases... <…que los unifica
como proletariado…> <…>].
4)
Por su papel
en la organización social del trabajo y, consiguientemente.
5)
Por el modo y la proporción en que obtienen la parte
de riqueza social de que disponen.
Las
clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse del trabajo del
otro en virtud de los diferentes lugares que uno y otro ocupen en una
estructura determinada de la economía social”. (Lenin,
1919, Ps. 13-18, 21-26)
Desde
esta concepción pueden comprenderse las virtudes
humanas, centradas en valores universales y particulares como son: justicia,
prudencia, fortaleza y templanza, creando las condiciones objetivas y
subjetivas para que ocurra la comunicación dialógica humanizada tan deseada y tan temida;
y así saber en qué momento
es necesario callar y en cuál otro
hablar y defender los
derechos humanos vitales, o lo que es lo mismo, las relaciones de poder
político, ubicando este entramado de posible dialogicidad, como una construcción social sin freno. Porque
el aprendizaje del poder político sucede tanto para la emancipación, como para el ejercicio de abuso de poder político
en el sometimiento sufrido a lo largo
de las diversas historias latinoamericanas, a través de la defensa de la madre tierra -como lo expone
Patricia Medina-.
Estas relaciones diferentes de poder político, son las
que encubre la ideología dominante, al
negar la educación política de nuestros pueblos, pues necesariamente se tomaría
consciencia de clase, dado el proceso de explotación en la relación entre el
trabajo y el capital. Porque el
poder político, es el espacio de
formación temporal más abarcativo históricamente, en las relaciones de inter-subjetivación
humana-inhumana, tanto en su contenido, forma y significación, que se reflejan
en el espejo de la vida y de la muerte.
Se plantea en esta reflexión, la tesis en Cantoral, de que el poder político, por ser el poder más
amplio en el contenido de la palabra verdadera, identifica que la belleza
no es más que el esplendor de esa verdad en construcción, por eso el poder
político puede explicar a otras expresiones de poderes humanos-inhumanos como son: el
poder religioso, el poder militar, el poder cultural, el poder social, el poder
parlamentario, o el poder deportivo, o de género, entre otros más; pero estas formas de poder no pueden
explicar por sí mismas, al poder político, por ser éste el único poder que
trata en sí y para sí la defensa de los derechos humanos en la lógica
del imperio; por tanto es el poder más
amplio históricamente en la identidad cultural recorrida. Siendo evidente en
tal relación de poderes, cómo la fuerza de los amos, se impone por decreto “naturalizado”
en el injusto mundo capitalista, como lo dejan ver las propuestas
pedagógico-políticas de Antonio Gramsci
o de Paulo Freire para los procesos de
liberación frente a este imperio monopolista.
Así Bloch
expresa en la historia de las mentalidades que, ‘los hombres en
el tiempo unen el estudio de los muertos con el de los vivos a través de la
historia’, por lo que “es claro que el buen historiador se educa y se forma…”
(Aguirre, 2002, p. 24) para lograr
sostener los mismos ideales originales, que simbolizan gloria y reputación;
reconociendo a su vez la formalidad institucional que legitima y robustece en
cada momento a los estados nacionales, sabiendo que en esas historias
regionales, locales o parroquiales, está referida la historia de territorios más humanos, que van quedando al
margen, por ser historia oral no
documentada, de ahí el énfasis en la
lectura y en la escritura generadora que propone la pedagogía política de
Freire. De modo que en los contenidos de la lucha liberadora, para no cometer
los mismos errores históricos, es importante tener memoria del proceso
comunitario para que las autoridades sean trabajadores controlados por los
electores, por eso los ancianos han sido guardianes de tradición viva y
flexible -reflexiónese en todos nuestros
intentos revolucionarios
universales y locales a lo largo de las épocas-, por tal hecho es
necesario considerar que: la disciplina es la única capacidad de actuar
ordenadamente para conseguir un fin socializador, que requiere madurez y una verdadera humildad revolucionaria, en
esa mezcla de la cultura mesoamericana y la española que nos tiñe e
identifica con el rojo sangre.
En la historia latinoamericana, son variados y constantes en la lucha
de clases los ejemplos educativos al respecto, tomando en cuenta que se
debe tener consciencia histórica del objetivo que se quiere lograr en estas
enseñanzas y aprendizajes, para luchar de forma organizada abierta o clandestina, con inteligencia,
eficacia y seriedad en la integración de la comunidad con valores humanos probados, de acuerdo a las rítmicas y
cadencias diferenciadas de los pueblos, y, creando una formación político-económica integrada en
el devenir sociocultural, formación contra-hegemónica necesaria en la Historia
regional, nacional o mundial, para que
se conjugue, como una sola revolución, la defensa de los derechos humanos de nuestro
espacio natal y de nuestra pertenencia generacional, en la identidad cultural
de la lengua materna latinoamericana. Porque
la búsqueda de la verdad es
inacabada en cada época histórica desde la información oportuna; por eso es
indispensable tener madurez para la acción,
con creatividad, entusiasmo y sensibilidad de poetas, en donde sólo la disciplina podrá lograr la continuación de una larga
experiencia de lucha a lo largo de la historia revolucionaria comunitaria en
este siglo XXI, para re-significar y re-educar la sensibilidad política, como nos lo ha enseñado la palabra tojolabal
(tz-eboj) que se transmite tanto en
poemas como en canciones, siendo éste el espíritu general de la gente, porque
es claro cómo los tojolabales se ubican dentro del tiempo sin poder
modificarlo, en cambio la mentalidad de los occidentales piensan que el tiempo
está a sus órdenes, de esta forma va
mostrándose la raíz indígena con un uso preciso de la palabra verdadera en comunalidad, a pesar del mestizaje y la
castellanización hoy día depredadora.
En tal sentido la disciplina es una necesidad de primer
orden en los eventos histórico-políticos asumidos. Lo ha mostrado el ejemplo educativo de libertadores aquí
mencionados, en esa defensa de
nuestros derechos políticos o derechos humanos implícitos, que es vital hacer
explícitos en el despliegue de estas épocas revolucionarias de liberación,
para poder construir el camino socialista internacional; así el
movimiento organizado empiezan a
identificarse desde esa educación política de clase trabajadora en los hechos, por el estudio
histórico, las teorías y los métodos que se tendrán que sistematizar
con entramados
crítico-pedagógicos-educativos en el proceso continuo y dialéctico de
humanización en el mundo del trabajo.
Por tanto, requerimos de una educación humanizada, más allá del capital, y
ahí es vital aniquilar a su Estado, dado que el desarrollo continúo de la
conciencia socialista es posible en el
movimiento de la praxis revolucionaria, posibilitando una sociedad de transición creativa, reflexiva, lúdica, comunitaria
e imaginativa con las presentes y próximas generaciones.
Sabiendo denunciar cómo y por qué la división internacional del trabajo
consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder, como
lo muestra Eduardo Galeano en Las Venas Abiertas de América Latina, desde la importancia del tiempo y del
espacio significativos para su difusión, no como un hecho ya dado ni acabado, como se valora por
los dueños del capital y del trabajo; por el contrario la postura
político-pedagógica crítica de Antonio
Gramsci, aclara que: “el pensamiento
marxista coloca siempre como máximo factor de la historia no a los
hombres…en sí…, sino de hombres que
se asocian entre sí, se entienden
entre sí, desarrollan a través de estos contactos una voluntad social, colectiva, y comprenden los hechos económicos, los
juzgan y los adecuan a su voluntad <...> hasta que ésta se convierte
en plasmadora de la realidad objetiva” (1957, p. 147).
Galeano enfatiza por tanto que, nuestra
comarca del mundo que hoy llamamos América Latina, fue precoz en ese
proceso de aprendizaje: “se especializó en perder desde los
remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través
del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones.
Este ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrota a la fábula
y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos
de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta.
Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como
fuente de reservas del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las
materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan consumiéndolos,
mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos. Son mucho más altos los impuestos que cobran
los compradores que los precios que reciben los vendedores; y al fin y
al cabo, como declaró en julio de 1968 Covey T. Oliver, coordinador de la
Alianza para el progreso, ‘hablar de
precios justos en la actualidad es un concepto medieval. Estamos en plena época
de la libre comercialización...’”.
Así
hoy día en el 2013 nos asecha el
Proyecto Mesoamericano de explotación maquiladora y turística con su respectiva
Iniciativa Mérida, de intervención militar yanqui, para saquear los
recursos humanos y naturales desde la Ciudad de Puebla en México hasta Panamá, favoreciendo al outsorcing y al trabajo
maquilador de raíz indígena explotada históricamente, imponiendo en la historia de México el Tratado de Libre Comercio (TLC) que fue
encabezado por Salinas de Gortari en 1994 para proceder al proceso de privatización en el año 2000, en el contexto de la agudización de
desigualdad para el proletariado del mundo y el latinoamericano. Por lo que
toca a la Pedagogía crítica, sólo falta que nos hablemos con el gobierno
soberano de iguales a iguales.
Se es consciente de que
esta investigación no pretende modificar las prácticas de cada maestro o
de un grupo de ellos, puesto que para cambiar no basta que alguien le diga a
otro que lo haga. El cambio, la decisión del cambio provienen de lo más íntimo
del ser existencial en sí. En ese sentido para reflexionar, es necesario detenerse un momento y pensar: Observándose como docente, esa es la intención de esta reflexión bibliográfica
referencial interpretativa.
¡Es necesario pensarlo para actuar!