Se valora en el mundo moderno, cómo el educador ideal se ha convertido
en un profesional acéptico, en un operador independiente que se eleva por
encima de los valores. El profesional desapegado ocupa pues, una posición
segura, al resguardo de la crítica. Las visiones contemporáneas sobre la
educación, emplean a menudo una noción de lógica lineal de causa-efecto. Tanto
la forma de pensar como el acto de enseñar se conciben como “un sujeto actúa
sobre un objeto”.
En este apartado trato de presentar algunos elementos sobre el despojo
de los principales medios de producción y el borramiento de la conciencia del
docente sobre este acontecimiento histórico, de cómo históricamente se ha
impuesto a la clase trabajadora el proceso educativo de explotación, degradación y
exterminio de la humanidad y de la naturaleza que estamos presenciando; este ejemplo inmoral ha sido sumamente violento a lo largo de la
historicidad humana, por eso es necesario desarrollar un espíritu de Pedagogía
crítica. De acuerdo con Habermas (1990, p. 232),
“Marx dio a su teoría el nombre de crítica. Un nombre discreto si se
entiende a la crítica de la economía política como la consumación de aquella
empresa que comenzó con la crítica filológica de los humanistas, prosiguió en la crítica estética de los
literatos y, finalmente, se aprendió a conceptuar como crítica en la crítica teórica y práctica de los filósofos. Por
aquel entonces, la crítica se convierte directamente en sinónimo de razón,
caracteriza el buen gusto y el juicio inteligente, es el medium para la
averiguación de lo correcto, coincidente según leyes de la naturaleza con lo justo, así como la energía que
estimula e incita el razonamiento, y, por último, se vuelve también contra sí
misma” (1990, p. 232).
Esta
concepción deja ver la dificultad de matices que conlleva la lucha de clases entre el capital y el trabajo,
ya que se van desarrollando
contradicciones secundarias que esta lucha social genera en un
tejido amplio cuantitativo y cualitativo
del movimiento social, por ejemplo: luchas
de género, luchas inter-étnicas, por razas, por tierras, por religiones, por
plazas entre docentes, o entre pueblos, comunidades y naciones, etc. La
complejidad radica en que son prácticas que se reproducen desde el origen de la
humanidad, de la cultura y la civilización, como producto de la relación
universal concreta, que condensa
(como sucede con el fenómeno físico) ese espacio y tiempo del proceso de
explotación del hombre por el hombre por parte de la propiedad privada de los
medios productivos; lo interesante es
contextuarlo en el texto, el contexto y el ejemplo crítico del proceso
educativo o de aprendizaje con experiencias concretas, con la intención de
que el sujeto se haga consciente de su temporalidad histórica transformadora en la
lucha de clases como proceso amplio de
formación integral, que implica hoy la defensa de derechos humanos; así
se pueden comprender los extremos de
decadencia imperialista, como síntoma vemos la guerra del narcotráfico en
México.
Aclarando,
se conoce que a partir de la existencia de la propiedad privada, surge el Estado esclavista como primera formación concreta de control y de dominio para ejercer el despojo de la riqueza
social de una manera “legitimada” por la clase dominante de cada época en ese
abuso de poder “legal”; pero no
legitimando ni reconociendo que esta
propiedad privada significa en el horizonte de valores ético-morales, el esfuerzo y desgaste humano, como fruto del
trabajo colectivo; por lo que significa este fenómeno social en sí,
la ignorancia del proceso de construcción y apropiación de
conocimientos; por ello es de sentido común, comprender la contradicción injusta en donde toda esa
riqueza se encuentra en propiedad privada entre los grandes monopolios;
obsérvese que no refiero a la propiedad privada simple del sujeto, como puede
ser su casa, su ropa, su pequeño comercio, su pedazo de tierra, su historia
biográfica incanjeable o su propia consciencia social; sino que la función
del Estado, es regular la propiedad para gobernarla en la relación de abuso
de poder entre el amo y el esclavo que abarca a los tiempos modernos, y que hoy
provoca la indignación humana como
cultivo de praxis transformadora en la creatividad detonante de superación y
alternativa. Así se reflexiona que
si la Pedagogía crítica asume
hermenéuticamente el estudio del proceso de humanización desde la contradicción
entre el trabajo y el capital, este
fenómeno de enseñanza-aprendizaje en el
proceso educativo puede consolidarse, como una tarea de intervención pedagógica.
Posterior al Estado esclavista, devienen los distintos
Estados: feudal, capitalista y aún el socialista como tránsito no lineal a una vida en comunalidad por
construirse, dichos Estados siguen
reproduciendo y sosteniendo con sus reformas la propiedad privada en el mundo
entero -diría Gramsci conservando la estadolatría-; por tal razón la teoría marxista
nombra al Estado, como órgano de
control y de dominación tendiente a ser
destruido por los pueblos organizados en la crisis del imperialismo. Se
sabe también, que junto con la propiedad privada de medios de producción inicia
la lucha de clases entre opresores y oprimidos, para lograr afirmar el poder
político hegemónico entre poseedores y desposeídos de esta propiedad de medios
e instrumentos para la producción y la explotación, generándose la tendencia
histórica a un proceso de crisis
económica, política, cultural, social, de derechos humanos, ecológica, de
valores y educativa; así están dadas hoy
las condiciones reales de vida del trabajador y del monopolio financiero
internacional.
Se
calcula que fue desde hace 3000 años antes de nuestra era, que apareció esta
injusta relación de propiedad. Pero hoy
puede quedarnos claro que la
historicidad no es lineal ni mecánica, sino dialéctica e histórica en la
praxis revolucionaria del sujeto educativo, cuando éste asume una postura de
clase proletaria, en donde se requiere de
la unidad para cambiar las relaciones entre la clase propietaria
y el productor como trabajador directo,
por eso es necesario en la Pedagogía crítica “ubicar correctamente a las clases
en conflicto y a los intereses antagónicos que sostienen, así como a los
intereses sociales concretos de cada sector, que van de la mano de los
proletarios” (Cuevas, 2008, p. 5), quienes están siendo despojados
del derecho a la educación,
entendida como un proceso amplio de
humanización racionalmente sensible, en donde la necesidad y el interés de clase, son la premisa esencial de la libertad en comunidad, proponiéndose en las
pedagogías insumisas, todo espacio al margen del Estado.
Nuestra
utopía insumisa por tanto, es la
formación de sentidos con libertad comunitaria,
recuperando las analogías de la hermenéutica crítica, para comprender el
papel político que juega la educación, reflexionando los movimientos sociales
en el hacer científico pedagógico y en el didáctico interdisciplinario, dadas
las dimensiones del conocimiento, a saber en formación transdisciplinaria desde
el arte, la religión, la teoría y la
experiencia empírica que abarca al sentido común, pero asumiéndolas de forma
creativa y lúdica para elevarlas a un pensamiento filosófico político y no de esnobismo intelectual -plantea
Gramsci-; sino en un afán de multiculturalismo
en sus diferencias, porque en la
lógica de funciones es difuso distinguir el tejido entremezclado con la
cultura burguesa hegemónica, así como el auténtico papel histórico de formación con las necesidades e
intereses de la cultura proletaria; ambas clases en decadencia y a la vez en sobrevivencia, al ser formaciones de vida muy diferentes; así se ve por ejemplo la hegemonía ideológica objetiva-subjetiva
vinculada con el gran emporio financiero nacional o internacional.
Una
vez expresado el origen de la crisis capitalista desde la
Pedagogía crítica como apuesta de praxis formativa en movimiento y en la
formación o actitud del docente, se destacan algunas premisas acerca
del método en la pedagogía crítica,
entendido como forma de razonamiento, de cómo ubica al sujeto
histórico-educativo en la lucha de clases, con base en las
contradicciones de barbarie que nos impone la acumulación capitalista;
señalo ahora algunos principios del método en esta propuesta de formación
política pensando en sus premisas
teórico-conceptuales, para reflexionar la diferencia de intereses y necesidades
entre la cultura burguesa opulenta y la
cultura proletaria desarrapada, con
base en un entramado pedagógico crítico.
C Considero
al método como la forma o formación para razonar la realidad concreta en su hacer político-pedagógico, tal
y como ocurre en su historicidad dialéctica, y, como es explicada por las
formas de apropiación de lo real; así lo expresa Covarrubias (1992, Ps- 35-70.
1995, Ps. 94-101) en su obra de fundamentación epistemológica.
Precisando la construcción social de la Teoría Pedagógica, junto con
la praxis científica de la Pedagogía y
las Didácticas con una concepción crítica, éstas representan un
todo político inescindible, y posible de diferenciarse por el tema, la investigación, el campo, el
ámbito, la dimensión y la corriente sugerente en la apuesta para la comprensión y superación de la crisis del imperialismo.
De
modo que en el discurso científico de la
Pedagogía crítica, la política educativa de las masas trabajadoras no ha
sido reconocida en la formación transformadora sistemática y metodológica como
un tema, ni siquiera como un problema educativo, sino por el contrario en la
hegemonía del abuso de poder, ha sido negada por la cultura de la clase
dominante de cada época o historicidad social, e incluso por la misma clase
trabajadora, y peor aún, se sigue reproduciendo la lógica capitalista
imperialista, sin cuestionamiento alguno en el campo educativo con sus formas, contenidos y significaciones de
violencia en la comunicación de masas, cumpliendo el imperio-Estado-gobierno su
papel hegemónico en la concepción empírica enajenada de la población, lo que tiene que ver con el
grado de consciencia social asumido; dado que se piensa y se cree
ideológicamente desde la cultura burguesa hegemónica, que los intereses políticos y el poder en sus distintos sentidos y
dimensiones de participación política son ámbitos exclusivos de la burguesía y su parlamento; haciéndose
presente esta hegemonía en el Estado Mexicano, como síntesis histórica del
universo concreto con nombres y apellidos en la gama de matices posibles
desarrollados en el campo educativo con una
propaganda subliminal, y obviados
no sólo en el discurso sino peor aún, en el no reconocimiento de la praxis
revolucionaria transformadora en el contexto de la educación formal, no formal
e informal, sin comprender el cambio de
su dialecticidad histórica, por tanto coincido con el Dr. Sánchez Vázquez, cuando
aclara que:
La praxis revolucionaria: “…trata de las relaciones entre la teoría y la práctica revolucionaria.
<…> mediante la creación de su propio partido y el establecimiento de su propio poder político… <…> las tesis teóricas del Manifiesto: la lucha de clases como fuerza motriz de la historia… <…> es preciso destruir la maquinaria del Estado
burgués, es decir, su aparato
burocrático-militar… la praxis revolucionaria del proletariado…
para Marx: la teoría como fundamento científico de la
sustitución revolucionaria del capitalismo por el socialismo y de la misión
histórica del agente de esa transformación: el proletariado. <…>
-Como observa Lenin- para poder resolver el problema concreto de con qué sustituir la máquina burocrático-militar
del Estado burgués. Y la historia responde -como esperaba Marx- con la Comuna
de Paris de 1871, primer intento de revolución proletaria, de destrucción de la
máquina estatal burguesa y de sustitución de lo destruido…<…> con la
perspectiva de que partían en su tiempo Marx y Engels: la victoria simultánea de la revolución en la mayoría de los países
capitalistas. Lenin plantea la posibilidad, realizada pocos años después,
de la revolución en un solo país <…> Lenin enriquece la teoría con una
serie de tesis fundamentales: la idea de la
hegemonía del proletariado en la revolución democrático-burguesa y de su
hegemonía en la revolución socialista; la tesis de la necesidad de la dictadura del proletariado y de la diversidad de vías
-con predominio de la violencia- para llegar a ella; la concepción del Partido
como destacamento consciente, organizado y avanzado del proletariado; los
conceptos fundamentales de ‘situación revolucionaria’, ‘crisis revolucionaria’
y ‘unidad de los factores (o condiciones) objetivos y subjetivos de la
revolución’; la tesis de la alianza del proletariado y los campesinos en la
revolución socialista, etc. <…> Lenin se ha atenido rigurosamente no a la
letra de las tesis de Marx sino a su espíritu y, sobre todo, ha aplicado su
método de investigación de las condiciones concretas que exigen y hacen posible
la praxis revolucionaria, a la vez que analizan esta praxis… <…> Este
método que Marx y Lenin han propuesto y han aplicado es el único que puede
asegurar hoy la unidad… … Nos referimos, por ejemplo, a los
problemas de la guerra y la paz, de la coexistencia pacífica, de la
contradicción fundamental de nuestra época, de la determinación de los factores
fundamentales y del frente principal en la lucha mundial contra el imperialismo,
del papel que corresponde en esta lucha
a los países socialistas, al proletariado de los países capitalistas
desarrollados y a los pueblos del llamado Tercer Mundo; de la prioridad del
paso pacífico o del violento en la instauración del socialismo, etcétera…”.
(Sánchez Vázquez, 1973, Pp. 184, 185, 187, 188, 189 y 190)
Pongamos un ejemplo de ese
espíritu de hito histórico educativo,
vivido en el movimiento social en
México, las luchas de la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca (APPO) -denominada
la Comuna de Oaxaca- con el magisterio de la Sección XXII de la CNTE-SNTE, y el
movimiento encabezado por el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra en San
Salvador Atenco que se ha ampliado a otras luchas educativas, asumidos estos movimientos sociales en el 2006 frente
al imperio del capital con demandas plenamente justas. Así podemos valorar
cómo la formación de eficiencia,
productividad, ciencia y tecnología, han alcanzado prácticamente el status de
divinidades en el escenario moderno del siglo XX y XXI. La vida cotidiana
de los educadores atestigua el poder de tales fuerzas, al verse obligados a
enseñar materias que han sido trozadas en secuencias ordenadas de tareas y
actividades separadas. “Formados para seguir un modelo de instrucción basado en la evaluación previa, el trabajo rutinario y la evaluación
posterior, los educadores siguen eficientemente una pedagogía científica que se
ha ido infiltrando en ellos, convirtiéndose en parte de su ‘lógica cultural’,
una lógica que en realidad lo que hace es domesticar
su imaginación pedagógica. No hace ya falta pensar. El sentido común nos
dice que para enseñar algo a alguien, todo lo que hay que hacer es fragmentar la información en partes
separadas, repetirlas una y otra vez hasta que el sujeto educado las domine, y
someterle luego a las pruebas adecuadas, para estar seguros de que esas partes
han sido aprendidas” (Goodman, 1986: 22).