Friday, March 22, 2013

ARGONÁUTICA DE LA DOMINACIÓN.



Felipe Cuevas

Continuamos complementando estos elementos con la visualización secuencial de la relación. Este es el curso perceptible por nosotros:

Cada relación y su repetición aportan al establecimiento de la organización social. Desde el primer momento los términos dominación, poder y estatus, son elementos que deben ser reconocidos y ejecutados para que los sujetos sean aceptados como tales, es decir ya en el seno de la más minúscula de nuestras relaciones contemporáneas están incubadas las cargas relacionales aquilatadas en las sociedades divididas, y consolidadas bajo el capitalismo. La racionalidad, la casualidad de la relación examinada están sometidas por las relaciones generales establecidas. En la relación campesino-empleados pueden palparse las demostraciones hacia el dominio de la posición social, el reconocimiento de poderes y debilidades, el control, la resistencia o la sumisión.
Si la necesidad de investigar y cuestionar no fuese suficiente, recomendamos repasar este apartado posteriormente al estudio de las relaciones generales, observando nuevamente el mapa conceptual de la relación social a modo de precisar también sobre la base de la experiencia y conocimientos propios la importancia de tomar en cuenta los horizontes de una relación social y de las relaciones sociales en sus agrupaciones o en su generalidad. Por lo pronto lo central consiste en ubicar la categoría relación social en sus distintos compuestos “íntimos”, su concatenación será materia de capítulos posteriores.
Quizá un tanto entramado el hecho rememorado nos pareció aleccionador para observar claramente la relación social sujeta a las distintas formas de dominación, guardando una necesidad de control inmediato sobre los potenciales de crecimiento en cada sociedad para garantizarse una trayectoria reproductiva ante las complicaciones económicas. Enunciado que sustenta la hegemonía para regir en todas las escalas, es decir hegemonía para: preceder, conducir, guiar, comandar, gobernar, imperar en las relaciones entre el Estado capitalista y clases laboriosas del campo.
Contextualizar la relación social encargándose del conjunto de los elementos que evoca (razón, relaciones generales, procesos, estructuras, correlaciones, sociedad), es un objetivo que nos reclama la lucha social, el cambio social y la recuperación de nuestra condición humana por la emancipación. Por tanto algunos de los propósitos que perseguimos consisten en:

a)      Destacar a la relación social con mayor relieve y significación partiendo del encuentro con sus implicaciones íntimas.
b)      Proporcionar el soporte relacional a la tarea de vislumbrar lo social más allá de las relaciones estructurales, destacando el conjunto de sus tejidos, categorías y formaciones.
c)      Ubicar las condiciones que invisibilizan las relaciones sociales junto a los contenidos que provocan su obnubilación. Apreciar cada una de las líneas de la relación social frente a la inmersión burguesa basada en el arte de manipular a su favor.
d)     Observar las múltiples aristas de la relación y ubicarlas coherentemente.
e)      trascender los excesos de concentración en unos u otros de sus elementos que conducen a lo estrictamente autorreferencial y al desarrollo de múltiples lógicas racional-funcionalistas.

Como queda señalado, a nuestra relación es apremiante apreciarle como un elemento dinámico al cual hay que retomar más allá de un objeto de referencia o conjunto de aspectos estáticos ya dados. Su consistencia está en la reunión de todas sus formas, recursos, cambios, estructuras, historia, medios y contenidos, que nos hace parte y constituyente de la sociedad.
Su sentido se describe en el complejo y la unidad, resulta más que una simple manifestación unidireccional de la humanidad, o un todo de elementos desarticulados; es el conjunto de ligamentos con los que el ser humano se abre paso en sus transformaciones instaurando sus sociedades.
Canalizando nuestra indagación nos sugiere que la relación social integra estos referentes esenciales en su definición:

a)      Las formas en que se presenta (económicas, políticas, de profesión, de vida social), de las que no se puede prescindir para estar en sociedad o para intentar asimilarlas y comprender nuestra más grande construcción.
b)      La expresión condensada de sí misma en tanto que vínculo, mecanismo y proceso humano.
c)      Sus identidades entre: 1.- la proyección del individuo y sus acciones, 2.- el movimiento de clase, sector o grupo, 3.- la expresión y efecto de las relaciones ya consolidadas como estructuras, rasgos o leyes sociales.
d)     Su sentido trascendental de lo social como norma, acto y sistema de crear sociedad.
e)      El estado de constante interacción –relacionamiento– entre los seres humanos en un tiempo, espacio, contexto y procesos dados.

Su examen –nos referimos al estudio de la relación social–, así fuese carente de premisas básicas, ausente de una expresión clara, impulsado hacia unas u otras de sus manifestaciones; recorre todos los anales de la historia, unas veces como la idea de lo nuestro, la política, la moral, lo sagrado, la sociedad civil, nuestra raza, las clases, la cultura y demás, otras veces sobre la huella de características más definidas como la contradicción y el reconocimiento de su condición de célula social.
El mundo de las relaciones sociales, es entonces parte sustancial del mundo de lo humano, enlace de sujetos y objetos, ni más ni menos que de los distintos vínculos, procesos y movimientos que se gestan multidimensionalmente, con unos elementos más fuertes que otros, sujetos a espacios amplios, limitados o cerrados, con valores y rangos diferenciados. Actuando dinámicamente, según sean sus sistemas, contextos situacionales; correspondiéndose o confrontándose según sean sus grados de desarrollo material o subjetivo.
No hay simplificación factible, la relación hace posible nuestra existencia como especie, es un vínculo de múltiples implicaciones en movimiento con que producimos y reproducimos toda sociedad y establecemos sus enlaces de diverso orden.
En lo general la humanidad se construye socialmente comprometiendo y postulando unas relaciones emanadas de condiciones particulares hasta que se agotan, se vuelven intolerables a su existencia, se debilitan sus ejes, prolongándose una etapa en que se renuevan y perfeccionan, o llegado el momento se imponen otras. El punto es que la relación social resulta una constante fundamental, presente en todo proceso socializante, a la que nos aferramos y/o tememos, que mina o fortalece la vida, que inspira o desarticula.
De esa cualidad en todo caso cambiante, no podemos prescindir como línea esencial, aunque sí revolucionar para concordar a necesidades más amplias; reconstituirnos en una colectividad que supere sus insuficiencias, esclavizaciones y automatismos lo mismo que sus contradicciones; que pueda enfrentarse a sus retos y enigmas siempre crecientes; que nos permita luchar despejados de las asfixiantes problemáticas relacionantes del capitalismo. El movimiento de emancipación en perspectiva es la afirmación de y por nuevas relaciones libres e iguales que funden una nueva sociedad.
No olvidemos que la sociedad capitalista se construye a sí misma, aumenta sus fuerzas en una gama progresiva de relaciones sociales, con una acumulación sustancial de su carga y capacidad relacional. No hay emancipación posible sin concluir con sus fuerzas hegemónicas, con el uso manoseado que estas le dan a las relaciones; sin enfrentar el funcionalismo tendencioso de acuerdo a intereses sórdidos de toda índole; sin la articulación de una naturaleza plena especialmente construida por condiciones, conciencias y discusiones.
En la actualidad se presentan las bases de todas las relaciones, necesitamos aprovisionarnos de su material, tenemos que mantener las resistencias y condicionantes para evitar que prosigan arrastrándonos a sus inercias dominantes, eso sólo se puede hacer afrontándolas en todos sus escenarios.

1.      Enfoque sobre el enlace relacional

Se advertirá que al establecer la definición sobre los contenidos de la relación social, muy fácilmente uno podría concluir todo seguimiento para dedicarse a las relaciones generales, pero no debemos ceder a esta particular manifestación de las fuerzas combinadas del sistema de las relaciones sociales generales que ciertamente con todo derecho reclaman atención.
Resistiendo a esa tentación debemos enfocarnos a la dinámica del enlace. Así como se nos abren ventajas y perspectivas de análisis, también existen problemas metodológicos para su estudio, concentrémonos en algunos de estos últimos:

·         Enfrentamos dificultades para representarnos la relación social y sus expresiones como un todo, ya que generalmente uno de sus componentes intenta imponer sus puntos, criterios e intereses, opacando o teniendo a menos sus contrapartes, por tanto crea una imagen enaltecida de sí y unilateral de la relación.
·         Al demostrar la dialéctica que les es inherente ajustándola a sus correlaciones tenemos una presión constante a que incluso una vez resuelta la interpretación de todas sus partes, la relación se manifieste como única u omnipotente frente al conjunto de relaciones que puedan concurrir en un suceso, fenómeno o proceso dado. Dependiendo nuestra especialidad o visión social en la relación campesino-empleados percibiremos más los aspectos de normalidad, poder, opresión, económicos, políticos, culturales, educativos, sicológicos, técnicos o ambientales.
·         Dilemas para forjar instrumentos que impidan a las manifestaciones dominantes de las relaciones sociales el enajenarnos de sus contenidos y simbolismos relacionales, por encima de sus primeras evidencias o de sus fronteras paradigmáticas. En el mismo ejemplo se nos anteponen las tareas de formación política, el aprovechamiento de los recursos, los compromisos que puedan adquirirse, las fuerzas políticas en pugna, las posibilidades de organización en el campo, el desarrollo de una política revolucionaria, el cuidado del ambiente, las dudas sobre los resultados económicos entre una u otra opción de los sujetos, etc.
·         La problemática en torno a que la asimilación de todo tema relacional se ve entorpecida para entablar una correspondencia armoniosa de sus dependencias, graduaciones, determinantes, autonomías, singularidades y correspondencias de las relaciones sociales generales hacia su solución máxima.
·         Inconsistencias del accionar en tanto que no se examine directa y completamente el sentido relacional a fin de orientarnos en sus leyes, rasgos, tendencias, contradicciones, aglomeraciones, estructuraciones, sistematizaciones y perspectivas.

En estos casos, se evidencia ya el carácter dialéctico de la construcción social, que debe superar sus primeras impresiones generales al igual que las simplificaciones ramales de la relación. Mismas que suelen elevar a principios históricos invulnerables sus aportes en forma de puntos de vista, ensoñaciones de culturización, sicologización, politización, biologización, ideologización, educación, naturalismo, tecnicismo o informacional.
Apoyadas en la alineación de las fuerzas creadas, sus estructuras, valores e ideas, las relaciones sociales en el capitalismo han sufrido cambios profundos, mudaron el panorama social y su propia clasificación, configuraron el escenario, crearon un universo infinito de contactos continuos que nacen, viven, se renuevan o mueren.
Si bien queda a la vista el instrumental teórico-metodológico empleado, aquí hemos de asumir la responsabilidad de exponer una apreciación concreta sobre cómo concebir y conjugar esa trayectoria en direcciones específicas.
Cuando los ciclos y fenómenos sociales se ven sólo desde sus frentes parecen en efecto círculos cerrados, se obtiene de su análisis evaluaciones importantes con límites incluidos, esto ocurre frecuentemente como en nuestra interpretación de planos, pero si resistimos a las imágenes iniciales y apreciamos la cuestión desde el ángulo de sus procesos, nos tropezaremos con una escena que guarda todo el material relacional.
Al respecto nos planteamos conjugar las herramientas esenciales que se vinieron creando al paso de las conquistas trascendentales en el conocimiento del capitalismo. Sin embargo dado que cada una nació sin la suficiente ligazón, absortas en su autodescubrimiento, o les fue complicado integrarse a un cuerpo estructurado y dinámico.
Este último aspecto en atención a las distintas relaciones sociales con la robustez estructural que debieron adquirir, crearía problemas de exceso, no porque sus aportes fuesen superfluos, sino porque se inclinaron a una recarga de sus criterios en contraposición al conjunto de relaciones. Por lo demás serían entorpecidas con el paso del tiempo, sus conflictos, sus aconteceres y procesos, donde más que agregar cosas, se hace prioritario refundir elementos en pleno contexto, en tanto las inclinaciones dominantes llevaban a la segmentación o la multiplicación de disciplinas e interpretaciones adaptadas.
Con estos considerandos conduciremos nuestro enfoque hacia aspectos ya perceptibles en distintas áreas de estudio. Lo haremos aprovechando las ciencias particulares sin sobreponer unas u otras de sus conclusiones sobre las relaciones que analizan. Complejidad que permitió y potenció un tipo de desarrollo en el estudio particularizado y de líneas generales sobre las relaciones sociales, sin alcanzar a esclarecerse una base teórico-científica propia, integradora de la relación social. Esto es parte del ejecutar y edificar nuestras relaciones, tanto nos empujan adelante como nos pueden reforzar controles deshumanizantes que con tenacidad se revelarán en sus interpretaciones, pretendiendo que las cosas sean vistas ya desde cualquier ángulo, frenando con ello la coherencia general, o lo que es lo mismo, ejerciendo la acción teórica represiva al servicio de unas u otras relaciones dominantes.

Aspectos en proyección del enfoque relacional


carácter,
contexto y
conceptualización de la relación social

elementos de la
relación social

carga relacional

niveles relacionales

rasgos
de las
relaciones sociales
generales

sistemas, formaciones,
estructuras relacionantes, y sus crisis

teorías, métodos e
ideologías
relacionales

emancipación, humanismo, cultura y
revolución para el
cambio relacional

Seguido del estudio de las relaciones sociales generales y los distintos esfuerzos por ubicar sus dimensiones y sistematizaciones; con el avance a la conceptualización relacional consideramos que es factible el discernimiento de sus ejes constituyentes.
En tanto no se percibía la más mínima variación de desarrollo en la categoría de relación social, nos topábamos con la resistencia tenaz de apreciaciones hechas y compuestas para atender estrictamente sus distintos modos de concretarse en la actividad humana junto con sus diversos niveles de enlace al punto de instaurarse sus campos por encima de sus reales bases. A medida que se viene otorgando atención a los problemas de la relación social y que podemos apreciar un modo de desenvolvimiento histórico de acumulación y cambio del concepto; se crecen los elementos a atender y otras formas de apreciar su composición.
Esta aparente tentativa de “atomización” entre el manejo analítico de relaciones sociales concretas al de relación social abstracta, nos posibilita la continuación en unos considerandos abiertos y viables para la concentración en el ámbito social y sus cambios profundos, porque no olvidemos que lo que mujeres y hombres del pueblo anhelamos es precisamente construir relaciones sociales fraternales, despejar particularmente la relación social de sus ataduras de barbarie.

2.      Cartografía de la relacionalidad

A partir de la relación social como categoría, puede interpretarse y delinearse aquella base de la que venimos hablando como categoría de análisis, es decir de la carga relacional, que se encuentra diluida en el torrente de todas las relaciones sociales, llevándonos a una apreciación aún más dinámica de las mismas y sus distintos niveles de organización, concreción e impacto.
Con estos elementos avanzaremos a otros tantos de relevancia en el nivel de categorización de rasgos, aspectos y cruzamientos, como eje delineante de lo social. Y de la propia relacionalidad en el marco del sistema capitalista como plataforma adquirida en el establecimiento de las relaciones sociales dominantes.
Ante este análisis tenemos más de un aspectos: 1.- Estudio de las relaciones sociales concretas, 2.- reconocimiento de la relación social abstracta, 3.- decodificación de la carga relacional, 4.- comprensión de la trama relacional, 5.- ubicación del sentido de relacionalidad.
Todos ellos requieren puntualizarse apoyándonos en algunos elementos metodológicos particulares. El esfuerzo por cartografiar el conjunto de las relaciones, las fuerzas e intereses tras de sí nos ofrece estos puntos de enfoque para continuar nuestro análisis:

a)      La cohesión de los elementos conceptuales de las relaciones

Articular los elementos conceptuales, de las relaciones sociales generales concurrentes en lo particular, y en lo global para explicarnos su dinámica. Lo cual no pretende desacreditar la relevancia de cada disciplina, o a todo punto de vista sobre el estudio concreto de un suceso relacional, ni mucho menos a los distintos esfuerzos por establecer bases generales para la relación social; todo lo contrario, potencia el conocimiento sobre las realidades en que incursionan, sobre sus procesos internos y su panorámica total.
En cierta forma cohesionar los elementos sobre las distintas relaciones sociales y sus esfuerzos por precisar desde sus ópticas el carácter de la relación; es integrar su historia, comprender su “movilidad” en los contextos en que tuvieron lugar y a los que inmediatamente influyeron.
Para esto consideremos el caso de las guerras del petróleo en las dos últimas décadas. Sintéticamente el análisis general de sus aspectos fue “evolucionando”, ampliando sus horizontes, primeramente las posiciones imperialistas angloamericanas se dedicaron a encubrir la parte más despreciable de sus acciones, la rapiña por las fuentes petroleras y los recursos generados; en contraposición los críticos se enfrascaron en su desenmascaramiento. Posteriormente esto era insuficiente para evaluar los crecientes gastos de guerra y el empeño imperialista en el control de medio Oriente, la crítica abundó en los problemas geoestratégicos en tanto los imperialistas destacaron la lucha contra el terrorismo y la idea de llevar la democracia. Fue abriéndose el debate en torno a la cuestión de la disputa hegemónica y el papel del petróleo en las economías capitalistas; pronto se conectarían a mayor escala los problemas de la sobreacumulación de capital, control sobre los ejes de la riqueza mundial, el rediseño del nuevo orden internacional, el cambio climático, el cambio de modelo energético y otros temas semejantes. Por otra parte los reacomodos imperiales y la crisis financiera llevarían a conjeturas más amplias sobre el tema, que si la democracia o el terrorismo.
Una parte del tema tiene que ver con su historia, mas hoy resulta evidente que salvo contados esfuerzos, en la mayoría de los casos, las inercias dominantes llevaban a una constante interpretación parcial.
Sabemos que ese intento se topa con incontables contradicciones y conflictos, está en el tejido y empoderamiento de las formas que adquirieron las múltiples postulaciones para el estudio de las relaciones sociales. Donde cada disciplina o posición describe una especial interpretación sujeta a condiciones del objeto, del propósito, del lugar que ocupa dicha rama y de sus defensores u opositores en la vida social.
Así la cohesión conceptual está lejos de acomodarse a cualquier afluencia simplista o conglomeración complejizada; tiene que ser en sí misma un replanteamiento del problema relacional y del universo de las relaciones sociales.
Por lo tanto, se nos exige condensar la formación de los diversos sistemas relacionales contextualizándolos, tomando en cuenta los continuos ajustes o desactualizaciones, destacar sus fortalezas y poner a recaudo las limitaciones observables en algunas interpretaciones, al tiempo que procesemos todas sus tendencias, hasta las menos factibles de desarrollarse, y las circunstancias de sus contradicciones interiores.

b)      Ubicar los problemas en sus elementos vinculantes

Es necesario empezar por el concentrado de problemas contemporáneos en sus relaciones sociales dominantes, para inmediatamente identificar las respuestas revolucionarias que se suscitan. Destacar de éstas respuestas sus dificultades, limitaciones, desfases, contradicciones u objeciones que están enfrentando para la máxima comprensión de los problemas.
Considérese por un instante el problema de las relaciones sociales en torno a las justas mundialistas de futbol, en estas prevalecen visiones críticas inmediatistas sobrecogidas por el contenido deportivo, enfocadas en torno a las manipulaciones alienantes y el mercado que generan, pero al centrarse en esas tramas, poco espacio se le da a la forma de impedir las condiciones onerosas que sus organizadores imponen a los países. Poco énfasis se hace en las perspectivas de lucha que se ofrecen para detenerles, los conflictos de primer nivel suelen mantenerse en un plano secundario gracias a las fuerzas del mercado, los intereses burgueses y el papel altamente atractivo que juega el deporte en nuestras sociedades.
La insuficiencia de puntos conectivos entre las diversas esferas de lo social constituye uno de los grandes problemas de la actualidad, en que si bien se fijan unos lazos bipartitos, pronto o tarde cuando actúan, se percibe la existencia de otros elementos vinculantes que deben sumarse.
Otro asunto a no quitar ojo es la concurrencia de la “sustancia crítica multidireccional” que sigue siendo una promesa insuficientemente trazada o cimentada, generalmente abocada a lo externo, mecanizada a tendencias, temerosa de desbordar sus fronteras; que requiere de desarrollo frente a la complejización de las relaciones generales.
La premura por la generalización unilateral a partir de unas normas valederas parcialmente pero postuladas como definitivas, es también un grave problema que permea los avances y reduce las posibilidades para una comprensión relacional integral que demanda una grande y permanente inversión de energías.
Los problemas son muchos, incluyen la falta de comprensión, la desatención a unas definiciones que aún no logran corresponderse y explicarse todos los campos relacionales de la humanidad, mientras que se encuentran bajo fuego de grandes ejércitos de ciencias y artes ya consolidados que se resisten a modificar las trayectorias de su formación y desarrollo.
Con todos sus problemas, consideramos que ya está suficientemente avanzada la apertura y construcción teórica coherente en lo relacional, no resulta extraña, sería inexcusable postergarla mientras nos enfrentamos a un acrecentado bagaje de sus elementos.

c)      Apoyarse en la experiencia y praxis social

El seguimiento y aprehensión de los fenómenos, se requieren en el análisis de los distintos procesos del capitalismo para hacer consistentes sus definiciones, objetivas en cuanto a incremento de las fuentes, y factibles a efecto de integrar lo subjetivo.
Contrastar las experiencias de cada área también resulta un recurso necesario para observar lo relacional en sus líneas fundamentales o en campos específicos, como ya apuntamos en el esquema del tejido de la relación social.
Para este aspecto tomemos otro caso, el hecho de que mientras el problema de la emigración a las grandes metrópolis era considerado como una estadística manejable, se le sometía a prejuicios que hacían énfasis en los móviles de ambición, locura, seres despreciables, expulsión y falta de amor a la tierra o la patria. Se ocultaba o no se veía unas relaciones sociales herméticas de escasas posibilidades de desarrollo, comúnmente se expresaba un sentido de repudio hacia quien  se va, una etiqueta que permitía ocultar las relaciones opresivas en el seno del grupo de pertenencia; se menospreciaba la evaluación de los problemas económicos, políticos y sociales de los países de origen; se desechaban las presiones externas sobre los requerimientos de fuerza de trabajo; se subestimaba el sentido de minoría migrante factible de extremar su explotación en virtud de una ausencia o disminución de derechos, e incluso removían de su base analítica los procesos de desestabilización de los gobiernos. En cuanto también aquellos afectados directamente no eran observados ni mucho menos atendidos, sino dejados a merced de la depredación, el desprecio de las autoridades, su uso como recursos de negociación, y el robo de una parte de sus ingresos; el fenómeno creció a un punto en que hizo imposible seguir operando bajo estos juicios. Pronto entrevistas, padecimientos revertidos a los países de origen, recopilación de las vivencias de indocumentados, movimientos, documentales y sus tantas consecuencias cambiaron la visión que de todo ello se tenía y la gran cantidad de relaciones adyacentes y complementariedades del desarrollo capitalista. Dicho recurso de praxis y observancia diversificada sobre los hechos que respaldan los procesos relacionales ya sean generales o por áreas; son claves para nuestro estudio.
Así tenemos que no se debe soslayar: 1.- La compilación de experiencias diversificadas de distintos cortes relacionales, 2.- la práctica de las relaciones en sus distintas áreas y en el cuerpo general de la sociedad, 3.- el enfoque sobre las propias premisas relacionales en cada medio y su contraste con la realidad, 4.- el rastreo de las tendencias, factores y métodos relacionales.
Esto nos conduce a reforzar instrumentos de análisis destacando los baluartes consolidados, ubicando sus alcances y potenciales, además de su pertinencia en el escenario actual. Análogamente nos proporciona la facultad de crear nuevas herramientas que en el proceso se requieran, para asimilar mucho mejor, tanto en el detalle como en la generalidad los elementos vinculantes del capitalismo.
Tanto batallar en la cuestión de la emigración, entre tropiezos y avances, entre xenofobias e inadaptabilidades, entre incremento de recursos y explotación, entre nacionalismos y solidaridades, con la sustracción de recursos humanos ya formados y sus necesarias adaptaciones, entre la pérdida y conquista de un patrimonio económico-cultural, aunándose el hecho de que el proletariado y sectores migrantes en general se hayan convertido en una fuerza importante; pronto se presentarían nuevos escenarios en donde se pondría en tensión la defensa de derechos humanos, sociales y laborales, la reubicación de conceptos reaccionarios o enmohecidos acerca de la migración. Se generarían panoramas amplios para la lucha de clases reconstituyéndose importantes procesos organizativos, en medio de la presión de las viejas relaciones sociales dominantes.
Cada aspecto, por mucho o poco valor que contenga representa riesgos de control o bloqueo hacia el resto de aspectos que hayan escapado a su análisis, se convierte el resto de elementos en gravitatorios y cosas sujetas a manipulación a partir de unas escenificaciones convenientes o absorbentes. Impedimenta que paulatinamente nos desprende del análisis crítico de las relaciones, derivando en la crítica de lo etéreo, lo impreciso y descontextualizado de su medio. Así por ejemplo, el nazismo de viejo cuño muy convenientemente negaba su proclividad a las relaciones imperialistas detrás de la defensa de su condición nacional germana; de igual manera sus críticos destacaban el lugar de éste en la última defensa del capitalismo minimizando el papel de ciertas capas medias arruinadas alienadas para marchar a la cola del gran capital y obtener ascensos político-económicos en su estatus social a cualquier precio; algunas de las fuerzas que lo subestimaron se valían de la propia posición dominante imperturbable en la dominación mundial sin tomar en cuenta que su misma regla era una fuerte tendencia en el imperialismo alemán ascendente por encima del trastorno neurótico que le atribuían a Hitler.
No hay método sin limitaciones, su auto reconocimiento quizá sea una de las mayores dificultades de aceptación que puedan presentársele, el más grave de los enredos es pretender pasar por sacro y virtuoso.

d)     Captar el sentido revolucionario

Justo en el instante cuando el campesino del que hablamos era tocado en aspectos sensibles de sus intereses, al insistir por sus propios modos de expresión en su condición social y su dignidad de un tratamiento “justo”, cuando observó que sus intereses siendo tocados, no eran tomados en cuenta más que en forma supeditada a otros; él que tiene su propio arte en sus relaciones con el mundo captó la necesidad de cambio en sus relaciones que le hagan posible la vivencia de sus potenciales humanos, y la diversa intencionalidad que tienen sus conexiones, supo que pagaría las consecuencias pero que encontraría otras relaciones en una dirección distinta a la conformidad.
La cuestión revolucionaria es una constante ventana abierta tanto en los hechos del capitalismo como de las interpretaciones que éste tiene de sí, en donde se observa: el reflejo de lo que no debe ser, la fuerza de las relaciones, condiciones sociales y el complemento de sus antagonismos, asimismo de los fenómenos y procesos de la lucha de clases existente.
Insistir en los actos revolucionarios para conmover sobre un proceso seguirá siendo una necesidad, aunque definitivamente lo revolucionario no es lo declarativo, lo revolucionario reconstruye la realidad en todas sus imbricaciones.
Hasta donde llega nuestra comprensión, lo revolucionario se propone la ruptura con toda una serie de representaciones refractarias a las complejidades de la realidad social. Representaciones que pretenden acomodar intereses particulares, en la instrumentación de sistemas de abstracciones presuntamente en conflicto con la sociedad imperante pero bajo el marco de relaciones de dominio.
Precisamente donde se reprime una asimilación plena de las relaciones sociales, lo revolucionario cuestiona ese empeño por manufacturar estratagemas astutamente recubiertas de apelativos altisonantes, bajo los que solapadamente se consolidan esquemas de avasallamiento, con sus valores, controles, idolatrías, prejuicios y creencias sobre determinadas relaciones (económicas o políticas), la forma de sacarles ventaja, el medio que las circunda y los cambios estrictamente a su favor. Lo revolucionario asume la autocrítica de sus viejas debilidades, explora todas las aristas relacionantes, su grado de permeabilidad, los horizontes de sus prefiguraciones, los contextos de concurrencia, y la índole multifacética de la trama dominante.
Además debe comunicar pautas, indicar los sentidos de la historia de la lucha de clases, encontrar el contenido de las transformaciones sociales imperiosas al género humano, retomar el espíritu crítico-práctico frente al sistema de explotación, opresión y problematización de la vida desde sus realidades inmediatas.
Hay que explotar todos nuestros recursos, aprovechar la riqueza que el pensamiento libertario tiene a cuestas. Cada elemento aporta en su terreno y al resto líneas de trabajo, enfoques, esclarecimientos que retomaremos sin menoscabo de los contextos en que fueron concebidos, para acoplarnos a la visión completa de la espiral de relaciones sociales en el capitalismo.
En lugar de quedar absortos en esquemas e instrumentos racionalistas de la dominación, lo más importante es concentrarnos en aquello que ha hecho de nuestra realidad histórica actual un mundo complejo en el límite de profundos conflictos sociales. Marx creó un método para tal efecto, un método que constantemente recibe refuerzos y nuevos elementos de combate contra el capitalismo, dicho método se atiene a los hechos, los ve de frente, los confronta y postula sus planteamientos por y a través de la experiencia viva. Tal aspecto del método, que por diversas vías va retomándose, se ajusta fielmente al movimiento de la historia actual.
En algo ha tenido que ver la problemática social general con su realidad aplastante, para que por sobre todo comience a considerarse la observancia orgánica de los hechos en todas sus formas y envolturas, es decir el aprecio objetivo de las relaciones sociales interactivas. Afrontar la experiencia, aferrarse a la realidad histórica, superar tanto las mecánicas que sugieren que de un hecho emanan todas las verdades antojadizas, como la enaltecida ideologización de décadas pasadas; es todo un reto para los pueblos y las/los revolucionarios.
Lo revolucionario desafía las relaciones dominantes, porque son estas las que llevan a la erosión del tejido social, así mismo a su descomposición, antagonismos de clases, luchas por la hegemonía mundial, luchas por el gran capital, conflictos regional-continentales, competencia monopólica mundial, despliegue armamentístico, amenazas de guerras de mayor escala, destrucción de las culturas, impedimentas estructurales para dar respuesta a los conflictos, presiones contra la naturaleza y sus fuerzas, reversión de las condiciones de vida humanas y planetaria.
Uno de los grandes conflictos del pensamiento revolucionario por romper las barreras de sus antecesores y de los que son sus opuestos, está en alcanzar finalmente la quiebra con el mecanismo de la racionalidad burguesa sobre sus ejes relacionantes. Esto resalta la imposibilidad de visualizar otros espectros del ambiente propio y ajeno que confrontan los intereses unilaterales. Se mantiene en pie aquella tendencia al monopolio de ideas y acciones sin reseñar las opuestas y el mundo que sustentan, donde lo que no rinde beneficios a las relaciones dominantes es considerado arbitrario, negativo o carente de significado y relevancia.
Continuar diseñando una lógica dialéctica, impregnada resueltamente de la crítica a las cargas relacionales, y su enseñanza, son factores que permiten comprender la trama social, apostando a transformar las condiciones existentes.

Saturday, March 9, 2013

Argonáutica de la dominación




Felipe Cuevas Méndez




Dedicatoria

A los pueblos del mundo
A la memoria del más grande revolucionario de estos tiempos, Hugo Chávez

Presentación

El documento ante ti es una síntesis de las experiencias, estudios y análisis largo tiempo observados, pero que fueron agregadas una por una conforme se presentaban en mi realidad. Había que reconsiderarlas de acuerdo a los hechos, en mi formación debía cuidar su naturaleza, muchas veces expuse algunos resultados, pero topé con resistencias para siquiera ponerlas en discusión. Sin embargo seguí con mis renglones torcidos, en medio de otras tareas fui acumulando mis puntos y piedras, aprendiéndolas como observaciones de un autodidacta, una forma de comprender el problema del fluir de nuestras relaciones sociales.
Debo sincerarme contigo lector, lectora, mi modesta condición con la cual fui asimilando la realidad y la teoría revolucionaria en todas sus vertientes. Nací en el año de 1970, en el pueblo de Nautla, Veracruz, México, estudié licenciatura en educación en el internado “Luis Villarreal”, El Mexe, Hidalgo gracias una beca para hijos de campesinos, ahí me hice maestro proletario. Desde entonces (mi ingreso al internado a los 15 años) me dediqué al estudio de la teoría revolucionaria y al activismo revolucionario en la defensa de nuestros internados para hijos de campesinos.
Posteriormente laboré como profesor en los estados de Michoacán y Edomex, mientras realicé distintas labores sindicales y estudiantiles, y de prensa independiente, participando además entre otras luchas del pueblo mexicano.
En el año 2000 escribí un ensayo contra la teoría de la globalización por Editorial comuna, en 2006 publiqué un breve libro sobre la situación del país denominado La dictadura perfecta, Edición del Sindicato Mexicano de electricistas.
En el mismo sentido realicé otras publicaciones sobre la realidad política del país y textos sobre las condiciones del imperialismo (El sistema y la revolución) y contra la teoría de la globalización.
Mi participación en los movimientos sociales me inclinó a colaborar semanalmente para periódicos y revistas independientes en mi país hasta que en 2009 emigré a Venezuela.
Aquí (Estado Lara) he colaborado en la Misión Sucre y la Universidad Bolivariana de Trabajadores “Jesús Rivero” (UBTJR). Mis recursos no dan para una edición impresa, pero no se me confundan porque aún en medio de mis dificultades materiales le he metido todas mis fuerzas a ésta investigación.

  
Introducción

Esta es una teoría sobre las relaciones sociales de dominación en la era del capitalismo. La relación social constituye el rasgo básico en que se sustentan las sociedades, moldea y es moldeada por la acción del individuo y su asociación. En la historia esta es una conquista trascendental del ser humano en que funda la civilización. No es extraño que para todo acto revolucionario el principio y el fin de la vida social sea transformarla en unión de igualdad profunda que proporcione plena satisfacción a los actos e intereses colectivos y a la persona sobre su presente y su futuro.
A donde apunten nuestros sentidos, donde se desarrolle nuestra acción, en cualquier dirección temática que vayamos, siempre estamos ante nuestras relaciones y las de los demás; es tan obvio y absorbente que la reflexión sobre su naturaleza se ve complicada porque usualmente dedicamos el análisis a todo aquello (objeto, fenómeno o relación concreta) que es motivo de incertidumbre. Su atención frecuentemente sólo es introductoria en los estudios que apuestan a las estructuraciones sociales ya formadas (relaciones institucionalizadas o solidificadas).
Ahora bien, el estudio general sobre las relaciones sociales se justifica en sí mismo, es necesario de pies a cabeza, lo mismo que el de cada una de sus ramas y ciencias como es el caso del sistema de relaciones de producción, el Estado y las relaciones políticas, son siempre apropiados para abundar sobre la marcha de la historia; sin embargo, la carencia en torno al estudio particular de la relación social debe cubrirse dado que también permite especificar la reconfiguración del mundo moderno en otras dimensiones de interés.
El conjunto de relaciones sociales, su movilidad, sus características y el sello de dominación que les es común en el marco de nuestras sociedades, merece nuestra atención. Esa cuestión de la relación social nos ha seguido en reflexiones, observaciones de la realidad social, debates y análisis; de noche y de día nos replanteábamos todo tipo de análisis en función del encadenamiento de las relaciones sociales, sucedió que con tal tensión fue dibujándose el tema hasta concebir su estudio específico. En un punto del proceso hubo de sintetizar las experiencias propias, las observaciones, la información y las distintas intenciones de su aprendizaje; debíamos afrontar en ese momento la construcción de propuestas de método para entender las relaciones, sus condicionantes y dinámicas, replanteando la importancia de las ciencias que abordan su estudio estructural y catequizan determinadas racionalizaciones históricas o concretas, dando así el paso a una recuperación en los marcos de su especificidad como categoría social.
Enfrentados a una serie de tendencias por demás agresivas sobre estos temas para “orientar” la infalibilidad de tales o cuales postulados relacionantes, que hacían depender las relaciones sociales de preceptos ideológicos y racionalismos utilitaristas; optamos por concentrarnos de nuestra cuenta y riesgo en observar, reorganizar y analizar las relaciones que se suscitaban en el espectro social.
Lector(a) ha de saber que ello supuso además del problema de incursionar en un tema poco abordado en estos ángulos, el encontrarnos con la maleza y lo desconocido de nuestros vínculos sociales, tener que romper con ciertos celos ortodoxos, y tomar los retos de todo autodidacta con sus impedimentos materiales y temporales en una labor que se nos propone más laboriosa y delicada. Para hacer este viaje a través del mundo de la dominación es requisito blasfemar un tanto contra unos cuantos dogmas, mentiras pasadas por verdades, y otras opiniones aplicables que hoy deben relativizarse.
Entre el torbellino de información y análisis, por si fuera poco uno se encuentra con el fuego cruzado de los intereses hegemónicos, con los importunos de la diatriba e intolerancia política, la movilidad e interpenetración de todas las relaciones sociales en operación. Nos dedicamos a dar continuidad al esfuerzo con todos los riesgos que esto implicaba para mi desventajosa situación de abrir un tema silenciado, arrinconado en unas cuantas fórmulas; pensarlo propositivamente en función de las nuevas e integrales relaciones sociales; lo cual tiene acaso una ventaja: deliberar seriamente y sin disimulos sobre las formas relacionantes con que se explaya la dominación burguesa.
Hacen falta procesos democráticos y revolucionarios para trascender las relaciones sociales de dominación articulando las luchas en todos los planos. Para que se tome el hilo de la destrucción sobre cuanta relación de poder, de control, de opresión y explotación se vayan despejando en su variada consistencia; definitivamente es necesario trascender a la creación de relaciones que sean la máxima expresión de la actividad del pueblo para la constitución de relaciones de agregación colectiva, fraternas, solidarias, de comunidad. Lo que proponemos en éste esfuerzo es razonar la relación social dentro del capitalismo con las raigambres de su conflicto, para estar en condiciones de crear más herramientas en la ampliación de nuestros horizontes.
Proyectando la centralidad del trabajo vivo, o lo que es lo mismo, el interés supremo de la especie y el mundo por encima de sus riquezas acumuladas; se perfilarán las características de las nuevas relaciones en germinación tras algunos principios que la historia humana va arrojando como grandes aspiraciones de comunidad universal. En esa perspectiva concurrirán nuevos factores formativos: tendencias al trabajo, la cultura y la mancomunidad como expresión de gratificación y realización humana; disfrute pleno y pasión por la vida; solidaridad y sentido del deber con el mundo, movimiento y lucha constantes por forjar relaciones de total confraternidad.


I. Configuración de la relación social


La relación social se presenta en tres renglones de interés: 1.- en tanto vista teóricamente se puede analizar como ligadura de comunidad, 2.- observada en cuanto fenómeno, se aprecian sus mil rostros como concreción de unión o asociación en los distintos campos de acción de los seres humanos, y 3.- por su formación histórica, como medido de sujeción del hombre por el hombre. Nos proponemos considerar estos ejes a efecto de que nuestro examen adquiera amplitud sobre el tema.
Para nuestras aspiraciones de integración nunca será suficiente ver todas las facetas de la relación social, ya sea en los grandes complejos sociales o en los pequeños grupos humanos; la mirada y acción consciente de la dinámica relacional es una exigencia de la lucha humana, que en el capitalismo se expresa invariablemente en toda la lucha de clases.
Antes de replantearnos su torbellino es conveniente simplificar, la relación social siempre será concreta, mas para apreciarla creemos pertinente describir la naturaleza de sus componentes, al fin y al cabo de sus procesos tendremos a la mano todo tipo de referencias. Estamos inmersos en relaciones de todo género, por ello vale más comenzar por su abstracción, en otras palabras partimos de conceptualizar y contextualizar la relación social.
Se precisa esta visualización, aspirar a cambiar –en términos revolucionarios y libertarios– las relaciones sociales generales del sistema capitalista, debe replantearse en función de todas sus cualidades y características, porque como vamos a analizar, en todas ella y en su conjunto radica su condición de dominación.

1.      La relación social como categoría de estudio

Las condicionantes y problemáticas de la relación social nos conducen a considerarla como objetivo concreto e inmediato de nuestra investigación. Para incitar el pensamiento hemos de empezar con esta alusión: la relación social, en tanto mecanismo de la conexión humana entre sujetos y objetos de una sociedad históricamente instalada en sus concreciones económicas, políticas o culturales; podemos apreciarla en su evocación del vínculo como categoría asociativa. Acuñada por el esfuerzo humano, su conceptualización se prolongará en la medida que nos sean revelados los detalles de cómo se practica.
Sobre la cuestión de la relación social, asombra que en su estudio le sea concedido un simple lugar de entrada hacia distintos análisis, si bien en él se le reverencia, esto crea problemas posteriores para recuperar todo su sentido, por ello necesitamos una percepción enriquecida de la partícula social. Con escasos intentos por procesar sus particularidades y variaciones, predominan unas cuantas consideraciones ideales sobre su forma de existencia e importancia, a partir de todo lo cual se propende al estudio de sus manifestaciones (las relaciones sociales generales), quedando sin desarrollo los elementos esenciales de su categorización, dinámica interna y papel en la construcción de las sociedades.
Reivindicarla por encima de la demarcación fenomenológica y su cosificación careció de significación durante un tiempo en que se descollaba el argumento y el testimonio sobre la calidad de sus distintas expresiones que son indiscutiblemente de inmenso valor. Dicha categoría estaba fatalmente subordinada a las prioridades específicas y generales del estudio sobre las distintas esferas y escenarios del capitalismo.
En esos escenarios se concentraron los esfuerzos de las teorías y la práctica social en el sentido siguiente:

a)      Una colosal fuerza de inducción para contemplar las relaciones en bloque (en lo general y por secciones de interés). Las potencias y alcances del registro de relaciones sociales dominantes impusieron su orden de escrutinio. Cuan necesario fue así, es un tema de estudio posterior, lo resultante es que esto sometía a opacidad la relación social considerándosela como una mera línea de salida en cada exposición temática. En esa explosión de valiosos aportes se atendería sus construcciones en aparatos, estructuras, órganos, sistemas, fenómenos, procesos, tendencias y campo.
b)      Una tenaz línea discursiva que se negó a captar lo específico del problema relacional dado el culto de la “evidencia” de sus manifestaciones. Esta línea resultó incapaz de auscultar y analizar los circuitos y puntos de contacto en sí mismos como mecanismos de dominación, confinándose a esquemas de rutina. Dicho enfoque bloquea toda estimación de las conexiones sociales como tales, pierde piso frente al movimiento de las relaciones sociales generales.

Reconozcamos los avances y compromisos así impuestos por el acontecer social. Pronto han venido a patentizar analogías, comparaciones y correlaciones entre las distintas relaciones sociales; revelaron bases relacionales aún insuficientemente evaluadas; mecanismos y elementos interiores comunes a toda relación social; y la factibilidad de operar con ellas para asimilar sus roles. Tal es el caso de las relaciones de poder tan diseminadas por todos los llamados campos de actividad humana para intentar explicarse las relaciones de poder a partir de bloques de relaciones sociales, instituciones en sí mismas y espacios sociales.
A fin de cuentas se nos abre el camino a su percepción congruente, sus expresiones, su historia, su definición teórica, su perspectiva analítica, su observancia integral antes que la coacción desde sus cumbres y fetichismos.
Cabe aprovechar los resultados para una redefinición de la relación social y sus expresiones. Una combinación y proyección tanto de sus soportes como de sus argumentos, es útil a bien de mejor expresar nuestra construcción de sociedad.
Sin perder de vista lo descrito, finalmente tomemos en cuenta una de sus reducciones habituales. En ella se indica que atendida como categoría singular la relación social sólo representa el segmento: sujeto-nexo-sujeto, es decir, un eslabón en la cadena. En este subproducto del esquematismo se encierra verdad y reticencia, porque la fórmula ya incluye el deslizamiento al uso funcional y limitado de sus rudimentos más visibles. Frente a semejante modelo lo lógico tendría que ser la clausura del tema, lo que equivale a imponer una clara relación de supresión de un área de análisis inconveniente para otras relaciones funcionales.
Con todo insistimos, corramos el riesgo de su reapertura, entremos pues en materia.
El punto de unión entre nuestra naturaleza biológica y nuestra condición social transita de la carga genética que permite explicarse importantes aspectos de nuestra constitución evolutiva, biológica y fisiológica, por decir lo menos de todos sus contenidos vinculantes. De adentro hacia afuera, sustenta las bases de nuestras vidas, del cuerpo para responder a unas necesidades relacionales, un rostro para expresarlas, un desarrollo para integrarlas, un cerebro para asimilarlas, unos sentidos para captarlas, una individuación-identidad para asimilarlas, forjarlas, sufrirlas, sobrevivirlas y disfrutarlas. De afuera hacia adentro marca al encuentro con la progresiva carga relacional, de las relaciones sociales manifiestas, a los mecanismos individuales y colectivos que la construyen o destruyen. Las relaciones de la naturaleza suelen ser fundamentalmente biológicas, ecológicas y evolutivas, en tanto las del ser humano pasan a ser sociales, económicas e históricas, sin descartarse en definitiva los primeros rasgos y los tránsitos que debimos digerir de lo biológico a lo social.
Por su parte la carga relacional se acumula, modifica, diversifica y revoluciona en los distintos estadios y campos sociales, desafía los instintos, se expande por sobre las relaciones naturales y el ser biológico hasta concebir nuestra humanidad. Esta carga se va componiendo desde nuestras formaciones ancestrales, históricas, generacionales, grupales a las individuales, forma parte de los ejes constituyentes de la sociabilización humana que nos recibe al momento de nuestra venida al mundo en lo físico y lo simbólico.
Es vox pópuli que la dirección en la evolución del cerebro humano está marcada por el acrecentamiento de las partes que nos permiten establecer y fomentar relaciones sociales, en detrimento de las relaciones puramente naturales de supervivencia animal. Aunque estas últimas no hayan dejado de revestirse, sólo que en una proporción menor y delineada por la relación social. De acuerdo a los contextos sociales, la formación y educación del ser humano al nacer mantiene una estricta línea relacional para regir las conductas y las cualidades hacia fines preestablecidos de sociabilidad.
Para el recién nacido este es un proceso de construcción relacional y una curva de aprendizajes de la realidad de las relaciones sociales generales ya imperantes con las que debemos sobrevivir. Este proceso se basa en la adquisición de múltiples y complejas capacidades y cualidades en pos de todo un mundo que lo liga constante, gradual y conflictivamente para constituir su individuación y su ser social, que resumimos en:

·         El reconocerse (yo, ser en sí, sujeto) y reconocer a los otros.
·         Aprender a comunicarse y vincularse, adquirir los procesos y mecanismos de construcción de mensaje y comunicación.
·         Interpretar y ser interpretado en actos, pensamientos y sensaciones.
·         Identificar las necesidades y sus respuestas.
·         Establecer contactos duraderos.
·         Entender que se es vigilado y encomiado para actuar en sentidos determinados.
·         Discernir entre unidad y secesión en las relaciones.
·         Despertar habilidades e inteligencias.
·         Alcanzar niveles de autocontrol.
·         Imprimirse pautas, éticas y racionalizaciones conductuales.
·         Reprimir-anular la anomia (falta de valores, normas, controles y prohibiciones), como negación, desviación o quebrantamiento de cualquier relación preestablecida.
·         Tener un rol entre los semejantes (sentido de pertenencia y diferenciación.
·         Vislumbrar procesos naturales y procesos sociales.
·         Distinguir las diversidades, manejar y mantener sus relaciones.
·         Asimilar las interacciones.
·         Detectar e interpretar intereses, sensaciones, motivaciones y preocupaciones en los demás.
·         Luchar por resolver los problemas que se le presentan.
·         Utilizar logros y fracasos para eventualmente generar más y mejores relaciones.

La individuación o formación del individuo humano implica el desarrollo de una personalidad, vivencias, propiedades del ser, ideas, valores, funciones y dominancias sobre el cuerpo que se conquistan en buena medida sobre la base de relaciones, es un campo despejado exhaustivamente por la sicología al cual no podemos más que remitirnos sucinta e imperfectamente. Con el paso civilizatorio, cultural y productivo moderno del capitalismo, ser biológico y ser social entran en una nueva fase que inscribe una relación de fondo en base a controles sobre el primer constituyente humano por el segundo en aras de enaltecer el sistema de relaciones sociales generales que constituyen su orden y forjar las estructuras cognitivas que le son necesarias.
Aún cuanto podamos divergir en que la relación social quede atrapada en los esquemas del aprendizaje; lo cierto es que sicología (maduración del individuo), pedagogía (aprender y desaprender) y sociología (integrarse a la sociedad) en su cruce sobre el desarrollo infantil indudablemente son muy minuciosos en este ámbito, con un registro inconmensurable de conocimientos para reinterpretar la carga relacional.
La composición de la carga relacional hace la diferencia frente a las relaciones de la naturaleza, la geografía y de los seres vivos, que se distinguen porque son básicamente conformes a sus cualidades instintivas –aún diferenciándose de las más avanzadas formas de sociabilidad animal complejizadas–, frente a las que son elaboradas y deliberadas, con la cualidad agregada de que con estas el género humano básicamente se produce y reproduce a sí mismo en tanto tal.
Nuestra trama relacional pone en concurrencia necesidades básicas y complejas en procesos creadores de  civilización (la lucha por la vida trascendida a existencia humana), de historia y sociedad que alcanzan a sobreponerse como nuevas bases sobre las que descansan, se significan, o se retoman los hilos de la existencia humana, de la supervivencia social y las formas de conservación o sustentación del medio indispensable. Cabe afirmar que a diferencia del reino animal las necesidades fundamentales del ser humano están mediadas por sus relaciones sociales bajo las cuales es y existe en su condición humana.
Ambas condiciones (carga genética y carga relacional social) bajo interacción desde sus puntos de contacto, sin ser una pura suma, resultan imprescindibles en la base formativa del sujeto siempre histórico. Para su desarrollo, humanización, culturización y su estratificación, precisan los niveles de nuestros pensamientos, inteligencias, capacidades, habilidades, caracteres, emociones y actos; según corresponda en las distintas épocas (inclusive en las edades y generaciones). Por tanto, estas cargas son dignas de atención al superar la idea simplista de la “relación eslabón”, al renunciar también a su conceptualización reduccionista como partícula inerte, programable y modificable a criterio de voluntades.
Hay que introducir un matiz, este último fenómeno (modificación de las relaciones intencionalmente) en efecto se presenta sólo sobre el seguimiento de unos códigos de asentamiento en las relaciones imperantes si las condiciones lo permiten, robusteciéndolas o suprimiendo sus ejes sometidos a desgaste; nuestra observación consiste en que no se darán sin conflictos de tipo social, sin cambios en la historia, sin atender al desarrollo social alcanzado.
Si bien el tema da para mucho, de aquí pasamos a objetar otro detalle. Dudar del juicio reduccionista respecto a que la relación social no debe ser tratada científicamente deparaba amargos conflictos, perturbaba nuestras rutinas relacionales, desarmonizaba con los dogmas. Dado que el programa diseñado indicaba que se debía operar de acuerdo a la lógica de que: 1.- una relación es un hecho dado, 2.-  cada relación opera en diferente espacio, 3.- un conjunto de relaciones definen un proceso o condición, y 4.- esos conjuntos constituyen una sociedad, punto. Por tanto se estudian los procesos, los conjuntos, pero no algo tan profano como la relación social. Pero cuidémonos de reclamos frente a tantos actos de fe, nunca terminaríamos por salir de allí.
Tales situaciones corroboran por su cerrazón a toda evidencia, que la relación social es un elemento dinámico del espectro social, que presenta un difícil manejo y una complicada comprensión; aunque cada vez más necesaria de integrar en todas sus correspondencias antes que seguir edificando proposiciones que pretendiendo explicarla por sus manifestaciones la eluden en su contenido íntimo.
Había que establecer entonces el fundamento orgánico de la relación social. Ser conscientes del problema requirió acumular gran cantidad de información, exploraciones, observaciones y experiencias. Había que mantenerse en el torrente de las relaciones sociales, otearlas en sus movimientos, ir de un extremo a otro de sus manifestaciones, detenerse a razonar sobre sus aspectos y las formas en que se expresaban, ubicando sus elementos, hasta que se comprobaran claramente.
Exponerse a ella, advertir su dialéctica, encontrarse con sus efectos, pasar sus presiones y resistencias hasta la fractura visible de sus componentes, verse inmersos en el fuego cruzado de todas las relaciones sociales; todo eso es parte de la vida diaria en el ser humano ¿porqué desistir de comprender su mecanismo interior?, ¿cómo descartar llanamente las posibilidades de integralidad relacional?
La propuesta contempla que el estudio de la relación social se atiende retomando los amplios horizontes en que se encuadran hoy las ciencias humanas y las filosofías, capturando los procesos en que se desenvuelve el capitalismo, yuxtaponiendo a estas dos cuestiones todas las formas y planos de las luchas de clases que ponen de relieve las relaciones, sus problemas, la práctica y experiencia de masas en la construcción relacional orientada a fines particulares, todas las relaciones conflictivas entre las clases sociales fundamentan su acción y reacción.
Consideremos ahora sus estudios concretos. Es de tomar en cuenta que la economía política marxista se ha encargado de analizar unas relaciones específicas y sus impactos; por su parte las ciencias sociales y políticas como principales medios de plantearse el poder y sus procesos acometieron exhaustivamente la interpretación de otras relaciones o de sus aspectos particulares; lo mismo debe decirse de la sicología, la estética, la historia, la etnografía, la salud, la demografía, la filosofía, la educación, la lingüística, la antropología o las teorías del conocimiento que en sus campos dan razón del relacionamiento.
Cada campo las aborda intentando estructurarlas y conectarlas, sus logros son extraordinarios aunque divididos, a veces contradictorios, otras veces al resolverse problemas sectoriales pagan el precio de enmarañar los problemas de las relaciones sociales como conjunto, cometiendo una especie de antropofagia inclusive, como se presenta en la “biologización de la sicología”. Es decir en estos casos se presenta la trasposición de unas relaciones e intenciones por otras, bajo una gama muy extensa de problemas del estudio de las relaciones sociales generales. En fin, estas son sólo unas muestras palmarias de sus propios fenómenos encontrados que llaman a reorganizar el tablero de la relacionalidad.
No hace falta vender ninguna historia, al parecer así tenía que ser su larga marcha, o por lo menos así sucedió, por lo tanto nos encontraremos con ventajas y desventajas frente a sus superposiciones, contrastes, crisis, contraposiciones, aislacionismos de las disciplinas y ciertamente limitaciones particulares, aparejadas a una de fondo que es la de no dedicarse plenamente al estudio de la relación social en sí, sino de sus manifestaciones, sus niveles, contextos y escenarios.
Toda vez que ya se cuenta con gran material sobre las relaciones sociales, aunado a su desenvolvimiento en el capitalismo actual, estas ciencias y experiencias nos ofrecen algunas soluciones válidas, tales como:

a)      El avance en el estudio de determinadas relaciones sociales por campos, con sus polémicas y apreciaciones, describiendo la sustancia relacional que caracteriza a los fenómenos de la sociedad y el medio.
b)      El ejercicio interdisciplinario identificado con los puntos de contacto entre dos o más ramas de investigación, proporcionando la prolongación de la secuencia investigativa reforzando puntos débiles y asegurando mejores soportes en las conclusiones sobre el papel de la relación.
c)      La generalización de pautas comunes como son las leyes, normas, sistemas, esquemas, métodos, categorías y abstracciones que emanan de los estudios, contribuyendo entre otras cosas a enmarcar su sentido universal.
d)     La creación de ramas científico-sociales de condición múltiple que aportan nuevas teorías y apreciaciones en campos muy amplios que se revelan sustentables, tales como la sociología de la educación, geopolítica, etnografía, sicología social, historia de la economía…

Aunque con sus aportes indiscutibles, asociados al hecho de ser vitales para plantarnos ahora en otro panorama; estas pautas se enmarcan estrictamente en la situación creada en su seno, hechas para tareas delimitadas, si bien contribuyen a despertar la conciencia por el ámbito de lo común en las relaciones sociales. A saber, se hace necesario explicarse cabalmente, afrontar la aceleración y multiplicación de las relaciones sociales totales, su dinamismo en el movimiento de las sociedades, su proceso histórico general, además de la re-categorización de la relación social como tal.
Ya se franquearon los tiempos obligados en que hubo de abrirse paso para retomar los atributos particulares de las relaciones sociales en cada ámbito, aún cuando esto seguirá siendo una labor requerida, se demanda volver a articularlas teóricamente por encima de sus prioridades, impulsos, impresiones y vínculos externos.
Asimismo las tenencias de saberes sociales con que se cuenta aquí y allá deben activarse superando los esquemas de adquisiciones fragmentadas y cosificadas, para recuperar todo su valor social, rebasando su práctica divisoria. Con todos sus pródigos resultados cabe resaltar que su estudio importa mayormente para la emancipación social, en la cual aún tienen que demostrarse sus potencias y valías.
Previo a examinar las relaciones de dominación exponemos las siguientes líneas de desarrollo de relaciones socialistas, las relaciones sociales generales que el pueblo como entidad orgánica de clases y sectores explotados y oprimidos, requiere para fundarse en la emancipación total:

·         La socialización de la riqueza y sus medios de producirla.
·         La democracia clasista ejercida desde abajo sin trámites estructurales por los cuales siempre se filtran relaciones de poder.
·         El desarrollo de las fuerzas productivas y culturales de las clases laboriosas.
·         La destrucción constante de las tendencias de dominación y sus formas de enlazarnos.
·         La fraternidad como principio rector de la vida social.
·         La libertad e igualdad en tanto principios sólo realizables en sociedad.
·         El desarrollo de la personalidad y colectividad conscientes de su valor.
·         La redefinición social del concepto del ser humano.
·         El amor a la sociedad y a sus semejantes.
·         La pugna por el bien general y su elevación como requisito indispensable.
·         La solidaridad con los pueblos del mundo y el internacionalismo.
·         La ética y moral acordes a las relaciones colectivistas.
·         Superar la expresión de las relaciones capitalistas en nuestras relaciones con la naturaleza, mujeres y hombres dejarán de presentársela como dominio y propiedad.

Se requieren reestructuraciones en sentido progresivo del panorama relacional para que su análisis integral fluya sin cortapisas, concentrándose en un mejor entendimiento sobre el orden social a que dan lugar y la necesaria disolución de las actuales relaciones sociales fundadas en la dominación.
En el siguiente esquema distinguimos los elementos de la relación social:

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La relación social es polivalente y polimorfa. A todo ello debe agregarse algunos elementos que agudizan el sentido y contenido de la relación social, como el hablar propiamente de necesidad y deseo, la condición de mediación-uso de los objetos. Identificaremos los términos nuevamente en una relación concreta de la que soy testigo presencial, la cual aunque con enormes implicaciones e interrogantes que trae para su procesamiento, debemos comprimirla a los requisitos del punto:

En la pequeña finca de un campesino ocurrió esta relación entre él y dos jóvenes (mujer y hombre) empleados gubernamentales para reunir información sobre si aquel podía ser merecedor de los recursos de un programa de incentivo a la productividad bajo paquetes tecnológicos. En su encuentro el campesino muestra con cierto orgullo sus logros en injertos de plantas, su adaptación al terreno y las perspectivas de venta aún a pesar de lo que perderá frente a los comerciantes de la zona, muestra además un recipiente con peces que espera cultivar en un estanque próximo. Los empleados, graduados como técnicos en agronomía constatan que el cultivo prospera si bien aseveran que no debería estar produciendo tan tempranamente, que existen formas adecuadas de hacer las cosas, que al trabajador del campo le llevan instrucción y existen otras áreas de producción a las que debe dedicarse. El campesino por su parte muestra con una dignidad conquistada a base de buenas y amargas experiencias, cómo lograr sus resultados, cómo poner oído a sus reales problemas y en dónde le servirían mejor los recursos que se le ofrecen, aun aceptando recibirlos en la forma que sea. Los jóvenes empleados le señalan que sus opiniones son buenas, que sería pertinente las hiciera llegar de alguna forma a las autoridades, y que definitivamente debe adquirir un teléfono celular para averiguar posteriormente si fue aceptado o no por la dependencia gubernamental a la cual vinieron a representar.

CONTINUARÁ