Friday, June 27, 2025

La democracia desgarrada: Desgarrada.

 



Fernando Cajas.


Las mayores empresas de ventas de armas del mundo están en los Estados Unidos, en un listado reciente mundial de las 10 mayores empresas que venden armas, las primeras cinco son Norte Americanas, con enormes ventas en época de guerra, por supuesto: las otras cinco son chinas. ¡Vaya futuro el nuestro! Si bien Estados Unidos no es de los mayores en inversiones de ciencia y tecnología, apenas el 3% del Producto Interno Bruto, PIB, invierte cien veces más que Guatemala, esos son términos relativos. Pero como el PIB de Estados Unidos es tan grande, termina invirtiendo 784,000 millones de dólares, casi ochocientos mil millones de dólares en ciencia, tecnología e innovación, durante el 2023. Guatemala invierte 48 millones de dólares anuales. O sea, la inversión norteamericana es diez y seis mil veces mayor que la de Guatemala en ciencia, tecnología e innovación. 

El presupuesto de defensa de Estados Unidos es de mil millones de dólares, datos del 2023. A esto hay que sumar el presupuesto de inversión en ciencia, tecnología e innovación reportado arriba (784,000 millones de dólares) porque un buen porcentaje de este va a actividades bélicas toda vez que, de todos los científicos e ingenieros norte americanos, el 68% trabajan en temas relacionados con la guerra, armamento y similares. Es un país preparado para la guerra. Repito, estos son datos del 2023. Ahora con el presidente Trump y su reciente participación en la OTAN, ese presupuesto aumentará ostensiblemente, no digamos con su involucramiento con Irán en el conflicto israelí-palestino. 

Bajo esas condiciones armamentistas la democracia jamás se desarrollará como tal. Los sueños democráticos de un gobierno para el pueblo por el pueblo no se dan en los Estados Unidos, no se dan en Europa, no se dan en América Latina y menos se dan en Centro América, donde otrora Costa Rica era garante de la democracia tropical ahora ha quedado en manos de populistas y donde los guerreros hermanos salvadoreños quedaron atrapados en el autoritarismo populista del entreguista de Bukele. En ese sentido la democracia se desgarra en el Norte y en el Sur, en Estados Unidos y en Venezuela, en el Este y en el Oeste. No hay democracia en Rusia, tampoco la hay en Ucrania, menos hay democracia en Israel, un Estado genocida, que de democracia no tiene nada. De eso tampoco quiere hablar Bernardo Arévalo, menos Karin Herrera. ¡Vaya defensores de la democracia que tenemos!  

Pero no hay que ir muy lejos para darse cuenta que la democracia liberal agoniza aquí mismo en nuestro pueblo, donde a pesar de la legalidad y legitimidad con la que escogimos presidente hemos tenido un sistema de justicia que se ha plegado a las mafias, a los grupos de poder de la extrema derecha militar de antaño, a unas cámaras empresariales que desean seguir viviendo en época de esclavitud, se han plegado a los poderes obscuros de los politiqueros de siempre, Sandra Torres o nuevas caras, que en el fondo son lo mismo, Carlos Pineda, o los narcos, nacionales e internacionales, o la rancia estructura de un congreso donde el Movimiento Semilla se ha tenido que doblegar a los intereses mayoritarios, para muestra el incremento salarial tan rechazado por la ciudadanía y ahora la ridícula ley para darle 500 pesos a los adultos mayores mientras ellos ganan 66,000 quetzales más dietas. Ganan 132 veces más que lo que ganarían nuestros ancianos. ¡Qué tristeza!

En el fondo aquí o en Francia, otrora cuna de la libertad, la igualdad, la fraternidad, Macron ha tenido que aceptar un par de chipotazos de su esposa, o acá, el presidente Arévalo, el tímido presidente Arévalo, ha tenido que aceptar el aparente exilio de Lucrecia Peinado, su segunda esposa. Pero los cierto es que todas las expectativas que teníamos de la democracia nuestra se derrumbaron ante un presidente y vicepresidente que vinieron a posicionarse como excelentes monigotes, dueños del silencio y la incapacidad combinada. ¡Vaya desilusión! Realmente los ciudadanos sentimos que ni el presidente, ni los diputados nos representan y eso es grave porque la democracia requiere un vínculo entre gobernados y gobernante que existió en enero y febrero del 2024, pero que ya no existe más. Si acaso Arévalo tenía intereses de cambiar al país, todas las oportunidades las desperdició, desperdicia y desperdiciará. 

Los defensores de la mediocridad dirán que desde hace décadas el gobierno está cooptado y que a pesar de eso Arévalo está haciendo buenas cosas, no visibles, reparando escuelas, poniendo pisos, dando becas, abrazos y besos y otras pequeñeces. Yo he elogiado cada uno de esos proyectos en una docena de mis columnas de la Hora, donde destaca el proyecto con los Estados Unidos de reparar el Puerto Quetzal, no las becas, que no tienen criterio ni plan estratégico alguno. O sea, estoy enterado de sus pequeños logros aquí y allá. Pero realmente yo no creo que esa fue la razón por la que lo elegimos. 

Presidente Arévalo: Lo elegimos para combatir la corrupción, lo elegimos para cambiar a la fiscal general; pero Usted no quiso sacar a la fiscal general. Usted podía y debía y no lo hizo. Unos dicen que Usted negoció su ridícula estabilidad, otros decimos que no ha leído el papel histórico que le toca vivir. Todos concordamos que la democracia que tenemos en este país primaveral ya no describe, ya no representa, ya no resuelve. Una democracia de juguete no queremos más.

¿Dónde nos equivocamos? No, nosotros los ciudadanos, la ciudadanas no nos equivocamos. El inmaduro partido político Semilla, que ya había mostrado su inmadurez al poner a la ex fiscal Thelma Aldana como candidata presidencial y que se forma en restaurantes de lujo de la zona 10, con grupos de niños bien, que no tienen mucho para estar en el CACIF, pero tampoco que conozcan la realidad del 60% de guatemaltecos en pobreza o el 50% de niños desnutridos, ganaron y ni ellos lo creían. No estaban preparados para gobernar. Nunca lo estarán hasta que no diluciden sus contradicciones culturales, sus identidades económicas tergiversadas, sus incapacidades reales y sus adicciones públicamente presentadas. 

Lo que nos queda es empezar de nuevo. Como dice Carolina Sarti, la profunda Carolina Sarti: « Cuando evoco aquel momento, también vienen a mi memoria los 106 días en que los pueblos originarios pararon un país en el 2023 para apoyar a un gobierno que dibujaba esperanza. Y, por supuesto, hoy pienso que otra oportunidad histórica volvió a perderse y que no se supo aprovechar la posibilidad de reinventar un país para todas y todos». No es hipocresía que llore yo esta oportunidad perdida.

El camino que nos queda es volver a organizarnos. No debemos volver a creer en falsos líderes, que, aunque tengan un excelente papá, para dirigir no sirven. Nos queda entender la naturaleza de la verdadera organización social que sistemáticamente ha sido desplazada por una ley de partidos políticos hecha para mantener privilegios. Nos queda entender nuestra verdadera identidad, que no viene ni de la zona 10 ni de una visión centralista capitalina, aburrida y desgastada. Nos queda volver a nacer. Nos queda recoger los rastrojos de esta raquítica cosecha y entender que ni Semilla ni Raíces entenderán la naturaleza real de la pobreza, la desnutrición el racismo, el machismo, la explotación sexual de niñas, nada de eso pertenece a las agendas de los politiqueros.


Hay un enorme potencial en la organización social existente, pero hay que entenderla. Los 35,000 comités de agua, imagínese, treinta y cinco mil comités de agua, cambiarían la dirección política de este país no país. Es hora de repensar profundamente a nuestro país, para no repetir errores. Debemos entender de una vez por todas que el futuro es nuestro, no está en está falsa democracia, menos en esta desgarrada democracia, no está en los corruptos, grandes o pequeños, hipócritas. El futuro es nuestro y emergerá en el momento que creamos que es nuestro, no antes. Por eso y por mucho más volvamos a organizarnos guatemaltecos, guatemaltecas. Hagámoslo, porque si no es ahora, no será nunca. 


Wednesday, June 25, 2025

Para salir de la bruma política que oculta el horizonte.

 

Para salir de la bruma política que oculta el horizonte

Jorge Mario Rodríguez



En esta época tormentosa de la historia no pocas veces se recuerda la idea del pensador Antonio Gramsci -víctima del régimen fascista liderado por Benito Mussolini- según la cual los tiempos de crisis son aquellos en que lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no acaba de morir. Decía Gramsci que en el espacio que media entre lo que fenece y lo que se anuncia -el interregnum– proliferan los síntomas mórbidos. En una interpretación liberal del texto de Gramsci, el filósofo esloveno Slavoj ŽiŽek, habla ya no de síntomas, sino de monstruos. Y adquiere sentido esa vergonzosa procesión de figuras tan inexplicables como alucinantes: Donald Trump, Benjamin Netanyahu, Javier Milei, Jair Bolsonaro… y en la cola, esa seguidilla de personajes que están robando el futuro de un país con un pasado tan triste como nuestra amada Guatemala.


El nacimiento de lo nuevo se dificulta porque siempre es arduo abandonar las constelaciones que ya no guían. La bruma de las anomalías dificulta distinguir los nuevos referentes. Por lo demás, la época actual presenta la amenaza de lo que Reinhardt Koselleck llamaba las “crisis finales” —como es el caso del colapso ambiental o una conflagración atómica. Ya no solo se trata de abandonar una forma de percibir el mundo, sino de encontrar un cambio de rumbo que renueve el compromiso con la vida y la dignidad.


Lo dicho en el párrafo anterior se relaciona con uno de los rasgos de nuestra época: la supuesta falta de alternativas. Este sentimiento, inducido por el sistema de dominio, es una percepción ubicua que genera una subjetividad derrotada; lo nuevo simplemente no es viable, nunca vendrá. Así, se ha acentuado un sentimiento de impotencia y enojo que no sirve para incentivar el deseo de emancipación, sino que más bien ha sido la piedra angular de la derecha populista.


Entonces se configura, como lo hace ver François Dubet, una época de pasiones tristes —frustración, enojo, resentimiento. Estas pasiones generan un desaliento cuyas consecuencias políticas clavan nuestra subjetividad en el fatalismo. El pesimismo se instala y la cólera se convierte en una fuerza manipulable para un capitalismo digital con tendencias fascistas. Pero esto no debe ser así.


La reflexión es un barreno crítico capaz de horadar el fatalismo más cerrado. Surge entonces la esperanza, la cual no es una actitud que se deriva de una creencia en la facilidad de la tarea, sino es la certeza más rebelde que florece en las más adversas condiciones. En cierto modo, la esperanza es un modo de conocimiento, razón por la cual la esperanza nos guía a través de la niebla más cerrada.


Lo nuevo no surge de la nada, sino se concibe a partir de la praxis humana. Por ejemplo, vamos comprendiendo que las estructuras de mutua indiferencia y de profunda agresividad son la base de la precariedad en que vivimos. en la que pululan las pasiones tristes en las que surgen los monstruos mencionados arriba. Tomamos conciencia, entonces, que la precariedad podría ser aminorada a través de pequeñas actitudes de solidaridad: las tendencias egoístas muestran entonces su inviabilidad. De manera paulatina, por ejemplo, se hace evidente que las tradicionales recetas de inversión e incentivos fiscales, por sí solas, acentúan prácticas que se alejan del bienestar general. La necesidad de una regulación de la economía en función del bien común surge entonces en el horizonte.


Pero la molestia contra ese sistema que nos denigra debe manifestarse políticamente. La cólera contra el sistema puede vencer ese miedo que generan los que dominan. Lo que se debe hacer es que ese enojo no se limite al internet o a las redes sociales. Debemos recuperar la posibilidad de emitir esa voz de la multitud. Algunos sectores de la población guatemalteca, especialmente los pueblos indígenas, mostraron que cuando el pueblo grita los poderosos tiemblan. Las recientes protestas que han cimbrado a los Estados Unidos también nos hablan de ese proceso. Nunca debe olvidarse esa lección. Los grandes movimientos políticos se gestan en la sensibilidad profunda de las colectividades. La cólera debe politizarse de manera que no se convierta en un factor manipulable en el actual régimen digital. El actual sentir sombrío no es intrínseco a la realidad. De este modo, no debe convertirse en escapes que se reducen a pasos perdidos, sino que deben proyectarse en un abandono de las circunstancias que nos ahogan. Parte de la tarea de los nuevos proyectos políticos es incrementar la conciencia social acerca de sus propios problemas de percepción y emocionalidad del mundo.



Thursday, June 19, 2025

Premio Anticorrupción: Virginia Laparra.

 


Fernando Cajas.

Este 17 de junio del 2025 Virginia Laparra recibió el Premio Allard a la Integridad Internacional. ¡Imagínese Usted! Un premio para una valiente mujer guatemalteca, que ha priorizado la justicia, no la trampa, no la mordida, no el fraude, sino que priorizó en su vida pública, en su vida privada, en toda su vida jurídica y más allá, priorizó la justicia. Una mujer quetzalteca que nace con las fuerzas de libertad de los quetzaltecos y con las ansias de justicia de un país capturado por mafias en todos lados, educados en universidades patito, universidades con Facultades de Derecho donde lo menos que importa es el derecho. ¡Vaya ironía! 

Mientras Virginia recibe el premio en Nueva York, lugar a donde no puede llegar la corrupta fiscal general guatemalteca, Consuelo Porras, deshonra de esta tierra, el silencio sigue apoderado de la sociedad guatemalteca, especialmente en los lugares donde la justicia y la libertad deberían ser el objetivo, eso es, las Facultades de Derecho que poco hacen por el derecho. Así que el premio no puede ser para las Facultades de Derecho guatemaltecas. Porque si bien, una que otra universidad se ha separado por diseño de ese formato tergiversado de elegir altas cortes y fiscal general, la Universidad del Valle de Guatemala, las otras no, ni la vieja, ni las nuevas, menos la última invención del cobarde usurpador de la Universidad de San Carlos, Nacional y Autónoma, el mediocre Walter Mazariegos, otrora destazador, que ahora hizo su propia universidad y que fatídicamente le denominó: Juan José Arévalo Bermejo, padre del silencioso presidente actual, que no ha dicho nada ante este insulto.

En su trabajo en la Comisión Internacional Contra la Impunidad, CICIG, en Quetzaltenango, a Virginia Laparra le tocó investigar la corrupción política y la corrupción burocrática. La CICIG fue la primera institución transnacional que investigó corrupción política en Guatemala toda vez que esta corrupción es la realizada por los más altos niveles de autoridad, electa o no, y fue la CICIG con su caso emblemático de La Línea, que identificó estructuras criminales de corrupción política dirigidas por el mismísimo presidente el militar Otto Pérez Molina y su vicepresidente, la primera mujer en el cargo, Roxana Baldetti. Sin la CICIG jamás se hubiera conocido el nivel de podredumbre de la corrupción política y corrupción burocrática que están estructuradas, enraizadas, en las instituciones guatemaltecas. Paralelamente en Quetzaltenango Laparra investigada el caso Corrupción Municipalidad de Quetzaltenango, que a la expulsión de la CICIG por el marioneta de Jimmy Morales, debió cerrarse.

Pero Virginia Laparra ya se había hecho de enemigos, como todos los funcionarios de la Comisión, CICIG, se habían echado de enemigos a los mismísimos corruptos. Los jueces, los honestos jueces que apoyaron con la limpia que hiciera la CICIG en casos mayores de corrupción, como el juez Miguel Ángel Gálvez, otra víctima más del contraataque del Pacto de Corruptos, que a través del Ministerio Público lleva años persiguiendo a defensores de derechos humanos, periodistas, todo, todo aquel que se opone a la corrupción, como claramente lo expuso la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la independencia de magistrados y abogados Margaret Satterthwaite, quien literalmente dijo: «El Ministerio Público ha implementado una política de criminalización contra grupos específicos, principalmente aquellos que luchan contra la impunidad y la corrupción».  Más claro no canta un gallo.

Por eso el premio Allard for International Integrity 2025, premio que reconoce la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos es un merecido premio internacional para Virginia Laparra y para todos los guatemaltecos que han luchado contra la corrupción, que se encuentran en el exilio, lejos de sus familias, lejos de su tierra, lejos de sus paisajes y su comida, lejos, pero también es un premio para aquellos guatemaltecos que se encuentran adentro de Guatemala, ya sea en una cárcel, como José Rubén Zamora, o Luis Pacheco, o tantas y tantos, injustamente acusados, ilegalmente procesados por un sistema de justicia que lo único que no tiene es justicia.

Mientras en los pasillos, en las clases, en los auditorios de las Facultades de Derecho los decanos, los coordinadores, los institutos de investigación jurídica, los bufetes populares, las clínicas de derecho, los estudiantes de derecho, los profesores de derecho, todos mantienen un silencio profundamente doloroso ante el ataque del Ministerio Público a la justicia guatemalteca. Ojalá ese silencio cambie y que no tengamos que esperar a que los perseguidos seamos todos, incluyendo a los que en el silencio cómplice apoyan o no la tergiversada política de investigación penal que tiene el ente encargado de la investigación criminal en Guatemala. Debemos hablar ahora. Porque, si no es ahora, no será nunca.

Tuesday, June 17, 2025

Lo que mi papá me dio.

 

Voz: Fernando Cajas

Fundamentalmente papá me dio amor, porque quizá imaginó, quizá me vio como el desprotegido niño aquel que apenas se hace un camino en la vida. Así que de mi papá recibí mucho amor. Pero el amor no vino solo, vino con el ejemplo de trabajo, el permanente trabajo de una generación de padres que nacieron justo en aquella depresión económica mundial en la década de 1930. Las mañanas iniciaban para nosotros al amanecer, lo que en el trópico significa la misma hora todo el año, todos los años, unos minutos antes de las 6 AM. Entonces se escuchaba su voz cantando aquella canción de guerra que su familia cantaba, imagino su papá, su abuelo, su tatarabuelo, con simulacro de un Tún y de una Chirimía, y el sonido de su voz simulando un tambor de guerra: «Arriba Tecún valiente, no temáis al enemigo, recordad que estoy contigo, que soy Witzil Sunum».

Los años han pasado. He buscado a Tecún valiente en los días duros, en las crisis graves, en su irreparable pérdida. Lo he encontrado en la dura historia de nuestra identidad cultural, no solamente tuya y mía, o sea, de mi papá y mía, sino de un pueblo que como dice la canción de Nino Bravo, aun no rompe sus cadenas.

Al nacimiento de mi papá vino, unos meses después, casi un año, la muerte de su mamá, para que se juntara a la Gran Depresión económica de 1930 la pérdida de un vínculo fundamental entre papá y su mamá, a quien buscó toda su vida, desde 1934 hasta su muerte, la muerte de papá, ochenta y tres años después buscaba a su mamá. A su mamá siempre la buscó, nunca la encontró. Y así, entre la depresión económica de la época y la consolidación de la Ciudad de Quetzaltenango, con su Luna de Xelajú, con sus marimbas icónicas, con su teatro, con su poesía, justo cuando ya Quetzaltenango era un foco cultural centroamericano, papá empezó su vida escolar, su vida de trabajo, su vida de padre.

A mi nacimiento en 1960 vino el primer campeonato del Xelajú Mario Camposeco, el equipo de fútbol en el que él había jugado papá en los años 50 y el equipo de donde era parte de la Junta Directiva que lo hizo Campeón en 1962. Mamá dice que me trajeron al estadio Mateo Flores a ver la final del partido entre Comunicaciones y Xelajú, papá lo confirma, pero yo por supuesto no lo recuerdo en mi mente, solamente lo recuerdo en mi corazón. Mis primeros recuerdos son las caminatas hacia la piscina de la localidad, a los cuatro o cinco años. La pequeña capa de hielo sobre la piscina llamada el Chirriez la rompíamos para entrenar natación, esa fue mi infancia, jugar fútbol, nadar, montar bicicleta, ir a la escuela.

Papá trabajaba desde temprano. Ya a las 5 de la mañana se duchaba brevemente con agua fría. Él cuidaba y respetaba el agua, decía que había que cuidarla, luego oraba y hacía una lista de cosas por hacer. Siempre llevaba un papelito y un lapicero en la bolsa de la camisa, era su «to do list», esa lista lo guiaba y decía que no entendía cómo la gente podía ir por el mundo sin su lista de objetivos y actividades diarias. Trabajaba incansablemente, siempre. El desayuno lo hacíamos juntos como familia, cada quien decía lo que iba a hacer y luego leíamos algún pasaje de la biblia. El almuerzo era más informal por los distintos horarios, pero la cena era un examen de hecho, de lo bien hecho, de lo mal hecho, de lo no hecho.

Papá era un ser humano con errores, con problemas, con vacíos existenciales a los cuales nunca les puso atención. Su terapia permanente fue el trabajo y el amor a su familia, toda. Tuvo esta empresa y falló, luego aquella y luego otra y medio triunfó, pero no, luego a finales de la década de los 60 decidió irse a trabajar a Estados Unidos y estuvo unos meses y regresó. Dijo, nos dijo, me dijo, que sin sus hijos su vida era nada. Aquí y así realmente triunfó económica, social y emocionalmente. Era un técnico autodidáctico, innovador. De ahí mi amor, mi respeto, mi admiración por la educación técnica. Era un comerciante, compraba, vendía. Nunca tuvo una cuenta de ahorros, decía que el dinero era para invertirlo en proyectos, siempre estaba endeudado. Sus hermosos ojos negros brillaban de joven y de a poco pasaron los años, yo salí de Quetzaltenango varios años, primero a la ciudad capital a estudiar ingeniería, luego a la Universidad de Panamá a estudiar aprendizaje de la matemática, luego a Estados Unidos con una beca Fullbright y así en mis viajes papá se me hizo viejo.

A mi regreso a Quetzaltenango me dediqué, sin saberlo, a conocerlo más, él 60 yo 40, luego él 70 yo 50. Yo en mis proyectos, él siempre activo en sus proyectos, sus inventos, su alegría de vivir. Dos o tres veces lo vi enojado en la vida. Era un ogro. Daba miedo. Era tierno casi siempre, pero enojado era otro mundo, quizá con eso se peleaba con la vida por haberle quitado a su madrecita tan temprano. La vida me dio un papá hecho de carne y hueso, de emociones descuidadas con un amor intenso a su familia, a sus hijos también, a todos, a su pueblo, Quetzaltenango. Yo 60, él 80, y me empieza a decir adiós con los pocos recuerdos celulares que de su mamá tenía. Dijo adiós con una frase lapidaria: «Se puede ser feliz en la vida, sea honesto y trabaje».

A veces he querido haber sido un mejor hijo. Me lo digo en las noches obscuras de soledad y en las tiernas madrugadas acompañado, me lo digo siempre, siempre me lo digo, pero amarlo más ya no podía. Abrazos papá, donde quiera que estés.

Monday, June 16, 2025

Poner un Norte: La tarea pendiente.

 



Fernando Cajas.


El país, nuestro país, deambula sin dirección ni sentido. No es un vector, no tiene magnitud, no tiene dirección, no tiene sentido a diferencia de un vector matemático. A diferencia de los antiguos navegantes que encontraron en la estrella polar fija un Norte, a diferencia de los chinos que descubrieron las propiedades magnéticas de la Tierra y se dieron cuenta de que una aguja imantada se alineaba al campo magnético de la Tierra y que esa propiedad podía utilizarse para guiarse, acá el gobierno nuestro no tiene Norte.

Entonces, no se conocían las leyes de Maxwell sobre electricidad, ni la ley de Ampère, ni se sabía que una corriente eléctrica es capaz de producir un campo magnético, el cual es el resultado del movimiento de hierro fundido, con otros metales, en el núcleo de la Tierra, que forman corrientes eléctricas, generando una especie de magneto en la Tierra, donde arbitrariamente al Norte geográfico se le asigna el Norte magnético y con eso se tenía un punto de referencia más o menos invariable, que los navegantes de antaño utilizaban para guiar sus rutas. Ellos tenían un Norte.

El actual gobierno de Guatemala no tiene Norte, ni el gobierno anterior, ni el anterior, ni el anterior. Ciertamente el gobierno actual es un gobierno de gente honesta, pero sin dirección, sin sentido. Semilla llegó con un plan de trabajo, que seguro no han actualizado, no han revisado porque no parece que tengan Norte alguno. En materia de educación la ministra Giracca ha sido un paladín contra la corrupción del sindicato y de Joviel Acevedo, eso hay que aplaudirlo, pero no quiere decir que ya le dio un Norte al desarticulado sistema educativo, para muestra un botón. La educación técnica guatemalteca está abandonada en todo sentido, en infraestructura, en equipamiento, en su currículo, en profesores preparados, en personal de limpieza, pero principalmente está abandonada porque parece que a nadie del Ministerio de Educación le importa o entiende la trascendencia de la educación técnica en el sistema público de educación. No tiene un Norte.

No es solamente el problema de la educación técnica, también la educación matemática anda por los suelos porque los aprendizajes de matemática no superan el 13% de los graduandos, esto es, 13 de cada 100 graduandos pasan el examen de matemática, 87, o sea, casi todos, no lo hacen. Este es un sencillo examen de aritmética y álgebra elemental. Tampoco los alumnos graduandos saben entender lo que leen. Apenas el 35% lo hacen, 65% no lo hacen. Ese es un fracaso total.

Ciertamente hay proyectos importantes en materia de educación que no están en el Ministerio de Educación, léase el Programa de Becas para Nuestro Futuro que ha puesto ciento de millones de quetzales en formación en educación superior, una excelente idea. Pero, sí el sistema universitario guatemalteco no tiene mucha calidad ni pertinencia, exceptuando un par de universidades privadas que se enfocan en formación en ciencia y tecnología, qué se espera de estas becas cuando no hay control de calidad de la educación universitaria. Las autoridades han dejado a la libre a las universidades guatemaltecas donde unas pocas forman, las otras deforman. Ni el Ejecutivo, ni el Legislativo se han preocupado por ver la calidad del gasto en la educación pública superior. O sea, no hay plan, no hay Norte.

Peor que eso, ahora han puesto 250 millones de quetzales para becas sin dar una prioridad, sin decir a qué universidades y a qué programas se va priorizar. No, no se trata de que cualquier estudiante venga y quiera estudiar Derecho en la Universidad Regional, la corrupta universidad de Estuardo Gálvez, o que quiere estudiar Derecho en la Universidad Juan José Arévalo u otra universidad monigote hecha por corruptos. No. ¿Por qué vamos a invertir fondos públicos sin establecer criterios? Un programa de becas debe ir acompañado de un plan de formación en las áreas de necesidad, priorizadas.

Por ejemplo, Estados Unidos reporta 4,800 científicos por cada millón de habitantes, Canadá 5,400, Costa Rica tiene 462 científicos por cada millón de habitantes, Dinamarca 8,800, Guatemala tiene 15, si, el más bajo de todos según el Banco Mundial en su informe1. En un país que invierte el 0.03% del PIB en ciencia y tecnología, la prioridad es que los estudiantes de educación superior estudien ciencia y tecnología. A ellos y ellas hay que priorizar. Pero como el gobierno no tiene Norte, mandan, reparten millones de quetzales sin prioridad alguna. Tener uno de los más bajos índices de producción científica y tecnológica del mundo, reflejado en apenas 15 científicos por cada millón de habitantes, con una tendencia a la baja según el Banco Mundial, debe ser una vergüenza nacional. Es una forma segura de construir subdesarrollo y de no construir la ansiada primavera nuestra. Eso debe cambiar teniendo un Plan, una Dirección, un Norte.

Dónde estaba la vicepresidenta Karin Herrera cuando se creó el Programa de Becas para Nuestro Futuro, dónde estaba la secretaria de la Secretaría de Ciencia y Tecnología, SENACYT, dónde estaban los funcionarios públicos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología que no pueden darle un Norte al presidente y decirle que no debe, que no puede ponerse a financiar a todas las áreas de la educación superior cuando el país tiene un enorme déficit en ciencia, tecnología e innovación. Así solamente se aseguran que nunca salgamos del subdesarrollo porque nunca, nunca podremos construir nuevas tecnologías, nunca si no invertimos en ciencia y tecnología, en educación científica y tecnológica.

Ciertamente ser honestos es importante y este gobierno tiene altos funcionarios honestos. Quizá a la fecha no hemos podido construir la primavera que añoramos, pero seguramente estamos saliendo del frío invierno de la corrupción. Ahora preparémonos, hagamos un Plan, pongamos un Norte. Hagámoslo ahora, porque si no es ahora, no será nunca.


Friday, June 13, 2025

En dónde nace la injusticia

 


Fernando Cajas.

El caso de Masaya, un caso armado a la medida del miedo de perder poder, de perder el control del Colegio de Abogados y Notarios, un caso espurio, como todos los casos que armaron en contra de Semilla, ante el silencio sepulcral de un presidente que no parece presidente y de una vicepresidente que se la pasa jugando de niña exploradora, ambos, presi y vice, sin tomar conciencia del papel histórico que debían jugar. El silencio autista, con perdón de los verdaderos autistas, que tiene el presidente, su permanente ausencia de los problemas nacionales, su ausencia de las conferencias de prensa que no da él si no un ridículo de apellido Palomo que se cree presidente, solo refleja que hay gente que no está preparada para lo que la vida le da.


A diferencia de Juan José Arévalo, Bernardo, Bernardito, no le sacó nada a su valiente padre. Y ese silencio de presidente y ese autismo vicepresidencial de una figura jalada a la política de la nada, Karin Herrera, solamente refleja que nuestras expectativas requerían de otras figuras, de otras personas en esos importantes puestos. ¡Vaya forma de desperdiciar todo un movimiento ciudadano!  Pero el silencio del Ejecutivo al respecto de los encarcelados de Semilla o de la permanencia de la fiscal en su puesto, aunque a trabajar ya no llega, solamente refleja miedo o un pacto de silencio previamente acordado para servir de monigotes. Pero no son los únicos silenciosos en este entierro de la democracia guatemalteca, la siempre naciente democracia tropical nuestra, también guardan silencio las Facultades de Derecho, si, esos ex sagrados lugares para aprender la práctica de la justicia.


Las Facultades de Derecho, las decenas de carreras de derecho tanto de universidades privadas como de la universidad pública tienen decanos, tienen coordinadores, tienen investigadores, tienen docentes, tienen estudiantes, tienen egresados, todos interesados en el Derecho del diente a labio porque en el fondo no les interesa ni la justicia, ni el debido proceso, ni nada sino el derecho de su nariz para seguir haciendo «justicia» en un mundo del revés jurídico. Todos nuestros juristas, abogados, notorios por su ausencia, notorios por no decir nada de la dictadura que ha impuesto Consuelo Porras hasta al mismo nuevo monigote de la presidencia del Organismo Judicial, Teódulo Cifuentes, también egresado de otra carrera de derecho caracterizada por la impunidad, la trampa y la anarquía: Quetzaltenango.


Eso no quiere decir que todos los estudiantes, todos los docentes, todos los egresados sean amigos de la trampa jurídica, no. Hay figuras, personas, producto de esas carreras, que se han levantado en contra del régimen del autoritarismo y manipulación jurídica. De la misma carrera de Derecho de la universidad pública, en Quetzaltenango, destaca: Thelma Aldana, Virginia Laparra, Jordán Rodas Andrade, todos exilados. O sea, si no es la muerte, uno tiene que pagar con el exilio la defensa de la justicia, del verdadero Derecho. ¡Vaya injusticias las de la justicia!


Las Facultades de Derecho de las universidades guatemaltecas han sido cooptadas por fuerzas obscuras, todas. En principio no dicen ni pío cuando se trata de todas las injusticias del sistema de justicia, no, no se manifiestan. En lugar, crecen, crecen siguiendo su avaricioso deseo de poder politiquero que le da una Constitución obsoleta que les dio poderes sobre humanos en aquel fatídico 1985 cuando los pichones constituyentes creyeron que las universidades elegirían correctamente altas cortes, jueces, fiscal general y otros cargos clave. No. No han elegido bien, han jugado a la politiquería y han vendido puestos, han prostituido el espíritu inocente de la Constitución de entonces.


Para muestra la ridícula, aberrante y tergiversada Universidad Juan José Arévalo la nueva universidad de Walter Mazariegos, el usurpador de rector de la San Carlos. Mazariegos ya usó su capital político para hacer su propia universidad y con ello tener acceso a otro voto más para vender impunidad a la fiscal general en las próximas «elecciones» de fiscal general que se avecinan. Ese es un secreto a voces contado por la misma Margaret Satterthwaite, relatora especial de Naciones Unidas, quien expresó con claridad lo que las Facultades de Derecho no quieren decir, ni quieren cambiar, ni quieren mejorar porque son ellos, las Facultades de Derecho, los verdaderos procreadores de la injusticia guatemalteca.


Ante la inminente creación de la nueva universidad Juan José Arévalo, el presidente también guarda silencio, silencio sepulcral, algo inaudito ante el abuso de la memoria histórica de su padre, de su papa, de su papá, de nuestro mejor presidente. Y nosotros aquí sentados, viendo pasar el entierro de nuestra naciente democracia que muere como inocente recién nacido. ¿Cuándo vamos a exigir a las Facultades de Derecho que representen la justicia, cuándo?


Ni Naciones Unidas, ni Estados Unidos, ahora en crisis, ni Unión Europea, ni nadie nos va a sacar de esta crisis de la democracia nuestra. Ciertamente nuestros dirigentes no han dado la talla, ni en el Legislativo, menos el Ejecutivo han puesto un Norte, eso no significa que no luchemos por una sociedad mejor, por una Guatemala más justa, ese trabajo es de todos los guatemaltecos. Debemos hacerlo. Hagámoslo ahora, si no es ahora, no será nunca.


Wednesday, June 11, 2025

El amor no es unión, es intersección.

 


Fernando Cajas.

El amor no es unión, es intersección. La visión religiosa del amor romántico concibe al amor como la unión, tal como se plantea el matrimonio en la Constitución de Guatemala: La unión voluntaria de un hombre y una mujer. Francia, por su parte, no lo restringe a un hombre y una mujer y lo plantea como la unión legal entre dos personas que desean vivir juntas, formar una familia y compartir la vida en común. Pero es unión. En el fondo, sin embargo; al ver al amor como unión en el sentido de la teoría elemental de conjuntos lo que se tiene es la suma de los dos conjuntos lo que realmente no es el amor sino más bien, debería ser, digo yo, el fortalecimiento de lo que es común en la pareja, la intersección. La intersección es lo común. Como los modelos de amor de las nuevas parejas vienen de sus padres o de las películas de Hollywood, sus nuevas relaciones oscilan entre la realidad cotidiana que recuerdan del desamor de sus padres, usualmente separados en las generaciones de finales del Siglo XX y unidos de forma temporal en el Siglo XXI, no el amor permanente de mediados del Siglo XX, ese amor ya pasó.


El amor del Siglo XIX e inicios del Siglo XX era un amor de pareja. No sé si era un amor romántico, pero era de pareja, de permanencia, de hasta que la muerte los separe. Era el amor que se construía en la adolescencia con familias conocidas, exceptuando las clases sociales altas que sí planificaban sus amores alrededor de intereses económicos si el mercado matrimonial no les permitía muchas alternativas, no dudaban en casarse entre primos hermanos, como fue la costumbre, con tal que el patrimonio familiar quedara a salvo. De genética conocían poco. Pero ese amor, como el de nuestros abuelos y abuelas no era mediado por los besos largos, no, era el amor mediado por la costumbre y por las claras normas del trabajo del hombre como quien sostenía económicamente la casa y el trabajo de la mujer dentro del hogar porque era ella la que debía cocinar, cuidar de los niños, comprar en el mercado, lavar la ropa, preocuparse por la casa a lo interno. Esos roles no cambiaron sino hasta la década de 1960 cuando en Estados Unidos empieza una transformación fundamental en el rol de las mujeres en los hogares y cuyo efecto se empezó a ver en América latina a finales del Siglo XX, siempre unos veinte años después viene la ola de los Estados Unidos a América Latina.


El amor latino a diferencia del amor anglosajón ha sido visto como amor con pasión, amor del «latin lover», amante latino. Pero en verdad, la pasión no tiene nacionalidad alguna. Lo que sí es cierto es que a la llamada «liberación femenina» de los años 60 y 70 del siglo pasado, a la creación de la píldora para el control de los embarazos en manos de las propias mujeres, a la apertura de la economía para que las mujeres trabajaran fuera de casa, al enorme crecimiento de la matrícula en educación superior femenina que se movió casi de un cero por ciento a más del 50% en cincuenta años, eso dio al traste con el amor de la codependencia económica, el que feneció, terminó especialmente en países desarrollados. En los países subdesarrollados ese amor machista aun sigue medio vivo, es un amor de procreación donde la responsabilidad económica la tiene el esposo celoso, que medio trabaja, él con toda la libertad del mundo, ella esclava de las tareas hogareñas.


A inicios del Siglo XXI el amor romántico se diluye entre las nuevas formas sociales de poder, de control. La reconfiguración del amor es mediada por terapistas especializados que tratan de hacerle entender a la pareja decepcionada que ella no tiene la culpa, que la culpa es de él, como lo fue, como es y como lo será. Así que esta reconfiguración del amor que en el fondo pide más autonomía, más libertad, más elección, más placer, más respeto, más consumo, más de todo, plantea serios dilemas a las parejas tradicionales que se quedan solas viendo la última película de amor romántico que proyecta Hollywood mientras se consolida el peor enemigo del amor, romántico o no, el teléfono celular, las redes sociales, el móvil que se convierte en la compañía perenne de la pareja amada, ella vive con su teléfono, se contacta con todo el mundo, menos con él. Él vive con su teléfono, se contacta con todo el mundo, menos con ella. Ciertamente hay unión, pero no hay intersección.