China, el sustento
capitalista de su peculiar socialismo.
Carlos Figueroa Ibarra.
Carlos Figueroa Ibarra.
Contrariamente a lo que
sucedió con el modelo soviético de socialismo, en China hoy el socialismo se construye achicando
el Estado y ampliando el mercado. El Estado solamente se reserva la propiedad
plena de la industria energética, de las comunicaciones (particularmente radio
y televisión) y la industria del transporte (particularmente el sistema
ferroviario). Todo lo demás está sujeto a una economía mixta que va de una
participación mayoritaria del Estado con la iniciativa privada hasta la
situación inversa: una participación mayoritaria o total de la iniciativa
privada en relación al Estado. Más aún, inserta la economía china en la
globalización, hoy en China ya está permitido que el capital extranjero sea
accionista mayoritario en las distintas ramas de la economía. Con ese modelo,
China ha tenido un crecimiento espectacular de su Producto Interno Bruto el
cual se duplicó entre 1978 y 2000 y se ha vuelto a duplicar entre 2000 y 2020.
La cuadruplicación del PIB ha permitido sacar a 700 millones de China de la
pobreza. En 2019 en China todavía existen 17.5 millones de pobres. En 2020 ya
no habrá ninguno.
La
productividad china es asombrosa. En las afueras de Xi’an, la fábrica de
automóviles eléctricos BYM produce 600 mil vehículos al año además de cientos
de miles de baterías para este tipo de automóviles. En las afueras de Beijing,
la aldea Beigou con unos cuantos miles de habitantes produce 300 mil toneladas
de hortalizas al año. China es hoy la segunda potencia mundial pero es
previsible que pronto sea la primera. No obstante lo impresionante del
desarrollo chino, éste tiene talones de Aquiles. En primer lugar no es
autosuficiente tecnológicamente pues la mayor parte de sus ramas productivas
tienen una dependencia tecnológica de entre 30 y 40%. En segundo lugar el
crecimiento acelerado del PIB ha creado un mayúsculo problema ambiental que ha
ocasionado emergencias como la del 2013 cuando una nube tóxica colmó los cielos
de vastas regiones durante 24 días. Entre las 20 ciudades más contaminadas del
mundo, 16 son chinas y el 70% del agua en el país ha mostrado contaminación.
Deng Xiaoping dijo que no importaba el color del gato sino que cazara ratones.
Hoy es un consenso en China que el gato debe ser verde. “Cielo azul, llanuras
verdes y aguas cristalinas” es una divisa del Partido y Gobierno.
El
desarrollo capitalista en China es el sustento material de la “fase primaria
del socialismo” que durará cien años (1949-2049). A mediados del siglo XXI,
China entrará en la fase de socialismo moderno y muchas marcas chinas se
posicionarán en el mercado mundial como hoy acontece con los celulares Huawei.
China aspira a extender su poder blando por todo el mundo y eso lo hará a
través de su programa de cooperación internacional que es llamado “La franja y
la ruta de la seda”. El PCCh no ha renunciado a sus objetivos socialistas y
comunistas, está usando a la acumulación capitalista para estos objetivos. He
aquí las peculiaridades chinas de su socialismo.
Dictadura
y Democracia que incide en la ruptura del tejido social.
Alguna vez V.I. Lenin
escribió que la cuestión fundamental de una revolución era la cuestión del
poder. Este
planteamiento fue una de las diferencias de los bolcheviques con los
mencheviques. A diferencia de éstos, los primeros creían que una revolución que
impulsara el capitalismo no la debía dirigir la burguesía sino la clase obrera
y el campesinado. Este es el espíritu del primer párrafo del Artículo 1de la
Constitución de la República Popular China: “La República Popular China es un
Estado socialista de dictadura democrática popular, dirigido por la clase
obrera y basada en la alianza obrero-campesina”. En China no hay democracia
liberal y representativa, pero es simplificación decir que por ello el país
está gobernado por una dictadura.
Los
cinco niveles del gobierno chino son el nacional, el provincial, el municipal,
el distrital y el cantonal. Cada uno de los primeros cuatro niveles de gobierno
están regidos por asambleas populares, la primera de ellas la Asamblea Nacional
Popular que cuenta con casi 3 mil diputados. En total en China existen 2.7
millones de diputados para esos cuatro niveles de gobierno que cuentan también
con una instancia ejecutiva. El Partido Comunista Chino se organiza en los
distintos niveles de gobierno empezando por el Politburó (21 integrantes), el
Comité Central (300 miembros) hasta llegar al comité de aldea o comité vecinal
o de centro de trabajo según se trate de lugar de residencia o ámbito laboral.
El partido cuenta en este momento con casi 90 millones de militantes los cuales
son seleccionados después de un año de candidatura y un año de prueba. La
instancia básica del partido es el Comité que puede dividirse en células. Se necesitan
al menos tres militantes para constituir una célula. Curioso resulta que las
empresas transnacionales o nacionales gustan tener comités de partido porque
ello les garantiza tener un núcleo de militantes que garantiza moral de
trabajo, disciplina laboral, vigilancia contra la corrupción para recomponer y reconstruir el tejido social.
En
China existen ocho partidos además del comunista. El ámbito de acción de los
mismos es la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino. La CCPPCh es
fundamental en la aprobación de las políticas públicas. De esta manera los
partidos no comunistas tienen un ámbito muy importante y por ello buscan tener
entre sus filas a científicos, profesionales y especialistas. Desde hace un
tiempo las elecciones para elegir las autoridades vecinales, de aldea y
cantonales son elecciones directas, libres y secretas. Este complejo sistema
expuesto brevísimamente es lo que se llama “la democracia con características
chinas”. La hegemonía comunista en el mismo es esencial porque de esa manera se
garantiza que la acumulación capitalista siga siendo vista como un medio y no
como un fin para la ganancia capitalista a través de la productividad esclavista, el mercado del narcotráfico, el negocio en las notas rojas de feminicidios impunes, la venta de órganos humanos, entre otros comportamientos que rompen el tejido social en comunidad para el buen vivir. Elemento esencial de esto es la tajante separación entre el poder
político y el poder económico. En China ya hay millones de millonarios, tienen
un amplio campo para acumular. Pero no son ellos los que mandan porque como
dijo Lenin, en una revolución la cuestión fundamental es el poder, tanto como poder de denuncia y liberación histórico/social o el abuso de poder hegemónico en las sociedades de acumulación de capital como único fin. Mientras
esto siga así, el sentido del destino chino seguirá siendo socialista y ejemplo a recorrer construyendo nuestras propias alternativas de humanización para este siglo XXI.