Las
preguntas sobre la formación política que nos preocupan son las siguientes:
1. ¿Por qué considerar a la Clase Política
exclusivamente para los participantes en el Sistema Parlamentario Nacional en
México?
2. ¿Por qué no se considera públicamente al Poder
Político Popular durante todas las épocas de la humanidad, en esa correlación
de la lucha de clases?
Nos
parece obvio que la hegemonía gubernamental en todas las épocas de privatización
de los medios producidos por las comunidades, con toda intención oculte y borre a la clase trabajadora, como
si fueran invisibles y su esfuerzo no existiera; por lo que no se le reconoce al trabajador en turno como el
actor social más importante en el proceso de producción de todas las épocas de
la humanidad. Se le considera por el patrón, empleador o empresariato
capitalista, haciendo sus excepciones, sólo como una herramienta más que el magnate
monopolista dueño del capital se apropia, como si fuera un ‘hecho DIVINO’, como si fuera algo
natural que ha sido creado por el más allá, mágico-religioso, de modo que la Magia
y las Religiones, han servido como escaparate para el ocultamiento de la
lucha de clases.
No
se reconoce por la clase dominante que pueda existir la verdadera explicación
histórica de despojo colonial de unos pueblos invadidos por gobiernos
extranjeros, como puede apreciarse en sus distintas épocas de Europa hacia
América, África, Asia, y al interior de estos continentes se reproduce la misma
lógica de agandalle, hurto y violencia.
3. ¿Por qué la gente entre las grandes mayorías de
este recorrer de épocas lo ignoran?
Es
claro que la hegemonía dominante de magnates terratenientes, comerciales e
industriales, hoy sintetizados en una gran Oligarquía financiera internacional
y nacional, ha propiciado el ocultamiento ideológico para impedir toda claridad
de injusticia recorrida, lo que se ha hecho a través de la familia, la iglesia,
los medios de comunicación de masas y por supuesto la escuela, para poder
seguir reproduciendo esa lógica de dominación, explotación, discriminación,
marginación, exclusión y manipulación para lograr CONTROLAR la vida y todos los
actos de vida de la clase trabajadora, quienes se encuentran en plena
enajenación, y así enloquecidos viven las situaciones más ingratas de
deshumanización en torno a la venta de armas, narcóticos, mercancías superfluas
de todo orden, haciendo negocio los magnates del capital con la tecnociencia a su servicio para
distribuir la VENTA DE GUERRAS, controlada a través de la descomposición de
tejido socio-cultural de los pueblos, así como la venta innecesaria y superflua
de fetiches de todo orden.
Enseguida
presentamos los datos precisos de lo que sucede con los diez mexicanos más
ricos, entre ellos Carlos Slim, uno de los hombres más poderosos económicamente
en todo el planeta:
Forbes: dedicados a telecomunicaciones, minería y comercio, poseen 11% del
PIB
En la punta de la pirámide, diez mexicanos acaparan 133 mil mdd
El ingreso anual de
15.7 millones de hogares equivale a menos de dos terceras partes de esa fortuna
Este año se
incluyeron en la lista Antonio del Valle Ruiz y David Peñaloza Sandoval
Roberto González Amador
Periódico La Jornada
Miércoles 19 de marzo de 2014, p. 26
Miércoles 19 de marzo de 2014, p. 26
Son apenas 10, pero se hallan en la verdadera punta de la pirámide de la
distribución del ingreso. Una decena de empresarios mexicanos, con intereses
que van de las telecomunicaciones a la minería y el comercio, posee una fortuna
de 132 mil 900 millones de dóllares, alrededor de 1.8 billones de pesos, de
acuerdo con el listado de la revistaForbes.
La fortuna de los diez mexicanos más
acaudalados es, en términos comparativos, equivalente a 11 por ciento del valor
de los bienes y servicios producidos en un año por la economía mexicana,
medidos a través del producto interno bruto (PIB), actualmente calculado en 16
billones de pesos.
Los recursos de que dispone esta decena
de empresarios, representada principalmente por el valor de sus empresas en los
mercados accionarios –medida empleada por Forbes para elaborar
sus listas de multimillonarios–, supera ampliamente el ingreso disponible de
todas las familias mexicanas, de acuerdo con comparaciones elaboradas a partir
de información oficial.
El ingreso corriente de los 31.5
millones de hogares que existen en el país es de 1.3 billones de pesos
trimestrales, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
La mitad de los hogares mexicanos,
desde los que tienen el menor ingreso hasta quienes se encuentran en la parte media,
cuentan con un ingreso trimestral de 258 mil millones de pesos, que equivalen a
un billón 32 mil millones al año. Esto es, 15.7 millones de hogares tienen un
ingreso anual que equivale a menos de dos terceras partes (57.2 por ciento) de
la fortuna de los diez mexicanos más acaudalados.
El listado más reciente
En el más reciente listado de multimillonarios del mundo, actualizado
por Forbes, el grupo de mexicanos es encabezado –como ha ocurrido
de manera consistente– por Carlos Slim Helú, cuya familia está al frente de
América Móvil –principal proveedor de telefonía fija y celular en el país– y el
Grupo Carso, con una riqueza valuada en 72 mil millones de dólares. Es, a la
vez, el segundo hombre más acaudalado del mundo, después del estadunidense Bill
Gates, a quien la publicación adjudica 76 mil millones de dólares.
Germán Larrea, director ejecutivo del
consorcio minero Grupo México, la empresa minera más grande del país
(propietaria de Pasta de Conchos, donde murieron 65 mineros en un accidente
industrial el 19 de febrero de 2006) es el segundo hombre más acaudalado de
México, según Forbes, con una fortuna de 14 mil 700 millones de
dólares.
Carlos Slim Helú maneja una fortuna valuada en 72 mil millones de
dólaresFoto Reuters
Alberto Bailleres, cabeza del grupo Bal, acumula una fortuna de 12 mil
400 millones de dólaresFoto La Jornada
Ricardo Salinas Pliego, presidente del Grupo Salinas, con una riqueza de
8 mil 300 millones de dólaresFoto José Carlo González
Emilio Azcárraga Jean ocupa el noveno lugar entre los más ricos del
país, con 2 mil 600 millones de dólaresFoto José Carlo González
La tercera posición corresponde a
Alberto Bailleres, cabeza del Grupo Bal, un consorcio con intereses en la
industria minera, el comercio y la industria aseguradora, a quien la
publicación atribuye una fortuna de 12 mil 400 millones de dólares.
En cuarto sitio, la publicación ubica
al empresario Ricardo Salinas Pliego, presidente del Grupo Salinas, conjunto de
empresas que incluye a Tv Azteca, Elektra, Banco Azteca, Seguros Elektra e
Italika, con 8 mil 300 millones de dólares.
Quinto lugar, Eva Gonda de Rivera,
accionista de Coca Cola-Femsa, con 6 mil 400 millones de dólares. El sexto
puesto de la clasificación de Forbescorresponde a María Asunción
Arumburuzabala, de la familia fundadora del Grupo Modelo –vendido a una
compañía holandesa el año pasado– y presidenta y directora general del fondo
Tresalia Capital, con 5 mil 200 millones de dólares.
El ex presidente del Consejo Mexicano
de Hombres de Negocio Antonio del Valle Ruiz, presidente del grupo financiero
Ve por Más y de la empresa química Mexichem, está ubicado por Forbes en
el séptimo puesto entre los 10 empresarios más acaudalados del país, con una
fortuna de 5 mil millones de dólares.
Jerónimo Arango, quien no realiza una
actividad empresarial conocida, integrante de la familia que fundó la cadena
Aurrerá, posteriormente vendida a la estadunidense Walmart y fundador de la
Fundación Mexicana para la Salud, está en el octavo sitio, con 4 mil 200
millones de dólares.
La novena posición es ocupada por el
presidente de Televisa, Emilio Azcárraga Jean, a quien la publicación atribuye
una fortuna de 2 mil 600 millones de dólares. El décimo sitio corresponde a
David Peñaloza Sandoval, presidente de la empresa desarrolladora de
infraestructura Pinfra.
Disminuye el número
En 2013 la revista Forbes incluyó a 14 mexicanos en su
listado de multimillonarios, para pertenecer al cual se requiere tener una
fortuna mayor de mil millones de dólares.
Los 14 mexicanos de Forbes de
2013 tenían una fortuna de 147 mil millones de dólares.
Quienes ya no figuran en el listado de
2014 y sí estaban en el del año pasado son Rufino Vigil González (Industrias
CH); Carlos Hank Rhon y Familia (Grupo Hermes e Interacciones); Roberto
Hernández Ramírez (Banamex); Alfredo Harp Helú (Banamex), y Max Michel
Suberville (El Puerto de Liverpool).
Quienes no figuraban en el listado de
2013 y sí están en el de 2014 son Antonio del Valle Ruiz y David Peñaloza
Sandoval.
Conociendo
el grado de acaparamiento y centralización de lo que produce la clase
trabajadora en unas cuantas manos, podemos comprender también por qué el
desempleo es excelente para controlar los salarios bajos e intensificar las
jornadas de trabajo; sin que la clase trabajadora pueda protestar y menos
organizarse políticamente en la defensa de sus derechos humanos
fundamentales, como son vivienda, salud, educación, cultura, recreación, vestido
y alimentación; pues dichos trabajadores y trabajadoras viven al día como en un
campo de concentración nazi, cuidando no perder el trabajo, aunque sus
condiciones laborales cada vez sean más deplorables, como está sucediendo en
México, con la reforma educativo-laboral aplicada al magisterio; la reforma
energética, la reforma hacendaria-fiscal, la reforma de seguridad social y de
medios de comunicación.
Es
importante en este análisis, tener claro cómo se distinguen las clases sociales.
Quien expresó de mejor forma este embrollo de desigualdad social entre las
clases sociales, fue Vladimir Ilich Lenin (1917), veamos su concepción filosófico-política,
partiendo del socialismo científico, así nos aclara:
“Las clases son grandes grupos
de hombres que se diferencian unas de otras:
1)
Por el lugar que ocupan en un sistema
de producción social históricamente determinado.
2)
Por las relaciones en que se encuentran
con respecto a los medios de producción (relaciones que, en
gran parte, son establecidas y fijadas por leyes). [<…> entre propietarios y desposeídos de dichos medios, históricamente…
3)
En el auto-reconocimiento de la identidad
de clase a través del
movimiento, la organización y la lucha social en la formación del sujeto
histórico; es decir de acuerdo al grado de consciencia histórico-social de
pertenencia en el proceso educativo de la lucha de clases... <…que los
unifica como proletariado o
trabajador (a)…> <…>].
4)
Por su papel en la organización
social del trabajo y, consiguientemente.
5)
Por el modo y la
proporción en que obtienen la parte
de riqueza social de que disponen.
Las clases
son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse del trabajo del otro en
virtud de los diferentes lugares que uno y otro ocupen en una estructura
determinada de la economía social”. Lenin, V.I. (1919). Una
gran iniciativa. Obras Completas, Tomo XXI, Moscú.
En folleto. Ps. 13-18, 21-26.
Lo
que importa es abrir una problematización crítica sobre la serie de injusticias
cometidas con los homicidios, lacrocinios y la militarización que se avecina de
parte del gobierno de Estados Unidos en contra del pueblo mexicano (Iniciativa Méricaq),
teniendo a sus lacayos en todas las esferas de ABUSO DE PODER POLÍTICO, como son
los grandes carteles del narcotráfico coludidos con el gobierno de Peña Nieto y
muchos gobers preciosos, para iniciar
otro periodo de neo-conquista silencioso en medio de un pueblo adormilado por la
descomposición social generalizada.
En este sentido podemos exponer ahora la concepción de la participación POLÍTICA de Antonio Gramsci, para comprender porque es vital una EDUCACIÓN POLÍTICA
CRÍTICA para los procesos de emancipación social.
La política
es, en Gramsci, la intervención social consciente de la realidad en la que el
elemento espontáneo es educado, orientado, depurado para hacerlo homogéneo, pero de un modo vivo es históricamente
eficaz. La creatividad intelectual
gramsciana añade que, la filosofía de la praxis no tiende a mantener a los
simples -el pueblo- en su filosofía primitiva de sentido común, sino a
llevarlos a una superior concepción de la vida para construir un bloque moral e
intelectual que haga políticamente posible un proceso intelectual colectivo del pueblo. Por ello mismo, para
Antonio Gramsci la relación teórica-práctica no puede ser un problema meramente
epistemológico. Él vio la expresión
histórica y social de esta relación en la existencia de intelectuales y
sostuvo que toda filosofía que quiera ser movimiento cultural y político no
podía hacer que los intelectuales
elaboraran e hicieran coherente los principios y los problemas planteados por
el pueblo con su actividad práctica. Sólo
por obra de ese contacto se hace “histórica” una filosofía, se depura de los
elementos intelectualistas de naturaleza individualista y se hace vida
colectiva.
El
concepto de hegemonía es, sin lugar
a dudas, una de las contribuciones más significativas del pensador italiano al
campo de las cienciaspolíticas.
Para Gramsci la cuestión hegemónica, desde un punto de vista estratégico, no es que un proyecto político llegue al poder, aun cuando esto es muy importante; es como llegar a ser aceptado, no sólo como gobernantes, sino como guía y dirigente. Por tanto, él considera que la lucha por la hegemonía debe de realizarse antes, durante y después de la toma del poder.
La idea central de este postulado radica en que todo proyecto político transformador es un hecho de masas, un complejo proceso social en el que está involucrada casi la totalidad de las clases populares quienes al superar la fragmentación que las caracterizan, comienzan a disputar el poder en diversos niveles tanto en lo gubernamental como en el universo de las instituciones de la sociedad civil. En tal sentido, el partido es un principio articulador de esta multiplicidad institucional, su motor, la síntesis de una voluntad colectiva nacional-popular.
La hegemonía no es un esquema abstracto, sino que supone el análisis profundo de cada sociedad histórica; es un concepto donde se conjugan las exigencias de carácter nacional. Por otro lado, señala Gramsci, que toda relación hegemónica es una relación pedagógica y en ella debe haber democracia entre el grupo dirigente y el grupo dirigido y una relación activa de vinculación recíproca. En consecuencia, si una clase llega a ser hegemónica, no será porque consiga imponer sobre la sociedad su ideología de clase.
Para ejercer su liderazgo, el proyecto político transformador debe tomar en cuenta siempre el interés colectivo nacional o regional sobre el cual se aspira a ejercer la hegemonía, pasa necesariamente por incorporar las demandas particulares de los grupos socioculturales (minorías étnicas, ecologistas, jóvenes, mujeres, etc.) y conectarlas con las reivindicaciones de clase.
El punto central de esta propuesta gramsciana radica en que con frecuencia el análisis se reduce a la expresión básica de estructura social (las clases), sin considerar que estas clases o sectores importantes de ellas, en espacios regionales o nacionales, se conforman como entidades más amplias con dinámicas particulares, sin la consideración de las cuales no es posible entender el comportamiento concreto de las clases mismas.
La hegemonía no es en el pensamiento gramsciano una alianza de carácter táctico de los grupos socio-culturales con las clases sociales, en la que cada una conserva su propia individualidad y que una vez cumplidos sus objetivos, se disuelve y puede implicar incluso en acciones contra los intereses de algunos de los aliados. Es todo lo contrario, la hegemonía supone un universo de necesidades materiales, experiencias de lucha y formas de conciencia en función de la creación de una voluntad colectiva transformadora.
La hegemonía como capacidad para unificar la voluntad disgregada implica una tarea de generar una organización capaz de articular diversos niveles de conciencia y orientarlos hacia un mismo fin. Esto pasa por un proceso de trabajo articulado de las formas organizativas de una voluntad nacional y popular y sus intelectuales, supone también, una laboriosa articulación entre “espontaneidad” y dirección consciente”.
La creatividad del pensamiento de Antonio Gramsci es de importancia capital por su riqueza y profundidad de su obra que constituye un acervo teórico-político imprescindible para el momento de crisis en que se encuentra la nación latinoamericana. En este contexto, los postulados gramscianos adquieren una renovada importancia para nosotros dado que este intelectual italiano nos invita al análisis de comprender el ordenamiento en que se sustenta la unidad nacional. Y si estamos inconformes con este arreglo lo que se requiere es proceder a la construcción de las premisas de uno nuevo, es decir, a la propuesta de un proyecto nacional alternativo que tenga como objetivo la construcción de una nueva nación basada en el plurarismo, la democracia, la igualdad y la creatividad de todo un pueblo, dando paso así a una cultura nacional-popular que excluya la explotación y abra las puertas de una vida mejor para todos.
Para Gramsci la cuestión hegemónica, desde un punto de vista estratégico, no es que un proyecto político llegue al poder, aun cuando esto es muy importante; es como llegar a ser aceptado, no sólo como gobernantes, sino como guía y dirigente. Por tanto, él considera que la lucha por la hegemonía debe de realizarse antes, durante y después de la toma del poder.
La idea central de este postulado radica en que todo proyecto político transformador es un hecho de masas, un complejo proceso social en el que está involucrada casi la totalidad de las clases populares quienes al superar la fragmentación que las caracterizan, comienzan a disputar el poder en diversos niveles tanto en lo gubernamental como en el universo de las instituciones de la sociedad civil. En tal sentido, el partido es un principio articulador de esta multiplicidad institucional, su motor, la síntesis de una voluntad colectiva nacional-popular.
La hegemonía no es un esquema abstracto, sino que supone el análisis profundo de cada sociedad histórica; es un concepto donde se conjugan las exigencias de carácter nacional. Por otro lado, señala Gramsci, que toda relación hegemónica es una relación pedagógica y en ella debe haber democracia entre el grupo dirigente y el grupo dirigido y una relación activa de vinculación recíproca. En consecuencia, si una clase llega a ser hegemónica, no será porque consiga imponer sobre la sociedad su ideología de clase.
Para ejercer su liderazgo, el proyecto político transformador debe tomar en cuenta siempre el interés colectivo nacional o regional sobre el cual se aspira a ejercer la hegemonía, pasa necesariamente por incorporar las demandas particulares de los grupos socioculturales (minorías étnicas, ecologistas, jóvenes, mujeres, etc.) y conectarlas con las reivindicaciones de clase.
El punto central de esta propuesta gramsciana radica en que con frecuencia el análisis se reduce a la expresión básica de estructura social (las clases), sin considerar que estas clases o sectores importantes de ellas, en espacios regionales o nacionales, se conforman como entidades más amplias con dinámicas particulares, sin la consideración de las cuales no es posible entender el comportamiento concreto de las clases mismas.
La hegemonía no es en el pensamiento gramsciano una alianza de carácter táctico de los grupos socio-culturales con las clases sociales, en la que cada una conserva su propia individualidad y que una vez cumplidos sus objetivos, se disuelve y puede implicar incluso en acciones contra los intereses de algunos de los aliados. Es todo lo contrario, la hegemonía supone un universo de necesidades materiales, experiencias de lucha y formas de conciencia en función de la creación de una voluntad colectiva transformadora.
La hegemonía como capacidad para unificar la voluntad disgregada implica una tarea de generar una organización capaz de articular diversos niveles de conciencia y orientarlos hacia un mismo fin. Esto pasa por un proceso de trabajo articulado de las formas organizativas de una voluntad nacional y popular y sus intelectuales, supone también, una laboriosa articulación entre “espontaneidad” y dirección consciente”.
La creatividad del pensamiento de Antonio Gramsci es de importancia capital por su riqueza y profundidad de su obra que constituye un acervo teórico-político imprescindible para el momento de crisis en que se encuentra la nación latinoamericana. En este contexto, los postulados gramscianos adquieren una renovada importancia para nosotros dado que este intelectual italiano nos invita al análisis de comprender el ordenamiento en que se sustenta la unidad nacional. Y si estamos inconformes con este arreglo lo que se requiere es proceder a la construcción de las premisas de uno nuevo, es decir, a la propuesta de un proyecto nacional alternativo que tenga como objetivo la construcción de una nueva nación basada en el plurarismo, la democracia, la igualdad y la creatividad de todo un pueblo, dando paso así a una cultura nacional-popular que excluya la explotación y abra las puertas de una vida mejor para todos.