En México el Narco Estado patrocina y apoya la Guerra Civil para extender la represión contra el pueblo mexicano, se quiere crear psicosis, pánico y caos en tiempo electoral; el narco es el brazo armado que justifica la represión social, con lo que se equilibra el exterminio. Este modelo viene de E.U.A. para la extracción de recursos y la venta del territorio. Los Bancos de E.U.A. lavan dinero con las drogas, la CIA maneja el narco para acciones encubiertas, gastando 40,000 millones de dólares por año. La violencia esclaviza, siendo un negocio redondo para E.U.A. con la Iniciativa Mérida, ya existen 241,418 personas desplazadas forzadas. Con este círculo perverso e inhumano gana E.U.A., las trasnacionales, la industria de armas, el empresariato y el poder de los gobers preciosos en México, pues todo está planeado para inmovilizar la protesta social con el Plan México en este trauma histórico de desconfianza y miedo, con abuso sexual y venta de órganos humanos en la descomposición social que puede generalizarse. Esta guerra financia las de Afganistan, Pakistán e Irak que cuenta con 4 millones de muertos. En México el genocidio y el fascismo son encubiertos por Televisa que manipula las mentes humanas cual si fueran robots. Veamos un análisis político sobre el detonante electoral.
El detonante electoral
Felipe Cuevas
Méndez
Militante del
Partido comunista de México
Tradicionalmente
el Estado recubría su condición de “legitimidad” tal cual su fe burguesa
encomiaba a cumplir con rigurosa norma demócrata sin mayores contratiempos que
el contenido de farsa y fraude electoral insustituibles de cada contienda. La
rigidez electoral era fiel a la condición del otrora poderoso Estado mexicano y
su gran burguesía, pero con su desmantelamiento y crisis la democracia
electoral llegó a su final, el circo dio
paso a la descomposición, la reforma electoral se probó y reprobó.
Las elecciones
llevaban a un equilibrio de fuerzas al interior de esta vieja república
devorada por el capitalismo internacional, aunque cada vez con menos éxito la
burguesía recobraba el impulso para continuar con su largo proceso de
expropiar, explotar y doblegar a las mayorías. El derecho podrá decir misa y
las retóricas que quiera, el caso es que siempre los burgueses y sus políticos
se beneficiaron de cada proceso electoral, reforzaron la dominación social y prolongaron
el suplicio de las mayorías.
Ante la vista
está una realidad en la que este último proceso queda comprometido en las
inercias y condiciones que definen la descomposición del Estado y las pugnas de
poder de partidos y burguesía monopolista teledirigidos por el imperialismo
yanqui.
Esto consiste
en la prevalencia del contratismo monopolista, los manejos de partidos y
plataformas electorales por políticas oligárquico-financieras, el impulso de
futuras reformas de despojo, promesas de cambio cuyos protagonistas electos
seguirán comprometidos con el gran capital, una función pública integrada a las
reglas del juego capitalista, un obstinado incumplimiento de sus leyes
electorales, y un corrimiento ultraderechista en las políticas de contención al
pueblo.
El mercado
electoral pasó a formar parte integrante de esta realidad operativa expresada
en las clásicas artimañas de campaña, las agresivas relaciones de poder entre
sus actores, las maniobras interburguesas para posicionar a sus testaferros y
asegurar los compromisos, reforzándose como un modelo agotado, de un sistema
parlamentario y de administración pública que no puede hacer otra cosa con las
demandas populares que no sea rechazarlas sistemáticamente considerándolas
opuestas a su llamado interés público, en síntesis, ya no son representantes de
los sectores del pueblo.
Lo
estratégico se exhibe en el desespero de la oligarquía por asegurar que los
núcleos de sus coaliciones arriben con grandes ventajas al haber sido probados
como firmes sostenes de la dictadura capitalista, tales como las alianzas políticas
del PRI-PAN y del PRI-PVEM-PANAL. Pues
aunque la socialdemocracia del PRD demuestra lealtad, aún esperan de ella más
incondicionalidad en la medida que siga acentuando su estructura piramidal y
corrupta, en tanto se replantean por otro lado ir cubriendo ese camino para el
caso de MORENA. Pero los retrocesos de esas alianzas se han dejado notar en
medio de campañas descoloridas, sólo salvadas por el derroche de recursos en
todo este proceso (8 mil millones de pesos algo así como 516.5 millones de dólares),
por lo demás el escenario nacional cargado de represiones, asesinatos del
ejército y policías, reaccionarismo gubernamental contra América Latina, la
corrupción rampante a todos los niveles de gobierno y que comprometen por
diversos hilos a más de un candidato, con un telón de fondo económico-social de
ruina en las mayorías de un país a la deriva económica, saturado de desequilibrios
y anarquía en los diversos ramos económicos, entre repuntes y fracasos del
neoliberalismo.
La lucha
social no se hizo esperar ni logró ser desarraigada del panorama al contrario
de otras contiendas electorales, por lo que el discurso oficial con sus
acostumbradas promesas y garrotes nada pudo arreglar, sectores importantes como
el magisterial y el entorno a la lucha por los 43, por primera vez, a gran
escala consolidó una política de boicot activo. Contadas pero serias figuras al
interno de la contienda también contribuyeron al debate político aunque con
escasas posiciones hacia el horizonte revolucionario, pero al fin y al cabo así
sea en forma limitada, siembran ideas de rechazo al sistema, estas enfrentarán,
de ser electas, una dura labor de resistencia por su dignidad, por la fidelidad
a sus bases y para marchar a compromisos estratégicos de lucha. El régimen sacó
sus garras, al final soltó amarras, ya nada importó su clásica paz de fiesta
electoral o su susodicha generosidad de gobierno, de nada le sirvió la ofensiva
contra Carmen Aristegui. Como las cosas no anduvieron nada bien, ya no solo
para un partido, sino para el conjunto del proceso de recambio de los 2179
cargos públicos, el proceso y sus actores se vieron desequilibrados entre las
prioridades del sistema, el saqueo del presupuesto y la cándida política de
presentar la inmaculada democracia electoral.
La
descomposición no hizo más que brotar, la narco-política jugó y sigue jugando
por sus candidatos dejándose sentir a su estilo de violencias y compras. Las
clases burguesas aquí y allá llenaron las charolas como siempre, reclamaron sus
derechos exigiendo que sus caballos no le jueguen sucio cuando se instalen en
sus puestos y cumplan sus compromisos, que para eso se mocharon. Las instancias
del poder electorero más allá de sus competencias (partidos, INE, FEPADE,
Tribunal electoral) disputaron por lo suyo en medio de una composición estructural
del despilfarro ausente de criterios democráticos reales, quejas y demandas se
suceden por miles, se empapelan quedando sin respuestas concretas, millones de
personas rechazaron participar como funcionarios de casilla por indolencia las
unas, por rechazo las otras.
El poder
ejecutivo más mal que bien cumplió con la sugestión de progreso y crecimiento
económico, un discurso de tolerancia y honestidad poco creíble cuando las
calles se manchan de sangre, en fin, hasta en medio de la tormenta postuló
medidas anticorrupción que ya se fueron con el primer huracán de la temporada,
para presentarse cuando otra ocasión lo requiera. Nueva guerra sucia electoral,
mientras tanto la burguesía saqueando el país, aniquilando los reductos del
estado mexicano, insinuando con atrevimiento que sus estadistas viven allende
la frontera norte, reflexionando en México como un protectorado rinden más
pleitesía a Obama, Roberta Jacobson o cualquier potentado imperialista que a Benito
Juárez o Lázaro Cárdenas.
El insólito
caso de Lorenzo Córdova, dejó de ser insólito excepto para alguna minúscula conjura
de ilusos, su racismo institucional, que
hubo quienes acusaron de trivial reflejó más allá del espionaje una
consistente política de negación a nuestros pueblos originarios rechazados por
el sistema electoral en tanto no les reconoce representación pública en cuanto
tales, que además desprecia y manipula. Caso de manipulaciones singulares, los
verdes aventaron esta contraofensiva de grabaciones porque el consejero
caballero del INE e instancias correspondientes osaron multar sus excesos; en
tanto lo inaudito sería aportado por Rigoberta Menchú que con mucha facilidad
se prestó y vendió al caballero Córdoba para disque lavar la imagen del INE,
pero nada que se dijera de la ausencia de candidaturas por nuestros pueblos
originarios, sólo juegos del poder en el escenario electoral. Córdoba rebasó
tanto sus competencias que fue capaz de maniobrar e influir con la SEP, Los
Pinos y la Secretaría de Gobernación una prórroga evaluativa del magisterio con
tal de no desalentar votos ni caldear los ánimos de uno de los sectores
populares constantemente agredidos por el sistema; lo que no es del agrado de
la rancia oligarquía temerosa de que el clamor popular eche abajo sus reformas
en otras áreas económicas. Una fuerte contradicción se consolidó entre la
partidocracia y el INE, la cual acentúa las disputas del poder político.
El sistema
defendió sus postulados, parecía que su retórica centrada en la disyuntiva del
autoritarismo vs democracia, tendría efectos deslumbrantes, la vida social la
hizo crujir, mal parada quedó la frase de que votar es el antídoto contra el autoritarismo en días de tanto
despotismo estatal y partidista, las propias elecciones hicieron parte del
totalitarismo capitalista imperante, y la democracia el ausente. Sigue la mata
dando, si los partidos cierran bien la compra-venta de votos cual corresponde a
esta semana final pues más fe dará a los testimonios de la crisis de la
democracia burguesa mexicana. Sea cual sea el resultado de la manufactura
electoral el régimen quiere canalizarlo para apuntalar sus postulados y
controles, negará toda derrota en las distintas formas que se presente, sea
abstencionismo, reducción de votos para sus principales alianzas o el rechazo
público y notorio a sus campañas, el gran fracaso del régimen ante el estado de
confrontación del país y las formas de lucha que se desarrollan con mayor
audacia como el boicot y las nuevas formas de organización popular, política y
representativa de nuestros pueblos.
En torno a la
estructuración del dominio capitalista las cosas marchan con tremendas
dificultades para que los pobres del campo y la ciudad sean oídos por la clase
en el poder, los compromisos de los victoriosos de hacer mejores leyes tienen
una condición de clase, ni duda cabe, es el designio de la democracia de un sistema
corrupto y corruptor; aun así, el ámbito electoral como proceso actual converge
distintas líneas de acción que cuestionan a la clase y sus circunstancias
dominantes.
Aconteceres
todos de la lucha de clases, este proceso electoral puede marcar el comienzo, o
la profundización de la insurgencia, de nuevas acciones con mayor confianza en
la "ilegitimidad" del régimen, o en nuestros términos, de la pérdida
de base social del sistema. Las tareas y demandas que se le presentan a las
clases explotadas y oprimidas que componen al pueblo cimbran la política
burguesa destacando las tendencias revolucionarias por: una dirección política de
clase social en sentido que incline las luchas a procesos revolucionarios de
cambio por una democracia proletaria y popular por su esencia, de pensamiento
de clase opuesto al dominio ideológico del individualismo y espíritu de
enriquecimiento actualmente predominante, la cohesión política de los pueblos
del país hacia una perspectiva de socialismo, la confrontación con el régimen
represivo entregado al gran capital, la unidad de los frentes de lucha:
estudiantiles, obreros, magisteriales, indígenas, guerrilleros, campesinos,
urbano-populares, político-organizacionales. La unidad es difícil pero
necesaria, la supervivencia popular la reclama, requiere banderas de lucha lo
menos dependiente de los dogmatismos o grupismos seudo-hegemónicos; lo más
abiertas a la lucha amplia y abnegada por centrarse en rechazar a la burguesía
sus políticos, sus estructuras, canalizando los logros posibles en cualquiera
de sus formas para acentuar la lucha social siempre en perspectiva.