¿Vencerá el Poder Popular
en Venezuela?
Felipe Cuevas
Méndez
Miembro del Partido Comunista
El Fondo
Monetario Internacional, Forbes y otras instituciones imperialistas
recientemente subrayaron un alto crecimiento económico de Venezuela, su
importancia internacional en éste rubro a raíz de 14 años de chavismo. Aunque
la clase burguesa interior y sus políticos siguen afirmando que les va mal, sus
arcas crecen, pero no les es suficiente. He aquí la primera cuestión que
queremos abordar, la burguesía además de controlar buena parte de la economía
del país, enfrenta el reto de clase de desarrollar las relaciones económicas
por el sendero de la más elevada centralización de capitales, para eso requiere
poner el petróleo en manos yanquis y meterse más por su cuenta en ese negocito,
servirse a manos llenas de la renta petrolera y paraestatal, planes
neoliberales innombrables pero siempre presentes en su lenguaje subliminal, recuperar
la reglamentación laboral de extrema explotación (salarios bajos,
subcontratismo, flexibilización, intensificación del trabajo, sindicalismo de
derecha, pensiones), y reconstituir el negocio de importaciones en la escalada
de precios; si vemos bien, el golpe económico-alimentario actual es apenas una
pequeña probadita de sus intenciones estratégicas.
Toda esta perspectiva
difiere apenas en pocas notas con respecto de lo que fue la era de la cuarta
república en que la alianza entre la burguesía comercial, los grandes terratenientes
y las petroleras reinó. El cambio que proyectan se registra en el ámbito de que
el país sirva como fuente vivificante para los monopolios frente a la crisis, abaratamiento
de los precios internacionales del petróleo, insertar plenamente al capital
financiero en la economía venezolana, la especulación bursátil, y el control
neocolonial del país por las instancias transnacionales dedicadas al saqueo.
Tal es la
condición ultraderechista internacional que en su actuar llama a cada segundo a
una contrarrevolución de la “clase media” y otros sectores para que reine la
democracia imperial más descarnada de la que se haya tenido conocimiento por
estas tierras, si bien el trabajo sucio recae en el elemento lumpen. Una
contrarrevolución fascista a la medida de los intereses de clase de la
burguesía amarilla y sus amos del norte.
La burguesía está
abonando las condiciones a esta contrarrevolución, no importa cuánto tiempo
–lleva una década–, ha hecho brillar a uno de sus fascistas apoyándose en sus
más íntimas relaciones de clase y el despliegue político-económico de que es
capaz. Su posición se hace acompañar de las capas altas de la clase media, la
fuerza de los prejuicios pequeñoburgueses, desesperación y descomposición en
varios sectores.
Con ese
liderazgo imagina recuperar su vieja
perspectiva, pero sabe que debe revestirse de los mejores atuendos
“supra-clasistas”, que debe asumir todas las mañas y chapucerías, lanzar su
imagen relamida y cuestionar cada acto de sus enemigos, sean errores o
aciertos, un golpeteo constante, sin importar sea deleznable o justificable,
pues según sus manuales, en la guerra y en el amor... la burguesía puede decir
misa, pero al final sus intereses lo dictan todo. En su política el espíritu de
progresismo económico está íntimamente ligado al fascismo a través de una
ideología de formas pequeñoburguesas con contenidos oligárquicos, convoca el
tan decadente principio del espíritu americano, la lucha por el confort burgués
al que pocos tendrán acceso, el espíritu de lucro, el horizonte mercantilista
en todas las relaciones humanas, y el desprecio de las condiciones sociales
para remover el viejo país portátil. A este respecto uno de sus magnates recién
dijo que todo se lo debe a sí mismo y su familia, nada al país y su historia,
pero como este idéntico ideal no puede ser asumido tan de tajo, construyeron un
mejor discurso mediero con el que seamos susceptibles de “identificarnos” o por
lo menos paralizarnos por lo menos en los momentos decisivos en que pretenden
arrebatarnos todo. Así de desleal le es la dirigencia fascista a las capas
medias, les promete bonanza, pero también trafica con sus intereses en
Washington porque piensa apropiarse todas las riquezas vengan de donde vengan,
sea vivienda, ahorros, patrimonio u otros recursos.
La política
burguesa tiende a convulsionarse de la “querella” al golpismo, tal es su inercia
de desacarrilamiento por mandato de sus intereses. En las actuales condiciones,
sus expresiones tradicionales perdieron perspectiva, fueron desplazadas y
prácticamente anuladas, la única política “viable” del gran capital para “salir
de este gobierno” es el golpismo fascista teledirigido desde los Estados Unidos
y Europa. El golpismo es ya el eje de la política burguesa, en torno al cual
giran cada uno de sus actos, reclamos contra las instituciones, negación de las
condiciones democráticas, reclamo de intervencionismo, maniobras para las
próximas elecciones municipales, golpe alimentario, presión política siniestra
a fin de lograr el aumento de precios, campañas difamatorias, paralelismo
frente a los actos chavistas, en fin..., están a la espera de cualquier
complicación del panorama nacional.
Ahora bien,
no debemos negar que existe una marcha de intereses entre las capas medias, la
burguesía y el imperialismo, porque en las primeras, las relaciones sociales
que las rigen tienen todavía un fundamento burgués muy poderoso. Uno de los
grandes problemas inmediatos con lo que compete a la cuestión social, es el de
las capas medias, sus demandas y su toma de posición política. Sus síntomas ya
se veían años atrás, con su continua agresión a distintos aspectos del proceso,
particularmente contra sus medidas más consecuentes, sustentadas en parte por
sus condiciones de existencia, fogosamente
reforzadas por la acción mediática. La confusión popular puede seguir
viéndose expandida con su particular activismo pequeñoburgués, lo mismo para
amedrentar que para reclutar adeptos.
Evidentemente
los problemas sociales tienen su peso, la inseguridad, el burocratismo, la corrupción,
la explotación, la segregación a los
pobres, la inflación, la especulación, son de lo más serio, pero no pueden
abordarse al margen de la lucha de clases y las condiciones generales.
Por ejemplo,
más allá de los argumentos de la derecha acerca de la situación del gobierno, el
problema de la burocracia y la corrupción en tanto compra-venta de funciones
dentro del Estado capitalista hoy existente, tiene varias manifestaciones y
soluciones, que deben complementarse resolver con cárcel, resolver con
formación, resolver con transferencia de poder a las masas, resolver con
cambios en el relacionamiento político. Las relaciones dominantes se filtran en
todo el Estado y sus instrumentos de gobierno, por ello se desarrollan estos y
otros problemas en todo su radio de acción, en cada una de las instituciones se
manifiesta este fenómeno contando la burguesía con sus secuaces en todas las
líneas.
Esto complica
hasta hoy el romper con las tendencias burocráticas que tienden a retardar o
apaciguar la acción popular. Entonces el parasitismo y descomposición burguesa
en las estructuras del Estado sólo el pueblo las puede derrotar
definitivamente. Asimismo cabe demarcar el burocratismo en sí como fenómeno con
fundamentos en 1.- las relaciones políticas y de poder que se desarrollan en
toda estructura estatal, 2.- las afecciones de las tendencias de derecha en el
seno del gobierno, y 3.- el fermento dominante para subvertir los esfuerzos
libertarios.
En efecto, debe
avanzarse a pasos más firmes y agigantados en la resolución de problemas tales
como: la inseguridad, la corrupción, los manejos del poder político-económico, la
burocracia, la organización popular, el poder económico, el desgaste PSUV-GPP
como mecanismos con serias dificultades para la organización de las clases
populares y sus liderazgos, el problema de las capas medias, la lucha contra
las ideologías dominantes, la política burguesa golpista, la formación de
clase.
Nos parece
que estamos ante un periodo decisivo para la revolución bolivariana. Se debate
su continuidad, su procedencia y su posibilidad. No solo es lo que la burguesía
y sus seguidores le discuten, sino que es lo que el proceso debe afrontar en lo
inmediato.
Las formas de
hacer política en Chávez para confrontar la política burguesa y la importancia
de las tendencias clasistas deben masificarse con un asidero clasista, la
revolución se desarrolla o es derrotada.
Los políticos
de la gran burguesía aseguran que los días del proceso están contados, esto
constituye parte de su ardid publicitario y de su empeño, sin embargo debemos
distinguir aquellos rasgos del proceso que promueven el horizonte de la
revolución. Estos son los puntos a favor de la perspectiva revolucionaria y
socialista:
a)
No existe aislamiento extremo
del gobierno respecto del pueblo, aunque sí sobreviven graves problemas a
atender en sus obligaciones y de cierto elitismo en diversas instancias.
b) Las fuerzas vivas de la
democracia participativa tienen cobertura para su desarrollo y las
posibilidades de una verdadera democracia popular y proletaria.
c) La capacidad de gestión eficaz
puede encontrar un camino firme a raíz del gobierno de calle, el ejercicio del
poder popular y comunal junto a otros instrumentos; pero para las nuevas
alternativas de gestión pública todavía falta la movilización de todo el
aparato sometido al esquema tradicional burocrático.
d)
La destrucción de las
relaciones de dominación despertará el potencial de movilización popular contra
las clases explotadoras.
e)
El paso a la transición
revolucionaria sigue abierto al proceso.
f) Las fuerzas armadas nacional
bolivarianas y milicias siguen firmes al lado del pueblo, en pleno despliegue
para contener la inseguridad y cualquier otra intentona de la derecha, aunque
se han manifestado filtraciones por la burguesía y el imperialismo sobre las
cuales pueblo y gobierno deben reaccionar.
g)
El desarrollo del movimiento y
poder popular en fuerza gobernante es una alternativa con potencial para actuar
bajo las condiciones actuales en pro del proceso.
h)
Proletarizar el Estado con el
desarrollo de la revolución hasta ahora sigue siendo posible.
i)
Hacer frente a todos los
embates de la burguesía está constituyéndose en la obligación de todos los
sectores y clases populares con sus organizaciones.
j) Es posible modificar la
correlación electoral con un trabajo intenso, pero sin desentenderse de las
nuevas posiciones con que cuenta la oposición.
k)
Es viable hacer un rodeo en
torno a la clase media hostil para neutralizarla.
l) La alianza de las clases y
sectores: obrera, campesinos, soldados, mujeres, jóvenes, todo el proletariado,
estudiantes, capas medias bajas principalmente; es necesaria para encabezar y
encauzar el movimiento popular contra la oligarquía.
m)
Es viable tomar una nueva
posición de socialización de los medios de producción de gran escala para
garantizar problemas económicos y de correlación de fuerzas frente al empresariado.
La
intervención estatal debe abarcar todas las relaciones económicas: producción,
intercambio, consumo, aunque con la intervención directa del pueblo con la
dirección de Maduro y el vanguardismo proletario.
El momento
llama a esa célebre consigna de la audacia revolucionaria, de la extrema
energía y acción del pueblo orientado en el periodo actual. Las revolucionarias
y los revolucionarios deben dejar de soñar con limitarse a cogestionar demandas,
para poner en marcha a las clases laboriosas más pobres y conscientes del
pueblo, apoyarse en ellas y forjar su alianza. Los frentes y fuerzas
democráticas revolucionarias deben expresar sus más ardientes deseos y
combatividad de asumir la lucha por el poder popular. Esta es la naturaleza de
la transición obligada para el socialismo.
Se expresan
ideas y opiniones de debate nacional bajo las más diversas perspectivas y
aperturas. La cuestión está en que apostando a su desarrollo se unifiquen en
torno a la lucha general. Hay que ver la realidad de frente en todas sus
peculiaridades y conflictividades.
Las revolucionarias
y los revolucionarios deben contribuir con todas sus fuerzas a que la coyuntura
implique un cambio en la correlación de fuerzas a favor de la revolución
popular y proletaria, salir de su encierro, superar la estrechez, la rutina y
la actitud contestataria. Tomar la iniciativa del movimiento revolucionario
ante la astuta postura imperialista de inyectar una conspiración
contrarrevolucionaria con asidero en varios sectores. Forjarse nuevas pautas y
fuerzas revolucionarias frescas, proletarizadas. La amplia vanguardia
revolucionaria sigue en proceso de construcción.
Movilizar a
las clases populares combativas es su opción irrenunciable, y en ello deben
aterrizar en la formación clasista, si bien dedican buen trabajo a la formación
de cuadros del más variado nivel; se hace indispensable la proliferación de
jornadas de formación popular, de asambleas del poder popular y de todas las
formas de organización popular que permitan la movilización revolucionaria.