¡FELIZ DÍA DEL MAESTRO Y DE LAS MAESTRAS!
Sandra Cantoral.
En este 2024, es vital recordar la tesis de Marx, en donde plantea que “La gran industria, al crear el mercado mundial, ha unido ya tan estrechamente todos los pueblos del globo terrestre, sobre todo los pueblos civilizados, que cada uno depende de lo que ocurre en la tierra del otro. Además, ha nivelado en todos los países civilizados el desarrollo social a tal punto que en todos estos países la burguesía y el proletariado se han erigido en las dos clases decisivas de la sociedad, y la lucha entre ellas se ha convertido en la principal lucha de nuestros días. Por consecuencia, la revolución comunista no será una revolución puramente nacional, sino que se producirá simultáneamente en todos los países civilizados…”.
Es importante para comprender cómo el sujeto histórico (persona, individuo, grupo social, Pueblo-comunidad, Estado nacional o nuestra madre tierra), enfrente la posibilidad de CONSTRUIR socialmente, el BIENESTAR y una buena planeación hasta lograrlo; ya que esta necesidad actual de la humanidad, significa la comunión entre lo social y lo individual en el acto preciso y concreto del SABERNOS HUMANOS con sensibilidadracional -así escrito, lo que piensas sientes y lo que sientes piensas-; Nos interesa otro comportamiento humanitario, que nos permita la INTEGRACIÓN con nuestra Madre Tierra, para protegerla de las garras del imperio del capital, con nuestro humilde trabajo cotidiano.
Ya deseamos los seres humanos continuar como seres integrados CONSCIENTES en nuestra propia satisfacción espiritual, es decir de eticidad, de acuerdo a nuestras formas particulares de producción cuidando las tradiciones y las costumbres más sentidas, para que nosotros los seres integrales queramos libremente hacerlo a través de un proceso de formación que incida en cada una de nuestras voluntades y, nos expresemos comprendiendo las razones/sensibles que causan la necesidad radical del hecho educativo o paideia: en cuanto a los valores éticos y morales de nuestro entorno social local y global, que nos de cuenta de nuestra identidad cultural actual, para volver a reconocernos como seres valiosos de trabajo honrado y cualitativo; ya basta de ignorancia sobre la explotación del mercado acumulador de sobre ganancias a costa de la vejación a la clase trabajadora.
Con base en esta concepción del materialismo histórico en Marx, que nos aportó como luchador y científico social crítico, del desarrollo de la humanidad en la explotación del hombre por el hombre, se ve como en la categoría de identidad se funden la necesidad material y la necesidad espiritual cultural del ser humano cuando éste indaga, descubre y se explica significativamente su comunión con su otredad, lo que le permite comprenderse a sí mismo en su historia de vida particular y universal, a través de entender la multiplicidad de historias diferenciadas, y que pueden distinguirse en la apropiación de cualquier otra cosa interior y exterior en el propio sujeto humanizado o socializado, al saber de su ubicación y asunción liberada, o por el contrario, al no saber de su condición enajenada; ambas condiciones materiales y espirituales, históricamente constituidas en la síntesis de su concreción existencial deben ser develadas y denunciadas ante el ser en sí; para que éste pueda querer liberarse de su ignorancia auto-opresora y auto controladora que le posibilite enfrentarse al reto de la conquista de su propio dominio, expresada en la seguridad de su memoria histórico-social humanizada, no mezquina e individualista, sino dada a los demás por su convicción liberadora ético-moral entre lo que se piensa y lo que se hace; esta es una tesis planteada en el discurso marxista acerca de la identidad para encontrar una propuesta de alternativa pedagógica, que indica cómo el sujeto va sabiendo enfrentarse a sí mismo en cada momento, para depender cada vez menos del otro y poder estar dispuesto para servir a las necesidades de todos, en donde la necesidad colectiva implica a la individual y la individual a la colectiva -aclara Valentina Cantón-.
Ya antes Platón (428-347 a. J.C.) refería el principio de identidad, como lo mismo y lo otro, es decir, lo mismo como la relación del cambio y lo otro como la identidad de lo igual en algo: en este impredecible vaivén se implica el sentido de la realidad y de la apariencia; el sentido de lo uno y de lo múltiple; la importancia de lo universal y de lo particular; así como el contenido del pensamiento y del lenguaje, en un proceso humano de comunicación.
Al despertar estos filósofos griegos la inquietud entre lo que permanece y lo que pasa, Marx conceptúa la figura del sujeto histórico que intenta integrarse al mundo por medio de la idea de tiempo o khrónos, es decir, a tener que pensar en el gran tamaño del mundo. En el mundo Anahuaca del sujeto histórico Latinoamericano, se le nombra con dulzura Pachamama, lo que cultiva la gran voluntad de todo lo que se resignifica en algún contenido y forma como creaciones culturales, que se van encontrando en tiempos espaciales diversos en la identidad de clase del sujeto histórico.
Porque es la categoría de identidad de clase la que articula al espacio y al tiempo del sujeto, en el sentido de su propio pensamiento, de su historicidad y de su praxis concreta; nos referimos a la teoría de la praxis o historicismo absoluto, para lo cual es indispensable tener consciencia de cómo ha sido y será la transformación del ser humano, como cultura, es decir en su expresión más álgida que es la eticidad, en donde la capacidad de igualdad en el derecho, es todo un proceso de liberación en la identidad cultural del sujeto consciente de su historia.
Podemos ver que “En Marx, la violencia revolucionaria aparece como una necesidad histórica que necesariamente desaparecerá, con el concurso de ella, al desaparecer las condiciones histórico-sociales que la engendran…(porque) …toda violencia de signo positivo, trabaja en definitiva contra sí misma, es decir, contra la violencia de mañana. Por ello, al hacer posible una verdadera praxis humana -no violenta-, la violencia revolucionaria, y, especialmente, la del proletariado, no sólo va dirigida contra una violencia particular, de clase, de la que surge transitoriamente una nueva violencia -la dictadura del proletariado-, sino que va dirigida contra toda violencia en general, al hacer posible el paso efectivo a un estado no violento. Sólo entonces, la praxis social, al dejar de ser violenta, tendrá una dimensión verdaderamente humana”.
La teoría de la praxis (la reflexión crítica y el análisis racional del mundo) que se viene desplegando desde las grandes filosofías de nuestra época, toma en cuenta al tiempo ilustrado, que más bien fue de gran confusión como hemos visto, dada la contradicción irresoluble que entrañaba y que a la vez tenía que enfrentar y resolver, siendo aún muy pobres los sujetos, tanto material como culturalmente, para darle una condición histórica a la dignidad que entraña su trabajo social; el pensamiento ilustrado fue infantil en su romanticismo e idealismo ensoñador, que sin embargo, sentó las bases históricas de la reflexión del pensamiento existencial.
Porque ante la cantidad y cualidad de necesidades ahí demandantes, respeto a la salud, a la formación ético-moral y en torno a la necesidad de hábitat digno y permanente, como necesidades que se radicalizan espiritualmente en las convicciones del sujeto histórico; y que hoy día se han cubierto sobradamente en el despliegue del desarrollo científico, técnico y cultural en el mundo que apunta a una globalización de la racionalidad sensible, como posibilidad de equidad humana en los proyectos educativos, que se están perfilando en la nueva era de la ilustración burguesa; en la cual es necesario mostrar todas sus contradicciones existentes, porque en ello radica el trabajo educativo o de humanización, cuidando y elevando la diversidad de expresiones culturales, sin sometimiento, atropello y opresión política, económica, social y afectiva.
Así la conciencia del ser, Marx la comprende a través de la experiencia, el conocimiento y las intuiciones del pensamiento humano, que le dan sentido al cambio y al movimiento, en donde se agudiza la memoria histórica encarnada en la sociedad civil y en el Estado -ya que el Estado somos todos, como sociedad civil organizada participando de forma conservadora y radical -hace ver Marx-; en sus obras filosóficas de juventud queda claro que ante el recuerdo del hecho sucedido, el ser ontológico asumido epistemológicamente, siente temor de enfrentarse ante el espacio de comprensión de su propia existencia; en donde lo importante del fenómeno social en sí, es ver como la consciencia histórica objetiva, concreta y responsable de sus actos, es capaz de fundir al ser y al objeto en un solo ser asumido en su identidad colectiva, siendo ésta su propuesta educativa, lo cual tiene que trabajarse de manera particular para satisfacer la multiplicidad de escenarios posibles, en donde el ser que interroga pueda comprender la irracionalidad de la lógica capitalista y actuar en consecuencia contrahegemónicamente con base en concepciones racionalmente sensibles de una identidad cultural, definida como principio de vida.
Así planteado el proceso de constitución del ser con base en las tesis de Marx, lo interesante es saber cómo el sujeto sale a enfrentar resuelto en cada momento la nueva determinación o resolución a problemas concretos y significativos de su ser genérico, de acuerdo a la identidad (ubicación en su mundo) de lo que espera o procura construir culturalmente, es decir, idear, inventar, imaginar, pensar como hacer, etc., en distintas dimensiones de comprensión y de explicación para relacionar al ser con la forma en que éste se apropia y crea su mundo haciendo una crítica constructiva que lo ubica en el trabajo solidario y colectivo, desde su propia capacidad de integración y diferenciación cualitativamente cultivada, porque la elementaridad humana en los procesos de identidad cultural es ser objetivo, y mostrar-se al otro para compartir-se lo que saben hacer en un proceso de intersubjetividad, a pesar de ser diferentes, y sobre lo que cada uno ya está convencido, por eso desde el punto de vista de Marx, no existe posición neutral, sino una tarea político-educativa permanente para liberar-se con base en relaciones significativas, de la ignorancia, la pobreza cultural, la deshonestidad, la corrupción o la burocratización como formas mediáticas de vida.
Porque la comprensión que el sujeto tiene de sí mismo es el eje articulador del todo -dice Lacan-; en el sí mismo del sujeto se van entreverando momentos de su consciencia sensible, perceptiva y de entendimiento autoconsciente, para ubicar las razones de su hacer conceptual que satisfagan la necesidad de conocimiento y de existencia de todos y de cada uno en un sentido de vida y no de muerte dialécticamente relativa al sujeto (la vida como esencia misma de la muerte y viceversa); lo importante en este análisis, en torno a la categoría de identidad es reconocer el saber-hacer del sujeto, en el acto que sea posible, transformado en su otro yo, que se va expresando en el ser humano templado, justo, prudente y de gran valor en el esfuerzo, que requiere justo de la autenticidad como necesidad aún insatisfecha, dado por la humildad y sencillez en los procesos de conocimiento compartidos.
Este trabajo necesario que se contrapone al sujeto en sí, de sí y para sí, en un proceso de reificación y desalienación -plantea Lukács-, para dudar y oponerse ante cualquier ambición desmesurada y sin sentido, es decir, sin razón suficiente que la sostenga en el tenor de la constitución del sujeto histórico diferenciado por su sensibilidad racional y no por su superioridad jerárquica de comparaciones superficiales aprioristas, gestadas por las relaciones desiguales de explotación y apropiación de medios de producción.
La corriente de pensamiento del materialismo histórico argumenta filosófica y metodológicamente una propuesta que relaciona e implica la idea de futuro, en una multiplicidad cultural de diferencias, es decir en una posible integración de existencias en donde no se da la garantía del conocimiento absoluto, sino que Marx ubica la propuesta cultural relativa a las capacidades cultivadas y potenciadas del sujeto, es decir, del sujeto en sí, según la mentalidad de que se trate, el cual puede desarrollar otras virtudes humanas en un proceso educativo original y de esfuerzo riguroso, que implique lo individual en lo colectivo y lo colectivo en lo individual de sí, por lo que la identidad se reconoce en la naturaleza y desarrollo en transformación del sujeto histórico-social ante lo estratégico y contingente para la Paideia que se asume conscientemente sólo en su concreción afectiva como género humano, en un ser para sí virtuoso, es decir, para servir a ‘todos nosotros’, en las necesidades más radicales de la existencia de vida humanizada, cuidada y cultivada en un trabajo individualcolectivo, como expresa Cantón, reconocido mutuamente, fuera de toda funcionalidad institucional.
Marx pensaba que para formar hombres y mujeres originales, se requería de una educación original y auténtica, la cual puede ser valorada por la calidad de sus transgresiones revolucionarias tanto en el pensamiento como necesariamente en los hechos; es decir, en la asunción plena y vital del sujeto consciente de su memoria histórica, de todo aquello que le ha costado trabajo realizar en una postura de dirección, con una intención que sabe de sus relaciones e implicaciones, y las asume en el acto mismo como praxis, es decir, como “actitud humana transformadora de la naturaleza y la sociedad”.
Porque para asumir el sujeto, tanto simbólica como objetivamente la vida ante el apuro y la frustración de la pérdida de la dignidad y el orgullo humanos, tendrá que reconocer que estos principios, mediaciones y fines, están condensados en su ser productivo, y revolucionados en sus actos comprometidos por el bien común de superación cultural enriquecida; efectivamente desde el tiempo de la Ilustración hasta hoy día el Ser en sí no se ha reconocido en su transformación y necesidad de calidad de vida o necesidad de una verdadera vida humana; de manera que necesita volver a resignificar-se y contraponer-se al estilo de vida artificial y falsa que impera en la acumulación de capital y se refleja en los referentes del ser consciente-inconsciente como un claroscuro difícil de distinguir-se, en donde se abre su sentido simbólico de deseo existencial, es decir, de desear ser algo más que sí mismo en el sentido del complejo de ostracismo como los escarabajos que relata Kafka.
NOTAS: